Creemos que el reciclaje
es cosa moderna, pero las Latinas de Ayer han estado reciclando por décadas,
dándole un nuevo uso a envases, papel de embalar, y hasta a cajas de bombones. Hoy podemos
hacerlo, para evitarnos gastos innecesarios, sobre todo en el área de la organización.
Orden en la
Mesita de Noche
Para quienes no
me conocen, mi mayor defecto es el desorden. Debido a mi edad y a problemas de
salud, la limpieza y el orden se han convertido en verdaderas torturas que
trato de remediar echando mano a diversos recursos.
Para darles un ejemplo, me atrevo a mostrar el desastre de mi mesita de noche (velador como la llamamos en Chile).
La del medio trae
un envase para los toallitas de papel que, debido a mis alergias y otros problemas
respiratorios, necesito cerca de mí constantemente. Los diferente cubículos
sirven para mantener a mano y ordenados, los controles remotos, los artículos
de escritorio, el celular y mis lentes (un par para lectura y otro para ver tele). El
ultimo organizador tiene una bandejita para libretas y agendas, más espacios para productos de belleza que
deben estar cerca como colonia, cepillo de cabello, talco y crema para las
manos.
Gracias a estos
útiles adminículos he podido tener un velador limpio, organizado y presentable.
¿Pero qué sucede cuando no se tienen $50 o cuando no se tiene cuenta de Amazon?
¿De qué manera se pueden reciclar otros
envases para ayudarnos a ser más prolijos?
Los Útiles Recipientes
de Mermelada
Vámonos por ellos
a la cocina. Uno de los primeros objetos que encontré fue este hermoso
frasquito de mermelada Bonne Maman, la favorita de mi difunto padre. Bien
lavados, secados y ya sin membrete, estos envases quedan preciosos.
Así con tapa
sirven para refrigerar restos de salsas , mayonesa y aderezos. En la alacena
pueden servir para guardar sobrantes de arroz, legumbres, frutos secos, etc..
Hay quien los usa de palmatoria, otro de florero, y haciéndole una ranura en la
tapa se les puede convertir en una hucha/alcancía. Yo les he dado otro uso,
poner a escurrir en ellos los cubiertos.
Si hablamos de
ordenar el tocador/Vanity table/peinador, el envase sirve para pinceles y aplicadores
de maquillaje, cepillos de cabello, pinturas de ojo, labiales, esmalte de uñas etc.
En el escritorio pueden sostener lápices, crayones, magic markers, tijeritas, reglas
de medir y muchas otras cosas más. Y en el velador nos tienen al alcance lentes
y esos controles remotos que a veces acaban debajo de la cama o de la almohada.
Los frascos de diferentes
tamaños son tremendamente útiles. Miren este que una vez contuvo marrón glasés
y hoy porta algodones para desmaquillarse. O estos pequeños de mostaza y
mermeladas (asegúrense de quitarles los membretes) que tal como portan clips,
puede guardar elásticos, grapas, hasta clavos.
El vidrio sigue
siendo reciclable en nuestra sociedad, pero no así las bolsas plásticas que han
sido prohibidas en Nueva York y otros estados de la Unión Americana. La
desaparición de las bolsas plásticas ha puesto de nuevo en uso las de papel o
de tela que son reciclables.
A mí me ha
sorprendido un poco este afán de deshacerse de las bolsas plásticas porque en
mi universo solo entraron en los 90s. Cuando llegué a USA, en 1974, en las tiendas y supermercado te daban los
comestibles en bolsones de papel que uno embutía en el carrito de compras o
cargaba en brazos si la compra era pequeña.
Los Containers
del Ayer
Por más que estrujo
mi cerebro no recuerdo haber visto bolsas plásticas en mi infancia. Las compras
eran hechas en lugares puntuales. No había supermercado, pero si un mercado
gigante al aire libre que quedaba a distancia a pie de la casa. Las compras grandes se hacían una vez al mes
y las traía un mandadero en cajas de cartón o de madera. Las gaseosas por ejemplo
venían en grandes cajas de madera pintada llamadas “javas”.
