jueves, 27 de junio de 2019

¿Qué Leían las Niñas Latinas del Ayer? Nacimiento y evolución de la Sissimania



La muerte de Sissi acabó con ese primer culto o Sissimanía. En las décadas que siguieron a su fallecimiento, la Gran Guerra, la muerte de Francisco José y el derrumbe del Imperio Austrohúngaro borraron un poco su memoria. Nadie se interesó en biografías. Poco después del asesinato, el maestro de griego de la Emperatriz, Constantin Christomanos, escribía una semblanza de su alumna. A pesar de lo respetuoso e inocente de la crónica, la escandalizada corte vienesa repudió la obra. Mas se hubiesen escandalizado si supieran que la Emperatriz iba a convertirse en icono cultural y que a cien años de su asesinato hasta cintas animadas se harían de su real persona.

La Emperatriz va al cine
Una década tras el asesinato de la Emperatriz, su compañera y testigo de los hechos, la Condesa Irma Staray publicaba Las ultimas lágrimas de la emperatriz. Este libro inspiraría a la Condesa Maria Larisch, sobrina de Sissi, en 1921, a actuar y asesorar a la producción de un corto silente sobre su tía. Interpretada por la sueca Carla Nelsen, Sissi se veía tan real que poco después circulaban fotografías de la actriz en el féretro como si fueran verdaderas fotos de la emperatriz.
Karla Nelsen

El primer largometraje sobre la trágica Reina de Hungría fue en 1931 y se llamó” Elizabeth, Konig von Osterreich” Fue protagonizada por Lil Dagover quien, tras su debut en “El Gabinete del Dr. Caligari”, se había convertido en un rostro famoso del cine alemán. Curiosamente, un cuarto de siglo más tarde la bien conservada Fraulein Dagover repitió su interpretación de Sissi en “Maria Vetsera” (1956).
Lil Dagover

En 1931, Lil Dagover tenía más de 40 años así que la historia describe sus últimos años, desde la tragedia de Mayerling hasta su asesinato. Sin embargo, ese filme permanecerá en la oscuridad, puesto que en la vecina Austria se estaba fraguando una reinvención de Isabel de Baviera. Se trataba de una ópera que narraba los sucesos que llevaron a la princesa adolescente a convertirse en soberana del imperio más grande de Europa.

La opereta de Ernst Vecsey y Robert Weil hacia gran uso del humor y del romance, factores que sabemos estuvieron ausentes de los hechos reales, pero en la Viena de Dolfuss existía un fuerte sentimiento pro-Habsburgo. Les encantó este relato que hacía hincapié en los simpáticos y guapos que eran Francisco José y su consorte.

Tan famosa fue la opereta que la compró Hollywood y en 1932 la filmó bajo el título de “The King Steps Out”. La soprano Grace Moore fue una Sissi encantadora y Franchot Tone se vio guapetón y digno como su primo y futuro marido. Una de las licencias históricas que luego seguirán reapareciendo en las ficciones que promueven el mito de Sissi, es que ella y su primo se encuentran accidentalmente en Bad Ischl, ambos ignorando la identidad del otro. El filme acaba con la boda real y no hay tiempo para describir las desventuras que esperan a los protagonistas.
Grace Moore y Franchot Tone

En los 30, Sissi y su corte servirán de trasfondo de otros romances como en la cinta francesa “Valse Royale” (1936) y en “Mayerling” donde   la Emperatriz (Gabrielle Dorziat) se ve opacada por Charles Boyer Y Danielle Darrieux. En Austria y en la Hungría que tanto amó, Sissi es retratada en el escenario y en la pantalla. La pequeña Traudl Stark se revela como una Shirley Temple austriaca encarnando a Sissi niña en “Prinzessin Sissi” (1939). Pero este renovado interés en el personaje desaparece con el auge del Nazismo. Hitler desprecia a los Habsburgo y a los Wittelsbach considerándolos locos corruptos y tiene la certeza de que sus descendientes son antinazis.

Romy Schneider y la Trilogía de Sissi
Austria emerge de la Segunda Guerra Mundial maltratada y bombardeada. Tras una década de Ocupación Aliada, necesita resurgir y quitarse de encima el estigma de haber sido cómplice del Tercer Reich. Serán Sissi y el cine los que lo consigan. En 1952, Marie Blank-Eisman escribe una crónica novelada del compromiso y matrimonio de Isabel de Baviera. Esta será la base para un filme en 1955 llamado “Sissi”. Dirigido por Ernst Marischka, esta cinta será no solo el inicio de la más fuerte ola de Sissimania, también sentará ideas (difíciles de erradicar) de como representar a la Emperatriz.

Y es que Sissi y la Sissimania son fenómenos de la cultura juvenil. A sus diecisiete años, Romy Schneider se ve como una quinceañera, pero también debido a que el año anterior había retratado a una jovencísima reina Vicky en “Victoria en Dover”, puede imitar el porte y elegancia de una joven soberana. Romy se convertirá en una estrella internacional, a la par de ser un modelo para jovencitas y niñas austriacas que han crecido en un mundo de guerras y privaciones.

Romy Schneider (que nació el año del Anschluss) logra con su personaje recordar a su generación que Austria una vez fue cabeza de un gran y poderoso imperio donde reinó una adolescente que era un compendio de belleza y el modelo de la Princesa Disney. El filme fue tan exitoso que ameritó dos secuelas ‘Sissi Emperatriz” (1956) y “El Destino de una Reina” (1957). Estas tres películas fueron dobladas al inglés y condensadas en un solo filme (“Forever my Love”, 1962). Para entonces la trilogía era un éxito desde Francia hasta el Japón. Era considerada un “Lo que el viento se llevó” optimista y lleno de humor.



Sissi era el paradigma de la adolescente rebelde, la que se escapa por las ventanas y comete travesuras. Eso la hacía identificable con su fandom. Pero también la trama sigue el esquema de cuentos de hadas. Sissi es Cenicienta a la que encierran en su cuarto de hotel para que no avergüence a la hermana mayor que ha venido a casarse con el Príncipe Azul. Ah, pero se escapa y en una hora consigue novio y este resulta ser el Emperador Francisco José.

