A pesar de que me
concentré en las modas “retro” de los Setenta, en esa década hubo muchos fads y tendencias en el vestir que, sin estar vinculados con el
cine o con estilos vintage, también dieron que hablar. Uno de los más curiosos
fue una trend de vestidos muy amplios—tipo
ropa de embarazada— que St. Laurent puso de moda y que usaron gordas
y flacas. Quisiera quitarme la duda y tratar de ver qué motivo social o psicológico
hubo detrás de esta peculiar tendencia que duraría por varios años.
Todo comenzó en
el otoño de 1975. Llego de la escuela y encuentro que mi madre ya ha comprado
la Vanidades bimensual. Me lanzo a
hojearla buscando fotos de mi ídolo Carolina de Mónaco (en ese tiempo
estudiando en la Sorbona) y veo una foto rarísima, la princesa de diecisiete años,
paseando con una amiga por una calle parisina y vistiendo un extraño traje.
Como dice el pie de la fotografía es un vestido que la hace parecer una mujer
en su sexto mes de gestación. Este
fashion disaster es peor que el corte de cabello o el escote hasta el
ombligo con los que la princesa nos ha escandalizado recientemente.
Le muestro la
foto a mi madre. Se pone los lentes y sentencia “no es ella. Ya sabes, hay
mujeres parecidas”, pero yo sé que es Carolina
con esa túnica sobre una blusa. El tipo de túnica (en Chile la llamamos jumper)
que usan las embarazadas. ¿ Se trata de un disfraz? ¿Es
una broma, una apuesta? ¿De donde ha salido ese espantajo? A la semana
siguiente, nuevo shock. En una página de Vanidades
aparece una modelo con otro de esos vestidos “maternales”. Una compañera viene
a clases con un jumper suelto de terciopelo verde, y me muestra una foto del modelo. La sacó de
la revista Seventeen. Aparentemente
es lo in.
Esa primavera, mi
mamá se rinde y me compra uno. Es un traje de algodón estampado en verde pálido
y florecitas chiquititas, mangas hasta el codo, escote en v y pliegues
alrededor. Suelto como el aire, se
siente cómodo, esconde rollitos. Mis amigas también lo usan? ¿Qué problema hay? Aqui les dejo una foto de ese vestido. Se lo presté a mi amiga Mónica (la primera de la izquierda).
Verano del 76. Mi hermano yo, mi novio Philippe y mi amiga Mónica con el maternal. |
Un año más tarde,
mi madre me compra otro. Es un camisero ligero en un celeste tornasolado. La
misma hechura, pero más cuadrado como esos batines que usan los árabes sobre
sus zaragüelles. Viene acompañado de un lazo que sirve de cinturón, bufanda o
de huincha para el cabello. Creo que lo usé una vez, es bonito el color, pero
no me gusta la hechura, Un año más tarde, en mi segundo semestre en la escuela judía me
lo pongo casi al final de la primavera. Es fresco, y como no lo he usado en esa
escuela, es un estreno.
Me amarro la bufanda al cuello y voy a mi escuela.
Subo la escalera al piso de las mujeres (aunque Ezra Academy es coed, los
estudios religiosos son segregados por pisos y ningún alumno tiene permiso de
subir a las aulas de las niñas antes del almuerzo). Me encuentro con mis amigas,
me felicitan por el color Entonces llega T. buena gente, pero ese tipo de
persona que no pierde oportunidad de ser más papista que el papa. Me mira,
lanza un chillido y me apunta con el dedo como si fuera Donald Sutherland en “La
Invasión de los Ladrones de Cadáveres”.
“¡Se te ve todo!
Es transparente .¡Tienes que ir a casa a cambiarte! “. La idea de tener que
perder la mañana en un viaje que implica dos buses y una hora solo para el trayecto
de ida, me desespera. Pero conozco las reglas, he visto a chicas ser devueltas a casa por venir con gauchos o vestidos sin
mangas, pero mi túnica no es ofensiva. T. sigue gritando. (30 años mas adelante saldrá del closet, dejará a su marido e hijos para irse con otra
señora, pero hoy juega a ser inquisidora). Las maestras acuden a sus gritos.
Son muy jóvenes no saben como reaccionar, los gritos de T. las cohíben.