Era la época de
papel de envolver. En todos lados lo que se podía envolver se hacía en papel
café o blanco dependiendo de lo que contuviera el paquete (café para los
libros, blanco para la pastelería) Ese papel ( si no estaba manchado) luego se usaba para forrar libros escolares, o
sea era reciclable. No así el papel de periódico que se usaba para comestibles
desde mariscos hasta huevos. Estos últimos se vendían de a uno y no venían en
envases de plumavit como ahora.
Debe haber habido
bolsas de papel, pero no las recuerdo. Si me acuerdo de las pequeñas blancas en
las que te daban los medicamentos en la farmacia o los caramelos y chocolatines
antes de entrar al cine. Compras de ropa
y accesorios me resultan más alejados de la memoria. Mi ropa infantil me la
hacían modistas que venían a la casa a probarme o tomarme las medidas y traían
las prendas y costureros en maletines.
Incluso la ropa y
accesorios que traían de la tienda de mi madre venían en cajas envueltos en
papel tisú. Esas cajas eran, a su vez, envueltas por las dependientas en papel
blanco o de regalo, dependiendo de las exigencias del cliente. Las tiendas de
ropa te lo daban todo en cajas. Antes de
1965, fuese en Santiago, Rio o Buenos Aires, recuerdo haber ido de tiendas con
mi madre y salir de los establecimientos con varias cajas atadas con cintas de
color vistoso como en las películas de Doris Day.
Todavía había
sombreras, cajas cuadradas y hondas para ropa de noche, y en Viña del Mar, una vez al mes, Calzados Donna enviaba a un empleado
portando tres o cuatro cajas de zapatos a domicilio para que mi madre escogiese
los que más le gustaban. El pago era “a la cuenta” y se hacía más tarde con un
cheque de mi padre. ¡Ohhh, época de
privilegios!
Algunas de esas
cajas eran tan bonitas que se usaban para otros propósitos fuese para guardar
otras prendas, papeles y documentos, o servir de ataúd a mascotas. Así que no
crean que el reciclaje lo inventaron los Millenials.
Otro reciclaje
menos glamoroso eran las botellas. No existían botellas de platico para refrescos.
Si uno quería comprar un envase de Fanta,
Coca Cola o Limón Soda en el almacén “de la esquina” debía llevar como parte de
pago una botella vacía de igual tamaño. Lo mismo ocurría con las botellas de
leche que traía el lechero todas las mañanas.
Hablando de
reciclaje, recuerdo un estante en nuestra inmensa cocina donde al lado de los
maceteros de hierbas y las velas en candeleros (necesarias en días de corte de
luz endémicos) había tres envases. Uno era una lata de Leche Nido en polvo,
otra de Nescafe, y la tercera de polvos de hornear Imperial. En esta última se
guardaban las llaves de todas las puertas de entrada, incluyendo los dos
portones y el garaje
Las latas eran para
monedas en la de leche, y la del café
era para billetes pequeños. Con eso se les pagaba a los recaderos , se les daba
propina los basureros y limosnas a los mendigos. En nuestra casa de Uno Norte,
el muro era bajo y la reja siempre estaba abierta así que quien no fuese visita,
deambulaba por el jardín hasta una
ventana pequeña y enrejada de la cocina. Ahí se les atendía.
El Renacer de
las Bolsas
Aunque, la compra
de mercado era mensual o bimensual, todos los días había que ir por pan a la panadería
o a la verdulería de la esquina por productos. Ahí si entraban en juego las
bolsas. Las había de tela o de red de lana como las que se usaban para proteger
el cabello de noche o las había de malla de plástico de colores chillones, pero resistentes y eternas.