Es cierto que los filmes siguientes tocaban el tema de los problemas de la joven reina con la suegra y el protocolo, las enfermedades de Sissi y sus viajes para curarse de una incipiente tisis. También la mostraban amiga de los sueños de libertad húngaros, su choque con su marido debido a su parcialidad por Hungría y por el gallardo Conde Andrassy, pero no se hablaba de sospechas de adulterio, ni de desórdenes alimenticios, ni de problemas mentales.  Sissi tenía una sola hija Sofia Dorotea que nunca se moría y el pueblo la amaba por buena, no por guapa, así que no habia necesidad de mostrar su obsesión por cuidar su aspecto físico.

Yo, Sissi y el Vals
Esa sería la imagen que yo conocería de Sissi a los cinco años.  En marzo de 1965, un terremoto derrumbó nuestra casa en Quilpué. Aunque al comienzo intentamos acampar en tiendas de campaña, las lluvias otoñales nos ahuyentaron y acabamos en Valparaíso en una suite doble en el Hotel Prats. Durante ese mes, me la pasé en el cine. Yo estaba convaleciente de hepatitis, anemia y por primera y única vez en mi vida, sufría de bajo peso. De ahí que se me considerara de nervios frágiles y se buscase distraerme ya que supuestamente el trauma del sismo me afectaba más que a mi hermano de tres años.

La mayor distracción consistía en ir con mi Nana Yolita a un cine muy cercano (creo que era el Velarde) que en las matinées ofrecía filmes infantiles. Así vi un par de pelis de Hailey Mills, mi ídolo; “Emilio y los detectives”, y “El Padrecito” de Cantinflas. Pero lo mejor fue poder ver la trilogía de Sissi. La imagen de Romy Schneider en crinolinas era más poderosa que la de Hailey Mills.

A comienzos de mayo, mis padres rentaron un departamento amueblado, en Viña del Mar, enfrente del Palacio Rioja. Ya no tuve tantas oportunidades de ir al cine, pero Sissi seguía en mi mente. Por eso me regalaron un disco de valses de Strauss, que para mejor efecto traía en la portada un húsar invitando a bailar a una rubia con miriñaque. Ahora tenía la certeza. En Viena, las damas iban de largo, los hombres eran todos oficiales de la guardia y se la pasaban el día bailando el vals. Yo quería vivir en Viena. Mi pasión por el vals se manifestó en pasarme el día haciendo piruetas por los pasillos hasta que un piso encerado acabo conmigo sacándole el brillo al parqué con los labios.

Se me pasó la fiebre del vals, pero vino otro factor a confirmar mi Sissimania: los libros. Un día mi mamá me trajo un libro con un título extraordinario Sissi y el paje negro. En el departamento amoblado vivíamos con mi abuela que ya sufría de Alzheimer (en ese entonces no se usaba ese nombre, se le llamaba “pérdida de memoria”) por lo que actuaba como si tuviera mi edad. Algo magnifico, porque mi “Belita” (como yo la llamaba) era como una hermana. De hecho, creía que yo era una de sus hermanas y le daba por hablarme en francés.

Otra manía era que leyéramos juntas. Le encantaban mis libros infantiles y este no sería una excepción. Fue ella quien me confirmó que Sissi era un personaje real. L' imperatrice d ‘Áutriche et Reine de Hongrie. Mi padre me tradujo y me explicó que en un tiempo Austria y Hungría habían sido un solo imperio. Así caí que Sissi era un personaje histórico como Guillermo Tell y Arturo Prats.

El libro era fascinante porque ahí me enteré de que Sofia había muerto y que Sissi tenía tres hijos, los pequeños Rodolfo, Valeria y Gisela que acababa de casarse. Obviamente el libro era parte de la mitología de Isabel de Baviera. Ella está muy enamorada aun de su marido, es una madre ejemplar, muy unida a Gisela y llena de compasión por el prójimo.

En un episodio ficticio, pero posiblemente basado en la ahijadita africana de la Reina Victoria, Sissi recibe en su corte a un pequeño africano al que convierte en paje. No recuerdo como había llegado a Europa, pero él le cuenta a la Emperatriz que su familia ha conocido al Dr. Livingstone, el famoso misionero y explorador. Sissi le toma cariño al pequeño le permite jugar con sus hijos y se lo lleva en sus viajes. Esto provoca habladurías. La estirada corte vienesa no ve con buenos ojos que un negrito esté en contacto con su soberana y con los archiduques.

Cuando Sissi se entera llega a llorar de indignación y vergüenza ante la crueldad de gente que ve solo el color de la piel. Creo que fue mi primera lección sobre lo negativo del racismo y de ahí surgió uno de mis lemas “los niños no tienen raza ni clase social”.

Los Años de Bruguera
Pronto este libro de Sissi tuvo compañeros en mi biblioteca. Sissi, Sissi Emperatriz, y (qué apropiado) Sissi y el Vals de Strauss. Todos eran de la colección Bruguera y todos seguían el formato de la editorial que publicaba los principales tebeos d España. Las páginas de texto venían acompañadas de una de viñetas. Otra característica es que en el lomo traían un índice de personajes.



Los primeros dos títulos correspondían a los guiones de las películas que el mismo director Marischka había hecho circular como libros para una audiencia juvenil. La tarea de traducirlos había caído en el guionista y escritor José Maria Carbonell que, bajo el seudónimo de “Marcel D’Isard”, escribiría la mayoría de los títulos de la serie de Bruguera.

Otras series habían surgido en Europa en torno a la Emperatriz, o mejor dicho al personaje interpretado por Romy Schneider, puesto que las ilustraciones no presentaban a Sissi según sus retratos sino parecida a la estrella austriaca. Marieluise von Hegenheim publicó varios tomos a partir de 1958. Su serie es la que más se desliga del mito del cine, e incluso llega a escribir sobre Mayerling.

En Francia es Odette Ferry la encargada de escribir una versión gala muy edulcorada y ficticia de la saga de Sissi que comienza incluso antes de conocer a su futuro marido. Estos libros fueron traducidos al castellano, pero no gozarían de la fama de la serie de Bruguera que se expandía por el mundo hispano parlante e incluso era traducida al francés y al italiano.

