jueves, 22 de abril de 2021

Voces Latinas del Ayer: Rosita Serrano

 


La apodaron “El Ruiseñor Chileno”, pero su carrera la hizo en la Alemania Nazi. El mismo Fuhrer fue su admirador, pero el Tercer Reich la acusó de espionaje. Se la ha relacionado con un régimen antisemita, pero se casó con un sefardita egipcio. ¿Como podemos los chilenos, y los admiradores de la música de los 40, visualizar a Rosita Serrano, una grande de la música latina del ayer? Eso es algo que trataré de responder en esta semblanza de mi compatriota con la que quiero regalar a mi hijo adoptivo, mi querido Ernesto Medalla que es el cumpleañero de abril.

Su nombre era Marta Sofia Maria Esther Aldunate del Campo. Dicen que nació en la Ciudad del Sol, Quilpué, en 1912. Dicen, porque otros la creen viñamarina, nacida en el ’14. ¿Qué importa la fecha? Como decía mi difunta madre: “ninguna chilena que se respete cuenta su verdadera edad”.

Hija del diplomático Héctor Aldunate y de la reconocida soprano Sofia del Campo, Rosita Serrano heredó de sus padres un gusto por los viajes, la buena vida cosmopolita, una voz sobresaliente y un tremendo temperamento. Tan temperamental era Sofia del Campo que su matrimonio no aguantó los embates de sus divismos. Siguió cantando sin marido. Rosita y sus   hermanos fueron criados por diferentes familias amigas, incluyendo los Serrano de Quilpué de los que usaría el apellido para hacerlo famoso.



A los 17 años, Rosita se casó con el diplomático chileno Carlos Villegas que la llevó al Brasil. Allá el joven matrimonio comenzó a tener desavenencias. Una provocada por la prohibición de Carlos de que su esposa cantase en público. Se divorciaron y Rosita comenzó un peregrinaje por el mundo en busca de su madre. Finalmente se dio el reencuentro en Berlín en 1937.

Sofia se había casado con un industrial germano apellidado Salvaj que además de ser el representante de la firma Remington en Berlín, era muy cercano a los círculos nazis. Aunque Rosita estaba feliz de reencontrarse con su madre, deseaba ser independiente y ganarse su propio dinero. Su intención era hacerlo con su voz y guitarra. Esto escandalizó a Doña Sofia quien creía que el único género respetable era el lirico. Que su hija pretendiera subirse a un escenario a apalear guitarra y cantar cuecas como una “huasa” cualquiera le parecía casi inmoral.

Rosita no le hizo caso y un día apareció en su casa anunciando que iba cantar en uno de los escenarios más cotizados de Berlín, el Teatro Winter Garten. No se sabe exactamente como lo consiguió, pero tenía todo para certificar que iba a ser un triunfo. Primero era muy “metida” y “movida” como diríamos en chileno. Tenía audacia y no dejaba que nadie la detuviese.



Luego conquistaba con su apariencia física. Para la época era altísima (1.80 de estatura), tenía inmensos ojos verdes y hermoso cabello castaño rojizo. Y no es un detalle menor que poseyese una voz privilegiada de soprano que aderezaba con silbidos y gorjeo que le ameritarían el apodo del “ruiseñor chileno”.

Hay quien ha comparado estas interrupciones de un estilo de canto operático con skats y otros recursos de canción popular con el jazz afroamericano, tipo Ethel Waters. No se equivocan, pero también le veo dejos de intérpretes de tonadas chilenas con los famosos ‘Tiquitiquiti” que en ella se vuelven trinos de aves. Aquí les dejo su interpretación de la tonada chilena “Yo vendo unos ojos negros”.  (única pieza que aprendí a tocar en guitarra)..



Es música latina (muy apreciada en el Tercer Reich) y Rosita la interpreta muy bien. No solo las cuecas, los tangos, sino estándares mexicanos como “Cielito Lindo” y canciones de Maria Grever. Ya les mencioné que fue la primera en cantar el “Ti-Pi-Ti-Pi-Tin” en castellano.



