De mi lista de novias
de Los 70 se me quedó mi vestido favorito (junto con el de la Princesa Ana), el
de una pobre niña rica que pasó a ser baronesa. Isabel Goldsmith era hija del último
aventurero judío, el millonario-playboy
Sir James Goldsmith, pero por parte de la madre que no conoció, era nieta y bisnieta de dos de los hombres más
ricos del mundo. Hombres oriundos de un lugar que el empingorotado Jet Set
europeo ni sabía dónde quedaba. Hora es de hablar de las Isabeles y de Los Patiño,
los Reyes del Estaño boliviano.
Los Rastacuero
Bolivianos
En Cochabamba,
allá en el Altiplano boliviano, nacía a mediados del Siglo XIX Simón Iturri
Patiño. Como todo ser legendario colaboró en su propio mito contando que era
hijo de un inmigrante vasco, que había sido educado en buenos colegios, etc. La
verdad es que era hijo de madre soltera, que el Iturri se lo sacó de la manga, y que su madre posiblemente fuese mestiza.
Volvemos a
encontrar a Simón en la zona minera en una época en que toda la minería de
America del Sur estaba en manos extranjeras. El primer Patiño trabajaba para la
empresa americana Fricke y estaba encargado de la cantina de un campamento
minero. Un día, como pago, le cedieron un lado de una montaña. Los patrones no
estaban contentos. Le cobraron a Patiño el dinero que les debía el deudor y
para añadir insulto sobre la injuria, le “regalaron” la inhóspita ladera.
Patiño no se
amilanó. Se consiguió unos mineros y unas mulas y estuvo cavado y cavando hasta
que en 1900 descubrió la veta más rica de estaño del país. La llamaría “La
Salvadora”. A Patiño no le bastaba ser rico, quería más. Comenzó a adueñarse de
otros yacimientos de la región sobre todo los que estaban en manos chilenas.
Se fue a Chile a especular secretamente en la
Bolsa de Valores de Santiago. Con suerte y astucia, Patiño se adueñó de
acciones de minas chilenas en Bolivia. Descaradamente, llamó a su maniobra una
“nacionalización” del producto boliviano, pero el único beneficiado era él. Temía
tantas minas que creó una línea de ferrocarril para navegar entre ellas. De esa
forma se convirtió en el hombre más rico de su país.
Para 1912, a este
millonario, Bolivia le parecía muy provinciana. Se llevó a su familia a Paris a
vivir, usando el apelativo de Unamuno, como el “rastacuero” que era. Patiño y
su humilde esposa tuvieron cinco hijos. De René se sabe poco, las tres hijas hicieron
estupendos matrimonios. La mayor se casó con un diplomático boliviano que
fungió como embajador del país andino; la segunda se convirtió en Marquesa del Mérito;
y Luzmila, la pequeña, se casó con un conde, , primo del Príncipe Rainiero de Mónaco,
pero el enlace más rimbombante lo hizo Antenor, el hijo predilecto y sucesor
del Rey del Estaño.
Fue en 1931, que
Antenor, como en la mejor telenovela, se compró una esposa. Maria Cristina de Borbón y Bosch-Labrus.
Grande de España y de sangre azul no era el tipo de mujer que se casase con un
mercader por muy rey del estaño que fuese, pero parece que el Duque de Dúrcal
andaba necesitado de dinero y vendió a su hija de diecisiete años a Patiño que le
doblaba la edad a la novia.
Me detengo a
hablar del pedigrí de los Duques de Dúrcal. El Rey Alfonso XII le dio el ducado
a su primo Pedro de Alcántara, hijo de “La Infanta Boba”, Maria Cristina de Borbón,
nieta del rey Carlos IV y emparentada por vía paterna con el Reino de Nápoles y
las Dos Sicilias. El padre de Don Pedro era el Infante Gabriel de Borbón-Braganza,
nieto del rey Juan IV de Portugal y
primo del Emperador de Brasil. Fue un coctel potente el unir la vigorosa sangre
aimara de los Patiño con la azul de los Borbones. El producto seria dos hijas :
Maria Cristina y Maria Isabel.
