miércoles, 1 de agosto de 2018

Mini, Maxi y Midi: De Mary Quant a Bonnie Parker



En los últimos cincuenta años, hemos sido testigos de una revolución en el vestuario femenino. Aunque hoy vivamos una era ecléctica en que tanto podemos lucir una micro mini como una falda que barre el suelo, en los Sesentas, hubo auténticas batallas que giraron alrededor del largo de la ropa femenina. Sin embargo,  tengo la impresión de que tal batalla no nos afectó a las latinas. Nota: Ya sé que dije que solo hablaríamos de perfumes en este blog , pero como este tema es relativamente“moderno”  pude encontrar bastante material para saber cómo vivimos la guerra de faldas en América Latina.

De pequeña, e incluso antes que mi madre abriese su boutique en 1967, estaba yo pendiente de los vaivenes de la moda. Mi mamá (que venía de familia de dueños de tienda, fabricantes de ropa y otras profesiones que han vinculado a la moda y a los judíos de la diáspora) tenía una obsesión. No vestirse como los demás. Creo que eso también estaba vinculado al hecho de que la diabetes y cuatro embarazos la habían hecho subir un par de tallas y,  en Chile,  las tiendas se han caracterizado, desde siempre,  por traer tallas de liliputienses.

Por eso,  mi madre se la pasaba  en Buenos Aires o Rio donde míticos parientes se encargaban de proveerla de lo que necesitase para ella o para mí, su única hija mujer. Una vez volvió con un abrigo de visión que mi hermano y yo usamos para disfrazarnos de oso. Cuando no estaba de viaje, mi mamá dejaba el vestuario en manos de modistas locales. En los 60,  existía en Viña del Mar todo un circulo de modistas de alta costura, algunas con manos muy finas,  verdaderas artista de la aguja.

A ellas mi mamá acudía llevándoles  los diseños deseados que, a veces, sacaba de revistas locales como la Eva o la Rosita, pero más a menudo eran de publicaciones extranjeras como la alemana Burda;  una revista francesa llamada Jeune Fille que se especializaba en vestidos de niñita; y una gaceta gigante llamado Elegancia que salía cuatro veces al año, en cada temporada,  y que se dedicaba principalmente a mostrar las colecciones de los Grandes de la Moda. Antes de entrar a la primaria, yo ya sabía quienes eran Maggie Rouff, Nina Ricci, Jean Patou y otros. Me dicen ahora que debe haber sido o traducción o imitación de la Elegance holandesa.


En 1964, oí por primera vez el nombre de Mary Quant y vi su minifalda en las páginas de una de esas revistas. En Chile, en los 60, las películas, series de televisión y modas llegaban con dos años de atraso. La minifalda fue una excepción. De un referente en una revista, saltó a los cuerpos de las chilenas en 1965. Para el ’66, en Chile,  solo las abuelitas usaban faldas por debajo de las rodillas.


Mi mamá era de la opinión de que  las rodillas eran poco estéticas y no las vino a mostrar sino hasta 1970. En mi caso, como niña de primaria,  hasta mi uniforme escolar era sobre la rodilla. En Europa, la minifalda comenzó a subir y a subir con cada año que pasaba, llegando hasta la parte alta del muslo. En Chile se  imitó la moda europea entusiastamente. Hey, ¿si ella la usaba, por qué no podían usarla todas las mujeres?
Su Majestad enseña sus regias rodillas

En 1969, cuando Audrey Hepburn mostró que un minivestido era perfectamente legitimo para una segunda boda, yo andaba con minis que apenas me tapaban el rabo. La vergüenza sentida- yo no tenía ni voz ni voto en lo que se refería a mi vestuariome creó un fastidio por la falda corta.
Audrey de mininovia

La moda de entonces tenía los ojos fijos en el futuro. Muchos diseñadores jóvenes querían demostrar lo evolucionado que estaba el mundo creando prendas que parecían de ciencia ficción. Había mucho énfasis en dorados, en  tono aluminio que recordaban a los robots, tal como en nuevos materiales para fabricar ropa como el  papel o incluso metal como la controversial colección de Paco Rabanne. 
Recuerdo un minivestido que mi mamá colocó en el escaparate de su tienda hecho con cuentas de madera pegadas sobre un fondo de lino.

