Después de Woods
of Windsor era casi obligatorio hacerles una reseña a los productos de Yardley
de London, la casa de cosméticos y perfumes más reconocida en el Reino Unido y
en el mundo entero, pero a medida que repasaba los nuevas fragancias me fui
desilusionando. ¿Será que, en su tercer siglo de vida, Yardley ya no es lo que
fuera?
Samuel Carver
abrió la primera perfumería en el Londres de 1750, aunque su familia juraba que
habían tenido una apotecaria durante la Restauración. El negocio original se
habría incinerado durante el Gran Incendio de 1666. Tras medio siglo de hacer
perfumes, la perfumería cayó en bancarrota en 1823 cuando fue comprada por
Charles Yardley.
Esa es una
versión. otra es que William Carver se jugó
a los naipes las ganancias de su negocio debiendo vendérselo a William Yardley,
su suegro, un fabricante de espadas. El
hecho es que un siglo después de la apertura de la perfumería, los jabones y
otros productos Yardley eran tan famosos que fueron expuestos en la Galería de Cristal
durante la Gran Exhibición de Londres de 1851.
En 1873, Yardley
crearía su más icónico perfume , la English Lavender Yardley, que yo de joven
usaba para enjugarme el cabello. Es
diferente a otras aguas de lavanda debido a su ingrediente principal. Los Yardley
poseían hectáreas de una variedad muy especial de la flor, la Lavándula
Angustifolia.
Las señoras
victorianas usarían perfumes importados de París, pero para jabón de baño,
usaban el de Yardley. El éxito de la firma llevo a que fuese trasladada a la
exclusiva Calle Bond en 1910.
Para la llegada
de la Primera Guerra Mundial, Yardley tenía una variedad de perfumes con
nombres tan llamativos como Victoria Bouquet (1897) , Nell Gwynn (1910)Enchantress
(1912) y Murmullo de Bosque (1913) .
Para 1913, la perfumería
Yardley se inclinaría por los semi soliflore comenzando en 1913 con Violetas de
abril. En 1914, tal vez para agradecer
la rapidez con la que los australianos habían acudido a la llamada del imperio,
fabricaron Golden Wattle como homenaje
al tipo de acacia que es la flor nacional australiana y en 1917 se podía
comprar Lotus que poco tenía que ver con la planta egipcia ya que se trataba de
lavanda disfrazada.
Acabado el
conflicto bélico, Yardley se convirtió en la marca popular de las “Young Bright
Things” de La Era del Jazz Británica. El más famoso de ese grupo, El Príncipe
de Gales, otorgó a la firma su primera Garantía
Real en 1921. Y es que hasta en Buenos Aires el nombre Yardley era famoso.
Para celebrar tanta fama,
Yardley creo un perfume ‘formal”, no las colonias florales buenas para
colegialas que se asociaban con la firma. Se trataba de Bond Street, junto con la Lavanda el perfume más
celebre de Yardley. Como fue descontinuado hace poco, yo alcancé a olerlo en la
galería de perfumes de mi madre. Era una mezcolanza de olores bastante común,
me quedo con la Lavanda Inglesa.
A medida que las
chicas ‘decentes ”comenzaban a maquillarse, Yardley creaba más productos de
belleza para ellas. A fines de los ’30, nos cuenta Angela Lambert en su 1939:
The Last Season of Peace, las jóvenes de la clase alta británica usaban
Yardley y no solo humildes polvos talco. Durante la Segunda Guerra Mundial, a
juzgar por la publicidad, hasta las mujeres en las fuerzas armadas usaban
Yardley.
Sin embargo, serían
los ’60 cuando el producto se volvería la marca de cosméticos más importante del
Reino Unido con rostros famosos como el de Olivia Hussey promocionando sus
lápices labiales y perfumes. Pero la joven intérprete de Julieta no sería el
rostro más reconocido de los spots publicitarios.
Ese honor recayó en una joven pequeñita y
flaquita como una ramita (tiwig) que se volvió leyenda global con su figurita
de nena y sus enormes pestañas. No solo Yardley capitalizó la figura de Twiggy también
pretendió vender pestañas postizas como las de la modelo (que eran verdaderas) .
Incluso Yardley
hacia trampa en su afán de tener iconos de la era como rostros de sus
productos. Aquí vemos como se aprovechan de la imagen de Los Beatles para
vender esta colonia.
A lo mejor esa es
una medida tramposa, pero Yardley si se anotó un gol al contratar a Los Monkees
para un comercial de Black Label. Es que para los 60, la firma había expandido
su clientela y fabricaba productos para varones.
los 70 verían
nuevas lociones y los spots saltarían de las páginas a la televisión. En 1972,
la entonces desconocida Susan Sarandon le hace propaganda al perfume Daylight Encounter.
Al año siguiente
tenemos a Lesley Anne Down, uno de los rostros más bellos del cine ingles de
ese entonces, promocionando Caprice.
Y la gran dama de
la escena británica, Dame Deborah Kerr, prestó rostro y nombre en 1976 para
publicitar el famoso jabón de lavanda.
Para los 80 la marca ya era conocida. yo usaba su lavanda y sus jabones. Aunque también probé el Lirio de valle de 1988. La Lavanda seguia siendo un favorito incluso en Venezuela omo atestigua este comercial de 1985.
Para fin de siglo estaba claro que Yardley era la perfumería inglesa por antonomasia con su promesa de “oler a un jardín inglés”. Eso explica sus intentos de soliflore como English Rose de 1997 , el Narcissus del 2000 y otros de los que no se sabe el año como Honeysuckle, Peony, Jazmine y Lilac. En los ’90 el rostro de Yardley era Helena Bonham Carter, pero a fines de la década varios reveses de fortuna comenzaron a afectar el manejo de una empresa cuyo nombre era leyenda.
En el 2008, la Familia
Yardley vendió el negocio familiar a los Jatanias, pertenecientes a una de las cinco
familias billonarias de la India. Bajo el patronaje de los Jatanias, los
productos Yardley siguen vendiéndose. En términos de perfumería se han agregado
nuevos nombres que pasan sin pena ni gloria y se ha cometido el crimen de
reformular sus aromas clásicos.
El resultado que
la Rosa Inglesa no huele a rosa, ni las April Violets huelen a violeta. ¿Será
porque la flor se ha reemplazado con hoja de violeta que no tiene la misma
fragancia?
Me compre una
crema de lirio del valle de Yardley. Después de un rato el aroma se desvanece y
toma su lugar un tufo grasiento repugnante. El Body mist de fresia, una
fragancia exquisita, ahora ahoga la flor con cítricos, pimienta y jengibre y al
final huele a fijador de cabello.
La peor experiencia
es el Bluebell. A mí me encanta el aroma de la campanilla azul. En casa de mi
madre a veces asomaban en el jardín para la primavera, pero esta colonia huele
a aerosol y me provocó un ataque de alergia tan fuerte que devino en ataque de
pánico.
Conclusión,
Yardley e quedó en el siglo pasado, las reformulas de su nueva administración
son malas copias. No he probado otros productos, pero me imagino (espero) que
no hayan echado a perder los jabones.
¿Usaron Yardley
alguna vez? ¿Han notado la diferencia entre los perfumes antiguos y los de este
siglo?
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