Y llegamos a
1947, un año mágico para los hermanos Dior, un año de perfumes y nueva moda.
Pero antes tenemos que ver en que marco sociohistórico nacen The New Look y
Miss Dior y como el recuerdo de Madeleine Dior se manifiesta en ellos.
La Moda más
Bella del Mundo
La serie The New Look no miente. Después del triunfo del Teatro de la
Moda, y en medio de un clima incierto en Francia lleno
de castigos vengativos en contra de colaboracionistas— entre los que
injustamente se incluía a Lucien Lelong— los modistos comenzaron a abandonar el
barco. El primero en abrir su propia casa de modas fue Pierre Balmain. Christian Dior lo seguiría en 1946, apuntalado por la fortuna de Marcel Boussac.
Apodado “El Rey
del Algodón”, este empresario de textiles era uno de los pocos hombres de negocio
franceses que no ameritaba acusaciones de colaboracionismo. Boussac instaló a Dior
a todo lujo y le proporcionó fondos y carta blanca para manejar el negocio como
le pareciese, siempre y cuando cumpliese con su promesa de crear la moda más
bella del mundo.
Raymonde Zahnaker,
jefa de costureras de Lelong, siguió a Dior en su nueva aventura. Madame
Zahnaker y Catherine formarían parte de un trio femenino que siempre apoyaría a
Christian Dior. La tercera de ese trio es Mitzah Bricard que no sale en la
serie. Comenzaba una etapa de arduo trabajo para Dior , Zahnaker y Pierre
Cardin, el joven modisto italiano que Christian convertiría en su jefe de
modistos.
Hasta ahí la
serie va bien, aunque se sientan obligados a introducir toques dramáticos con
cosas que nunca ocurrieron. Dior no solucionó la ausencia de modelos contratando
prostitutas, ni se “robó” las modistas de otras casas de modas. En cambio, usó todo su potencial imaginativo para desarrollar
una moda que diese un toque de optimismo a una Francia maltratada y dividida. Sería
un homenaje a la mujer francesa que le recordase que era la más chic de Europea.
Se dice que el haber
visto a sus hermana y a sus compañeras de cautiverio retornar en harapos,
flacas y sin cabello, lo motivó a crear
un look ultrafemenino en el que prevaleciese la feminidad, la elegancia, las
curvas. En suma, todo lo que la guerra
les había quitado.
Dior volvió los
ojos a épocas de prosperidad en la historia de Francia como la del reinado de Luis
XV, el Segundo Imperio y la Belle Epoque
de su infancia. Las faldas se alargaron y se hicieron amplias y acampanadas. Se
las llamó “corolles” porque simulaban las corolas de las flores del jardín de
Madeleine Dior.
Christian también
diseñó ropa interior que ayudase a crear un efecto que reflejaba la “arquitectura”
del cuerpo femenino, como bustiers y enaguas almidonadas que recordaban los
miriñaques de la Emperatriz Eugenia. Con estos vestidos retornaba el buen
calzado. Después de años de usar suelas y tacos de madera o corcho, la parisina
podía empinarse en tacones altos y cubrirse de grandes pamelas.
Como
comprenderán, la imagen del New Look contrarrestaba con el ideal femenino
delgado, atlético, semi andrógino de Chanel.
Esa es la razón por la cual Coco dice en The New Look que Dior ha
destruido la moda francesa y que ella viene a rescatarla. Sin embargo, ella lo dirá
en 1954 cuando el New Look ha triunfado en todo el mundo.
El New Look
Conquista al Mundo
El primer desfile
de Dior fue un éxito fenomenal. Dice Alan Jenkins, en su libro The Forties, que muchas
mujeres del público sollozaron conmovidas al ver esas modas inimaginables
durante la guerra. Fue la editora de Harper’s Bazaar, Carmel Snow quien bautizaría esa moda tan
exquisita, con sus derroches de telas,
volantes y encajes, como “The New Look”.
Si bien es cierto que Carmel estuvo
presente en el primer desfile de Dior, es falso que antes quisiese nombrar a Balmain
el modisto más importante de Francia
No todo el mundo abrazó
la novel moda. En una Francia hambrienta y aplastada por una inflación que
aumentaba los precios, muchas mujeres atacaron a las modelos de la Casa Dior
que estilaban los diseños en la vía pública.
En Estados Unidos e Inglaterra, donde todavía existía un racionamiento
de material textil, aparecieron clubes de mujeres que se negaban a alargar las
faldas.
