Había esperado hablar de Enrique Guzmán antes de las bioseries de su ex y de su hija, pero ni modo. Se me adelantaron y hablar hay que hacerlo. Tanto “Silvia frente a ti” como “La Guzmán” pueden confundir a nuevas generaciones, o a gente que nunca ha seguido la trayectoria de la música pop latina de los 60, pero la verdad es innegable. El Señor Enrique Guzmán puede que no sea un señor, que sea un ser humano poco recomendable, pero El Maestro Guzmán es una institución, un pionero del rock and roll (cuando este solo hablaba inglés) no solo en México sino en America Latina.
El Twist (1961)
Hacer esta semblanza,
tras la bioseries de Silvia Pinal, resulta tarea ingrata. A pesar de que lo
disfrazan de “Felipe” todos saben de quien se trata y ver sus “hazañas” en
pantalla no ayuda a limpiar la reputación de Kike de violento y golpeador. El
mismo lo ha reconocido. Pero en esta ocasión quiero hablar del impacto de
Enrique Guzmán como cantante, de su trayectoria pre-Silvia Pinal, de sus días
en que todas las adolescentes del continente soñaban con el y cantaban sus
canciones y de la influencia que tuvo en su momento en el rock latino.
Oye (Adler-Ross, 1962)
Pero también hay,
como en cada semblanza, un intento de encontrar la verdad, porque todo juicio
exige dos versiones de los hechos. Hemos visto en reseñas anteriores que la
verdad mediática—la creadora de leyendas blancas y negras— suele
jugar con hechos históricos. Eso también ocurre en este cuento. He visto un video
adulterado de una entrevista de Enrique Guzmán en la cual una edición
caprichosa hace parecer que hablara mal de su amigo Juan Gabriel. También he
escuchado una grabación casi ininteligible de Alejandra Guzmán diciendo que
haber visto a su madre con los ojos en compota marcó su vida. La ausencia de
información cronológica no ayuda a contextuar esa grabación y eso se ha vuelto
un lugar común en este cuento.
En “La Guzmán”
reiteradas veces dicen que Viridiana Alatriste falleció en 1982, fue en 1984;
aun en su autobiografía Silvia Pinal es vaga con fechas; y en su bioserie el
matrimonio con Kike parece haber sido foco de conflicto desde el primer día,
cuando en varias ocasiones la Señora Pinal ha declarado que los problemas
comienzon a partir de 1972 coincidiendo con un periodo de decadencia en la
carrera de Enrique Guzmán.
Menciono esta
grabación de Alejandra porque es la que muchos creen ser la primera confesión
sobre la violencia domestica que presenció en su infancia. No, señores,
Alejandra habló (sobria) sobre este tema en un programa de televisión, por allá
por el 2006. No sé qué efecto haya tenido en ese entonces, ni he podido
encontrar ese programa. Tal como no encuentro el lugar donde Enrique Guzmán
hablara sobre las infidelidades de Rocío Dúrcal. Al menos en este segundo caso,
en su respuesta a Junior, Enrique dijo que el cantante-bailarín debería pedirle
disculpas su difunta esposa puesto que si Rocío había sido infiel era empujada
por el abandono e infidelidades de su marido (reconocidas en la autobiografía
de Junior) y que el mayor error de la Reina de las Rancheras fue no
divorciarse.
Esta semblanza intenta
ser puntual en lo que se refiere a fechas y contextos. Más que una ficha biográfica
del Maestro Guzmán es también un vistazo a la esfera de su primera cónyuge,
Silvia Pinal, y de su hija y heredera musical, Alejandra Guzmán. Es por eso también
que ha quedado larguísima y he tenido que dividirla en dos partes. Como
siempre, lo mejor se ha quedado en el tintero.
