¿Qué mujer no ha
usado algún cosmético de Elizabeth Arden? Todas conocemos esa marca. Algunas sabemos que
fue una de las pioneras de la cosmetología, pero, aunque su nombre vaya
asociado con muchos perfumes famosos, gran parte de estas fragancias nacieron
cuando ya Arden había fallecido. Una excepción es el icónico Blue Grass que fue
apreciado aun por las mujeres de la Alemania nazi.
Florence
Nightingale Graham nació en 1881, en la granja que sus padres tenían en Ontario,
Canadá. Gracias al apoyo monetario de
una tía, pudo estudiar y seguir una carrera en enfermería en Toronto. No
deseando seguir los pasos de su tocaya,
abandonó sus estudios y se trasladó a Manhattan donde comenzó a trabajar en una
compañía farmacéutica.
A pesar de ser
una simple secretaria, Florence era independiente, una militante del movimiento
sufragista y tenía ambiciones. Mas se la pasaba en los laboratorio de la
compañía que en las oficinas. Estaba interesada en productos de belleza como
cremas para la piel. Gracias a sus
conocimientos en química adquiridos en sus estudios de enfermería y a su tiempo
en los laboratorios se sintió capacitada para abrir su propio negocio en 1909
en sociedad con una amiga, Elizabeth
Hubbard.
Para ahorrar en
el dinero que costaba ponerle un nombre largo a la firma, Florence comenzó a
llamarse también “Elizabeth”. El Arden lo sacó de “Enoch Arden” un poema de Lord
Tennyson. La sociedad entre las Elizabeth
solo duró unos meses. En 1910, Arden abría el primero de sus salones, llamado
Red Door (Puerta Roja).
En 1912, Elizabet
fue a Paris a estudiar los últimos adelantos en el mundo de la cosmetología. Regresada
a Estados Unidos, comenzaría a abrir salones en ambas costas y a emplear a gran
cantidad de personas. Uno de sus empleados, Thomas Jenkins, se convertiría en
su primer marido. En 1922 Elizabeth
Arden abriría su primer salón en París, lo seguirían locales parecidos en mucha
capitales europeas. Era reconocida tanto en su país como en el extranjero por
productos que incluían rubor para mejillas y pintalabios.
Arden había
superado sus prejuicios por estos productos. No solo los fabricaba, sino que también
cambiaba la mentalidad de la gente sobre los cosméticos demostrando que no eran
únicamente para prostitutas. La carrera de Elizabeth Arden la convertiría en
millonaria casi tanto como a su gran rival Helena Rubinstein. El gobierno
francés le concedió su máxima distinción: La Legion d’Honneur. En 1935 se divorció y en
1990 se casó con un príncipe ruso. Su segundo matrimonio duró menos que el
primero.
Arden no necesitaba hombres, tenía dinero e independencia para vivir como le pegaba la gana. A pesar de ser de mentalidad conservadora (era Republicana) no temia innovar su negocio. Fue ella quien impuso en sus salones las muestras gratis de cosméticos que sus empleados aplicaban a las clientas. En 1930 creaba la famosa crema hidratante de las 8 horas usada por miembros de la realeza desde la inolvidable Isabel II hasta su nuera Diana de Gales.
Si te has dado el trabajo de leer el repulsivo En la Sombra (Spare) sabrás que Diana la usaba para proteger us labios y que su hijito menos la usó para proteger sus partes nobles cuando el frio del Polo Norte las congeló. Mira hasta donde ha llegado el producto Arden.
En 1934, en Maine, abría el primer spa de belleza en suelo estadounidense. En 1956 abría su primer salón de belleza para caballeros. Fue así como amasó una fortuna que poseía hasta el momento de su muerte, debida un paro cardiaco, en 1966. Desde entonces la firma Elizabeth Arden Inc. Ha pasado por muchas manos y desde el 2016 es parte del Emporio Revlon.
Acabo así una
biografía rápida de Elizabeth Arden y me enfoco en su perfumería y
principalmente su producto más famoso hasta hoy: Blue Grass. Arden se inició en
la perfumería en 1917 con un agua de colonia de base de geranio. En los Años 20
creó un par de perfumes que pasaron sin pena ni gloria tales como el Valencia
de 1934. Su fama llegaría en 1934 con su celebre Blue Grass.
Aparte de su
trabajo, Elizabeth Arden tenía una gran pasión: los caballos. Crió pura sangre y uno de ellos,
Jet Pilot, ganó el Derby de Kentucky en
1947. Blue Grass (Pasto azul) es una zona de Kentucky donde se cultivan
praderas de un pasto tan especial que es del que alimentan a los futuros
campeones equinos.
La versión
original de Blue Grass (la nariz pertenece a George Fuchs) que probé del
tocador de mi madre era muy común y silvestre, pero fue un triunfo en el
mercado hasta entonces dominado por productos franceses. Elizabeth Arden, ante tanto entusiasmo haría
que sus laboratorios produjesen—hasta la Segunda Guerra Mundial—
fragancias anuales como Night and Day (1935) inspirado en la canción de Cole
Porter; Cupid’s Breath (1936) y On Dit (1937).
En 1938 sacó al
mercado dos perfumes florales: Carnation con base de clavel; y Ciclamen que venía
en una botellita en forma de abanico. En 1939 cerraba la última década de la
paz con Mille Fleurs e It’s You. Estos perfumes
durarían en el mercado por varias décadas.