No todas pensaban
igual y donde primero se rindieron fue en Hollywood, tanto actrices como
filmes. Aquí tenemos a Rita Hayworth en 1947 luciendo un Christian Dior.
Lauren Bacall fue
otra de las nuevas clientas y aquí la vemos con Bogey, en 1951 en un desfile de
Dior.
Dior viste a Ava
Gardner, dentro y fuera de la pantalla.
En 1950, Alfred
Hitchcock contrata al modisto para diseñar el vestuario de Marlene Dietrich en Stage
Fright.
En 1952, Christian
Dior es nominado a un Oscar por Mejor Vestuario por Estación Termini
Jennifer Jones en Estación Termini
En Inglaterra se
apaciguaron los ánimos cuando la Princesa Elizabeth encargó, para su luna de miel, un guardarropa que seguía las pautas del New Look.
Su hermana Margaret Rose se convertiría en clienta de Dior de por vida.
En America Latina
el New Look ya estaba instalado en 1949 . Lo llevaban desde colegialas a amas
de casa y se veía en los anuncios comerciales. Aquí fotografías de la revista Eva
de Chile y de la argentina Mucho Gusto.
Ese mismo año, en
un tour por Colombia, Libertad Lamarque estilaba un vestido típico del New Look.
La siempre
cosmopolita Dolores del Rio fue clienta de Dior quien la consideraba una mujer
de medidas perfectas.
Pero el gran
logro de Dior fue vestir a la primera Dama de Argentina, icono mundial de
elegancia. Aquí vemos a Evita luciendo un strapless de Dior, en el Teatro
Colón, en 1949. De ella diría el modisto
“es la única reina a la que he vestido”
Las latinas de Ayer son súbditas de Dior como lo atestigua una colección de los vestidos de Maria Félix de la exhibicion "María Bonita"en Miami.
Aunque los vestidos de esa exhibición son en su mayoría de Los 60 y 70, Christian había disenado en vida para La Doña, como este vestido que Maria lució en el filme italiano Incantessimo Tragico (1951)
En 1951, la
revista mexicana La Familia pone en portada una variación del vestido “Junon”
de Christian Dior. Creado en 1949, en el 2023, Natalie Portman lo lució en la
Alfombra Roja de Cannes. La moda de Dior no pasa de moda.
Para 1950, ante
Christian Dior se han rendido estrellas de cine y la realeza europea, vestirá a primeras damas como Evita Perón,
pero también a la nobleza. En 1947, para su primera boda, Cayetana de Alba
elige a Dior para que confeccione su vestido de novia. Las hispanoparlantes de
ambos lados del Atlántico aman el New Look.
La “Falda
Dior”
A mis seis añitos
yo ya sabía, por la revista Elegancia, que el perfume de mi madre lo hacía un Señor
Dior que venía de Francia, como mi
abuela, y que era modisto. Me lo
imaginaba en Paris como uno de los sastres de mi padre, pero pegado a una
Singer como las modistas del taller de mi mamá.
Me tomó un tiempo
descubrir que había fallecido dos años antes de yo nacer y que existía una gran
diferencia entre costureras de barrio y diseñadores de la Haute Couture
del cual Dior había sido el mejor. Aunque eventualmente concordé con Chanel que
“El Maestro de Todos” era Cristóbal Balenciaga, Dior siguió teniendo una
conexión conmigo y eso gracias a la “falda de Dior”.
El temblor (o
terremoto) de este abril en Nueva York, me hizo recapacitar en los cinco sismos
de más de 6 grados que he experimentado en mi vida. Como siempre, el recuerdo más agudo es el de 1965, que sin
ser el más fuerte fue el más destructivo para mí en términos de vivienda.
Visionando en mi
memoria el espectáculo de paredes derrumbadas, vidrios rotos y muebles despedazados, por primera vez reparo en la perdida material
que sufrimos donde se perdió todo desde ropa hasta enseres domésticos. Tuvimos
que comenzar de cero. De nuestros juguetes, mi hermano y yo solo rescatamos un oso de
peluche y a Practico, un cerdito plástico que mi hermano todavía conserva.
Lo extraordinario
es que hubo dos cuartos que no sufrieron grandes daños, tal vez por ser
aledaños a la puerta principal y haber sido construidos con mejor material o más
cuidado. Uno albergaba la biblioteca de mi padre que se salvó casi entera, el
otro era el vestidor de mi madre.
