martes, 25 de junio de 2019

Más allá de la Sissimania: Buscando a la verdadera Isabel de Baviera



En esta sección hemos ido desde autoras clásicas como Louisa May Alcott y Johanna Spiry a series de los 60, inspiradas por el éxito de ídolos de jovencitas como Marisol y Rocío Dúrcal, pero en ese tiempo una lectura favorita de las niñas hispanoparlantes era las aventuras de un personaje real, una mujer que vivió de lujos y desdichas hasta que un asesino acabó con su infelicidad. ¿Como es que la tragedia de la Emperatriz Sissi fue opacada por una serie de relatos falsos y azucarados que la convirtieron en una heroína de novela rosa? Para eso tenemos que conocer su verdadera historia.

Desde que tengo uso de razón que la Emperatriz de Austria-Hungría ha sido mi obsesión, aunque me tomaría una década enterarme de su verdadera historia. Hace un mes supe que planeaban una nueva serie de televisión basada en las novelas históricas de Allison Pataki. Cuando leí la descripción (“se le dará un toque moderno” “una mujer adelantada su época” “una mujer fuerte que abraza su poder”) me dio risa y pena. Más de un siglo después de su muerte y todavía no saben quién fue Isabel de Baviera, Emperatriz de Austria y Reina de Hungría. Por eso no miro con desprecio todos los previos intentos de convertirla en un iconosino feminista, femenino para niñas del siglo XX.


Isabel Amalia Eugenia nació en 1837 en Múnich, Baviera. Hija del Duque Maximiliano de Baviera y de la Princesa Ludovica hermana del Rey Ludwig I de Baviera, Isabel era de sangre real, aunque su padre no fuese rey. Sissi, como se la llamó desde su infancia, era hija de primos, ambos pertenecientes a la Familia Wittelsbach de gran linaje, pero reconocida por tener más locos en sus árboles genealógicos que los Targaryen
Isabel y su hermano

La “locura” de la familia de Sissi se manifestó en una crianza, entonces vista como excéntrica, de sus hijos. Maximiliano y su tribu residían en el campo, en Possenhoffen, Sissi, su hermano, y sus hermanas tenían una educación libre, sin ataduras ni protocolos, en contacto con la naturaleza y practicando deportes.

¿Hubo alguna vez un verdadero romance? 
A pesar de esta educación libre, la hermana mayor de Sisi, la Princesa Helena “Nene” fue considerada por su tía Sofia, Emperatriz de Austria, para esposa de su hijo. El joven emperador Francisco José era el hombre más poderoso de Europa y el soltero más cotizado de la realeza. La Duquesa Ludovika escoltó a Nene al encuentro con el ya su prometido al balneario de Bad Ischl. Sissi, que apenas contaba quince años, acompañó a su hermana, pero su presencia alteraría toda la dinámica matrimonial ya planeada.

Francisco José se enamoró a primera vista de la primita. La desdeñada Nene tuvo que hacerse a un lado.  Sisi estaba confundida, ella no quería casarse con nadie, pero sus padres, por muy liberales que fueran, no iban a despreciar la posibilidad de una de sus hijas convirtiéndose en emperatriz. El destino de Sissi se selló, sin importar su opinión. Entró a la historia y comenzó su calvario.




Lejos de su familia y de su hogar, Isabel se vio atrapada en un laberinto de deberes y reglas. El protocolo la sofocaba, su tía Sofía se volvió una suegra infernal. Sisi no encontraba apoyo en su marido, muy ocupado manejando un volátil imperio. Además, Sissi desde el inicio de su matrimonio mostró poco interés en sus deberes conyugales. Esta mujer bellísima nunca tuvo grandes pasiones ni fue un ente sexual. Eso para quienes se creen que tuvo amantes como el Conde Andrassy o Bay Middleton.
Vilma Degischer como Sof'ía en "Sissi" 

La suegra y los cortesanos se preocupaban por esta falta de interés de la joven Emperatriz, porque (y no se cansaban de repetírselo) la misión mayor de Sissi era dar un heredero al trono. Antes de cumplirse un año de la boda, Sissi daba a luz a la Archiduquesa Sofia Dorotea. Aunque su sexo fue una desilusión para todos, La Emperatriz Sofia se hizo cargo de su nieta, le dio su nombre y no consultó para nada a la joven madre ni le permitió darle pecho a la niña. Un año más tarde, el nacimiento de Gisela siguió las mismas pautas.