Toda una generación de niñas en ambos lados del Atlántico (y las como yo en las costas del Pacifico) nos ilusionamos con la idea de una princesita que lo tenía todo, pero que también lloraba por culpa de la bruja de la suegra, por mala salud, por intrigas palaciegas y por supuesto por su lucha por lograr su independencia y lo de otros. Bruguera tenía tal conciencia del poder de su obra sobre esta audiencia cautiva que en 1958 comenzó a publicar una revista dedicada nada más que a jovencitas. Naturalmente se llamó Sissi.

La imagen de Sissi interesada en promover la autonomía de Hungría del filme reaparece en la serie donde la emperatriz no solo apoya la causa húngara en Sissi, Reina de Hungría y La princesita húngara también reacciona contra males como el racismo en Sissi y el paje negro y rehabilita la imagen del rey del Vals en Sissi y El Vals de Strauss

Antes de la excelente “la Familia Strauss” de la BBC yo ya sabía que Johann Strauss había caído en desgracia con los Habsburgo por haber apoyado la revolución de 1848. Recae sobre Sissi el convencer a su marido de perdonar al musico y darle el reconocimiento que se merece.

La serie de Bruguera alcanzó un éxito apoteósico con sus trece volúmenes la mayoría obra de Carbonell, a pesar de que algunos títulos tuvieron otras autorías como la de Philippe Yeral o Anne Saint Varent (a pesar de los seudónimos galos, todos eran españoles). Sin embargo, serán los libros de Marcel D’Isard los más aplaudidos.

Consciente del gancho de esta serie, Bruguera lanza una redición en 1980, en plena Transición y restauración de la monarquía. Se la revivió también en el 2008 aprovechando la nueva ola de la Sissimania. Pero volviendo a los 60, mis años de Sissi fan. Mientras las niñas soñábamos con esta Princesa Disney y coleccionábamos muñequitas, las adultas recibían una fuerte dosis de anti-sisismo.

La Anti-Sissimanía
La primera en tratar de dar un retrato más fidedigno de Isabel fue, irónicamente la reina de la novela rosa Barbara Cartland. Su libro publicado en 1958 se titulaba La vida privada de Isabel de Austria y fue tan popular que tuvo rediciones en 1974 y en 1978. Aunque intentaba retratar una realidad que destruyera mitos, Cartland era superada por su estilo de novelista romántica y no llegó muy lejos. Diferente fue el caso de La Emperatriz Solitaria de Joan Haslip publicado por primera vez en 1965.

En este libro, Haslip arranca a Sissi de su contexto legendario y la presenta como fue: narcisista, madre negligente, esposa frígida. Fue una suerte que el libro no circulase como lo haría hoy en día, promovido por redes sociales y sitios webs y blogs, porque fue un tremendo golpe a esa imagen del “y vivieron felices, para siempre” que rodeaba a la pareja imperial.
Ilustraciones deThe Lonely Empress

Sin embargo, la anti-Sissimania se estaba esbozando. Mi desilusión llegaría a fines de los 60 y hay que culpar a la coproducción anglo-francesa “Mayerling”. A pesar de que la tragedia de Mayerling ya había aparecido en el cine alemán y hasta en la televisión estadounidense en una producción para televisión donde Audrey Hepburn y Mel Ferrer (entonces su marido) daban vida a los trágicos amantes, este episodio de la historia familiar de Isabel de Baviera era conocido solo por los historiadores.
Audrey Hepburn como Maria Vetsera y  Diana Wynyard como Sissi

Por mi edad (la censura la ofreció en Chile solo para mayores de 14 años) no pude verla, pero la revista Ecran a la que yo era adicta me ofreció toda la trama acompañada de fotografías. Para mí fue un shock ver una Sissi madura (aunque fuese interpretada por otra belleza legendaria, Ava Gardner) pero más impactante fue saberla una madre desaprensiva, una mujer más preocupada que no se la vea como abuela que de la felicidad de su hijo. Y saber que el pequeño Rodolfo no solo había sido un niño desdichado pero que además había muerto de manera tan sórdida me hizo entender que todo lo que me había contado Romy Schneider y la colección Bruguera era mentira.

Para más remate, el éxito del filme hizo que revistas femeninas a las que yo tenía acceso me revelaran otro secreto de Sissi: había sido asesinada ¡por un plebeyo y en plena calle! Este fin indigno me hizo comprender como la historia puede ser manipulada y como yo y muchas niñas habíamos sido unas crédulas al tragarnos toda la imagen amerengada que Romy Schneider nos había vendido. Pero sería la misma Romy quien sellase el ataúd de Sissi-Disney.

En 1974, en “Ludwig” de Visconti, la actriz austriaca daba vida una Sissi muy diferente a la de sus crinolinas. Una mujer que como su primo (Helmuth Berger) odiaba la idea de la realeza, del protocolo y del deber. En ese mismo año, la BBC estrenaba su fantástica “Fall of Eagles” (“la caída de las águilas”), una combinación de documental y de dramatizados encaminados a contarnos como se llegó a la Primera Guerra Mundial.

Cada unitario estaba enfocado en una familia real. Sissi aparecería en dos. De joven la interpretó Diane Keen en un rol que enfatizaba su repudio a su papel de emperatriz y de esposa. Rachel Guerney, famosísima entonces por su papel de Lady Marjorie Bellamy en la exitosa serie “Upstairs, Downstairs”, dio vida la Emperatriz en el episodio dedicado a la Tragedia de Mayerling. 


Ya con esto se acababa para siempre el cuento de hadas de Sissi. La guinda del pastel la puso el Royal Ballet con la pieza “Mayerling” en 1978. Ahí hay un pas de deux entre Rodolfo y su madre que refleja su compleja relación.

De Sissi a la Princesa Diana
Los Ochenta pasaron por Sissi remitiéndola al espacio de personajes históricos y olvidándola como yo la olvidé. Una excepción fue una estudiante de historia austriaca que en 1978 defendería su tesis doctoral sobre el tema del Archiduque Rodolfo. En sus investigaciones, Brigitte Hartmann, encontró tanto material sobre Sissi que en 1981 publicaba Elizabeth, Kaiserin Wider Willen y que cuatro años más tarde sería traducida al inglés como The Reluctant Empress.

En esa biografía Hartmann va más allá que Haslip. Ahí nos habla de los desórdenes alimenticios de la Emperatriz. Basándose en memorias y el diario de Isabel de Baviera, la historiadora explica como Francisco José (y eso que estaba enamorado) fue impedido de hacer los honores a su joven esposa sino hasta la tercera noche y que la experiencia marcaria Sissi de por vida y que de ahí vendría su repugnancia en contra del sexo.