Me hierve la
sangre y hago lo impensable. Me quito el vestido y quedó en una enagua de
algodón tejido cerrada y larga como un vestido (hoy todavía las hace The
Vermont Country Store). Es mi forro les muestro que no hay manera que se me transparente
nada indecoroso. Las maestras me piden que me calme, que me vista, que es obvio
que ese vestido no infringe los reglamentos del colegio. Y es cierto, una cosa
respecto a los vestidos maternales, eran casi tan mata pasiones como un burka.
Los vestidos
maternales venían en cuatro estilos. Recientemente he descubierto que lo creó
Yves St. Laurent. No me pregunten con qué intención, pero como ven en la foto,
ese estilo de peignoir victoriano
será muy femenino, pero no es precisamente el estilo del maestro. ¿Qué motivaría
la creación de lo que se llamaría Naive Chemise?
Veamos otros
modelos de ese año como el que aparece en Vogue.
La parte alta sigue el patrón retro y femenino establecido por el cine del
momento, mangas abullonadas, lazo al cuello pero de ahí fluye como tienda de campaña.
Luego veamos el
modelo “chic” representado por esta maniquí en Cosmopolitan y este otro en Burda.
Ambos son túnicas rectas y sueltas”, uno
en seda gris el otro en tela estampada. En ambos el detalle está en un inmenso
corbatín. Eso no quita que ambos son estupendos modelos premamá, por muy elegantes que sean. ¿Era eso lo que se
buscaba? ¿Un homenaje a la fertilidad
femenina después de quince años de la píldora y otros métodos anticonceptivos?
En 1978, tuve mi último chemise y este fue un muy práctico. Un jumper color verde bosque,
la misma hechura del infame atuendo con el que Carolina de Mónaco me presentara
el estilo. Ese jumper, que combinado con sweaters de diversos colores
se convirtió en un útil prenda de mi guardarropa, era totalmente maternal. Tal como este de
lanilla rosa que presenta el catalogo de Spiegel del 78.
Lo curioso es que
en los 60, plena era de la Píldora, existió una renovación del corte imperio y
unos minivestidos que se llamaron “maternity dresses” con corte bajo el busto y
faldas acampanadas. Se cree que los puso de moda el filme satírico “Prudencia y
la Píldora” una historia de un grupo de mujeres a las que les falla el
anticonceptivo.
Pero esa moda no
era pro-fertilidad sino un modo de erotizar un vestuario que usualmente esa
considerado afeador. También había algo de erótico y levemente pedófilo en esos vestidos se parecían a los de las niñitas,
las que se los ponían se asemejaban a muñecas
de trapo con esas falditas cortas que enseñaban la ropa interior.
Volviendo a la
moda maternal de fines de los 70, encontramos también ese aspecto infantil tan perturbador
en este extrañocomercial de un (y abierto a todo tipo de interpretación) chemise
de Dior del 77.
Una de las
grandes promotoras de esos vestidos fue Laura Ashley quien saltó a la fama con
esas túnicas amplias y estampadas que recordaban a los vestidos “Mother Hubbard”
con la que los misioneros pretendieron cubrir la desnudez de las mujeres y las niñas
de la Polinesia.
Laura Ashley también
buscó su inspiración en un ámbito decimonónico, pero más cercano. Encontró sugerencias en una tendencia mas
artesanal, lo que hoy se conoce como estilo Prairie
(de la pradera) o Granny (de
abuelita) y reconoció que su musa fue otra Laura, el personaje de Melissa
Gilbert en “La Casita en la Pradera”.
Las aventuras de
Laura Ingalls y su familia eran un programa favorito de los 70s y no solo en
Estados Unidos. Laura Ashley usaría esos percales y telas floridas para crear
no solo ropa sino también cortinas y sabanas.
Para 1978, el
estilo artesanal con flores o motivos folclóricos estaba de moda en este vestuario maternal a
juzgar por los catálogos de Spiegel de invierno y verano.
Otra influencia
es lo exótico. Aquí vemos otra fotografía de Carolina de Mónaco. Es de 1978,
aun casada, sigue usando estas batas sueltas. Aunque la tela es diferente, la hechura
es igual a la de mi escandalosa túnica tornasolada. La influencia es la ropa
árabe. Como en esta camiseta larga de playa del 75.