Maria Cristina de Borbón y Bosch-Labrus
El nacimiento de
las niñas no hizo florecer el amor entre Los Patiño-Borbón. Doña Cristina, que no era, tonta, comenzó una serie de juicios empeñada
en divorciarse de su multimillonario esposo. Es que la fortuna Patiño
aumentaba. El viejo Simón estaba anclado en París. Los médicos le habían prohibido
volver al altiplano debido a una afección cardiaca, pero su hijo había salido
tan habilidoso que para 1931 cuando se casó con su duquesa, Los Patiño eran
dueños de refinerías en Inglaterra y minas en el suroeste de Asia.
Durante la
Segunda Guerra Mundial, Los Patiño se congraciaron con el mundo libre,
vendiéndole toda su producción minera a Los Aliados. Con eso intentaban borrar
los abusos que cometían contra sus empleados que culminarían en la masacre
minera de Catavi en 1942. El Jet Set, ignorante de esos hechos, abrazó a Los Patiño que se instalaron casi definitivamente
en Europa.
Consideradas
parte del mundo de ricos y famosos, se esperaba que María Cristina y Maria Isabel
contrajesen nupcias con hombres dignos de su fortuna. Maria Cristina se casaría
tres veces, la primera fue con el príncipe de Beauvau-Craon. ¿Con quién se
casaría su hermana menor?
La Love Story
de Isabel Patiño
Criada de manera
sobreprotegida, Maria Isabel celebra su puesta de largo a los 17 años. Es la
primera vez que es tratada como adulta y puede compartir con jóvenes de su
edad. Uno de ellos es James Goldsmith . Será amor a primera vista para ambos. Para
saber quién es James Goldsmith debemos remontarnos al Frankfurt dieciochesco
donde los judíos siguen viviendo en un ghetto. Ahí es donde dos familias , los Rothschild
y los Goldschild se alían en negocios y en matrimonios.
Acabado el
oscurantismo, cuando se abren las puertas del ghetto, ambas familias siguen casándose
entre sí y manejando empresas en Alemania y Francia. Un disidente es Arthur
Goldschild. Reinventa su apellido y se marcha a la progresista Inglaterra
victoriana. Allá hará carrera en el ejército y en la política. La Gran Guerra lo encuentra convertido en el
Mayor Goldsmith, miembro del Parlamento.
La Primera Guerra
Mundial, donde sirve con distinción, lo
enfrenta a una xenofobia anti-germana. Se marcha a Francia, donde se casa con
una dama francesa. Para cuando nace su hijo James (1933), Arthur es el dueño de un consorcio hotelero en
el país galo. La invasión alemana, obliga a los Goldsmith a huir con lo puesto.
Recalan en Las Bahamas.
Para entonces,
James, el hijo menor, ya tiene una reputación. Cuando descubren que
la dislexia le impide leer bien, el pequeño anuncia que algún día será
millonario y pagará para que le lean. Mientras eso sucede, el padre lo envía a estudiar al Canadá. James
monta un pequeño negocio atrapando animalitos a los que vende por el valor de
sus pieles. Un par de armiños, le permiten huir de la escuela, costearse el
pasaje a Nueva York e instalarse en el Waldorf Astoria a esperar las navidades.
Es algo digno de Home Alone.
Jimmy, su hermano mayor y su madre
James es entonces
enviado a Eton con la esperanza de que se convierta en un caballero inglés y
haga buenos contactos. El adolescente aprovecha de escaparse para ir a apostar
en las carreras de caballo. Pronto tiene una mediana fortuna y ya no le interesa
seguir en escuelas de niños. Antes de irse, les planta un discurso a sus
compañeros: “ un hombre de mis medios no
puede gastar tiempo en escuelitas”.