En 1992, cuando yo estaba en la Facultad de Bibliotecología de Queens College tuve que hacerle un índice a un artículo precisamente para mi clase de Índices y Abstractos. En mi búsqueda tropecé con uno en el que comparaban a Sissi con Diana. En esos días, el libro sobre el desastroso matrimonio de La Princesa de Gales, Diana, Her True Story, había salido a la venta. 

Yo que había sido Diana friki por toda una década, me encontraba un poco confundida al enterarme que su matrimonio no era el cuento de hadas que nos vendieron los medios. El articulo no solo me ayudó con mi clase, sino que me sirvió para comparar y examinar a dos mujeres que cometieron el error de casarse con un hombre sin darse cuenta de que se casaban con una corona que las aplastaría con su peso.

Esto me llevó a la biblioteca a buscar información sobre la verdadera Sissi. Ahí me encontré con Cartland-Haslip-Hartmann, una trinidad que me ayudaría a conocer a Sissi no ya como un ídolo sino como una mujer muy infeliz que arrastró a toda su familia en su lucha por vivir bajo sus propios términos.

Curioso es que se haya renovado mi interés en la Emperatriz en un año en que las artes también la tenían en la mira. En Paris, Maurice Bejart crea un ballet titulado “Sissi, l’ imperatrice anarchiste”.  En Viena se estrena el musical Sissi con música de Silvester Levay y letras de Michael Kunze. Tanto esta pieza como el ballet buscan mostrar como Sissi y su obsesión (en el musical es un coqueteo constante con La Muerte) destruyeron el Imperio de los Habsburgos.

En Francia, Jean des Cars emprende una tarea similar a la de Brigitte Hartmann (quien en 1997 escribe otra crónica sobre la malhadada emperatriz) la de desmitificar a Sissi con títulos como Tras los pasos de Sissi, Sissi y la fatalidad, y Francisco José y Sissi: El deber y la rebelión.




La novela histórica también quiere desvincular a Sissi de la imagen almibarada de la trilogía de Romy Schneider. En los Noventa, en Francia Nicole Avril y Agnes Michaux publicaban versiones sobre las desdichas románticas de Sissi y su posible affaire con El Conde Andrassy. Temas que aparecen también en las ficciones históricas iberas de Ángeles Caso y Ana María Moix.

En 1998, un año después de que el fatal accidente parisino acabase con la vida de La Princesa Diana, Renate Daimler publica en alemán Sissi und Diana, aun no traducido, que vincula inexorablemente a dos mujeres que fueron mártires pero que sin quererlo también fueron verdugos.

El Regreso de Sissi como Icono Juvenil
Uno pensaría que, con todo este material, la Sissimania quedaría enterrada y estigmatizada. Por el contrario, en 1997 la televisión canadiense atrae a un nuevo fandom con su serie de dibujos animados que persiste en hacernos ver a Isabel de Baviera como una princesita -ergo rebelde-pero muy feliz.

El nuevo siglo comienza en esa onda. Anaya edita Sissi no quiere fotos de Paco Climent. Este libro dirigido a un público juvenil narra una ficticia escapada de Sissi a Barcelona donde entabla amistad con una joven periodista.

El Siglo XXI ha demostrado un tremendo interés por Isabel de Baviera, sea para narrar “su verdadera historia” o para perpetuar la fábula de su bonachona existencia de Princesa Disney. Así en el 2003, Barry Dennenberg incluye a Sissi en su serie The Royal Diaries, una visión sacarina de la vida de famosas reinas desde Leonor de Aquitania hasta Victoria. Por supuesto que se trata de un libro dirigido a adolescentes románticas y se titula The Princess Bride, (“La novia princesa”), ósea los dos roles por los que Sissi es un icono: su sangre real y su condición de objeto de adoración del emperador.

Las Miniseries a la Carga
Sera la televisión del Tercer Milenio la que se encargará de destruir mitos. En el 2004, Arielle Dombasel da vida a Sissi en vísperas de su asesinato en la miniserie francesa “Sissi, l’imperatrice rebelle”. Aquí vemos a una Sissi guapa, pero madura; que hace gimnasia, pero viste de luto por su hijo.

Dos años más tarde, la televisión austriaca ofrecerá un retrato descarnado de la tragedia de Mayerling con “El Príncipe Heredero”. La italiana Sandra Cecarelli se encarga de hacer una interpretación genial y bastante cercana a la realidad de la Emperatriz.


Pero es en Italia donde se pretende sacar a Sissiy por sus largas crenchas del armario. Con mucho bombo, en el 2009, parte “Sisi” una miniserie de dos capítulos protagonizada por Cristiana Capotondi que era entonces el rostro del period piece de la RAI de Berlusconi. Como la vi, puedo criticarla con propiedad.

Es totalmente apegada a la fórmula impuesta por Romy Schneider. Si, esta Sissi es un poquito más rebelde y política. Si, hay un romance (estrictamente platónico) con el Conde Andrassy, pero Sissi ama locamente a su marido, tienen una noche de bodas espectacular (WTF) y hasta nos los muestran a ella y a Pancho Pepe en la cama. Eso sí muy tapados y nada de sexo grafico porque ya se sabe a qué público se dirige esta entretenida, hermosa, pero falsa pantomima.
Sissi y su Pancho Pepe (Fritz Roth)

Como la obra acaba con Sissi y sus hijos yendo a Budapest para la coronación, no tenemos oportunidad de ver las grandes tragedias de la vida de la Emperatriz ni su mala salud, ni sus batallas con la comida y el espejo. ¿Cuál es la gran crisis en la vida de Isabel? Su marido la engaña. Anda, pero si la misma Sissi le buscaba mujeres a Francisco José para que la dejara en paz.

El mito de Sissi se Niega a Morir
Es que es difícil luchar contra el mito de Sissi. Tanto así que la novelista italiana Vanna Cercena, experta en novela histórica juvenil, saca rápido al mercado su visión de la polémica emperatriz. Bajo el título de Sissi es traducida al castellano en el 2011. Basta mirar la portada para saber a qué publico va dirigido.
Pero la batalla sigue. Catalina de Habsburgo, una archiduquesa que se dedica a la biografía de reinas, publica en el 2010 La Maldición de Sissi y en “Ludwig II”, la alemana Hannah Herzprung (la Helga de “Babylon Berlin”) se atreve a ser una Sissi fuera de canon y hasta aparece deformada por el embarazo.