Presumida (Samwell, 1961)
Vamos a comenzar
desde el principio desde el nacimiento de nuestro astro. La primera
controversia sobre Enrique Guzmán surge a raíz de su nacionalidad. Aunque de
padre poblano y madre guanajuatense, Enrique Alejandro Guzmán Vargas nació en
Venezuela en febrero de 1943. A pesar de que sus padres inmediatamente lo
inscribieron en la embajada mexicana, yo recuerdo en la época en que ganó El OTI, a gente que acusaba
a Enrique Guzmán de no ser mexicano. Igual
ahora, aparte de gritarle “homófobo” y “golpeador”, también lo tildan de
“extranjero”.
El Mar (Charles Trenet, 1961)
El caso es que al
cantante eso siempre lo tuvo sin cuidado, aunque mantenga un buen recuerdo del
lugar que lo vio nacer. En el 2017 en una entrevista telefónica, Enrique además de condolerse de lo que
la dictadura de Maduro ha causado al pueblo venezolano (al que describió como
“gente muy luchadora”) también habló de su nacimiento en El Valle, cerca de Caracas.
"Yo nací por
la casualidad de la vida, no en Caracas, sino en un pueblo cercano, El Valle. Y
me siento orgulloso de ese país y de qué pues a mi madre se la haya ocurrido
que naciera ahí, porque así lo dictó la naturaleza.
A lo que se
refiere es a que nació en casa y con partera porque su madre hizo mal las
cuentas. En vez de irse a México a dar a luz, el parto la encontró todavía en
su propiedad, la Quinta Janitzio en el Valle que hoy es parte de Caracas. Para
el nacimiento de Enrique su familia llevaba ya ocho años en Venezuela donde el
padre de Enrique tenia una empresa de construcción.
Mangos (Wayne-Libbey, 1961)
Enrique vivió
doce años en Venezuela para luego regresar junto a su familia a México. Ese
mismo año, el niño desarrolló un nuevo hobby, el patinaje. Kike era alumno del
Colegio Fray Luis de Zumárraga, institución notoria porque sus alumnos vivían
de pinta. Un refugio de Enrique era la pista de patinaje en el Deportivo Chapultepec.
Ahí seria en 1957 que conocería a los Hermanos Martínez. A pesar de que había
diferencia de edades, congeniaron porque los unía el amor a la música, a sobre
todo al rock que todavía no tenía un equivalente latino.
Bailando el Twist con Los Teen Tops
Los Martínez
viajaban mucho al otro lado de la frontera y se conocían los hits parades
estadounidenses de memoria. Germinaba en su cabeza la idea de crear un grupo
música. Kike, que tocaba la guitarra, se entusiasmó con ese proyecto. Así
nacieron Los Teen Tops, a los que se les uniría Sergio Martel y Rogelio Tenorio.
Al comienzo tocaban en eventos privados, fiestas familiares, etc. pero eso iba
cambiar.
¿Quién puso el Bomp? (Mann-Goffin, 1961)
Para 1960, Los
Teen Top estaban en las radios, aunque sus padres todavía no se enteraban. Al
comienzo cantaban en inglés, pero luego Manny Martínez comenzó a traducir las
canciones más conocidas del rock del momento. En ese sentido fueron pioneros.
Así nacía, el tema más icónico de Enrique Guzmán, “La Plaga” que tiene su
propia letra sobre la música de “Oh, Golly Miss Molly” de Little Richard.
La Plaga (Blackwell-Marascalgo-Teen Tops, 1961)
Entretanto
Enrique había acabado la preparatoria y se inscribió en la Facultad de Medicina
de la UNAM, aunque nunca terminaría la carrea. Los Teen Tops grabaron sencillos
y Long Play para Columbia antes que Kike, a sus 17 años, se lanzase como solista
en el sello ABC. Su primer LP contó con
la valiosa ayuda del arreglista Chuck Anderson, quien anteriormente había
trabajado con la Orquesta de Glenn Miller.
Para entonces había
muchos grupos roqueros en México, pero faltaba una voz equivalente a los ídolos
de la balada gringa como Paul Anka, Frankie Avalon y Ricky Nelson. Aunque Enrique
había comenzado con temas del rock y twists, y quería ser una especie de
sucesor de Ritchie Valens (quien fuera el primer roquero latino) acabó siendo
una nueva versión más juvenil de Frank Sinatra de quien también cantaría
covers. Un ejemplo es “Mamselle” que
Frankie grabara en 1947.