Seguimos viendo estos
motivos folclóricos que ya no se inspiran en modas de la “pradera” sino tendencias más exóticas. Incluso en las
telenovelas como este camisero de seda azul de Jaqueline Andere en “Mañana será
otro día”(México, 1976). Las batas sueltas hindúes fabricadas con texturas del Indostán
también estuvieron muy de moda.
Y este Lanvin del
79 no puedo situarlo, aunque también parece imitar algún traje típico quizás
del Lejano Oriente.
St. Laurent sigue
con su tendencia y en 1979 nos trae este chemise
escoses. Ya hemos visto que Dior y Lanvin se han sumado a la moda maternal.
Karl Lagerfeld, que se esta convirtiendo en el ënfant terrible
de la moda saca al mercado en 1975 unos vestidos trapecio en tonos pastel.
En cuanto a
Valentino es el mas audaz. En 1978, para unirse a la moda, rescata un vestido saco y para ser más
juvenil, tres años antes que regrese la minifalda, le da un largo hasta la
rodilla.
La moda acabó en
1980, a pesar de que todavía pueden encontrarse vestidos sueltos en tiendas y catálogos,
que tanto sirven para los primeros meses de embarazo, como para ocultar llantitas
indecorosas. En America Latina también se usaron a juzgar por las revistas y
telenovelas.
Recuerdo a Elenita
Farías en un chemise de mezclilla,
parecido al de Lagerfeld, en “Rafaela (Venezuela, 1978); Roció Brambila ocultando su embarazo con esas
modas en “Pecado Mortal”(México, 1979) y aquí vemos a Gilda Lousek en uno de muselina
y encaje en el primer capítulo de "Andrea Celeste" (Argentina, 1979).
Para acabar, he
encontrado varias explicaciones para esta curiosa moda, un retorno a la
feminidad, un intento de volver a las mujeres en niñas, un homenaje a la maternidad.
Todos van vinculados al hecho de que los 80s al memos en el mundo angloparlante,
fueron testigos de un retroceso hacia valores tradicionales que devolvían a la mujer al hogar, la familia,
y la sumisión.
Basta pensar que
si los ídolos femeninos de los 60 eran
hippies liberadas tipo Cher o revolucionarias feministas (Angela Davies, Gloria
Steinmen) y las de los 70 fueron símbolos sexuales como Farrah Fawcett, el
icono femenino de los 80 sería la princesa Diana cuya primera etapa de
popularidad enfatizó su rol de esposa y madre. Veamos su vestuario premamá de
1982. Todos esos atuendos se vendieron a fines de los 70 para mujeres sin panza
y sin estar en estado interesante.
Sin embargo, hay
otro aspecto que también hay que tomar en consideración, los 80 vieron un
alejamiento del canon de belleza de la mujer esqueleto. Las curvas volvieron a
ponerse de moda; el fisicoculturismo impuso una imagen de mujer robusta y
musculosa,; la misma Diana fue admirada
de soltera y en sus primeros años de casada, como una mujer de formas voluptuosas.
La moda de fines de los 70 fue acusada de enfatizar una figura ‘Voluminosa”. Estos
vestidos maternales o escondían kilos de
más o creaban un canon nivelador que hacían que todas las mujeres se viesen igual
de gruesas.
Que interesante y extraña moda! Me he reido con las aventuras de Malena en ropa de embarazo, especialmente en el colegio! Pobrecita! La princesa Carolina se ve bonita aunque este nadando en ese vestido.
ResponderEliminarEsos vestidos de niña/adulta me recordaron a La Popis.
Me acuerdo que mi mama veia "Mañana será otro día" pero no me acuerdo de que trataba (creo que se me hacia super aburrida).
Hoy todav'ia se venden, pero para tallas Plus. Estos eran talla 0 y de marca. Exacto algunos eran para verse como nenas. Por eso eran muy favorecidos por las adolescentes. Mañana será otro Día era la tipica mamá-pierde hijos que se pasa la novela buscandolo. La gracia es que traía "mensaje"en este caso el cuidado de niños huérfanos, e inició en México la moda de la telenovela didáctica.
EliminarHola buen día, Mi nombre es Laura fue muy difícil encontrar batas o pijamas maternas cómodas y funcionales. Encontré un sitio que ofrece varios productos en la maternidad. Aquí les dejo el link para que exploren: https://www.buenasnochesmama.com/11-pijamas-para-embarazadas
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