Firma un contrato con la emisora Telefunken, la más importante del Reich para grabar discos. Ha atraído el interés de Peter Kreude quien le da un pequeño rol en “La máscara azul” y se la lleva de gira por Alemania. Rosita se está volviendo una diva. Entre sus admiradores se cuentan Göring y Goebbels. Un día el Fuhrer viene a escucharla. Pide que se la presenten. Tras felicitarla le dice “Fraulein, la próxima vez la quiero oír cantar en alemán”.

Rosita es poliglota y no le cuesta obedecer un pedido. Es el compositor Michael Jary, el que le escribirá temas que la harán aún más famosa como “Die Onkele Jonathan” (el Tío Jonathan” y “Roter Mohn” (“Amapola Roja”) que es un exitazo en toda Alemania en 1938.



Lo próximo es el cine. Sin llegar a ser protagonista, Rosita está bajo contrato de la UFA y actúa en varios filmes en roles recordables por sus canciones como su interpretación de “La Paloma” un éxito en el hit Parade alemán de 1940 que fue incluida en “Das Boot” (el filme no la serie). En 1939 participa en “Bel Ami” basada en la novela de Maupassant. En su entrada de 1940 de sus famosos diarios, la Princesa Marie Wassiltchikoff recuerda haber oído a la chanteuse cantando el tema del filme en una velada en la Embajada Chilena en Berlín.



Su mejor actuación es en “Anita und der Teufel” (Anita y el Diablo) en donde canta también una de mis cinco canciones favoritas “Bie Dir War is immer so Schon” (Contigo todo era más lindo). Aunque este clásico de Theo Mackeben ha sido uno de los grandes éxitos de la música popular alemana, con covers en italiano, francés y en inglés, y que durante la guerra tuvo versiones de casi todas las grandes orquestas del Tercer Reich, es el modo en que la canta El Ruiseñor Chileno que la hace mi favorita. Esa canción la hará famosa en el Paris Ocupado que visita ese año de 1940.



Rosita es una diva la altura de Zarah Leander, la sueca cuya voz imperaba en la radio germana antes que llegara la chilena. Rosita representa algo diferente de la gélida belleza nórdica de la Leander. También su imagen es contraria a la de las sumisas alemas de trenzas rubias que promueve la propaganda nazi como prototipo de la belleza hitleriana.



Rosita es exótica, sensual, independiente. se maquilla, fuma en público, conduce su propio auto, un Mercedes que es una copia del de Hitler y cuyo interior esta tapizado de verde haciendo juego con los ojos de la cantante. Se le atribuyen amores con el Rey Gustavo de Suecia, con el Mariscal Rommel, con el mismísimo Fuhrer. Lo cierto, y lo confesara más tarde es que Rosita es tan liberal que se da el lujo de tener (eso si muy discretamente) un toyboy, un estudiante de medicina peruano al que mantiene.



Toda esta celebridad hará que hasta hoy se rumoree que Rosita Serrano fue una simpatizante nazi. Es natural. Canta para los nazis, recibe jugosos cheques de ellos, sus fans son nazis. En el documental de Paul Berthalon “Rosita Serrano”, del que abajo les dejo un cachito (está completo en YT), Isabel Aldunate, sobrina de la cantante, cuenta que en su infancia le preguntó a su tía si había sido nazi. Rosita le respondió que, aunque había cantado para los alemanes hitlerianos, también había “salvado cientos de judíos” que había escondido en su casa.





 Mas allá de la hipérbole chilena (creo que solo Oscar Schindler salvó cientos de judío) el rescate de una veintena de personas es una proeza inmensa sin contar con los peligros que corrían los rescatistas. Es posible que Rosita haya ocultado en diversas ocasiones a judíos en su casa y que haya sido parte de algún grupo resistente que se ocupaba de este tipo de operaciones. Una lástima que no haya pruebas que puedan convertirla en una rescatista oficial.