James usa su
dinero para asociarse con su hermano mayor en negocios de alimentos y
medicamentos. Con el tiempo, perderá
fortunas y hará fortunas. Ese es el hombre que roba el corazón de la heredera
del estaño. Isabel es una adolescente, pero sabe lo quiere y quiere a James.
Este se presenta ante Antenor Patiño a pedir la mano de Isabel. La respuesta
encierra toda la arrogancia del multimillonario. “En nuestra familia no se acostumbra
a casarse con judíos” y la respuesta encierra la arrogancia del futuro
millonario. “No importa. Yo no acostumbro a casarme con indios”.
Obvio que tales
palabras no le granjean la simpatía del suegro. La cigüeña revolotea alrededor
del tejado de los Patiño. Antenor decide ocultar a su hija en Marruecos y
ocultar así su vergüenza. Amenaza a James con demandarlo por estupro. La
repuesta de los novios es huir a Escocia que por siglos ha dado refugio a
parejas en sus circunstancias.
Para poder
casarse, la ley escocesa exige dos semanas
de residencia. En lo que esperan los novios, Antenor y un batallón de abogados
llega a Kelso. Isabel es firme. No quiere ser madre soltera, no quiere separarse
de James, su padre no podrá separarlos. Patiño y sus abogados se marchan con el
rabo entre las piernas. Isabel y James se casan en un registro civil de
Edimburgo, sin banquete, sin vestido de
novia, sin parientes ni amigos, pero con mucho amor. Es una Love Story al
revés, donde el Ceniciento es el novio.
Los recién casados
se instalan en Paris a esperar el nacimiento de su hijo. Una noche, en el séptimo mes de embarazo, Isabel se va a
dormir y no despierta… La llevan de urgencia a la Clínica Hartmann. Ha sufrido
una inexplicable hemorragia cerebral, la declaran muerta. Ahí entra el poder monetario
de Los Patiño. Exigen de los médicos algo inaudito. Mantener viva artificialmente
a la madre el tiempo suficiente para practicarle una cesárea. Así nace Isabel
Goldsmith Patiño. Así muere su madre, como la Jenny de Love Story, en el
umbral de la felicidad plena.
Quien queda como
el Oliver de la novela de Eric Segal, es James. Desolado, nunca superará su
perdida. se convertirá en multimillonario, se casará dos veces más, tendrá
hijos con diversas mujeres, pero nunca volverá a ser el mismo. Parte de él
estará enterrado con su Princesa del Estaño.
Pobre Niña
Rica
James instala una
nursery gigante en su pent-house parisino, contrata dos nanas para cuidar de su
hija, pero nunca se acercará a ella. Nunca le hablará, ni a las puertas de su
propia muerte, de Isabel. Cuando la suegra
que le gusta el litigio pretenda quitarle a la niña. James irá a tribunales y
ganará la causa, pero nunca le demostrará amor a Isabelita.
Años después, Isabel recordará que su infancia estuvo
marcada por el cariño que le brindaron sus abuelas, pro nunca le mencionaban a
la madre, y la indiferencia del padre la
traumatizó de por vida. Por seis años, James vive dedicado a hacer una fortuna,
no va a fiestas, su tristeza solo haya alivio en el trabajo. Se le llega a caer
el pelo del estrés. Cuando por fin retorna a la escena social es para casarse
de nuevo. Quizás para darle una madre a Isabel. La niña nunca sentirá a Ginette
como tal ni se acoplará a Manes y Alix, sus nuevos hermanitos.
Las malas lenguas
dicen que James no le es fiel a su esposa. Se habla incluso de amores con una
mujer casada, la Vizcondesa Althorp que en 1961 ha dado a luz a una hija,
Diana. Años más tarde cuando sea Princesa de Gales, Diana todavía oirá rumores
sobre su “verdadero padre”. ¿Será por eso que estará tan unida a Jemima, hija
que James tendrá con otra amante , Lady Anabel Vane-Tempest-Stuart, hija del Marques de Londonderry?
