lunes, 6 de septiembre de 2021

Aromas del Ayer: Yardley de Londres

 


Después de Woods of Windsor era casi obligatorio hacerles una reseña a los productos de Yardley de London, la casa de cosméticos y perfumes más reconocida en el Reino Unido y en el mundo entero, pero a medida que repasaba los nuevas fragancias me fui desilusionando. ¿Será que, en su tercer siglo de vida, Yardley ya no es lo que fuera?

Samuel Carver abrió la primera perfumería en el Londres de 1750, aunque su familia juraba que habían tenido una apotecaria durante la Restauración. El negocio original se habría incinerado durante el Gran Incendio de 1666. Tras medio siglo de hacer perfumes, la perfumería cayó en bancarrota en 1823 cuando fue comprada por Charles Yardley.



Esa es una versión.  otra es que William Carver se jugó a los naipes las ganancias de su negocio debiendo vendérselo a William Yardley,  su suegro, un fabricante de espadas. El hecho es que un siglo después de la apertura de la perfumería, los jabones y otros productos Yardley eran tan famosos que fueron expuestos en la Galería de Cristal durante la Gran Exhibición de Londres de 1851.



En 1873, Yardley crearía su más icónico perfume , la English Lavender Yardley, que yo de joven usaba para enjugarme el cabello.  Es diferente a otras aguas de lavanda debido a su ingrediente principal. Los Yardley poseían hectáreas de una variedad muy especial de la flor, la Lavándula Angustifolia.



Las señoras victorianas usarían perfumes importados de París, pero para jabón de baño, usaban el de Yardley. El éxito de la firma llevo a que fuese trasladada a la exclusiva Calle Bond en 1910.



Para la llegada de la Primera Guerra Mundial, Yardley tenía una variedad de perfumes con nombres tan llamativos como Victoria Bouquet (1897) , Nell Gwynn (1910)Enchantress (1912) y Murmullo de Bosque (1913) .



Para 1913, la perfumería Yardley se inclinaría por los semi soliflore comenzando en 1913 con Violetas de abril. En 1914,  tal vez para agradecer la rapidez con la que los australianos habían acudido a la llamada del imperio,  fabricaron Golden Wattle como homenaje al tipo de acacia que es la flor nacional australiana y en 1917 se podía comprar Lotus que poco tenía que ver con la planta egipcia ya que se trataba de lavanda disfrazada.





Acabado el conflicto bélico, Yardley se convirtió en la marca popular de las “Young Bright Things” de La Era del Jazz Británica. El más famoso de ese grupo, El Príncipe de Gales,  otorgó a la firma su primera Garantía Real en 1921. Y es que hasta en Buenos Aires el nombre Yardley era famoso. 



Para celebrar tanta fama, Yardley creo un perfume ‘formal”, no las colonias florales buenas para colegialas que se asociaban con la firma. Se trataba de Bond Street, junto con la Lavanda el perfume más celebre de Yardley. Como fue descontinuado hace poco, yo alcancé a olerlo en la galería de perfumes de mi madre. Era una mezcolanza de olores bastante común, me quedo con la Lavanda Inglesa.



A medida que las chicas ‘decentes ”comenzaban a maquillarse, Yardley creaba más productos de belleza para ellas. A fines de los ’30, nos cuenta Angela Lambert en su 1939: The Last Season of Peace, las jóvenes de la clase alta británica usaban Yardley y no solo humildes polvos talco. Durante la Segunda Guerra Mundial, a juzgar por la publicidad, hasta las mujeres en las fuerzas armadas usaban Yardley.



Sin embargo, serían los ’60 cuando el producto se volvería la marca de cosméticos más importante del Reino Unido con rostros famosos como el de Olivia Hussey promocionando sus lápices labiales y perfumes. Pero la joven intérprete de Julieta no sería el rostro más reconocido de los spots publicitarios.



 Ese honor recayó en una joven pequeñita y flaquita como una ramita (tiwig) que se volvió leyenda global con su figurita de nena y sus enormes pestañas. No solo Yardley capitalizó la figura de Twiggy también pretendió vender pestañas postizas como las de la modelo (que eran verdaderas) .



Incluso Yardley hacia trampa en su afán de tener iconos de la era como rostros de sus productos. Aquí vemos como se aprovechan de la imagen de Los Beatles para vender esta colonia.



A lo mejor esa es una medida tramposa, pero Yardley si se anotó un gol al contratar a Los Monkees para un comercial de Black Label. Es que para los 60, la firma había expandido su clientela y fabricaba productos para varones.



los 70 verían nuevas lociones y los spots saltarían de las páginas a la televisión. En 1972, la entonces desconocida Susan Sarandon le hace propaganda al perfume Daylight Encounter.



Al año siguiente tenemos a Lesley Anne Down, uno de los rostros más bellos del cine ingles de ese entonces, promocionando Caprice.



Y la gran dama de la escena británica, Dame Deborah Kerr, prestó rostro y nombre en 1976 para publicitar el famoso jabón de lavanda.



Para los 80 la marca ya era conocida. yo usaba su lavanda y sus jabones. Aunque también probé el Lirio de valle de 1988.  La Lavanda seguia siendo un favorito incluso en Venezuela omo atestigua este comercial de 1985.



Para fin de siglo estaba claro que Yardley era la perfumería inglesa por antonomasia con su promesa de “oler a un jardín inglés”. Eso explica sus intentos de soliflore como English Rose de 1997 , el Narcissus del 2000 y otros de los que no se sabe el año como Honeysuckle, Peony,  Jazmine y Lilac.  En los ’90 el rostro de Yardley era Helena Bonham Carter, pero a fines de la década varios reveses de fortuna comenzaron a afectar el manejo de una empresa cuyo nombre era leyenda.



En el 2008, la Familia Yardley vendió el negocio familiar a los Jatanias, pertenecientes a una de las cinco familias billonarias de la India. Bajo el patronaje de los Jatanias, los productos Yardley siguen vendiéndose. En términos de perfumería se han agregado nuevos nombres que pasan sin pena ni gloria y se ha cometido el crimen de reformular sus aromas clásicos.

El resultado que la Rosa Inglesa no huele a rosa, ni las April Violets huelen a violeta. ¿Será porque la flor se ha reemplazado con hoja de violeta que no tiene la misma fragancia?



Me compre una crema de lirio del valle de Yardley. Después de un rato el aroma se desvanece y toma su lugar un tufo grasiento repugnante. El Body mist de fresia, una fragancia exquisita, ahora ahoga la flor con cítricos, pimienta y jengibre y al final huele a fijador de cabello.

La peor experiencia es el Bluebell. A mí me encanta el aroma de la campanilla azul. En casa de mi madre a veces asomaban en el jardín para la primavera, pero esta colonia huele a aerosol y me provocó un ataque de alergia tan fuerte que devino en ataque de pánico.



Conclusión, Yardley e quedó en el siglo pasado, las reformulas de su nueva administración son malas copias. No he probado otros productos, pero me imagino (espero) que no hayan echado a perder los jabones.

¿Usaron Yardley alguna vez? ¿Han notado la diferencia entre los perfumes antiguos y los de este siglo?

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