Pero ese mismo año en Francia, Arsene Lutin publica un álbum de ilustraciones dirigido a lectores infantiles cuyo título y tema son el mismo: Sissi.

En esta década que ya acaba, solo en inglés se han escrito casi anualmente, novelas sobre Sissi. Hablaré solo de las más trascendentales. En el 2015, Daisy Goodwin, que hoy conocemos como productora de la serie “Victoria” publicó The Fortune Hunter, una novela sobre el supuesto romance entre la Emperatriz de Austria y el playboy inglés George “Bay” Middleton. Era una manera de perpetuar el mito, enfocándolo desde otro ángulo.

Ese mismo año, Allison Pataki, publicaba la que hasta ahora ha sido la más popular versión novelada de la vida de Sissi. Me refiero a una novela adulta. Todavía no se ha eclipsado el poder de las novelitas graficas de Bruguera. The Accidental Empress describe el noviazgo de la pareja real de Austria y cae en el viejo convencionalismo de mostrarnos una Sissi enamorada.


Pataki, hija del ex gobernador de Nueva York George Pataki, se interesó en Isabel de Baviera como una manera de recrear la Hungría de sus ancestros, pero terminó decantandose por el mito Sissi porque, reconozcámoslo, es muy hechicero. A pesar de eso, Pataki si se atreve a mostrarnos una Sissi obsesionada con su figura, pero, hey, también lo estaba Scarlett O’Hara y sigue siendo el epitome de heroína de novela rosa.

Ha habido quejas de que Sissi es retratada como una adolescente cobarde, débil y llorona, pero es que probablemente lo fue. Para aliñar un poquito su cuento, Pataki la hace enamorarse de Andrassy, lo que tampoco es mucha novedad

En el 2016, Pataki nos trajo la secuela Sissi, Empress of her Own, un libro que ha sido considerado por sus lectores como muy triste. Obvio, debe cubrir todas las tragedias que aquejaron a Sissi en sus últimos anos. Pataki describe la vida nómada de la Emperatriz, su vida en Inglaterra y su romance con Bay Middleton, la muerte de Ludwig, y el pacto suicida de Mayerling.

Debido a que todo es enfocado desde el punto de vida de Sissi hay poco autoanálisis o recriminaciones. Francisco José es el culpable del alejamiento de su esposa ya que está inmerso en su trabajo, Sissi y Rudolf son muy unidos, etc. Aun así, La Emperatriz no interfiere en el matrimonio obligado de su hijo y Estefanía de Bélgica aun a sabiendas que nunca serán felices.

Bueno esta es la obra que pronto veremos en la pantalla chica. Y no me sorprendería que, aunque dirigida un público adulto, vuelva a caerse en el patrón que tanto ha influido en el auge de la Sissimania. Recalco “público adulto” porque la Sissimania siempre será un fenómeno que atraiga a niñas y jovencitas románticas.

Eso lo vemos aun ahora. En el 2008, Bruguera sacó nuevamente al mercado su serie de Sissi. La trilogía de Romy Schneider goza de buena salud y todas las vísperas de Navidad (fecha del nacimiento de la Emperatriz) la televisión, tanto de Austria como Alemania, la pasan con altos ratings.

Siguiendo con la Sissimania europea, en el 2018, en Francia, Sophie de Mullenheim una escritora católica (¡hailas, hailas!) publica Sissi dirigida a un público infantil. 

Y en España, la Editorial Molino que por casi un siglo ha presentado ofertas literarias para niñas hispanoparlantes ha publicado Sissi: La princesa rebelde, escrita e ilustrada por Cinta Villalobos.  Parte de una serie, el libro pretende contarnos la infancia de la Emperatriz.

La Sissimania nunca morirá, siempre habrá niñas y mujeres impresionables a las que se les puede pasar el mito disfrazado en helado dietético. Porque una realidad es que esa Sissi Disney está dirigida al sexo femenino y la razón por la cual es un cebo inmortal es la misma por la cual las ideologías totalitarias resultan tan atractivas, ambas conllevan la ilusoria promesa de una felicidad eterna.


¿Antes de leer este blog sabías quién era Isabel de Baviera? ¿Cómo supiste de ella? ¿Fue en un filme, una miniserie o los dibujos animados? ¿O acaso leíste algún libro? ¿Has leído alguno de los libros de historia que la desmitifican? ¿Cuál prefieres:  la Sissi real o la de la Sissimania? ¿Y por qué crees que se convirtió en un ídolo que trasciende tiempo, idioma y espacio geográfico?


martes, 25 de junio de 2019

Más allá de la Sissimania: Buscando a la verdadera Isabel de Baviera



En esta sección hemos ido desde autoras clásicas como Louisa May Alcott y Johanna Spiry a series de los 60, inspiradas por el éxito de ídolos de jovencitas como Marisol y Rocío Dúrcal, pero en ese tiempo una lectura favorita de las niñas hispanoparlantes era las aventuras de un personaje real, una mujer que vivió de lujos y desdichas hasta que un asesino acabó con su infelicidad. ¿Como es que la tragedia de la Emperatriz Sissi fue opacada por una serie de relatos falsos y azucarados que la convirtieron en una heroína de novela rosa? Para eso tenemos que conocer su verdadera historia.

Desde que tengo uso de razón que la Emperatriz de Austria-Hungría ha sido mi obsesión, aunque me tomaría una década enterarme de su verdadera historia. Hace un mes supe que planeaban una nueva serie de televisión basada en las novelas históricas de Allison Pataki. Cuando leí la descripción (“se le dará un toque moderno” “una mujer adelantada su época” “una mujer fuerte que abraza su poder”) me dio risa y pena. Más de un siglo después de su muerte y todavía no saben quién fue Isabel de Baviera, Emperatriz de Austria y Reina de Hungría. Por eso no miro con desprecio todos los previos intentos de convertirla en un iconosino feminista, femenino para niñas del siglo XX.