Mamselle (Goulding-Gordon, 1961)
El primer éxito como
solista de Enrique es lo que se conoce como una loa al suicidio, curioso
viniendo de un artista que siempre ha confesado su miedo a la muerte. Hablamos
de la archifamosa “Adiós mundo cruel” que había grabado James Darren en 1960, y
que después de la de Enrique, tendría versión italiana con la voz de Pepino Di
Capri.
Adiós Mundo Cruel ( Shayne, 1962)
Sus críticos
dicen que Enrique (y todos en esa primera ola rocanrolera mexicana) solo
cantaban traducciones y no tenían creatividad. No se fijan que, comparando las
letras, las canciones cambian de sentido al ser traducidas. El mejor ejemplo es
Miss Molly, un subversivo himno a los encantos de una prostituta, que se
transforma en la más sana “La Plaga” que es una invitación al baile
desenfrenado y a una chica cuyo mayor merito es su manera de bailar.
La idea del baile
como una virtud en la mujer se refleja también en otro recordado exitazo de
Enrique Guzmán, “Popotitos”, el cuento de una feúcha flacuchenta (“A Miss
Universo no va a llegar”) que enamora con su baile “que da pavor”. De alguna
manera estas traducciones comienzan a ser un referente de la vida social de los
jóvenes mexicanos, y expresan sus sueños, sus intereses, sus expectativas.
Popotitos (Larry Willias-E. Guzmán, 1962)
Escuchando las
voces de sus “rivales “Alberto Vásquez y César Costa entonar baladas románticas
es cuando uno cae en que la voz de Enrique Guzmán era perfecta para ese género,
más fresca y versátil puesto que podía cantar tanto un alocado twist como un
tema romántico anglo, como las versiones más melancólicas de Bobby Solo, su
equivalente italiano, o algún éxito de bossa nova tan de moda en esos primeros años
de la década sesentera.
Una lágrima en la
mejilla (Lunero-Mogol-Manzanero, 1965)
Inclusive era
capaz de cantar temas clásicos de la era del swing como la “Mamselle” que puse
arriba, “Begin the Beguine” que grabó una versión en 1989, y su primer disco de
solista traía una adaptación de “Again” que, aunque escrita por Dorcas Cochrane
en 1948, había sido reflotada en ingles por Ricky Nelson en 1961.
Usando como
trasfondo la melodía de Lionel Newman, Enrique le da a esta (que yo considero
una de las cinco canciones mas lindas que se hayan escrito) una letra que se
acerca la de Cochrane, pero también un sentir muy latino, muy personal. Me
gusta más esta versión que la traducción que cantara Ana Maria González en 1950.
Tal vez (Cochrane-Newman, 1961)
Otra razón para
que Enrique sobresaliese fue su actividad en el cine. Por primera vez, México tenía
un cine juvenil y Kike era el gran galán. Ayudaba su buena presencia, su aura
de niño bueno y bien parecido (mal que mal comienza a cantar cuando todavía es
un adolescente con cierto aire inocente y clean
cut).
Se vale mencionar que poseía cierto sex-appeal
pubescente. Enrique quien (según Rosalba, su señora actual, que le ha sacado
sus trapitos al sol en esta excelente mini biografía) perdió su virginidad a los 16 años, era
mujeriego desde jovencito y muy coqueto.
Como diría su exnovia Angelica María:” a él siempre le gustaron “las
niñas malas””.
Dame (Breedlove, 1965)
Pero esa
sensualidad se combinaba con una inocencia infantil que apelaba tanto a las
adolescentes como a sus madres. Se le veía como el hijo o sobrino, hasta el
nieto de toda familia, un poquito rebelde, pero con buenos principios. Sobre todo,
exudaba optimismo que es lo que mas gustan los mayores de los chicos. Era el
nene capaz de poner a bailar twist a la mismísima Doña Libertad Lamarque.
