De todas los
perfumes legendarios, Caron era uno que no podía reseñar. La mayoría de sus
productos ya no existen y los que perduran son muy caros. En esta última Janucá,
mi hermano me sorprendió regalándome un perfume
Caron, uno que nos remontó a nuestra infancia. Ahora por fin, puedo compartir
con ustedes la historia de amor de Caron, amor por el perfume y el romance platónico
que dio fama a tan importante marca.
A fines del siglo
XIX, Anne Marie Caron estaba a cargo de una poco conocida perfumería llamada
Maison Emilia. Fue en 1904 que se las vendió a Los Hermanos Daltroff quienes, encantados con el apellido de Madame Caron,
decidieron hacerlo famoso. Se dice que escogieron “Caron” por ser corto, fácil
de recordar y de pronunciar en distintos idiomas. En realidad, en una Francia
recién salida del Affaire Dreyfuss, Daltroff sonaba extranjero y judío, ambos
membretes peligrosos. Caron era más francés.
Ernst Daltroff
era un viajero infatigable, y químico de profesión. Su amor por el perfume se
lo había inculcado su madre y este amor lo llevó a visualizar la perfumería de
La Rue de la Paix como una fuente de celebres fragancias. No contó con mucha
suerte al comienzo, y sus primeros productos
no tuvieron éxito.
Todo cambiaria en
1906, cuando conoció a una costurera belga
llamada Felicie Wanpouille. No sabemos si fue amor a primera vista, pero para Ernest
ella seria su musa, su inspiración y su más importante colaboradora. Bajo la influencia
de Felicie, Daltroff crearía aromas hasta hoy famosos. Ella, por su lado, diseñó
preciosos frascos y se encargó de la publicidad.
En un mundo en el
que imperaban los refinados perfumes de Guerlain y Worth, la Casa Caron se
atrevía a ser revolucionaria y moderna. Su primer exitazo fue el, hoy legendario, Narcisse Noir (1911). Recordarán los
admiradores de Sunset Boulevard que es el perfume que usa Gloria Swanson
en su última y mejor interpretación de una reclusa estrella del cine silente.
Sin embargo, Noir
fue llevado a la fama por la novelista inglesa Rumer Godden. en su novela Black Narcissus. Los que hayan
visto el filme o la miniserie recordarán como este perfume tan afrodisiaco
enloquece las hormonas de una comunidad de monjitas en una villa perdida en Los
Himalayas.
En medio de la
Primera Guerra Mundial, Daltroff crea un
perfume, N’Aimez que Moi (No ames más que a mi) para que las mujeres recuerden
a sus hombres en el frente de batalla. La posguerra y los Años 20 traerán
perfumes con nombres modernos y osados como Tabac Blond que celebra a la mujer fumadora
y En Avión que homenajea a las pioneras de la aviación. Para 1923, la firma Caron
ya ha cruzado el Atlántico y abierto una tienda en la Quinta Avenida.
Entremedio se
crean perfumes hoy clásicos como Nuit de Noel y Bellodgia. En 1933, debuta el delicioso Fleur de Rocaille (flores
del arroyo) que el protagonista de Perfume de Mujer reconoce en la maestra
que atrae su atención al final del filme.
La mancuerna
Daltroff-Wanpouille no solo sirve a un público femenino. En 1934, la nariz Daltroff trae al mercado Pour un
Homme. Pero en 1939, Ernest Daltroff toma conciencia de que se avecinan tiempos
peligrosos, más para los judíos como él.
Emigra a Nueva York donde fallecerá en 1941.
Antes ha tenido
la previsión de poner su firma a nombre de Felicie. Ella y su esposo, Jean
Bergaud, lucharán durante la Ocupación
para mantener abierta la tienda. En 1941 , los alemanes casi se apoderan de Caron
y durante todo el conflicto, la perfumería estará sometida a altos impuestos.
Caron sobrevive a
la Ocupación y Felicie Wanpouille seguirá al timón hasta 1962. Desde entonces
ha pasado por muchas manos (Revillon, Piver) hoy es parte del Grupo Cattleya (perteneciente
a Los Rothschild) . No me he molestado en darles las fórmulas, porque lo que
van a encontrar en el mercado son refórmulas de refórmulas. Por ejemplo, todo
el contenido erótico del primer Narciso Negro ahora se limita a mucho azahar
como si fuese un bouquet de novias.