Lo que si hay evidencia es que Rosita no era nazi. Lo prueba su negativa de firmar el documento obligatorio que el gobierno exigía de sus artista probando la sangre “aria” de estos.  Como todos los aristócratas chilenos, Rosita provenía de una estirpe de pura sangre vasca, pero su negativa nacía del desprecio por esas leyes absurdas del país que la había visto triunfar.

A partir de 1940, la Gestapo comienza a vigilarla. Es que Rosita está viajando a Suecia muy a menudo y ha dado algunos conciertos en beneficio de refugiados. En Kaput, Curzio Malaparte recuerda haber vivido en el mismo edificio de la diva en Estocolmo. Rosita tenía unos perritos salchicha que según el escritor toscano no dejaban dormir a nadie con sus ladridos.





En 1943 se hace público que Rosita ha cantado para niños judíos. Los amigos le aconsejan no regresar a Berlín. Se la acusa de ser agente de los Aliados. Sus canciones y filmes son prohibidos. Su fortuna, incluyendo su villa en Berlín, es requisada. Su madre también es expulsada del Reich. Años más tarde, la cantante dirá que solo tenía un baúl de ropa y diez marcos cuando partió al exilio. Cuando Sofia y su hija llegan a Berna, el cónsul chileno le avisa a su gobierno que vienen en calidad de refugiadas sin dinero ni para pasajes.

                                     Documento de la Gestapo que demestra que vigilaban a Rosita

La llegada a Chile no trae problemas.  Rosita es recibida como una artista reconocida en el extranjero. Por fin Chile ha roto relaciones con el eje. La condición de expulsada de Rosita no acarrea estigma. Como muestra, en 1945, el célebre Teatro Municipal de Santiago hace una excepción y permite un concierto de música popular.  Es la primera vez que este enclave de la música lirica lo hace y la cantante es Rosita Serrano.

El fin de la Segunda Guerra Mundial encuentra a la cantante llena de energía con la que retoma su carrera de regreso y comienza de nuevo a hacer tours internacionales. Será en Egipto, en uno de estos tours, que conocerá a su segundo marido, el millonario de origen sefardí jean Aghion. La montaña rusa que será la vida de Rosita Serrano vuelve a repuntar.



Aghion es viudo, sus hijos aceptan a Rosita, principalmente Pierre que la adora. Su padre comparte esta adoración y coloca su fortuna, que nace de fábricas de vidrio, textilerías heredadas de su padre el “Rey del Algodón”, y tiendas de departamento, a los pies de su nueva esposa. Rosita vivirá en un palacete de Alejandría con vistas al mar. Las textilerías de Aghion crearán telas especialmente para ella, tiene 16 criados para servirla. Es una reina y se codea con la realeza.

Da varios conciertos para el Rey Farouk, otra cabeza coronada que se inclina ante ella. Aghion esta tan enamorado que no se le ocurre impedir a su mujer que cante. La deja seguir con su carrera, pero esta va a encontrarse con tropiezos. En 1950, Rosita viaja a Hollywood. Graba la versión en castellano del tema de la Cenicienta de Disney.  Pero cuando Disney se entera del pasado “nazi” de Rosita, cancela el contrato y llaman a la mexicana Evangelina Elizondo para que la reemplace.



Mas fuerte será la experiencia de Rosita en Berlín. Es su primer concierto desde su expulsión del Reich, pero la Alemania post-hItler la recibe con abucheos cuándo ella canta en El Palacio de los Deportes. Los 50 son época de crisis. En 1956, Gamal Abdel Nasser se hace del gobierno de Egipto y derroca al Rey Farouk. Nasser es anti monárquico, anti-sionista y anti elite. Como millonario, cercano a la familia real egipcia, y judío, Aghion es persona non grata. Su cuantiosa fortuna le es incautada, se le impide salir del país, su esposa logra huir a París. Solo se reunirán a fines de la década. Nuevamente Rosita está con los bolsillos vacío.

los 60 serán el comienzo del fin. Jean Aghion morirá en Patis. Poco después muere Pierre, el hijastro favorito de Rosita. Antes ha cometido a torpeza de vender la casona de Rosita en Santiago a parientes de la diva.. La pérdida de este inmueble que la cantante consideraba patrimonio propio, la deja en la calle. Vivirá un tiempo con su primo y un poco de la caridad de amigos.