Isabel Amalia Eugenia nació en 1837 en Múnich, Baviera. Hija del Duque Maximiliano de Baviera y de la Princesa Ludovica hermana del Rey Ludwig I de Baviera, Isabel era de sangre real, aunque su padre no fuese rey. Sissi, como se la llamó desde su infancia, era hija de primos, ambos pertenecientes a la Familia Wittelsbach de gran linaje, pero reconocida por tener más locos en sus árboles genealógicos que los Targaryen
Isabel y su hermano

La “locura” de la familia de Sissi se manifestó en una crianza, entonces vista como excéntrica, de sus hijos. Maximiliano y su tribu residían en el campo, en Possenhoffen, Sissi, su hermano, y sus hermanas tenían una educación libre, sin ataduras ni protocolos, en contacto con la naturaleza y practicando deportes.

¿Hubo alguna vez un verdadero romance? 
A pesar de esta educación libre, la hermana mayor de Sisi, la Princesa Helena “Nene” fue considerada por su tía Sofia, Emperatriz de Austria, para esposa de su hijo. El joven emperador Francisco José era el hombre más poderoso de Europa y el soltero más cotizado de la realeza. La Duquesa Ludovika escoltó a Nene al encuentro con el ya su prometido al balneario de Bad Ischl. Sissi, que apenas contaba quince años, acompañó a su hermana, pero su presencia alteraría toda la dinámica matrimonial ya planeada.

Francisco José se enamoró a primera vista de la primita. La desdeñada Nene tuvo que hacerse a un lado.  Sisi estaba confundida, ella no quería casarse con nadie, pero sus padres, por muy liberales que fueran, no iban a despreciar la posibilidad de una de sus hijas convirtiéndose en emperatriz. El destino de Sissi se selló, sin importar su opinión. Entró a la historia y comenzó su calvario.




Lejos de su familia y de su hogar, Isabel se vio atrapada en un laberinto de deberes y reglas. El protocolo la sofocaba, su tía Sofía se volvió una suegra infernal. Sisi no encontraba apoyo en su marido, muy ocupado manejando un volátil imperio. Además, Sissi desde el inicio de su matrimonio mostró poco interés en sus deberes conyugales. Esta mujer bellísima nunca tuvo grandes pasiones ni fue un ente sexual. Eso para quienes se creen que tuvo amantes como el Conde Andrassy o Bay Middleton.
Vilma Degischer como Sof'ía en "Sissi" 

La suegra y los cortesanos se preocupaban por esta falta de interés de la joven Emperatriz, porque (y no se cansaban de repetírselo) la misión mayor de Sissi era dar un heredero al trono. Antes de cumplirse un año de la boda, Sissi daba a luz a la Archiduquesa Sofia Dorotea. Aunque su sexo fue una desilusión para todos, La Emperatriz Sofia se hizo cargo de su nieta, le dio su nombre y no consultó para nada a la joven madre ni le permitió darle pecho a la niña. Un año más tarde, el nacimiento de Gisela siguió las mismas pautas.

Agobiada por ceremonias y etiquetas incomprensibles para su espíritu libre, harta de las intromisiones de la suegra, y deprimida por la lejanía de sus hijas y de su familia. Sissi comenzó a sufrir problemas psicosomáticos que limitaban su existencia. Se le presentaban agudas jaquecas, una toz crónica y les tomó fobia a las escaleras.

Entre Libros y Anorexia
También mostraba señales de sufrir lo que hoy se conoce como desórdenes alimenticios. No comía, ayunaba, o solo se limitaba a beber jugo de carne o frutas. Se creía que lo hacía por temor a engordar, una obsesión moderna que parecía locura en una época en que las bellezas eran rollizas. Con el tiempo empezó a dar señales de bulimia. Se hartaba de comida que luego vomitaba. Incluso en su palacio se hizo construir escalas secretas que llevaban a la cocina, para poder bajar a escondidas a comer.

Pero que no se crea que la emperatriz era únicamente una histérica hipocondriaca. A su corta edad Sissi era una mujer culta e informada. Hablaba varios idiomas. Amaba la literatura tanto la antigua como la moderna y sus literatos favoritos iban desde Shakespeare hasta el poeta alemán Heinrich Heine. Su admiración por los clásicos griegos y su deseo de leerlos en el original la llevaron a agregar el griego a la lista de idiomas que hablaba y leía.

Su amor por la libertad y su desprecio por formulismos le otorgó fama de rebelde incluso en lo político. El imperio que gobernaba Francisco José estaba atestado de grupos étnicos y regiones que deseaban independizarse. Se sabe que Sissi abogó por los carbonari italianos (Toscana, Lombardía y el Véneto eran parte del imperio), pero su mayor batalla fue para conseguir el reconocimiento y empoderamiento de Hungría.

El Conde Andrassy

El pueblo magyar se había levantado en armas en 1848. La rebelión húngara fue cruelmente aplastada y sus líderes ejecutados. Algunos, como Lajos Kossuth y el Conde Gyula Andrassy, tuvieron que exiliarse. Desde entonces las relaciones entre Viena y Budapest eran frías y llenas de desconfianza por ambos lados. Fue en ese clima que Sissi le insistió a su marido que fueran en un tur imperial a Budapest.

En 1857, el tur inicio de manera promisoria. La Emperatriz se enamoró de Hungría, de sus costumbres y cultura. Las malas lenguas también dijeron que se había enamorado del Conde Andrassy que recientemente había regresado de su exilio. 
Sissi (Romy Schneider)  y Andrassy (Walter Reyer) 

Lo cierto es que Andrassy y la Emperatriz estarían unidos por una fuerte amistad hasta la muerte del Conde en 1890. Andrassy convirtió a Sissi en una devota de la causa húngara y la convenció de que Hungría debía tener autonomía sin dejar de ser parte del imperio.
Sissi (Cristiana Capotondi) y Andrassy (Fritz Karl)

El tur acabó de manera trágica. Sissi había insistido en que sus hijas la acompañasen. Era su manera de ejercer sus legítimos derechos de madre, pero en el viaje las niñas enfermaron. Deshidratada y con convulsiones, la pequeña Sofia murió. Sissi quedo devastada, se culpó de la muerte de su hija. Creyó que su suegra tenía razón y le entregó a Gisela, desligándose totalmente de la niña. Ni el nacimiento, un año más tarde, de Rodolfo, la haría recobrar el interés por sus hijos.
Sissi y sus hijos (1858)