Agobiada por ceremonias y etiquetas incomprensibles para su espíritu libre, harta de las intromisiones de la suegra, y deprimida por la lejanía de sus hijas y de su familia. Sissi comenzó a sufrir problemas psicosomáticos que limitaban su existencia. Se le presentaban agudas jaquecas, una toz crónica y les tomó fobia a las escaleras.

Entre Libros y Anorexia
También mostraba señales de sufrir lo que hoy se conoce como desórdenes alimenticios. No comía, ayunaba, o solo se limitaba a beber jugo de carne o frutas. Se creía que lo hacía por temor a engordar, una obsesión moderna que parecía locura en una época en que las bellezas eran rollizas. Con el tiempo empezó a dar señales de bulimia. Se hartaba de comida que luego vomitaba. Incluso en su palacio se hizo construir escalas secretas que llevaban a la cocina, para poder bajar a escondidas a comer.

Pero que no se crea que la emperatriz era únicamente una histérica hipocondriaca. A su corta edad Sissi era una mujer culta e informada. Hablaba varios idiomas. Amaba la literatura tanto la antigua como la moderna y sus literatos favoritos iban desde Shakespeare hasta el poeta alemán Heinrich Heine. Su admiración por los clásicos griegos y su deseo de leerlos en el original la llevaron a agregar el griego a la lista de idiomas que hablaba y leía.

Su amor por la libertad y su desprecio por formulismos le otorgó fama de rebelde incluso en lo político. El imperio que gobernaba Francisco José estaba atestado de grupos étnicos y regiones que deseaban independizarse. Se sabe que Sissi abogó por los carbonari italianos (Toscana, Lombardía y el Véneto eran parte del imperio), pero su mayor batalla fue para conseguir el reconocimiento y empoderamiento de Hungría.

El Conde Andrassy

El pueblo magyar se había levantado en armas en 1848. La rebelión húngara fue cruelmente aplastada y sus líderes ejecutados. Algunos, como Lajos Kossuth y el Conde Gyula Andrassy, tuvieron que exiliarse. Desde entonces las relaciones entre Viena y Budapest eran frías y llenas de desconfianza por ambos lados. Fue en ese clima que Sissi le insistió a su marido que fueran en un tur imperial a Budapest.

En 1857, el tur inicio de manera promisoria. La Emperatriz se enamoró de Hungría, de sus costumbres y cultura. Las malas lenguas también dijeron que se había enamorado del Conde Andrassy que recientemente había regresado de su exilio. 
Sissi (Romy Schneider)  y Andrassy (Walter Reyer) 

Lo cierto es que Andrassy y la Emperatriz estarían unidos por una fuerte amistad hasta la muerte del Conde en 1890. Andrassy convirtió a Sissi en una devota de la causa húngara y la convenció de que Hungría debía tener autonomía sin dejar de ser parte del imperio.
Sissi (Cristiana Capotondi) y Andrassy (Fritz Karl)

El tur acabó de manera trágica. Sissi había insistido en que sus hijas la acompañasen. Era su manera de ejercer sus legítimos derechos de madre, pero en el viaje las niñas enfermaron. Deshidratada y con convulsiones, la pequeña Sofia murió. Sissi quedo devastada, se culpó de la muerte de su hija. Creyó que su suegra tenía razón y le entregó a Gisela, desligándose totalmente de la niña. Ni el nacimiento, un año más tarde, de Rodolfo, la haría recobrar el interés por sus hijos.
Sissi y sus hijos (1858)

Para el nacimiento de Rodolfo, ya era patente que la salud física y el estado mental de la emperatriz no eran buenos. Su negativa a comer la había debilitado. La toz crónica ya no era psicosomática y se habló de una incipiente tuberculosis. Le dijeron al emperador que en ese estado Sissi no podía embarazarse de nuevo. Comenzaría para la Emperatriz una serie de viajes, primero a Madeira y luego a Corfú, donde lejos del protocolo recobraría sus fuerzas, pero nacería en ella una determinación de no volver a someterse ni a su familia, ni a las reglas cortesanas.
Estatua de Sissi en Corfu

Mientras Sissi buscaba un escape a sus miedos y depresión, su imperio se veía vapuleado. En 1859, La Batalla de Solferino privaba a Austria de sus posesiones italianas. Siete años más tarde la unificación de Alemania llevaría a un conflicto entre Austria y Prusia en el que las fuerzas del Kaiser resultaron victoriosas. En vísperas de la decisiva Batalla de Sadowa, con las tropas alemanas acercándose a Viena, la Emperatriz y sus hijos buscaron refugio en Budapest, lo que la hizo aún más popular con el pueblo húngaro.