En Europa todavía le quedan unos años de grabaciones, de entrevistas televisivas, pero se la percibe como una estrella del pasado. Las nuevas generaciones no les interesa y la ven como rareza recordar tiempos de antaño en programas de televisión. Pero la vida todavía le guarda a Rosita a una ‘última aventura.



Es en Hollywood donde a comienzos de los 70, que Rosita conoce a Will Williams quien se ha hecho famoso con posters de películas de John Ford y de series de televisión. Tienen un romance tórrido que acaba en Chile. Peleas van, peleas vienen. Rosita está arruinada y William no puede mantenerla como ella desea vivir. Él se regresa a Usa y la cantante queda sola.

Las próximas décadas la verán ir apagándose. Se dice que el cigarrillo le ha quitado a voz. Nadie la recuerda solo algunos parientes y amigos que todavía soportan su desplantes o las ilusiones de las que se sustenta. Will va a regresar, volverá los escenarios, etc.. Debe haber sido desgarrador escucharla.

En 1997 es internada por graves complicaciones respiratorias. Will regresa, pero solo para darle un último adiós. Rosita Serrano fallece en abril de 1997. Tiempo antes, su sobrina Isabel Aldunate había solicitado del presidente Frei Ruiz-Tagle una pensión de gracia para su tía. Esta llega cuando la cantante ya eta enterrada. Cosas de Chile.



En el 2012, Pablo Berthelon crea el excelente documental sobre su tía abuela “Rosita Serrano: La favorita del Tercer Reich.  Luego se filmó un dramatizado “Amapola Roja” con Javiera Diaz de Valdés como Rosita y Consuelo Holzapfel como Sofia del Campo. Nunca he sabido si se distribuyó comercialmente. 



Se ha publicado un libro (del cual he sacado datos) en el 2016 Rosita Serrano: la cantante chilena del Tercer Reich de Maximiliano Misa y Mariana Maduric. Hay otro de Hans J. Koch Roter Mohn: Das Leben der Chilenische Nachtingle (Amapola Roja: la vida del Ruiseñor Chileno) en alemán.




Aunque lo ideal hubiese sido que se la recordase en vida, es bueno que las nuevas generaciones conozcan a quien es, posiblemente, la cantante chilena que más fama ha cosechado en el extranjero. ¿Habías oído hablar alguna vez del "Ruiseñor Chileno”?

lunes, 12 de abril de 2021

Aromas del Ayer: Chanel, Los Nazis y la Perfumería Francesa

 


Ya una vez le hablé sobre Madame Gres y su misteriosa sobrevivencia en el Paris Ocupado, pero no es el único eslabón entre la perfumería y el Holocausto. Desde la triste historia de la heredera de Van Cleef &Arpels hasta la “Agente Westminster”, mejor conocida como Coco Chanel, la historia de la perfumería francesa se entrecruza con la de la Segunda Guerra Mundial.

Para fines de los años 30, la capital definitiva del perfume mundial era Paris. La perfumería italiana apenas rozaba el nivel galo. Nada más que en 1939 las grandes marcas del perfume francés sacarían al mercado nombres como Balalaika de Lucien Lelong, Doña Sol de Renoir, Confetti de Lentheric, Alpona de Caron, Courage de Bourjois, Cordon Noir de Coty, y Transparence de Houbigant.



Un año más tarde, Paris es ocupado y las grandes casas parecen de luto.   Solo Coty y Chanel sacan perfumes ese año. No es de sorprender, ambas firmas son un símbolo de la colaboración con los alemanes.