La que no está
unida a ninguno de sus hermanos legítimos o ilegítimos es Isabel, ni a Lady
Anabel que se convertirá en su segunda madrastra. Apenas tiene edad, la envían a uno de esos lúgubres internados
ingleses. Sale a los 18 años y su familia ofrece una fastuosa fiesta para
celebrar su entrada en sociedad. Notarán la similitud con la no mencionada
Maria Isabel. Porque Isabel hija también encontrará el amor en esa fiesta.
Se ha contratado
para cubrir el festejo al fotógrafo de moda. Arnaud de Rosnay pertenece a una antigua
familia de la nobleza. A sus 27 años se ha hecho famoso tanto por su fotografía
como por su afición a deportes de alto riesgo.
Arnaud se ha dedicado
a fotografiar desfiles de modelos y maniquíes. Su musa es la gran promesa Marisa
Berenson con quien comparte un linaje aristocrático y un sueño de hacerse
famosos en el mundo de la moda. Han tenido un romance de varios años y las fans
de Marisa, entre las que me cuento, sueñan
con verlos casados. Sueño que se desvanece apenas el Barón conoce a Isabel
Goldsmith.
Se repite la
historia, pero sin tintes de melodrama. Nadie se opone al romance, Isabel y
Arnaud tendrán casi un año de relaciones antes de encaminarse al altar. Esta
vez sí hay boda fastuosa. Isabel Goldsmith se casa a la edad que su madre tenía
cuando murió. Será en junio de 1973 que ascienda los escalones de la Basílica
de Santa Clotilde para convertirse en Baronesa de Rosnay. Le Tout Paris,
encabezado por los Duques de Windsor, se presenta al evento.
Los Duques de Windsor llegan a la boda de Isabel y Arnaud
Su abuelo ha
pagado por la boda, recepción y el
precioso vestido de Jean Louis Scherrer: un camisero de seda de estilo
eduardiano, muy en boga entonces peto también con toques de la Corte Valois. La
novia , como se usa entonces, prescinde del velo y adorna su cabello con
flores. Su peinado es Belle Epoque y su bouquet está compuesto de orquídeas. Arnaud
ha regalado a su nueva esposa una isla en la costa de Mozambique donde pasarán
la luna de miel.
La novia del brazo de su padre
De regreso a
Paris, Los Barones de Rosnay se convierten
en asiduos a eventos del jet set. No hay semana en que las revistas del corazón
no los fotografíen. . Arnaud se pone a manejar “Laurent” el nuevo restaurant de
el ahora Sir James Goldsmith. También vende casas en las propiedades mexicanas
de los Patiño, pero lo suyo son los deportes de riesgo.
Los Rosnay cuando eran reyes de la noche parisina
Deja su trabajo
de fotógrafo de Vogue y se dedica al surfismo. Su mujer parece que deja
de ir a fiestas. Ya no hay fotografías que recortar. para mi albúm En 1975 se divorcian. No
han tenido hijos.
Arte y el
Ecoturismo
En 1981, el Barón
se volvió a casar, tuvo una hija, Aliz, y encontró la muerte en 1984 practicando su
deporte favorito en el Estrecho de Formosa. Isabel no volvió a casarse. En una
entrevista al Daily News en el 2010, Isabel diría con amargura que Arnaud
la había dejado incapaz de casarse de nuevo. De hecho, lo que dice es más
fuerte : “me dejó sin ganas de vivir”. Cripticas palabras que pueden encerrar significados
horribles. Agregó a eso un “sería mejor amante yo que esposa”. Esto lo explicó
recordando que su padre era más cariñoso y atento con sus queridas que con sus mujeres
legitimas.