En 1867, Francisco José se rendia a los deseos de su esposa y creaba el imperio austrohúngaro, dándole a Hungría la condición de reino autónomo dentro del imperio. Sissi y sus hijos viajaron a Budapest donde fue coronada Reina de Hungría. 

Este sería el mayor logro de su vida y por el que pagó un alto precio. Se dice que, para convencer al marido, Sissi se vio obligada a retomar sus deberes conyugales. El resultado fue su última y más amada hija, Maria Valeria.

Esta niña que se conocería como “La Princesita Húngara” y a quien Sissi llamaría “Mi Niña Húngara” sería la única hija a la que la Emperatriz podría criar. Para el nacimiento de Maria Valeria, el matrimonio de sus padres eran en nombre solamente, aunque Francisco José y su prima-esposa permanecerían unidos hasta la muerte por un gran cariño. Con permiso de la Emperatriz, Francisco José tomó una amante oficial, la actriz Katharina Schratt, que eventualmente se convertiría en amiga de Sissi.

Viajes, Mascotas y Cocaina

A pesar del nacimiento de Maria Valeria, Sissi continuaba con sus excentricidades como la de tener un zoológico en palacio, amaba los perros, los caballos y hasta los papagayos. La salud de Sissi tampoco mejoraba y seguían las migrañas y los vómitos. Después del nacimiento de Rodolfo comenzó a sufrir de edema llegándosele a hinchar las piernas de manera tal que no podía caminar.  Ya pasados los cuarenta años fue afligida por ataques de ciática que le impidieron practicar la equitación, su deporte favorito.
Sissi y sus perros

Los médicos tenían un solo remedio: viajar. También le recetaban cocaína, puede que la Emperatriz haya sido una adicta ya que se sabe que nunca dejó la compañía de la hipodérmica.  Sissi se convirtió en una emperatriz errante. Sus viajes la llevaban a su natal Baviera donde reinaba su primo y amigo, el excéntrico Ludwig; a Inglaterra donde tuvo una amistad romántica con el playboy George “Bay” Middleton que la interesó en la cacería; Grecia donde se construyó un palacio, Turquía y el Norte de África.
La hipodermica de la Emperatriz

A pesar de que Sissi decía que no quería ver a sus hijos obligados a casarse sin amor (como ella) nunca evitó las uniones dinásticas que su marida y suegra arreglaron para sus hijos mayores. Su relación con Gisela nunca mejoró y ni se interesó en la boda de ésta con su primo Leopoldo de Baviera, pero cuando se arregló el matrimonio de su único hijo Rodolfo con Estefanía de Bélgica, Sissi se opuso. 
Rodolfo (Omar Shatif) y Sissi (Ava Gardner) en "Mayerling"(1968)

No le gustaba la nuera y tenía conciencia de que Rodolfo había heredado el carácter frágil y sensible de su madre. Aun así, Rodolfo fue obligado a contraer esa unión. Mayor suerte tuvo Maria Valeria quien tuvo todo el apoyo de su madre para casarse con su primo Franz Salvador de Toscana.

De Mayerling al Asesinato

Pasada del medio siglo de vida. Sissi comenzó a ser azotada por desdichas. En 1888 su amado padre fallecía. Todavía de luto, la Emperatriz recibiría el segundo golpe más duro de su vida. El primero fue la muerte de su primogénita al que seguiría el suicidio de Rodolfo quien, tras matar a su joven amante María Vetsera (tal como lo habían pactado), se voló los sesos en el pabellón de caza de Mayerling.
Los emperadores ante el cadaver de su hijo

Aunque toda la familia, todo el imperio entró en shock, la muerte de Rodolfo acabo con la alegría de su madre. Desde entonces Sissi vistió de luto. Un año más tarde fallecía de cáncer su mejor amigo el Conde Andrassy, y dos años más tarde Sissi perdería a su madre y gran amiga. Sus próximos años los pasaría en un peregrinar constante por la Riviera o por Suiza. 
Arielle Dombasle se despide de Andrassy en "Sissi, la emperatriz rebelde"