Hoy en día al
desterrar la bolsa plástica de nuestras vidas, se han desenterrado las de tela
para las compras. Aquí en NY cuestan cincuenta centavos. La idea es reusarlas,
pero al final acaban (como ocurre en mi casa) acumulándose y se necesita
encontrarles un uso. No sirven mucho para basura porque no son impermeable por lo
que no son idoneas para el deshecho de líquidos, paños húmedos ni tampoco objetos
cortantes. Pero pueden servir para organizar prendas pequeñas (calcetines, y ropa
interior) en el armario, colgándose de un colgador. O en un estante como esta que uso para las
toallas.
Yo tengo unas
para mi secador y para cargar revistas como estas tan bonitas que me regalo la Gatita
Ellen W. Colgándolas en las puertas pueden dar un toque de color y pasan a ser
parte de la decoración de un cuarto. Inclusive se las puede usar para solicitar
dulces en Halloween
No tan útiles ni
atractivas son las bolsas de papel, aun las con asideras. Otra historia, son
las de regalo. Aparte de que son
reciclables para ese propósito (guárdenlas en una caja donde no se ensucien), también
pueden formar parte de la decoración y a la vez servir para ocultar y guardar
cosas.
Esta rosada
contiene mis álbumes de fotos. Esta otra más pequeña contiene fotografías sueltas
y recortes para mi scrap book. Y esta del Body and Bath Shop guarda mis
antiguas agendas.
En el B&B Shop también ofrecen estas pequeñas de plástico. Son muy útiles en días de calor para llevar refrescos u otras cosas húmedas. Congelen una lata de refresco, o jugo, o una botella de agua. Llévenla al trabajo o manténganla en el auto dentro de esta bolsita hasta que se derrita. Ni va a dejar manchas de humedad ni se calentará fácilmente.
Hablando de
cargar cosas húmedas. En cada traslado de cada o viaje por avión, existe el
problema de llevar botellas de shampoo, shower gel, pasta dental etc.. ¿Saben
cuál es la solución? Las bolsas en las que vienen las sábanas. Estas últimas se
pueden empacar sin complejos envoltorios simplemente planchándolas y embutiéndolas
em sus fundas. Eso deja libres estos fantásticos containers a prueba de liquidos.
Otro problema de
una mudanza, o un picnic, incluso para guardar vajilla de Pesaj (para nosotros
los judíos), es proteger la loza y mantenerla
limpia. Este año cuando guardé la vajilla de diario, antes de Passover, recurrí
a esta útil bolsa de malla en la que vino mi nueva almohada. Si, increíble,
tras sacarla se infló el doble de su tamaño. Eso me hizo pensar que iba a ser
imposible guardarla de nuevo en tan estrecho envoltorio. Así la convertí en
container para loza.
Las Multiusos Cajas
de Scottie
Volver a Estados
Unidos me ha hecho reencontrarme con los grandes recipientes de toallitas
Scotties. Son tan bonitos que no se vale desecharos como hacemos con su
contenido.
Por eso los he
convertido en cajas de medicamentos, y …
Estuches para mis
esmaltes de uña. Fíjense que para ordenar los envases también he reciclado
estos botecitos de cartón en los que vienen toallitas desmaquillantes..
Otro uso para
estas útiles cajas es contener lo inmencionable, léase, toallas higiénicas. No
les quiten su tapita y verán lo buenas que son para contener apósitos de todos
los tamaños en el cuarto de baño. Sobre todo si lo comparten con hermanos, parejas y visitas cuyos ojos no
desean que compartan su intimidad.
Las
“Bomboneras” y Otros Dulces Envases
En el título puse
“cajas de dulce” y es porque vincular reciclaje y Latinas de Ayer me lleva a un
espacio muy azucarado. En la Viña del Mar de mi infancia, casi al inicio de la
Calle Valparaíso, cruzando la Plaza Vergara, y a un costado de la Galería Couve,
estaba la Confitería Serrano. Era un paraíso de sabores que además era
industria nacional con sus bolsitas de papel floreado y tres establecimientos
en Santiago.