Como la minifalda era una prenda asociada a la Revolución Sexual,  formaba parte de un estilo que buscaba desnudar a la mujer. Fue la época del monokini, del midriff,  de las microminis. Ya para los 70s el interés se volcaría mas en escotes exagerados como el vestido de novia con el que la nicaragüense Bianca Macías se convertía en Mrs. Mick Jagger en 1971.
Bianca y escotada va la novia. 

En una ocasión (debe haber sido el 68) yo le hice a mi muñeca una falda hecha con cordones de zapato , tipo falda de bailarina hawaiana, solo que más sugestiva. Mi madre la aplaudió diciendo que en “treinta años más, las mujeres se vestirán  así”. La profecía no se cumplió, a pesar de que a fines de losa 60 hubo una ola de vestidos transparentes, hechos de encaje, que la discreta usaba con un fondo, y la audaz con solo lo mínimo debajo. Tuvieron su revival en las transparencias del principio de este siglo.

Lo interesante es que paralela a esas modas atrevidas  había un intento de regresar a las faldas largas. Todo comenzó en 1965,  con el filme “Dr. Zhivago”,  que pondría de moda unos gigantescos gorros de piel (muy buenos para proteger las orejas del viento), las botas  como prenda  fundamental en el guardarropa invernal de la mujer, y unos sobretodos que llegaban hasta el suelo y recibían el nombre de” maxi abrigos”.
Geraldine Chaplin y Omar Shariff como Tonia y Yuri Zhivago
Gina Lollobrigida en 1969 envuelta en un maxi de piel de tigre.
Marisa Berenson en 1968

Los maxi abrigos se usaron hasta el final de la década, pero aunque aparecían en todas las colecciones de modas, nunca vi a nadie en Chile envuelta en ellos. Eran muy pesados, útiles nada más para enfrentar los destemplados climas invernales del Hemisferio Norte.
Maxi abrigo 1969

Los vestidos largos, a menos que sean para bailes de gala,  son difíciles de llevar en el día y ciertamente no son para ir barriendo el piso de una oficina o para pisarlos al subir y bajar escaleras o para quedar con la falda atrapada con la puerta del bus, del tren o del ascensor.
Maxi vestido hippy 1967

Cuando los maxi vestidos  llegaron a América Latina,  donde se conocieron como ‘vestidos gitanos “o “vestidos hippies”, eran para reuniones informales, para salir a comer, o para recibir en las tardes. Por eso me resultó curioso cuando en la quinta Temporada de” Endeavour” , un personaje apareció con una falda maxi, en 1968, yendo al trabajo.

Sería un error de la serie, porque estuve buscando fotos de la época y no encontré ninguna que mostrase el estilo maxi como un vestimenta cotidiana. A menos que se tratase de hippies. En cambio hoy los maxi dresses si están muy de moda.

 A fines de los Sesentas, las faldas largas provocaron otro trend. En 1967, cuando la mini reinaba en pasarelas y en las calles, vino Faye Dunaway a poner la moda patas p’arriba. Tal como “Dr. Zhivago”, “Bonnie y Clyde” fue un referente para los modistos. De pronto, todos querían vestir a las mujeres como si fueran Bonnie Parker, la famosa ladrona de bancos. Se pusieron de moda las boinas, los sweaters escotados y ajustados y las faldas hasta la canilla. Este nuevo estilo se llamó midi skirt.


Una cosa era hacer cosplay de Bonnie y otra desterrar totalmente las faldas cortas del armario. Rápidamente, la midi se convirtió en un alternativa, una preferencia como lo describe la portada de esta Vanidades de 1967.