Fue en 1898, en Ginebra donde Sissi se tropezaría literalmente con un albañil italiano llamado Luigi Luchini.Este anarquista afiebrado estaba empeñado en cometer algún tipo de magnicidio. Siguió a la Emperatriz y al fingir tropezarse con ella, le clavó un punzón en el pecho. Debido a su ajustado corsé Sissi no se percató ni del ataque ni de su herida. Se sintió mareada, pidió regresar al hotel, al llegar allá y ser despojada del corsé, manó la sangre profusamente, no hubo modo de parar la hemorragia y la vida de quien había sido (y seguiría siendo) un icono cultural, se apagó.

Si he gastado más de tres páginas contándoles, y a grandes rasgos, la trágica vida de Isabel de Baviera es para que noten las dos ironías de su leyenda. ¿Por qué alguien tan desdichado, aquejada de males mentales y físicos, se convirtió en un ídolo que trasciende el tiempo? ¿Y como se mitifico la existencia de esta desdichada mujer hasta convertirla en el prototipo de la Princesa Disney? 



¿Espejito, Espejito, Quién es la más Bella?

Todo inicia desde lo más superficial del mundo y, sin embargo, hoy tan vigente. La belleza física de la Emperatriz. Ya en su época fue considerada una reina de belleza y un árbitro de elegancia. Copias de sus fotos, daguerrotipos y hasta retratos eran exhibidos en tiendas especializadas. Las gacetas femeninas, las precursoras de las revistas de moda, describían el vestuario de la emperatriz, sus recetas de belleza y su “rivalidad” con el otro icono de elegancia de su tiempo, Eugenia, Emperatriz de los Franceses.
Vestido de novia de Sissi

A sabiendas de eso, Sissi cultivaba imagen y estilos hasta el punto de hacer que sus embajadores le enviasen álbumes de fotografías de las mujeres más guapas de los países donde residían. Se ha hablado de eso como muestra de un incipiente lesbianismo tal como la obsesión con su físico se atribuye al narcisismo. Ambos diagnósticos están errados.

En la mente compleja de Isabel de Baviera existía solo una certeza, su hermosura era su gran virtud, su talento, la razón por la que todos la amaban, el motivo por el que ocupaba un puesto que repudiaba, pero que otras envidiaban. Decidió convertir su aspecto físico en su carrera. Las fotografías de otras bellezas eran parte de su competencia, de lo que debía estimular y alterar para estar siempre vigente. En lenguaje moderno, Sissi cultivó una imagen y la supo vender muy bien. Ese fue el único control que tuvo sobre su vida.

Parte del cuadro anorexia-bulimia es el terror a engordar y la repugnancia por la gente gruesa. A través de su vida adulta, e incluso embarazada, Sissi nunca superó los 50 kilos. Como era alta (1,72) se veía muy estilizada y eso la hacía exótica en un mundo de bellezas regordetas. Sissi sentía un asco patológico por los gordos o los que percibía como obesos. Esa fue una razón para alejarla de Gisela a quien veía con tendencias a engordar. Incluso cuando estaba delgada, la Emperatriz se refería a su hija como “la chancha flaca” y a los hijos de Gisela los apodaba “los puerquitos”.
La "chancha flaca"y sus "puerquitos"

En 1870, la moda cambió en Occidente, las amplias faldas y miriñaques dieron paso a siluetas más angostas y al polizón. Eso convenia a Sissi que ahora podía exhibir su esbelta figura. Lucia las faldas más ceñidas que lo común y hacía que los vestidos se los cosieran ya puestos para enfatizar cada curva o falta de esta. 

Rechazó los corsés de su época, mandando a pedir a París unos de cuero que usaban las prostitutas y que eran mucho más ajustados. Una ironía es que fue esta apretada pereda la que dilató la hemorragia que acabaría con la Emperatriz. Eso explica que haya podido viajar desde la escena del crimen hasta su cuarto de hotel.
Corsé de Sissi

Secretos de Belleza de una Emperatriz

¿Como mantenía Sissi esa figura que hoy es el paradigma de la belleza femenina?  Pues con dietas extravagantes. En ocasiones solo comía frutas, en otras su alimentación se basaba únicamente en huevos y lácteos. En sus momentos más obsesivos subsistiría a punta de jugo de carne de res y ¡sorbetes de violeta!