Para el nacimiento de Rodolfo, ya era patente que la salud física y el estado mental de la emperatriz no eran buenos. Su negativa a comer la había debilitado. La toz crónica ya no era psicosomática y se habló de una incipiente tuberculosis. Le dijeron al emperador que en ese estado Sissi no podía embarazarse de nuevo. Comenzaría para la Emperatriz una serie de viajes, primero a Madeira y luego a Corfú, donde lejos del protocolo recobraría sus fuerzas, pero nacería en ella una determinación de no volver a someterse ni a su familia, ni a las reglas cortesanas.
Estatua de Sissi en Corfu

Mientras Sissi buscaba un escape a sus miedos y depresión, su imperio se veía vapuleado. En 1859, La Batalla de Solferino privaba a Austria de sus posesiones italianas. Siete años más tarde la unificación de Alemania llevaría a un conflicto entre Austria y Prusia en el que las fuerzas del Kaiser resultaron victoriosas. En vísperas de la decisiva Batalla de Sadowa, con las tropas alemanas acercándose a Viena, la Emperatriz y sus hijos buscaron refugio en Budapest, lo que la hizo aún más popular con el pueblo húngaro.

En 1867, Francisco José se rendia a los deseos de su esposa y creaba el imperio austrohúngaro, dándole a Hungría la condición de reino autónomo dentro del imperio. Sissi y sus hijos viajaron a Budapest donde fue coronada Reina de Hungría. 

Este sería el mayor logro de su vida y por el que pagó un alto precio. Se dice que, para convencer al marido, Sissi se vio obligada a retomar sus deberes conyugales. El resultado fue su última y más amada hija, Maria Valeria.

Esta niña que se conocería como “La Princesita Húngara” y a quien Sissi llamaría “Mi Niña Húngara” sería la única hija a la que la Emperatriz podría criar. Para el nacimiento de Maria Valeria, el matrimonio de sus padres eran en nombre solamente, aunque Francisco José y su prima-esposa permanecerían unidos hasta la muerte por un gran cariño. Con permiso de la Emperatriz, Francisco José tomó una amante oficial, la actriz Katharina Schratt, que eventualmente se convertiría en amiga de Sissi.

Viajes, Mascotas y Cocaina

A pesar del nacimiento de Maria Valeria, Sissi continuaba con sus excentricidades como la de tener un zoológico en palacio, amaba los perros, los caballos y hasta los papagayos. La salud de Sissi tampoco mejoraba y seguían las migrañas y los vómitos. Después del nacimiento de Rodolfo comenzó a sufrir de edema llegándosele a hinchar las piernas de manera tal que no podía caminar.  Ya pasados los cuarenta años fue afligida por ataques de ciática que le impidieron practicar la equitación, su deporte favorito.
Sissi y sus perros

Los médicos tenían un solo remedio: viajar. También le recetaban cocaína, puede que la Emperatriz haya sido una adicta ya que se sabe que nunca dejó la compañía de la hipodérmica.  Sissi se convirtió en una emperatriz errante. Sus viajes la llevaban a su natal Baviera donde reinaba su primo y amigo, el excéntrico Ludwig; a Inglaterra donde tuvo una amistad romántica con el playboy George “Bay” Middleton que la interesó en la cacería; Grecia donde se construyó un palacio, Turquía y el Norte de África.
La hipodermica de la Emperatriz

A pesar de que Sissi decía que no quería ver a sus hijos obligados a casarse sin amor (como ella) nunca evitó las uniones dinásticas que su marida y suegra arreglaron para sus hijos mayores. Su relación con Gisela nunca mejoró y ni se interesó en la boda de ésta con su primo Leopoldo de Baviera, pero cuando se arregló el matrimonio de su único hijo Rodolfo con Estefanía de Bélgica, Sissi se opuso. 
Rodolfo (Omar Shatif) y Sissi (Ava Gardner) en "Mayerling"(1968)

No le gustaba la nuera y tenía conciencia de que Rodolfo había heredado el carácter frágil y sensible de su madre. Aun así, Rodolfo fue obligado a contraer esa unión. Mayor suerte tuvo Maria Valeria quien tuvo todo el apoyo de su madre para casarse con su primo Franz Salvador de Toscana.

De Mayerling al Asesinato

Pasada del medio siglo de vida. Sissi comenzó a ser azotada por desdichas. En 1888 su amado padre fallecía. Todavía de luto, la Emperatriz recibiría el segundo golpe más duro de su vida. El primero fue la muerte de su primogénita al que seguiría el suicidio de Rodolfo quien, tras matar a su joven amante María Vetsera (tal como lo habían pactado), se voló los sesos en el pabellón de caza de Mayerling.
Los emperadores ante el cadaver de su hijo

Aunque toda la familia, todo el imperio entró en shock, la muerte de Rodolfo acabo con la alegría de su madre. Desde entonces Sissi vistió de luto. Un año más tarde fallecía de cáncer su mejor amigo el Conde Andrassy, y dos años más tarde Sissi perdería a su madre y gran amiga. Sus próximos años los pasaría en un peregrinar constante por la Riviera o por Suiza. 
Arielle Dombasle se despide de Andrassy en "Sissi, la emperatriz rebelde"

Fue en 1898, en Ginebra donde Sissi se tropezaría literalmente con un albañil italiano llamado Luigi Luchini.Este anarquista afiebrado estaba empeñado en cometer algún tipo de magnicidio. Siguió a la Emperatriz y al fingir tropezarse con ella, le clavó un punzón en el pecho. Debido a su ajustado corsé Sissi no se percató ni del ataque ni de su herida. Se sintió mareada, pidió regresar al hotel, al llegar allá y ser despojada del corsé, manó la sangre profusamente, no hubo modo de parar la hemorragia y la vida de quien había sido (y seguiría siendo) un icono cultural, se apagó.

Si he gastado más de tres páginas contándoles, y a grandes rasgos, la trágica vida de Isabel de Baviera es para que noten las dos ironías de su leyenda. ¿Por qué alguien tan desdichado, aquejada de males mentales y físicos, se convirtió en un ídolo que trasciende el tiempo? ¿Y como se mitifico la existencia de esta desdichada mujer hasta convertirla en el prototipo de la Princesa Disney? 