Coty está bajo el amparo del Mariscal Pétain. Su presidente Ferdinand es diputado del gobierno de Vichy. Como tal deberemos verlo como cómplice de sus crímenes. A Coty eso lo tiene sin cuidado, lo importante es seguir creado fragancias, entre ellas la fantástica Muguet de Bois (1942). Con el tiempo he tenido que perdonarlo porque su Emeraude es uno de los pocos aromas que no me provocan alergias. Chanel es otro cuento.



La Agente Westminster

Desde la lujosa suite del Hotel Ritz, donde la ha instalado su amante alemán, Coco maneja su emporio. En 1941 crea Mademoiselle Chanel. A pesar del poder que ha adquirido al tener por amante al Barón von Dinklage, todo un jefe de espionaje, Chanel dejará atrás la perfumería y los diseños. ¿Será porque a partir de 1941 tiene que despedir a todo su personal judío y ya no le quedan empleados? No es que esto le arranque lágrimas. Desde antes de sus amores con el Duque de Westminsterel mayor antisemita de las Islas Británicas la modista ha vocalizado su judeofobia.

                          Coco y el Duque de Westminster

Ser antisemita no le ha impedido contratar judíos o echar mano a inversionistas de origen hebreo cuando los necesita.  En 1924, Chanel N° 5 ha aparecido en el mercado gracias a los auspicios económicos de La Familia Wertheimer. El contrato estipula que los Wertheimer recibirán la mayor parte de los ingresos. Eso disgusta a Coco que decide aprovechar sus buenas relaciones con las fuerzas de ocupación para “arianizar” la perfumería de los Wertheimer y quedársela ella.

No cuenta con la astucia de sus antiguo financistas. Antes de huir a Estados Unidos, han puesto el negocio a nombre de Félix Amiot, un caballero ario. Los Wertheimer envían a un espía inglés llamado Herbert Thomas a Paris. Bajo el alias de Don Armando Guevara y Sotomayor, Thomas sustrae la formula del Chanel N°5. Así los Wertheimer pueden continuar la fabricación del aroma en un laboratorio de Nueva Jersey.

                                   Coco y Pierre Wertheimer

La mala noticia exaspera a Chanel y probablemente le quita las ganas de seguir trabajando en su rubro. En 1941, como describe Hal Vaughn en su Sleeping with the Enemy (Durmiendo con el enemigo), la coutourier entra en otro negocio, el del espionaje. Mas tarde dirá que lo hizo para liberar a su sobrino de un campo de prisioneros de guerra. Lo cierto es que Coco se convertirá en una agente nazi con el número de serie F-7124 y el alias “Westminster” en honor a su antiguo amante.



Spatz, el apodo de von Dinclage, pone a su amante en contacto con otro colaborador, el Barón de Vaufreland. La pareja parte a Madrid. ¿La misión de “Westminster”? Contactar conocidos en el mundo de la alta costura y recaudar información que sea útil a los nazis. Mas o menos lo que hace Sira Quiroga en “El tiempo entre costuras”, pero en reversa.

Nadie sospecha de esta mujer que, a sus 57 años, sigue conservándose guapa y elegante, y que es reconocida mundialmente. En Madrid, Chanel almorzará con un diplomático inglés, Brian Wallace. Nadie piensa mal. ¿Acaso Chanel no es amiga del embajador inglés Sir Samuel Hoare? No se sabe cuáles fueron los resultados, pero el sobrino es excarcelado y la modista queda en la nómina de la Abwehr.



En 1944, un oficial de la Abwehr, el Conde von Ledebur-Wicheln se pasa al campo Aliado. Entre los datos que proporciona están los de una entrevista que tuvo lugar en 1943 entre Coco Chanel y el mismísimo Heinrich Himmler. ¡Y en Berlín! Ese encuentro propició otro viaje de Chanel a Madrid.  Ahora a ver si los Aliados estarían dispuestos a firmar una paz separada. Los términos de Himmler no gustaron a Churchill y no hubo trato.