Además, practicaba un riguroso programa de ejercicios. dedicaba un par de horas a la equitación, cuando la ciática le impidió montar a caballo, se dedicó a la esgrima. Donde iba tenía un mini gimnasio, con argollas y pesas.

Otro punto importante en los hábitos de belleza de la emperatriz se refiere a su cabello. Sus retratos nos muestran que poseía una gloria capilar, crenchas que le llegaban hasta las rodillas y que los médicos culpaban de las jaquecas de su soberana. En la intimidad, Sissi hacía que colgaran sus trenzas de una viga del techo y así podía descansar de tanto peso.

Tamaña magnificencia requería de inmensos cuidados. Fanny Angerer, la peluquera imperial, venia diariamente a atender la coiffure de la Emperatriz. Curiosamente, Sissi solo se lavaba el cabello una vez cada tres semanas, ósea una vez al mes. Pero si usaba regularmente un preparado de huevos y brandy en su pelo. Yo lo he probado, es magnífico para dar lustre al pelo, y si no hay coñac se puede reemplazar con ron. Aunque se dice que al comienzo exigía que le arrancaran las canas, ya en sus últimos años se acostumbró y aceptó los hilos plateados que realzaban el castaño claro de sus rizos.

Aceptaría las canas, pero vivió una guerra declarada en contra de las arrugas. Acotuimbraba usar mascarillas de fresas machacadas para evitarlas e incluso se aplicaba trozos de ternera cruda a la piel. Para ella se inventó la famosa “crema Angelica”. Yo la he fabricado (eso si entre los ingredientes no incluí la esperma de ballena) y es muy buena.

Si me detengo en los detalles de la rutina de belleza de Sissi es porque fue uno de los motivos para la Sissimania, al menos la primera ola. Sissi fue una influencer total. Muchas mujeres adoptaron su amor por el deporte y sus secretos para conservarse más joven y guapa. Sissi era un ídolo no solo porque se la admiraba por su hermosura y elegancia, además se la imitaba.

Un don de la Emperatriz era que gustaba mezclarse con la gente, fuera la aristocracia menor, o andar por la calle solo en compañía de una dama. Aunque lo hiciera de incognito, pronto era reconocida. Hoy sabemos que, en una ocasión, se mezcló con la población normal durante los bailes de carnaval y que incluso flirteó con un joven oficial que casi se desmayó al enterarse de quien era la dama con quien coqueteaba.
En Ginebra 1888, última foto de Sissi

En mi próximo post hablaré de como el teatro y el cine harían de Sissi un protopio de princesa de cuentos. De cómo Austria limpiaría su imagen de cómplice de Hitler con una trilogía sobre una emperatriz joven, linda y mucho más feliz de lo que Isabel de Baviera soñó ser. Finalmente hablaremos de la literatura que se creó alrededor de Sissi: desde novelas rosa para jovencitas hasta crudas biografías y como, aun hoy, el mito de Sissi como una Princesa Disney todavía perdura.


4 comentarios:

  1. Desde FB
    Ray Badilla Muy buena reseña. Me encanta la novela histórica. Yo leí de pequeño un libro de Sissi de esas ediciones juveniles y luego vi la archifamosa película protagonizada por Romy Schneider, pero durante mi última visita en Viena leí una biografía dura y triste que me desmontó el mito!

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  2. María Elena Venant Estoy preparando algo sobre todo eso que mencionas. las ediciones Bruguera, la trilogia de Romy y creo que el libro que encontraste en Viena es de Brigitte Hartmann . Me equivoco?

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  3. Desde FB
    Ray Badilla María Elena Venant No recuerdo bien los datos del libro. Describía a Sissi como una persona amargada, hostil y neurótica, que nunca sonreía porque estaba avergonzada de sus dientes malformados, que era adicta a la cocaína, que abrumada por el ambiente asfixiante y cerrado de la Corte vienesa abandonó a su familia, etc.

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  4. María Elena Venant Ray Badilla Si ese es y tristemente parece que era asi. Por eso es que es tan fascinante que haya sido un idolo de multitudes. Bueno, es lo mismo que Diana, muchos amigos y conocidos han dicho que era histerica, manico depresiva, con tendencias suicidas y que tenia la horrible costumbre de llamar a la gente de madrugada cada vez que se deprimia.

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