Oye Niña (Lee1963)
En su primera
cinta “Twist, Locura de juventud” Kike pone a bailar a Rosita Arenas, una joven
“avejentada” que es parte de una liga (y existieron) que quiere acabar con el
twist.
Locura de
Juventud (trailer)
Para los medios
de entonces, Enrique era la contraparte masculina de Angelica Maria por lo que
fue una delicia cuando los cantantes se hicieron novios. Enrique y Angelica
comenzaron a filmar juntos y sus películas fueron todo un éxito. Curiosamente,
no había celos por parte del público. La mayoría de las jovencitas se
identificaban con Angelica Maria y a través de ella vivían la experiencia del
romance con Kike.
Por casi cuatro años
fue la pareja preferida del público, pero la inmadurez e irresponsabilidad de Enrique
acabaron con la relación, aunque han seguido siendo amigos hasta hoy. Una razón
más para que el romance no prosperará era la ocupada rutina de ambos. Enrique
combinaba presentaciones, grabaciones, filmación de películas y giras por la República
Mexicana y el extranjero donde cada vez se hacía más famoso. Yo recuerdo haber
asistido a un concierto de él por allá por 1964 que era la época en que andaba
en un tour por Sudamérica.
Yo te amaré toda
la vida (Bernard-Rossi-Valdes, 1961)
Aprovechando
giras internacionales, Kike filmó varias películas en Sudamérica como “Nacidos
para cantar” en Argentina y “Fiebre de juventud” en Ecuador. Pero la gran sorpresa
es el éxito que Enrique Guzmán alcanzó en la Madre Patria. En 1964 viajó a
Madrid para recibir un disco de oro que entregaba el Ministerio de Información
y Turismo, honor que hasta entonces solo recaía en en cantantes de habla
inglesa.
Muchacha Bonita (Algueró, 1964)
El éxito del
cantante lo llevó a ser contratado para filmar junto a la cantante mas famosa
del momento, Rocío Dúrcal. “Acompáñame”
sigue siendo mi película favorita de Enrique Guzmán, tal vez por la química que
existe entre sus protagonistas. En su momento se habló de romance entre ambos. Rocío
siempre lo desmintió, Enrique no tanto. Hasta comentó que habían compartido un
beso en un elevador.
Lo cierto es que hubo una estrecha amistad
entre ambos. Kike lloró la muerte de la ‘reina de las Rancheras” y como muestra
de luto esa noche en un concierto no incluyó “Acompáñame” que siempre ha sido
parte de su repertorio. Recientemente, Enrique Guzmán reveló que siempre estuvo
enamorado de Rocío Dúrcal, pero nunca se lo confesó.
Acompáñame (1966)
Así llegamos a
1967 cuando comienza lo que podría denominarse la “etapa oscura” de Enrique Guzmán
que, para bien o para mal, está asociada con Silvia Pinal. En estos últimos
tiempos hemos escuchado muchas versiones contradictorias sobre una pasional
relación que devino en violencia interfamiliar y una guerra que, a pesar de sus
treguas, sigue batiéndose entre ambos divos.
El día vendrá (Hilliard-Garzón-Guzmán, 1967)
Lo mas curioso de
las discordancias sobre los hechos ocurridos durante el matrimonio Guzmán-Pinal
es que no solo se desmienten entre sí, no es solo que Enrique diga algo y su ex
lo refute (y viceversa), es que las estrellas se auto contradicen. Algo natural
en personas de edad mayor que muchas veces no pueden recordar hechos del pasado
con la claridad de alguien mas joven. Incluso ambos en medio de sus entrevistas
salen con un “¿Y cómo fue?” “¿y yo que dije?” que ya parecen El Chapulín
Colorado.
Se entiende,
hablan de algo que les ocurrió hace medio siglo. Ambos se consideran víctimas
de los sucesos pasados y subconscientemente ambos manipulan sus recuerdos. Yo
creo que Enrique si golpeó a Silvia y más de una vez. El si recuerda haberle
dado una madriza, de la que hoy dice arrepentirse, pero asegura de que se trata
de un hecho único que tuvo lugar en 1973.
