miércoles, 5 de septiembre de 2018

Moda, cine retro y mis memorias de una Latina del Ayer (1977)



Comencé con la vinculación entre el cine retro, la era de nostalgia y la moda y devine en mis propios recuerdos de lo que vi como Latina del Ayer en Nueva York. Algo legitimo puesto que los latinos,  entonces y ahora, somos una minoría predominante en este país. Pero volver los ojos a los 70, especialmente a su últimos años,  también  refleja la llegada a nuestros países latinos de estas tendencias nostálgicas.

En septiembre de 1976, ingresé a una escuela judía, Ezra Academy of Queens, entonces en Richmond Hill. Esta medida afectó totalmente nuestra vida familiar, nuestra existencia diaria, nuestras costumbres, nuestra dieta y hasta nuestras maneras de vestir. En Ezra, ni alumnas ni maestras podíamos usar pantalones. Para ir a la sinagoga, mi madre también tuvo que desterrar sus pantalones. La necesidad de usar faldas y vestidos nos obligó a enfocarnos más en modas retro, lo que sería una causa de gran alegría para mí.

El cine de 1977 seguía en su empeño de retratar tiempos y vestuario pasados. Ese fue el año de la controversial “Julia” que obtuvo tres estatuillas de la Academia. Ninguna por diseño de moda, a pesar de que Anthea Sylbert estaría nominada tanto a un Oscar como a un Bafta en esa categoría. Se lo merecía, porque Jane Fonda encarnando a Lillian Hellman,  en una aventura que la lleva a Austria y a la Alemania Nazi,  lució un vestuario espectacular.


Theodora van Ranke fue otra nominada por los Bafta por el vestuario que diseñó para otro fracaso de Liza Minelli. A  “New York, New York” no la salvó ni De Niro interpretando a un musico del Be-bop en la posguerra neoyorquina, ni los preciosos vestidos de Liza.

El diseño de vestuario que realmente dejaba el ojo cuadrado fue el  de la adaptación de  The Other Side of Midnight. Yo había leído  esta novela de Sydney Sheldon, en forma serial cuando la publicó Cosmopolitan en español, pero nunca me imaginé que pudiera quedarles tan fastuosa la historia de una chica seducida y abandonada en el Paris Ocupado, que años más tarde busca vengarse de su seductor y acaba matando a la inocente esposa de este.  


Marie France Pisiere deslumbraba en un vestuario paralizante como la vengativa Noelle, pero Susan Sarandon como su ingenua rival tampoco se le quedó atrás.

La televisión estadounidense seguía enfocada en personajes carismáticos de su historia reciente. Jane Alexander y Edward Herrmann retomaron sus roles de Eleanor y Franklin Roosevelt, para una secuela que ahora cubriría sus años en La Casa Blanca. Treinta años antes de Leonardo Di Caprio, Tommy Lee Jones fue “The Amazing Howard Hughes”.  Siempre en el tema de la Segunda Guerra Mundial,  Peter Strauss (Slurp) dio vida a “Young Joe, The Forgotten Kennedy”, el hermano mayor de John y Robert Kennedy que murió en la guerra.


Pero la televisión no vivía de héroes sino del glamour del pasado. Serian las adaptaciones literarias de bestsellers (o lo que en mi escuela llamábamos Jewish Trash “basura judía”) las que encabezarían los ratings. Realmente la pulp fiction judía vendía (hey, todavía creo que eran cien veces mejores que las 50 sombras). Sobre todo esas mini sagas que abarcaban décadas (de preferencia 30s y 40s).

Si en pantalla grande, las heroínas de Sídney Sheldon capturaban la imaginación de los modistos, en televisión ese año,  Harold Robbins y Norman Bogner  aportarían su dosis de Brooklyn Porn (no se asusten, eran prácticamente inocente en pantalla,  no así en las páginas de las ediciones de bolsillo) con las adaptaciones de sus respectivas 79 Park Avenue y Seventh Avenue. La primera era un estudio de la prostitución en las altas esferas de Manhattan, La otra un bildungsroman sobre un chico judío que escala socialmente el mundo de la costura neoyorquino.

Con estas miniseries  iniciaría la rivalidad de Lesley Anne Warren y Jane Seymour, ambas candidatas al titulo de Reinas de las Miniseries de los 80s. Warren fue la que consiguió más fama ganando un Globo de Oro como Mejor Actriz Dramática gracias a su interpretación de Marianne,  una chica inocente de los 30,  que después de ser violada por su padrastro,  se convierte en una refinada madame.

Jane,  la de largos cabellos, en “Seventh Avenue” daba vida a Eva Gold, una diseñadora de modas que por dos décadas se involucra con todo tipo de hombre peligroso con trágicos resultados. No podría decir cual fue mejor o cual tuvo un vestuario más espectacular.

Con tanta inspiración los modistos seguían creando prendas de ensueño. Hasta estos gauchos de Ted Lapidus, fusionan un trend cómodo con  diáfanas muselinas y  románticos volantes.

Ungaro les va a túnicas largas de gasa estampada con blazers en tonos pastel que recuerdan la primera etapa de los 30.

St. Laurent,  después de probar con estilos rusos y chinos, volvía a la ropa delicada y romántica.

Aunque también escogía un estilo campesino, muy In ese año.

Halston marca la tendencia en vestidos de verano ese año, chiffon estampado, camiseros de seda, mucho vuelo, lazo, moño, y muy vaporosos siguiendo estilos veraniegos de los 40. 

Se pueden apreciar también en este comercial de medias Cameo.

Una amiga de ese tipo de vestido era La Mujer Maravilla. Diana Prince,  en 1977, se trasladó de la Segunda Guerra Mundial a la era contemporánea convirtiéndose no solo en la más badass de las series, sino también en la mejor vestida. Y no olvidemos que Lynda Cordova Carter, con una mamá mexicana, era toda una Latina del Ayer.

La sofisticación de la nostalgia estaba llegando a Latinoamérica. Onda Gatsby es el vestido que luce Helena Rojo en la cortina de “La Venganza” una de las cien versiones de Marimar.

También lo vemos en la modelo brasileña Isis de Oliveira.

Otro estilo que llega rápido a América Latina son los tailleur de tres piezas con un chaleco bajo el blazer una variación del típico traje sastre de líneas severas muy al estilo de los 40. Aquí vemos de nuevo a Helena Rojo en “La Venganza” en un tres piezas (pido disculpa por la pésima calidad de las fotos, pero las extraje de videos antiguos).

Si ese traje tenia una falda acampanada, este que luce Pierina España en “La Hija de Juana Crespo” (Venezuela, 1977)es de línea más recta, pero también de los 40. El look del Puma Rodríguez si que no sé en que época situarlo.

Este vestido de una revista argentina sigue las líneas retro-románticas de moda en Europa.

En cambio, en Chile, a juzgar por la portada de esta Paula del 77, la moda se asocia con trajes flotantes de estilo artesanal y confeccionados en algodones, estopilla  y otras telas ligeras.

Una latina que si sabe lo que es ser el último grito de la moda es Bianca Jagger. Aquí en un vestido de coctel de lamé muy en la onda retro y en compañía de Halston su diseñador favorito.

Bianca luciendo una capelina de piel de zorro diseñada por Dior. Un detalle  negativo de la onda retro será el renacimiento de las pieles como parte del vestuario.

Aquí cierro mis recuerdos del  retro 1977 con este muestrario de modas filmado en Barcelona.


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