jueves, 30 de diciembre de 2021

Aromas del Ayer: Los Perfumes de Bourjois

 


Aunque Bourjois es hoy una reconocida fábrica de cosméticos, erase una vez que sus perfumes fueron los favoritos de las mujeres del Primer y Tercer Mundo. Sobre todo, de aquellas que no tenían dinero para comprar un Guerlain o un Chanel. La ironía es que hoy esos mismos perfumes Bourjois cuestan arriba de cien dólares.



En 1862, un actor llamado Joseph-Albert Ponsin descubrió un tipo de polvos faciales que hacía reflejarse mejor las facciones de quienes estaban en el escenario. Un año más tarde, Ponsin patentaba su producto y entraba en sociedad con un Monsieur Bourjois, quien para 1868 manejaba la firma.

Su mejor producto eran los polvos de arroz Java que Bourjois hizo vender en cajitas redondas. Para fines de siglo,  la firma producía todo tipo de afeites, incluyendo una pomada para los mostachos varoniles.



A principio de siglo XX, Bourjois decide probar suerte con perfumes. Los primeros,  Rose Pompón y Mimi Pinson,  han desaparecido de la historia. No se puede decir lo mismo de Cendre des Roses que nace en 1907 y será un producto popular por medio siglo llegando a las perfumerías de todo el mundo. Incluso las droguerías australianas donde en Los 30s lo usará Meggie Clary la protagonista de El Pájaro Espino de Colleen McCullough.



La popularidad de este perfume llevó a crear similares como Cenizas de Violeta, de gardenia y otras flores, pero las Ashes of Roses siguió siendo muy popular hasta fines de Los 50 y conllevaría a la creación de cremas, talcos y rouges que acompañaban a la fragancia.



En 1917, Los Hermanos Wetheheimer (los mismos que fueron dueños de Chanel) adquieren la firma Bourjois y transforman su perfumería. Lo primero que hacen es una campaña publicitaria muy original para la época. Se inventan un personaje “Babette”, que representa la chica moderna. En diferentes anuncios se cuentan las aventuras y desventuras de Babette a la vez que se publicitan los perfumes que ella usa.



Otra novedad es que Bourjois se da cuenta que la mujer moderna no teme maquillarse en público y que carga sus cosméticos en su pequeño bolso. En su auxilio, Bourjois creará envases pequeños que quepan en los bolsos de mano. Así aparecen los tubos de labiales, las polveritas, y las botellitas de perfume.




La década de los 20 verá el nacimiento del perfume más famoso de la firma. Se trata del todavía en el mercado Soir de Paris, que al otro lado del Atlántico se llamará Evening in Paris.



En America Latina, donde fue igualmente apreciado conservó el nombre en francés como nos lo muestra este comercial de ;la revista chilena Eva de 1945.



 Este perfume que nació en 1928 ha tenido dos reformulas, una en 1958 y otra en 1991. Ninguna lo ha mejorado. No dejen que color azul cobalto de la botella los deslumbre. Se trata de una ensalada de ingredientes que no pegan ni con cola y el resultado es muy poco agradable. Por eso yo no gastaría los cien dólares que solicitan en Amazon.com u otras tiendas por enviarnos un frasco de buen tamaño.



La década de Los Treinta traería nuevos nombres y más popularidad a la perfumería con productos hoy olvidados como Amok , inspirado en el título de una novela de Stefan Zweig, o Chicote que llevaba el nombre del famoso bar madrileño, pero el que causaría furor a ambos lados del Atlántico seria Kaboko. Su nombre significa “cajita” en japones y pretende ser un oriental, pero acaba siendo una cajitas de sorpresas.



En mi infancia tuve acceso a dos productos de perfumería, los que venían del tocador de mi madre  y los que venían  del cuarto de servicio. Pronto mi naricilla notó la diferencia. En aquel entonces, la latina que no podía comprar Dior o Guerlain, se aprovisionaba de lo que el comercio llamaba “lo último de París”.  Así las secretarias, dependientas de tienda y el servicio doméstico olían a Pompeya de Piver o a lo último de Lentheric o Bourjois. Así fue como conocí a Kobako. Hoy pueden probar la reformula del ’82 en alguna tienda especializada en perfumes vintage. Es una versión más recatada de la original que por algo yo llamaba ‘sobaco”.