Silvia ha dicho en entrevistas y en su
autobiografía del 2015 “Esa soy yo”, que, de jalones y empujones, Enrique pasó
a los golpes que en ocasiones la dejaron con marcas en el rostro. Ella asegura que esta etapa ocurrió pasado el
año 72, pero la bioserie pone a un Enrique (alias “Felipe) descontrolado que
desde el primer día golpea, veja y agrede física, verbal, y hasta sexualmente a
su mujer.
Gonzalo Guzmán como Felipe e Itati Cantoral como Silvia |
El hecho es que Kike tiene mal carácter,
estaba pasando por una etapa difícil, incluso había problemas de salud de los
que nadie ha hablado, y más encima se metía cocaína. Ósea el terreno estaba preparado
para maltrato a la esposa, algo que tristemente es parte de una realidad latina
que todavía existe y se calla, y más aún en los 70.
Me ha sorprendido
que la versión de Silvia Pinal de la ordalía sufrida a manos de Enrique Guzmán
sea idéntica (hasta el asunto del revolver) a lo vivido por La Doña en su
matrimonio con el Maestro Agustín Lara. No estoy acusando a Doña Silvia de
apropiarse de una tragedia ajena, sino que ahí se ven perfiles parecidos:
grandes músicos cegados por celos y drogas que recurren a la violencia como desahogo.
Pero vamos a ver
como comenzó este amor Apache. En 1966, Enrique Guzmán estaba en la cúspide de
su carrera como cantante, como actor, era un ídolo internacional y a los 23 años
estaba guapísimo. Silvia Pinal, gran estrella del Cine de Oro había (sin dejar
el cine) trasladado su talento a la pantalla chica donde tenía un exitoso
programa de variedades al que invitó a Kike.
Alguien a quien
amar (Gimbel-Valle, 1967)
Todo ese cuento del
encuentro en un bar, la cantada juntos y que Enrique hubiese estado enamorado
de Silvia de adolescente, han sido decoraciones de la trama de la bioserie. Lo
cierto es que Silvia y Enrique se conocen en el programa y fue un flechazo
inmediato y mutuo. No romántico, pero si pasional porque hablamos de dos seres
muy carnales. Enrique quedó deslumbrado con la belleza de una mujer-leyenda, y que
Doña Silvia no se nos haga de la boca chiquita, Kike tenía lo suyo.
Según ambos
cuentan se la pasaron platicando toda la noche y acabaron desayunando juntos.
Silvia ha contado que el cantante manilargo no paraba de tocarla. Le creo que
haya temido a una relación con un chico al que le llevaba doce años (no diez
como cuenta ahora) y con pésima reputación, pero también ha de haberse sentido halaga
y no era inmune a los atractivos Guzmán.
La Señora Pinal
ha contado tres cosas de esa etapa, una falsa, dos verdaderas. La falsa es que a
Enrique no le iba bien en su carrera. ¡Mentira! Estaba haciendo cine como loco,
a un paso de su último gran éxito “Teresa”, grabando Lps, hasta había hecho teatro.
Volvía de España donde era ídolo. Lo que pasa es que, si miran la serie, todos
los maridos de la diva son retratados como inútiles, mantenidos, que viven a la
sombra de ella. Yo creo que el gran problema de Silvia y Enrique es que eran
astros gigantes, con egos gigantes que chocaron entre si provocando celos
sentimentales y profesionales.
Teresa (Endrigo-Gil, 1967)
Dona Silvia también
ha contado que Enrique andaba bajoneado porque a su padre el Ingeniero Guzmán
Esparza le había ido mal en los negocios. De la preocupación, el cantante llegó
a enfermarse y según cuenta la diva, ella lo cuidó. De pequeña le
pregunté a mi Ma que, como Kike, tan lindo, había dejado a Angelica Maria por
una “vieja”. Mi madre (que idolatró a Silvia hasta la muerte de Viridiana) me
dijo que no le dijera “vieja”, que era una mujer guapísima y famosísima, que Enrique
y Angelica estaban hace rato distanciados, y que la Señora Pinal había apoyado
al cantante en un momento en que el estaba malito de salud.
