Aunque Bourjois
es hoy una reconocida fábrica de cosméticos, erase una vez que sus perfumes fueron
los favoritos de las mujeres del Primer y Tercer Mundo. Sobre todo, de aquellas
que no tenían dinero para comprar un Guerlain o un Chanel. La ironía es que hoy esos
mismos perfumes Bourjois cuestan arriba de cien dólares.
En 1862, un actor
llamado Joseph-Albert Ponsin descubrió un tipo de polvos faciales que hacía
reflejarse mejor las facciones de quienes estaban en el escenario. Un año más
tarde, Ponsin patentaba su producto y entraba en sociedad con un Monsieur
Bourjois, quien para 1868 manejaba la firma.
Su mejor producto
eran los polvos de arroz Java que Bourjois hizo vender en cajitas redondas.
Para fines de siglo, la firma producía
todo tipo de afeites, incluyendo una pomada para los mostachos varoniles.
A principio de siglo
XX, Bourjois decide probar suerte con perfumes. Los primeros, Rose Pompón y Mimi Pinson, han desaparecido de la historia. No se puede
decir lo mismo de Cendre des Roses que nace en 1907 y será un producto popular
por medio siglo llegando a las perfumerías de todo el mundo. Incluso las
droguerías australianas donde en Los 30s lo usará Meggie Clary la protagonista
de El Pájaro Espino de Colleen McCullough.
La popularidad de
este perfume llevó a crear similares como Cenizas de Violeta, de gardenia y otras
flores, pero las Ashes of Roses siguió siendo muy popular hasta fines de Los 50
y conllevaría a la creación de cremas, talcos y rouges que acompañaban a la
fragancia.
En 1917, Los
Hermanos Wetheheimer (los mismos que fueron dueños de Chanel) adquieren la firma Bourjois y transforman su perfumería.
Lo primero que hacen es una campaña publicitaria muy original para la época. Se
inventan un personaje “Babette”, que representa la chica moderna. En diferentes
anuncios se cuentan las aventuras y desventuras de Babette a la vez que se
publicitan los perfumes que ella usa.
Otra novedad es
que Bourjois se da cuenta que la mujer moderna no teme maquillarse en público y
que carga sus cosméticos en su pequeño bolso. En su auxilio, Bourjois creará envases
pequeños que quepan en los bolsos de mano. Así aparecen los tubos de labiales,
las polveritas, y las botellitas de perfume.
La década de los
20 verá el nacimiento del perfume más famoso de la firma. Se trata del todavía
en el mercado Soir de Paris, que al otro lado del Atlántico se llamará Evening
in Paris.
En America Latina,
donde fue igualmente apreciado conservó el nombre en francés como nos lo muestra
este comercial de ;la revista chilena Eva de 1945.
Este perfume que nació en 1928 ha tenido dos
reformulas, una en 1958 y otra en 1991. Ninguna lo ha mejorado. No dejen que
color azul cobalto de la botella los deslumbre. Se trata de una ensalada de
ingredientes que no pegan ni con cola y el resultado es muy poco agradable. Por
eso yo no gastaría los cien dólares que solicitan en Amazon.com u otras tiendas
por enviarnos un frasco de buen tamaño.
La década de Los
Treinta traería nuevos nombres y más popularidad a la perfumería con productos
hoy olvidados como Amok , inspirado en el título de una novela de Stefan Zweig,
o Chicote que llevaba el nombre del famoso bar madrileño, pero el que causaría
furor a ambos lados del Atlántico seria Kaboko. Su nombre significa “cajita” en
japones y pretende ser un oriental, pero acaba siendo una cajitas de sorpresas.
En mi infancia
tuve acceso a dos productos de perfumería, los que venían del tocador de mi
madre y los que venían del cuarto de servicio. Pronto mi naricilla
notó la diferencia. En aquel entonces, la latina que no podía comprar Dior o
Guerlain, se aprovisionaba de lo que el comercio llamaba “lo último de París”. Así las secretarias, dependientas de tienda y
el servicio doméstico olían a Pompeya de Piver o a lo último de Lentheric o Bourjois. Así fue como
conocí a Kobako. Hoy pueden probar la reformula del ’82 en alguna tienda
especializada en perfumes vintage. Es una versión más recatada de la original
que por algo yo llamaba ‘sobaco”.