Hay un solo perfume
Caron que nunca ha sido reformulado. Aunque salió a la venta en 1941, se le adjudica
a la nariz de Ernst Daltroff, por lo que puede que haya dejado la fórmula con
su musa antes de partir al exilio. Royal Bain es un producto simpático. Viene
en un envase que simula una botella de champagne y su nombre puede deberse a la
leyenda que las grandes cortesanas, amantes de reyes, se bañaban o las bañaban
en Dom Perignon.
A pesar del
distinguido nombre, Royal Bain nunca fue un perfume caro. No se le tomaba muy
en serio y en mi casa se compraba para bañar a los peques. ¡De veras! Recuerdo
haber tenido cinco o seis años ( mi hermano dos menos) y estar en la tina para
el baño nocturno viendo como nuestra Nana Yolita derramaba lentamente la botella
en el agua. Aunque ya éramos tan sofisticados que habíamos probado champaña,
algo había dentro del frasco que provocaba que la tina se llenase de espuma
como si hubiese la Nana ns hubiese
vaciado encimaun botellón de Valdivieso, entonces el mejor champagne chileno.
Todavía nos
recuerdo pataleando en el agua y gritando “¡Échale más Champagne , Nana, que
queremos emborracharnos!” Realmente creíamos
que era un licor. Solo descubrí que su contenido alcohólico ni era champaña ni
era sabroso, el día en que me atreví a
probar el perfume y me quemé la lengua.
Cuando decidí
reabrir el 2024 en Latinas de ayer con mi historia de perfumes, busqué en varios sitios alguna fragancia Caron
que no asaltase el bolsillo. Las pocas todavía en el mercado cuestan más de
cien dólares. Pero encontré una ganga en un frasco de Royal Bain ($32). Se lo
mencioné a mi hermano que lo incluyó en sus ocho regalos de Janucá.
Cuando llegó me
sorprendió lo pequeña que era la botella. Mi segunda sorpresa fue más
importante. Me esperaba una colonia para baño, algo cítrico como Jean Naté. No
fue así. El momento que lo olí me
embargó el perfume de lilas. Después de la gardenia, la lila es la flor que
despide el olor más delicado del reino vegetal. Desde que Alyssa Ashley dejase
de producir sus fragancias florales que me he embarcado en una búsqueda de un buen
perfume de lilas. Fracaso total. Lo último fue la adquisición de un frasco de Pacifica
que prometía el olor deseado y que no cumplía con su promesa.
En las primaveras
de mi infancia había casas, entre los Poniente y Oriente de Viña del Mar, cuyas rejas se cubrían de lilas blancas y moradas.
Caminar por esas calles, rumbo a la escuela o a la playa, era deslizarse por un paraíso oloroso. Cuando
en mi octavo cumpleaños me regalaron Bajo las lilas supe inmediatamente porque
Louisa May Alcott había escogido esas flores para su título. Para resumir, Royal Bain de Caron es vivir ‘Bajo las lilas’.
De alguna manera esta botellita tiene la cualidad proustiana de remontarme a
una infancia que fue la época más feliz
de mi vida.
La nota final la
ponen ustedes. Si prefieren perfumes de alto precio, algún clásico de Caron puede
ser una elección sensata. Inclusive en sus nuevas fórmulas siguen siendo muy
refinados. Si quieren conocer el verdadero perfume de lilas a un precio
razonable, váyanse por el Royal Bain.
Sabes que no creo nunca haber olido esta fragancia. Me parece muy interesante la historia detrás de la marca. Me pregunto que pensaría Caron de la comercialización de su apellido por parte de los hermanos Daltroff. Es fascinante como marcas, que ahora se nos hacen tan comunes, conocidas y 'corporativas' (mala palabra) como por ejemplo Chanel y Halston, tuvieron su origen en seres de carne y hueso y por lo general, con historias fascinantes.
ResponderEliminarYa que tienes Apple, veamos The New Look quiero ver como tratan a Chanel. No te recomiendo la serie Halston de netflix porque es sórdida. Cuando chica, Royal Bain estaba en la sección de colonias, no la de perfumes y hoy cuesta un ojo de la cara. Se pueden pedir por Amazon o directamente a la tienda Caron-en-linea, pero son de precios exorbitantes.
EliminarGracias por ser un faro de claridad en un mar de información confusa. ¡Tu artículo nos guía con seguridad!
ResponderEliminarGracias Casinia, un abrazo
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