Yo creo que eso
es lo que Enrique Guzmán vio en Silvia Pinal, alguien que lo iba a “apapachar”
siempre, cuando era ella la que estaba para que la consintieran y si no mimaba a
sus hijas menos iba ser mamá de su marido. Pero bueno, después de unas
vacaciones juntos en Acapulco, Silvia descubrió que le había fallado la píldora…
y aquí hay algo que no me cuadra.
Contigo en la
playa (Mogol-Fidenko-Finkel, 1965)
Silvia Pinal era
una adulta, responsable, independiente, sabia en el manejo de su carrera y de
su persona. Lo normal es que hubiese arreglado ese asunto de acuerdo con su decisión,
sin involucrar al mocoso que, según ella, era un romance de paso. En cambio,
buscó a Enrique y le contó que iba a abortar. El bien pudo salirse del asunto,
pero prefirió casarse y eso porque ya se sentía enamorado de ella y creo que
ella quería también que la relación fuera estable.
Silvia Pinal y
Enrique Guzmán se casaron en Cuautla, donde ella filmaba “Maria Isabel”. Alejandra
nació en 1968, en 1971 nacía su hermano Luis Enrique. Doña Silvia ha sido
enfática: desde su matrimonio hasta 1972, ella y Kike tuvieron una relación
hermosa. Es a partir de ese año fatídico que las cosas comienzan a ir mal.
Loa Guzmán Pinal con sus hijos a comienzos de los 70 |
Entre 1967 y
1972, Enrique no deja de grabar, Además de “Teresa”, en 1967 graba la versión
original de la magnífica “No” del Maestro Armando Manzanero., pero le da un
descanso a los tures y a las presentaciones, tal vez para dedicarse mas su
familia.
No (Armando Manzanero, 1967)
Lo que si no para
de hacer es cine. Hace filmes que traen nuevas canciones. Mi musical favorito
de ese entonces es “Sor Yeyé” con Hilda Aguirre, una versión muy libre de La Hermana San Sulpicio de Armando
Palacio Valdés.
Para demostrar
que solo existía amistad entre ellos, Enrique y su ex Angelica Maria filmaron
en 1969 “Como perros y gatos”. En 1971, Kike le va a una onda más versátil y
filma la única cinta ‘seria” de su carrera. Se trata de la co-producción "Alien Terror", un filme de terror
genero muy de moda en México de entonces, junto a la leyenda Boris Karloff. En
1972, protagoniza junto a su esposa la comedia “Como hay gente sinvergüenza”.
Silvia y Enrique
no solo fueron pareja romántica, también lo fueron profesionalmente. Silvia
Pinal se había instalado en la televisión, en 1968 protagoniza su primera
telenovela, una de esas joyas históricas de Don Ernesto Alonso “Los Caudillos”.
Enrique la sigue un año más tarde con una aparición especial en “Una plegaria
en el camino”.
Pero es cuando
están recién casados que a la pareja se les ocurre producir un tipo de programa
que se parezca al exitoso “The Sonny and Cher Hour” que causaba furor en la Unión
Americana. En ese programa “Silvia y Enrique” es cuando presentan a Alejandra en
público.
El programa, como
su equivalente anglo, es una amalgama de sketches cómicos (Enrique y Silvia son
magníficos comediantes) y canciones muchas a dúo. En ese tiempo, Enrique y su
esposa graban un disco de duetos.
Para ese programa
que Enrique crea un personaje icónico “Bartolo Taras” que pronto se convierte
en un referente para el público. A pesar del éxito, el show acaba en 1972,
propiciando una llorosa despedida de la pareja protagónica y una reunión de los
hijos de Silvia (mas una Stephanie Salas bebé).
En la segunda
parte de esta semblanza los llevaré a explorar la “Leyenda Negra” de Enrique
Guzmán, pero también como consiguió reinventarse, tanto en la comedia musical,
como en el rock de nostalgia, o lo que Alejandra Guzmán denomina
irreverentemente “rucanrol”.
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