En julio de 1944, Paris es liberado. Chanel se pone a venderle perfumes a los soldados Aliado, pero es arrestada por los Fifí, los escuadrone de la Francia Libre que andan a la caza de colabos. A Chanel la sueltan casi inmediatamente. Ni siquiera la trasquilan como han hecho con otras “colabo horizontales”. Se dice que Winston Churchill ha intervenido a favor de ella.

Chanel no es tonta. Aprovecha el respiro y huye a Suiza donde ya se ha refugiado Spatz. Vivirán juntos hasta 1954, año en que la modista se atreve a regresar a Paris. Ya la guerra es algo olvidado para el Beau Monde que está feliz de que Chanel vuelva a vestir a sus mujeres.  Incluso, tras llegar a un acuerdo legal con los Wertheimer, resucita su perfumería.

                                 Coco y Spatz en Suiza

Sin embargo, Chanel no ha cambiado. Se ha vuelto gruñona y tiránica con la edad. Poca gente quiere acercársele. Tampoco se ha deshecho de sus prejuicios. En una charla con el autor Paul Morand, quien escribiría sus memorias bajo el título de The Allure of Chanel, Coco da rienda suelta a su homofobia. Estando en Suiza, le hace a Morand comentarios como que los homosexuales quieren ser mujeres “y lo hacen pésimo “y “He visto muchas mujeres arruinadas por cupla de estos queers”.  Su mayor queja es en contra de los diseñadores gays, lo que nos lleva a un secreto a voces.

Durante la Ocupación, cuando la homosexualidad era un crimen que los nazis castigaban con deportación a campos de concentración, Chanel confeccionó una lista de sus colegas con tendencias gay. Al único que eximió fue a Balenciaga cuyo trabajo admiraba. Nunca sabremos si les mostró su lista a sus jefes nazis o se arrepintió, pero el solo crearla demuestra el poder de su homofobia.

Renee-Rachel, la Heredera Olvidada

Muchas firmas perfumeras judeo-francesas siguen el ejemplo de los Wertheimer, y trasladan sus negocios al Nuevo Mundo. Weil es uno de los mejores ejemplos, pero también Ernst Daltroff el dueño de la célebre marca Caron. En 1940, el judío Daltroff se instala en Manhattan, allá produciría uno de sus perfumes más icónicos, Royal Bain, que viene en un envase que recuerda una botella de champaña.



No todos los grandes empresario judíos tuvieron esa suerte de poder huir. Un dicho de la postguerra parisiense que Roger de Peyrefitte recoge en sus Les Juives es “Los judíos pobres se fueron a Auschwitz, los ricos al Waldorf-Astoria en New York”.

En los 80 probé, por un tiempo, el famoso First de van Cleef& Arpels. Nunca me gustó mucho a pesar de que era el primer intento de la afamada marca de entrar al mundo de las fragancias. Van Cleef& Arpels es un nombre legendario que por más de un siglo ha sido asociado con la joyería fina. Alfred van Cleef, un judío de los Países Bajos fue el fundador de la firma en conjunción con su tío Salomón Arpels, un mercader de Gante. 

Alfred estaba casado con Esther Arpels y su hija Renee-Rachel tenía diez años, cuando su padre y su abuelo abrieron la primera joyería en Paris, en la Plaza Vendôme cerca del Hotel Ritz. Tras la muerte del Abuelo Salomón, los Tíos de Rachel se unieron al negocio que, ya para los años 20, era conocidísimo dentro y fuera de la fronteras de Francia. La firma ganaba premios en exposiciones y fueron encargados de la manufactura de la corona de la Reina de Egipto.