Sabido es que en
el Tercer Reich se miraban muy mal los cosméticos femeninos y se prohibían los
perfumes extranjeros. Aun así, las mujeres de los altos jerarcas nazis, incluso
Eva Braun, gustaban de la cosmetología de Elizabeth Arden. Los productos Arden se
importaron en Alemania hasta la entrada de Usa al conflicto mundial. Se sabe
que el perfume favorito de Magda Goebbels era un aroma de Elizabeth Arden. ¿Podría
haber sido Blue Grass?
Lo sorprendente de
Blue Grass era que no era sorprendente. Recuerdo que la formula original
consistía en lavanda con toques cítricos, típica colonia barata y sin embargo
hasta la muerte de la cosmetóloga, fue su perfume más celebre. Siguió siéndolo
incluso después de fallecida Elizabeth Arden. Los nuevos y numerosos dueños prestaron
poca atención a ese aspecto del negocio.
Las cosas cambiaron en 1987 cuando Arden. inc. fue incorporada al emporio Fabergé que sería su dueño hasta el 2016. Fue a fines de los 80 cuando en Faberge se volcaron a la perfumería creando fragancias que hoy asociamos con el nombre Elizabeth Arden. El primero fue el icónico Red Door, creado por el combo de Carlos Benaim y Oliver Guillotin, que a fines del año pasado integré a mi colección.
Me ha ocurrido
algo extraño con este perfume. Cuando lo olí por primera vez me resultó cálido,
pero suave con su combinación de flores y frutas con un toque de anís. Hoy
encuentro que la reformula es estrictamente maderera, con hincapié en las notas
bajas de cedro, sándalo, y ámbar. Una particularidad de este perfume es
su envase con un diseño de una puerta roja dentro de la botella, aunque yo prefiero
el gorrito rojo y redondo de la miniatura que uso este invierno.
Ese mismo año de
1989, se realizó una reformula de Blue Grass que yo considero superior a la
original. Se le ha quitado lo cítrico y a la nota alta de lavanda se le han
agregado fragancias (geranio y laurel) que acercan al perfume al olor de las
yerbas de su nombre, alejándola del espectro de las aguas de colonia.
Tanto la
reformula como Red Door fueron tan exitosos que Faberge continúo creando
perfumes bajo el paraguas de Arden Inc. En 1993, David Apel prestó su nariz
para Sunflower, uno de los perfumes Arden más vendidos. Se trata de la
combinación de siempre: flores, frutas y maderas finas. Nada muy espectacular.
Diferente es el
caso de 5th Avenue, el aroma más sofisticado de la firma. En un elegante
envase, Anne Gotlieb, en 1996, encerró los aromas más perfectos: Lila, tilo,
rosa búlgara, clavo y nuez moscada para hacer un perfume que abarcase el glamur
del Mid-Manhattan.
En 1998, James
Krivda crea Splendor en el cual se entremezclan maderas con frutas como piña y
manzana con delicados olores florales de jacinto, fresia y wisteria (glicina). Una
novedad es que en su corazón Krivda incluyó esencia de te casi imperceptible.
El té se convertiría en el ingrediente principal de la que hoy es la fragancia más
asociada por las nuevas generaciones al nombre Elizabeth Garden.
Green Tea cierra
con broche de oro el Siglo XX y como corresponde, pone de moda una bebida que todo Millenial y
hasta los más viejitos conocemos y disfrutamos: el matcha. Del Lejano Oriente
nos llega el té verde ,muy refrescante, ¿pero a quien se le ha ocurrido
convertirlo en perfume? pues al armenio Francis
Kurdjan.
Voy a ser franca,
a mí no me enloquece el Green Tea, pero es innegable su originalidad. Sus notas
altas contienen un alto grado de cítrico mentolado al que se le ha agregado
ruibarbo. ¿Se imaginan? No para ahí la
cosa. Las notas bajas contienen él té verde y apio. Apio y ruibarbo dentro de
un bol de té verde crean una ensalada de olores a los que se les agrega un
punto medio de clavel que ayuda a que parezca perfume y no verdulería.
Green Tea es
idóneo para noches de verano sin aire acondicionado. Rociarlo en las sábanas
refresca, pero hay que tomarlo con cuidado porque si se le irrespeta puede
convertirse en un olor pungente que desagrada. A mi en una ocasión en que lo
rocié en el interior de un bolso de cuero se me volvió olor a …¡Parmesano! En
serio, por eso hay que tratarlo con respeto.
Conscientes de su
potencial y peligro tanto Faberge como Revlon se la han pasado este siglo
elaborando variedades del Green Tea. En este momento en el mercado (y el
supermercado) puedes encontrar la combinaciones más fascinantes de Green Tea y
otros ingredientes como granada, flor de loto, lavanda y durazno.
El Siglo 21 ha
sido el espacio donde más celebridad han adquirido los perfumes Arden . Tanto
que a comienzos del Tercer Milenio el rostro de la compañía fue Catherine
Zeta-Jones en la cúspide de su fama. A ver si Wednesday Addams puede competir
en eso con su celebre mamá.
En vida,
Elizabeth Arden no le prestó mucho interés a la perfumería, pero hoy su nombre
se asocia con fragancias exóticas y novedosas que apelan al gusto de mujeres de
todas las edades y que acompañan en cada estación y ocasión. ¿Cuál es tu Arden
favorito?
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