En mi infancia los perfumes Bourjois más conocidos eran el Glamur con su tapita celeste, del que ya hablaré, el Kobako y el Mais Oui con un frasquito que parecía una mitad de flor y que yo gané una vez en un concurso escolar . Nuca llegué a usarlo, mi madre lo lanzó al cesto de la basura exorcizándolo con uno de sus discursos más clasistas:  “¡Ése es perfume para las huasas recién llegadas del campo, para las rotas de la pobla,  y para las patines!” Este último era un apelativo despectivo para las prostitutas que trabajaban en la calle.



El Kobako en cambio sí lo conocí, y lo sufrí porque solo olerlo y ya se te ponían las fosas nasales y las orejas coloradas. Era, su versión original, un perfume insolente, hediondo, potente. Un perfume animal, pero también una encapsulaciones de las bajas pasiones y de los efluvios provocados por ellas en el cuerpo humano. Cuando en Masters of Sex apareció un empresario que buscaba una fragancia que oliese a “sexo” inmediatamente pensé en Kobako.



Para Los 60, ya en venia en su elegante pomo de cristal cortado sino en un frasco ordinario coronado con una tapa roja que parecía un gorro frigio. A veces las nanas me permitían olerlo y siempre se reían por las muecas de desagrado que yo hacía. es que ese olorcito… Cuando les hablé de Tabú les conté que Jean Carles había creado un perfume “para pu…”. ¿Es acaso una coincidencia que el mismo año salga la venta Kobako que supera lo sensual de Tabú con su tufo a sexo?



A pesar de que la formula original contenía muchos de las especias ( clavo y canela) , y de una combinación animal de almizcle, ambargris y secreciones glandulares de las indefensas algalias  que aparecen en perfumes fuertes de la época como Tabú, Maja y L ‘Origan de Coty, Kobako lo sobrepasa con esa adición de cuero, la apestosa férula, el liquen balcánico y las semillas de tonka con su olor a tabaco. Tabaco, cuero y almizcle habían sido el sello del revolucionario Habanita, pero donde Molinard dio un toque masculino a sus clientas, Bourjois quería extraer lo más brutal de lo femenino. En suma, su perfume es para hembras bravas.



Es 1982, Bourjois reformuló su audaz fragancia restándole los aromas masculinos y los tufos indecentes. Quedó así un tenue floral acolchado por los olores animales y coronado por la canela. Ni se molesten en probarlo.



Aunque Bourjois es hoy una fabricante celebre de cosméticos, no ha dejado de lado el perfume. Alla arriba mencionaba Glamour, otro de los perfumes conocidos de los 50. Venia en unestuchito  azul celeste , muy simpático. En el 2013,  Bourjois revivió el nombre en un cuarteto de florales-frutales que destacan por sus simpáticos envases decorados con moños.



Azul marino es el lazo de Glamour Chic que usé este otoño donde la nota baja de gamuza (piel) supera a los efluvios florales y frutales. Rosa con lunares blancos es el moño de Glamour Fantasy cuyo aroma es un coctel de cerezas al jugo, vainilla y un macarrón relleno de mermelada de frambuesa. Un corbatín rosa pálido decora el envase de Glamour Lovely con su énfasis en las rosas;  y morada es la cinta de Glamour Excessive que ahoga con vapores de coco y cardamomo a la fresia y la peonia. Para quien gusta de este tipo de aroma están a la venta por precios muy asequibles.



En 1987, Bourjois sacó al mercado Cin d’Oleil un cítrico mentolado que hoy sigue en venta en variaciones y nuevos nombres y a bajo precio. Como Glamour también se trata de florales/frutales con más hincapié en lo último. Lady Rock que solo cuesta 18 dólares en Amazon es acaramelado. Y Coup de Fourdre tiene el sabor de un macarrón de frambuesa unido a cereza que lo igualaría al Glamour Fantasy si no fuera por la adición del regaliz.



En resumen, el perfume Bourjois hoy es un perfume suave para nenas, incluso los  florales a la antigua como Nuit en Paris. La diferencia está en los precios, pero es bueno recordar que un día la firma fue famosa por perfumes sensuales como sus Cenizas o “ínfamosa” por tufos como el de Kobako.

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