Durante la Primera Guerra Mundial, Esther destacó como enfermera en el Hospital Rothschild. Ahí conoció un joven teniente Emile Puissant y se lo presentó a su hija. En 1917, Renee-Rachel se convirtió en Madame Puissant. El final de la guerra encontró a Emile en el puesto de director artístico del emporio joyero del suegro, un puesto que ocuparía hasta su muerte prematura en un accidente automovilístico en 1926.

A pesar de que Renee o “Nanette” como la apodaban tendría una relación amorosa en su viudez con un judío sefardita llamado Elie Scalie, su gran amor sería el negocio de su padre. A partir de la muerte de Emile, Renee ocupó su puesto de director artístico. Pronto demostró sagacidad para los negocios cal igual que talento para el diseño de joyas.

                                          Renee-Rachel van Cleef

Fue la inventora del fantástico y olvidado minaudiere (mi mamá tenía uno), una pieza en la que una dama podía cargar todo lo importante: sus cigarrillos, su encendedor, su polvera y hasta su lápiz labial. También Renee inventó algunos diseños audaces como el collar ‘flexible” que creó para su mejor clienta, la Duquesa de Windsor.




A la muerte de Alfred Van Cleef, en 1938, su hija se convirtió en la “patrona” de un negocio millonario, pero todo cambiaria con la derrota de Francia en 1940. Los Arpel se refugiaron en Nueva York donde abrieron una oficina en el Rockefeller Center. Renee no quiso abandonar Francia. todos sus esfuerzos estaban encaminados a proteger su firma. Para evitar que los nazi se la quedaran la puso a nombre de un amigo, el conde Paul Leseluc.

Solo entonces planeó su escape. Su intención era cruzar España hasta llegar a Portugal, pero fue devuelta en la frontera española. Otro intento de huir a Argelia también fracasó. Esther, madre de Renee, se ocultó en un pueblecito de la Riviera, pero su hija se había instalado en Vichy y había abierto una joyería en la calle más céntrica.

1942 fue un año clave para muchos judíos como Renee-Rachel que se consideraban por encima de reyes raciales. Primero vino el cierre de su tienda por órdenes de Pétain. El Mariscal solía pasear a pie por la calle y no le gustaba ver tiendas judías. Luego, Renee fue expulsada del hotel donde vivía y debió buscar refugio en una pensión de cuarta.



El golpe de gracia llegó en noviembre de 1942. Después del desembarco Aliado en África del Norte, los alemanes invadieron la Francia de Vichy e impusieron sus leyes raciales, sin miramientos de clase o fama. Renee recibió órdenes de presentarse en la comisaria más cercana para inscribirse como judía, recibir su estrella de David que debería usar siempre sobre sus prendas exteriores, y escuchar todas las prohibiciones que afectaban a la población de origen israelita.

Mas allá de la humillación, para Renee estaba claro que estas medidas precedían a la deportación a Polonia y los campos de la muerte. Presa de la desesperación, se arrojó por la ventana de su cuartucho de hotel. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común. Después de la guerra, Esther Van Cleef recuperó el cadáver de su hija y lo hizo enterrar en el Cementerio Israelita al lado de Alfred.

Con Renee murió la estirpe van Cleef. De ahora en adelante, la famosa joyería quedaría en manos de los Primos Arpels que tuvieron el buen juicio de huir a America. Fue bajo sus auspicios que la firma entró en lo 70 al negocio de la perfumería.

 A Renee, le hubiese gustado mucho involucrarse en se aspecto tan refinado del negocio, pero para entonces había sido olvidada. Ha sido en estos últimos años que su triste historia ha sido recordada primero por un libro en francés (Renee-Rachel Van Cleef la olvidada de la Plaza Vendome) , luego por la amplia mención que Anne Sebba hace de ella en Les Parisiennes su extenso estudio de las francesas bajo la Ocupación.





La historia de Renee-Rachel Van Cleef y la de Coco Chanel son las do caras de esos tiempos. Ambas mujeres de mundo, exitosas empresarias, dedicadas a negocios que ensalzaban la condición femenina, pero la bota masculina del nazismo cambió su vidas.