A pesar de que las revistas estaban llenas de fotos de faldas midi, yo hasta 1971 no vi ninguna en  la calle. La moda la dictaba la juventud ¿y qué chica prefería cargar con un faldón en vez de presumir piernas?  Para las Olimpiadas de México, los spots publicitarios usaron mujeres en minifalda.
Promotoras de las Olimpiadas del 68

Donde sí, América latina se rendiría a un largo mayor de las faldas seria en el tema abrigos. Era cuestión de sentido común. Con faldas más cerca de la cintura que de la rodilla, el frio invernal se sentiría peor. Un abrigo midi ayudaba a pasar el frio de la calle y ya en casa con chimenea o estufa, se volvía a la sexy minifalda. Aquí vemos un par de modelos. Unos de la edición italiana de Vogue del 67 y el otro de la ex Miss Chile,  Mónica Larsson para la revista Paula.
Vogue (Italia) 1967

Mónica Larsson en Revista Paula, 1969

Y aquí la contribución de los grandes modistos a la prenda. Un compromiso fue usar minis con abrigos midis haciendo juego. Obligatorias con ese estilo eran unas botas ceñidas que llegaban hasta el útero.
Oscar de la Renta 1967

Guy Laroche 1969

Marisa Berenson para la Revista Vogue en 1968

Incluso los hombres gustaban de abrigos largos,  basta ver esta foto del polémico Mick Jagger en 1967.
Mick llega a Australia en maxi abrigo

Aunque se hablaba de una opción del largo de faldas, lo cierto es que la midi nunca se impuso al menos en los Sesenta. Podía existir en las fografias, pero en la vida real no acababan de convencer. Esta foto de 1967, con modelos en Chelsea  mostrando ambas alternativas,  lo dice todo.

Es que la midi era una prenda limitada y bastante poco atractiva. En 1968,  Linda Morand posó para la revista Life modelando el  controvertido estilo. En esas fotos es evidente que la midi, siempre evase y en tonos oscuros, se debía llevar con botas por lo tanto no era una prenda para lucir en primavera o verano.
Linda Morand

Ese límite estacional ya la hacía poco interesante y peor era cuando casas de renombre como la Dior creaban diseños “midí” tan antiestéticos como este adefesio de 1969. Ni comparables al minivestido de crochet verde que luce, ese mismo año, la vedette argentina Susana Giménez
Dior 1969
Susanita en minivestido transparente el '69

En resumen, la Guerra de los Largos se peleó en el Primer Mundo. Las mujeres en  países en desarrollo, preferimos lucir las rodillas y algo más. Pero incluso la televisión estadounidense que ya se convertía en un árbitro de la moda  para el resto del continente favorecía la minifalda. Para una niñita como yo, no había muchos personajes que pudieran dictar mis gustos en vestuario. Lo más cercano, Marcia Brady (a quien siempre odié) era de las que  solicitaban que le subieran el dobladillo.
Marcia crecia y se acortaban sus faldas

En las series que veía yo, la minifalda era obligatoria. Cuando no estaba en pantalones de harem, Mi Bella Genio era de mostrar calzones. La bruja Samantha Stevens era amiga de los pantalones, pero si se ponía una falda tenía que ser micro mini, y la Señora Peele, de “Los Vengadores” que para mí era el epitome de a elegancia, también era de lucir pernil con minivestidos.
Cuando Jeannie se sacaba los pantalones

Las brujas usan micromini

Emma Peele en minivestido y transparencias.

En mi próxima entrada, hablaré, si D-s quiere, de cómo finalmente (aunque su auge solo duraría dos años)  la midi falda se impuso.

2 comentarios:

  1. "Obligatorias con ese estilo eran unas botas ceñidas que llegaban hasta el útero." Ja ja ja

    Wow, tremendo escote de Bianca Jagger! No sabia que tu mama habia tenido una boutique. Con razon tu interes por la moda. Yo desconocia todos estos cambios de largo en las faldas y abrigos de un año para el otro y sus influencias. Porque odiabas a Marcia Brady?

    Excelente articulo.

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    1. Amiguis, gracias por pasar por el blog renacido! A ver, Marcia era una taimada, goody-goody two shoes y trataba muy mal a los hermanastros. Bianca necesitaba del escote para lucir el pechuguero de sus cuatro meses de embarazo. Si Mi Ma tuvo una boutique en la Calle Valparaiso de Viña del Mar, entre Ecuador y von Schroeder. Si,supongo que es mi manera de encontrar closure, ver lo bueno que me legó.

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