¿Espejito, Espejito, Quién es la más Bella?

Todo inicia desde lo más superficial del mundo y, sin embargo, hoy tan vigente. La belleza física de la Emperatriz. Ya en su época fue considerada una reina de belleza y un árbitro de elegancia. Copias de sus fotos, daguerrotipos y hasta retratos eran exhibidos en tiendas especializadas. Las gacetas femeninas, las precursoras de las revistas de moda, describían el vestuario de la emperatriz, sus recetas de belleza y su “rivalidad” con el otro icono de elegancia de su tiempo, Eugenia, Emperatriz de los Franceses.
Vestido de novia de Sissi

A sabiendas de eso, Sissi cultivaba imagen y estilos hasta el punto de hacer que sus embajadores le enviasen álbumes de fotografías de las mujeres más guapas de los países donde residían. Se ha hablado de eso como muestra de un incipiente lesbianismo tal como la obsesión con su físico se atribuye al narcisismo. Ambos diagnósticos están errados.

En la mente compleja de Isabel de Baviera existía solo una certeza, su hermosura era su gran virtud, su talento, la razón por la que todos la amaban, el motivo por el que ocupaba un puesto que repudiaba, pero que otras envidiaban. Decidió convertir su aspecto físico en su carrera. Las fotografías de otras bellezas eran parte de su competencia, de lo que debía estimular y alterar para estar siempre vigente. En lenguaje moderno, Sissi cultivó una imagen y la supo vender muy bien. Ese fue el único control que tuvo sobre su vida.

Parte del cuadro anorexia-bulimia es el terror a engordar y la repugnancia por la gente gruesa. A través de su vida adulta, e incluso embarazada, Sissi nunca superó los 50 kilos. Como era alta (1,72) se veía muy estilizada y eso la hacía exótica en un mundo de bellezas regordetas. Sissi sentía un asco patológico por los gordos o los que percibía como obesos. Esa fue una razón para alejarla de Gisela a quien veía con tendencias a engordar. Incluso cuando estaba delgada, la Emperatriz se refería a su hija como “la chancha flaca” y a los hijos de Gisela los apodaba “los puerquitos”.
La "chancha flaca"y sus "puerquitos"

En 1870, la moda cambió en Occidente, las amplias faldas y miriñaques dieron paso a siluetas más angostas y al polizón. Eso convenia a Sissi que ahora podía exhibir su esbelta figura. Lucia las faldas más ceñidas que lo común y hacía que los vestidos se los cosieran ya puestos para enfatizar cada curva o falta de esta. 

Rechazó los corsés de su época, mandando a pedir a París unos de cuero que usaban las prostitutas y que eran mucho más ajustados. Una ironía es que fue esta apretada pereda la que dilató la hemorragia que acabaría con la Emperatriz. Eso explica que haya podido viajar desde la escena del crimen hasta su cuarto de hotel.
Corsé de Sissi

Secretos de Belleza de una Emperatriz

¿Como mantenía Sissi esa figura que hoy es el paradigma de la belleza femenina?  Pues con dietas extravagantes. En ocasiones solo comía frutas, en otras su alimentación se basaba únicamente en huevos y lácteos. En sus momentos más obsesivos subsistiría a punta de jugo de carne de res y ¡sorbetes de violeta!

Además, practicaba un riguroso programa de ejercicios. dedicaba un par de horas a la equitación, cuando la ciática le impidió montar a caballo, se dedicó a la esgrima. Donde iba tenía un mini gimnasio, con argollas y pesas.

Otro punto importante en los hábitos de belleza de la emperatriz se refiere a su cabello. Sus retratos nos muestran que poseía una gloria capilar, crenchas que le llegaban hasta las rodillas y que los médicos culpaban de las jaquecas de su soberana. En la intimidad, Sissi hacía que colgaran sus trenzas de una viga del techo y así podía descansar de tanto peso.

Tamaña magnificencia requería de inmensos cuidados. Fanny Angerer, la peluquera imperial, venia diariamente a atender la coiffure de la Emperatriz. Curiosamente, Sissi solo se lavaba el cabello una vez cada tres semanas, ósea una vez al mes. Pero si usaba regularmente un preparado de huevos y brandy en su pelo. Yo lo he probado, es magnífico para dar lustre al pelo, y si no hay coñac se puede reemplazar con ron. Aunque se dice que al comienzo exigía que le arrancaran las canas, ya en sus últimos años se acostumbró y aceptó los hilos plateados que realzaban el castaño claro de sus rizos.

Aceptaría las canas, pero vivió una guerra declarada en contra de las arrugas. Acotuimbraba usar mascarillas de fresas machacadas para evitarlas e incluso se aplicaba trozos de ternera cruda a la piel. Para ella se inventó la famosa “crema Angelica”. Yo la he fabricado (eso si entre los ingredientes no incluí la esperma de ballena) y es muy buena.

Si me detengo en los detalles de la rutina de belleza de Sissi es porque fue uno de los motivos para la Sissimania, al menos la primera ola. Sissi fue una influencer total. Muchas mujeres adoptaron su amor por el deporte y sus secretos para conservarse más joven y guapa. Sissi era un ídolo no solo porque se la admiraba por su hermosura y elegancia, además se la imitaba.

Un don de la Emperatriz era que gustaba mezclarse con la gente, fuera la aristocracia menor, o andar por la calle solo en compañía de una dama. Aunque lo hiciera de incognito, pronto era reconocida. Hoy sabemos que, en una ocasión, se mezcló con la población normal durante los bailes de carnaval y que incluso flirteó con un joven oficial que casi se desmayó al enterarse de quien era la dama con quien coqueteaba.
En Ginebra 1888, última foto de Sissi

En mi próximo post hablaré de como el teatro y el cine harían de Sissi un protopio de princesa de cuentos. De cómo Austria limpiaría su imagen de cómplice de Hitler con una trilogía sobre una emperatriz joven, linda y mucho más feliz de lo que Isabel de Baviera soñó ser. Finalmente hablaremos de la literatura que se creó alrededor de Sissi: desde novelas rosa para jovencitas hasta crudas biografías y como, aun hoy, el mito de Sissi como una Princesa Disney todavía perdura.