Isabel en Los 80
James Goldsmith, que siempre seria la gran influencia en la
vida de Isabel, murió en su granja de Marbella, atendido por dos de sus mujeres,
pero nunca compensó a su hija por su indiferencia. En su obituario, La Baronesa
Thatcher diría “no veremos a otro hombre como él”. Queda bien como epitafio del
Matarreyes, pero no de un buen padre.
Isabel llenó su vida de pobre niña rica con el
arte convirtiéndose en una infatigable coleccionista de obras prerrafaelistas y
simbolistas. Su mansión de Kensington en
Londres se volvió una especie de museo.
Antes de morir,
Antenor Patiño se desligó de Bolivia, trasladándose
a otro punto de America Latina, el estado de Colima en México. En Manzanillo,
construyó un consorcio hotelero llamado Las Hadas. Sir James Goldsmith, que parecía
vivir emulando a su ex suegro, también se trasladó a la costa del Pacifico mexicano donde adquirió propiedades que hoy maneja
su hija Alix.
Al morir Antenor,
Isabel recibió 50 millones de libras, 1 billón más al morir su padre. Además,
recibió de parte del abuelo Patiño, un gran sector playero en Jalisco. Ahí,
Isabel establecería su propio negocio hotelero que llamaría Las Alamandas.
Acercándose a sus
setenta años, la heredera hizo un recuento de su vida y descubrió su soledad y
como sobrinos desconocidos heredarían su fortuna. El año pasado comenzó a vender su colección de arte para invertir más en su imperio
ecoturístico porque está obsesionada con crear un espacio de placer y descanso
que no infrinja con el ecosistema de la región. En eso está ocupada Isabel Patiño
y esa será su herencia.
Desde FB de Ana Estelwen
ResponderEliminarMe da mucha pena la historia de Isabel y de su madre. Me recuerda a otras sagas familiares trágicas como los Kennedy o los Onassis, tan ricos como desgraciados, como si una maldición los hubiera tocado; definitivamente, por mucho que digan, el dinero no garantiza la felicidad.
Para Ana Estelwen muy buena comparación. Por eso hice esa pregunta, el dinero ayuda, pero no hace la felicidad. el dinero salvó a Isabel de morir con su madre. pero su vida ha sio tan triste y vacía.
EliminarDe Ana Estelwen
EliminarMe pregunto qué pasó entre ella y el marido que la dejó tan traumatizada como para quitarle las ganas de vivir y de volverse a enamorar.
Para Ana Estelwen Esa es mi gran duda, muchos misterios en esa familia. No creo que haya sido mal trato fisico, ni drogas o alcohol, porque el era muy deportista. A lo mejor como estaban de moda en ese entonces los swinger y el intercambio de parejas, puede que ella criada tan protegida y sin mundo haya quedado asqueada con el estilo de vida del marido y de la sociedad que frecuentaban, no sé. A ver si alguien cuenta algun día.
EliminarDesde FB de Norah Frías Muñoz
ResponderEliminarMuchísimas gracias querida amiga.
Interesantísimo...
Para Norah Frías-Muñoz Seguro que tu si conocías la historia de Los Patiño y de la fuga de la primera isabel. Es irónico que se sepa más de los muertos que de la Isabel viva.
EliminarDe Norah Frías-Muñoz
EliminarSi sabía algo, pero te confieso honradamente no me acordaba para nada, pero trataré de actualizar mis recuerdos pues el tema es fantástico!
Para Norah Frías-Muñoz Por favor lo que puedas aportar. Yo sabia de Simón Patiño porque lo menciona Eduardo Galeano, no recuerdo si en Las Venas Abiertas de Latinoamerica o Memoria de Fuego. Y cuando comencé a guardar fotos de isabel Goldsmith, que aparecía mucho en Vanidades, me enteré de las ciscunstancias de su nacimiento, pero sin grandes detalles. Es increible la cantidad de información que me llegó en mi infancia de las revistas de modas y del corazón. hoy no son tan proclives a informar como entonces.
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