En mi infancia
los perfumes Bourjois más conocidos eran el Glamur con su tapita celeste, del
que ya hablaré, el Kobako y el Mais Oui con un frasquito que parecía una mitad
de flor y que yo gané una vez en un concurso escolar . Nuca llegué a usarlo, mi
madre lo lanzó al cesto de la basura exorcizándolo con uno de sus discursos más
clasistas: “¡Ése es perfume para las huasas
recién llegadas del campo, para las rotas de la pobla, y para las patines!” Este último era un
apelativo despectivo para las prostitutas que trabajaban en la calle.
El Kobako en
cambio sí lo conocí, y lo sufrí porque solo olerlo y ya se te ponían las fosas
nasales y las orejas coloradas. Era, su versión original, un perfume insolente,
hediondo, potente. Un perfume animal, pero también una encapsulaciones de las
bajas pasiones y de los efluvios provocados por ellas en el cuerpo humano.
Cuando en Masters of Sex apareció un empresario que buscaba una
fragancia que oliese a “sexo” inmediatamente pensé en Kobako.
Para Los 60, ya en
venia en su elegante pomo de cristal cortado sino en un frasco ordinario
coronado con una tapa roja que parecía un gorro frigio. A veces las nanas me
permitían olerlo y siempre se reían por las muecas de desagrado que yo hacía. es
que ese olorcito… Cuando les hablé de Tabú les conté que Jean Carles había creado un perfume
“para pu…”. ¿Es acaso una coincidencia que el mismo año salga la venta Kobako
que supera lo sensual de Tabú con su tufo a sexo?
A pesar de que la
formula original contenía muchos de las especias ( clavo y canela) , y de una combinación
animal de almizcle, ambargris y secreciones glandulares de las indefensas algalias que aparecen en perfumes fuertes de la época
como Tabú, Maja y L ‘Origan de Coty, Kobako lo sobrepasa con esa
adición de cuero, la apestosa férula, el liquen balcánico y las semillas de
tonka con su olor a tabaco. Tabaco, cuero y almizcle habían sido el sello del revolucionario
Habanita, pero donde Molinard dio un toque masculino a sus
clientas, Bourjois quería extraer lo más brutal de lo femenino. En suma, su perfume
es para hembras bravas.
Es 1982, Bourjois
reformuló su audaz fragancia restándole los aromas masculinos y los tufos
indecentes. Quedó así un tenue floral acolchado por los olores animales y
coronado por la canela. Ni se molesten en probarlo.
Aunque Bourjois
es hoy una fabricante celebre de cosméticos, no ha dejado de lado el perfume.
Alla arriba mencionaba Glamour, otro de los perfumes conocidos de los 50. Venia
en unestuchito azul celeste , muy simpático. En el 2013, Bourjois revivió el nombre en un cuarteto de
florales-frutales que destacan por sus simpáticos envases decorados con moños.
Azul marino es el
lazo de Glamour Chic que usé este otoño donde la nota baja de gamuza (piel)
supera a los efluvios florales y frutales. Rosa con lunares blancos es el moño
de Glamour Fantasy cuyo aroma es un coctel de cerezas al jugo, vainilla y un macarrón
relleno de mermelada de frambuesa. Un corbatín rosa pálido decora el envase de Glamour
Lovely con su énfasis en las rosas; y
morada es la cinta de Glamour Excessive que ahoga con vapores de coco y
cardamomo a la fresia y la peonia. Para quien gusta de este tipo de aroma están
a la venta por precios muy asequibles.
En 1987, Bourjois
sacó al mercado Cin d’Oleil un cítrico mentolado que hoy sigue en venta en
variaciones y nuevos nombres y a bajo precio. Como Glamour también se trata de
florales/frutales con más hincapié en lo último. Lady Rock que solo cuesta 18 dólares
en Amazon es acaramelado. Y Coup de Fourdre tiene el sabor de un macarrón de
frambuesa unido a cereza que lo igualaría al Glamour Fantasy si no fuera por la
adición del regaliz.
En resumen, el
perfume Bourjois hoy es un perfume suave para nenas, incluso los florales a la antigua como Nuit en Paris. La
diferencia está en los precios, pero es bueno recordar que un día la firma fue famosa
por perfumes sensuales como sus Cenizas o “ínfamosa” por tufos como el de Kobako.
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