Vendía desde su
propio chocolate en polvo—infaltable en los cumpleaños y desayunos de
Primera Comunión— hasta unas frutas confitadas exquisitas. Su especialidad
eran los caramelos y los bombones que venían desde prosaicas cajas de cartón
hasta unos envases esmaltados my primorosos, conocidos como “bomboneras”, y que obviamente eran más caros.
Era un tipo de
“regalo fino” que se podía llevar para un cumpleaños o para una niña a la que
se cortejaba. Regalar una “bombonera” era considerado como un parteaguas que separaba
los “pololos vulgares” de un posible novio más formal.
Estas preciosas cajitas,
que hoy son objetos de colección entonces eran usadas (o recicladas) como costureros,
joyeros o para guardar cartas de amor. Se entiende por su belleza, pero hoy en
día hasta el más prosaico envase de dulces puede reciclarse para que cumpla
otros servicios.
Hace unos años, el
Gato Rafael me mandó estas cajas de bombones al coñac, deliciosos. Me daba pena
, una vez consumidos los Brandy Beans, botar el envase. La solución fue
convertirlo en joyero para mi colección de aretes.
Cuando vivía en
Barcelona, el Gato Comendador Ray
Badilla, me envió unos chocolates de la célebre confitería Amatller. De nuevo,
me daba pena lanzar a la basura esta caja de metal con un grabado Art Nouveau
en la tapa. La solución fue convertirla en portalápices labiales.
Pero ese par de
cajas de cartón me han sacado de apuros con mi colección de perfumes. Ya no caben
más botellas en el cajón de mi cómoda así que tenía un problema de donde
guardar la perfumería de invierno, Pues, los frascos más grandes se fueron
dentro de esta alegre caja con forro a rayas verdes y blancas de la Swiss
Colony, y que una vez contuvo un fruit cake cuyo aroma a especias hace
buena compañía los perfumes invernales.
Esta hermosa caja
de tapa dorada, una vez portó deliciosos petite fours. Hoy sirve para cajitas
pequeñas o botellitas planas como mi infaltable Tabú y los Amour de Adrienne
Vittadini.
Y estos son los
últimos envases que no por ser pequeños son menos útiles. Miren estas cajitas
de cotonitos o Q-Tips como los llamamos en USA. ¿Saben todo lo que pueden llevar dentro de
ellas escondido en su bolso? Metan unos paquetes de agujas de diferentes
tamaños, un dedal, unos alfileres e hilo azul y negro ( no en sus carrillos
sino amarrados a un pedazo de cartón) unos botones de repuesto, un enhebra agujas y
ahí tienen un costurero portátil.
Si como Servidora
son incapaces de pegar un botón, carguen
en el envase alfileres de gancho de diferentes tamaños, los salvavidas de las
costureras ineptas.
¿Y a que no creen
que utilidad le sacamos a este prosaico envase de chicles? Metan en él unos tres o cuatro parche curitas
de diferentes tamaños, más esos pañitos ya preparados con alcohol y tienen su
botiquín de emergencia que cabe en el bolso de mano más pequeño.
Como ven, el
reciclaje fue parte del mundo de las Latinas de Ayer y con tanto envase útil,
incluso bonito, a nuestra disposición no hay motivo para que la Latina de Hoy,
de cualquier edad, lo continue. Es
cuestión de voluntad e imaginación. Estoy segura de que muchos de ustedes han
reciclado los contenedores más diversos. Compartan sus historias de reciclaje
con nosotros.
Desde FB de Miroslav Basic P
ResponderEliminarYes, we had to bring with us empty bottles of beer or water whenever we wanted to buy new filled bottles in the shops, if you did not have them you had to pay more.
Para Miroslav Bašić Palković I don't remember if we had to pay more, but I recall that the maids used to bring the soda glass bottles to purchase oil. It was not sold in bottles in those little grocery stores, so when we wanted soda we had to wash and rinse oily containers, gross!
Eliminar