Aunque el amplio
vestuario de mi madre se guardaba en armarios de tres cuerpos y estos quedaron
convertidos en astillas, hubo dos baúles que sobrevivieron al terremoto y que
curiosamente nos acompañarían al otro lado del continente. Uno era de esos
corpulentos baúles de viaje que se usaba entre los ricos para sus cruceros
trasatlánticos.
Este tenia los
sellos de la Braun y Blanchard, la compañía naviera de mi bisabuelo. Sus
iniciales “J.B.”(Jean Blanchard) estaban incrustadas en sus lomos. Mi madre lo
usaba para guardar zapatos y bolsos de mano. Eso la salvó de andar descalza en
el otoño de 1965.
El otro baúl era igual
de imponente. Era un arcón español forrado en cuero de caballo bayo. Había sido
el “Baúl de la Esperanza” de mi madre y
el único objeto que pudo recuperar luego que mi abuelo la desheredó por casarse
con un cristiano.
El baúl soportó
los embates del terremoto y su contenido fue el único lazo al pasado sartorial
de mi madre. Adentro había piezas “valiosas” como su estola de armiño, sus
vestidos de novia (el del civil y el de la boda religiosa) y la famosa falda de
Dior.
En la familia se
la conocía como “la falda de Dior”, “la falda que vino de Europa” o “la falda
de la Zia Elvira”. Se la sacaba con
cuidado, como las otras prendas de ese baúl no se la colgaba, sino que se la
guardaba envuelta en papel de seda (papel “crepé”) . Nunca vi a nadie usarla.
Mi madre juraba que se la había puesto “antes”, eufemismo para referirse a que
varios embarazos y diabetes gestacionales la habían privado de una cintura de
avispa.
La falda era
abullonada como la mitad de las prendas del New Look. Estaba confeccionada en
tafetán negro cruzado por bandas de terciopelo del mismo color. Tenía un forro
de seda cruda negra que bien almidonado producía esa imagen acampanada que caracteriza
el New Look. Aun así, mi madre decía que había que usarla con “falsos”, los
famosos enaguas de cintura de lienzo tieso, y varillas de plástico o madera
delgada, que por casi tres décadas
fueron prenda obligatoria de las fans del New Look.
El origen de la
falda era legendario como todo lo asociado con las tías-hadas y aunque ellas
viajaban periódicamente a Europa y volvían con sombreros, pieles y vestidos, no
todos eran de Dior. Con los años las interrogantes sobre la falda han
aumentado. ¿Era realmente de Dior, o una imitación? La Casa Dior no tenía pret-a-porter
todavía, por lo que debe haber costado carísima.
Como y cuando la
adquirió la Zia Elvira son los mayores signos de interrogación. Mi
investigación me lleva a descubrir que es un diseño de la segunda etapa del New Look (1950-55).
Suena más plausible que se haya comprado en esa decada que mi primera deducción.
¿Cómo mi tía abuela, recién salida de Auschwitz (donde lo había perdido todo,
incluyendo a sus hijas) iba a estar gastando un dinero que no tenía en una
falda de diseñador?
Gracias a Pinterest
y Etsy (que todavía vende algunas) descubrí que el diseño lo impuso Dior a
comienzos de los 50, cuando el éxodo de la Zia Elvira la tenía en la Costa Oeste
de los Estados Unidos. No sé en qué momento salió de Europa, solo que llegaron
ella y su esposo el Tío Milan, a Chile por
allá por 1954. Permanecería en Santiago , hasta que la viudez y el gobierno de
la Unidad Popular la hiciesen regresar a la Unión Americana. La falda, que había
sido parte de su equipaje, viajó entonces
desde Europa a USA y de ahí a Chile donde se quedaría como la mitad de nuestras
pertenencias en Viña del Mar, cuando nos tocó a nosotros iniciar nuestro propio
éxodo.
Hace unos días
descubrí otro eslabón perdido. Es posible que mi tía la haya comprado en el
mismo Chile. Desde 1950 que la Casa Dior tenía un arreglo comercial con Los
Gobelinos, la tienda de departamentos más exclusiva de Santiago. Con eso doy
término a mis vínculos con Dior y vuelvo al modisto y a su hermana.
Catherine y
sus Flores
¿Y que ha sido de Catherine en todo este tiempo? Tras la muerte de su padre, Catherine se dio cuenta que los productos de la granja no bastaban para vivir. Ella y Hervé se fueron a Paris a vivir con Christian. Así que estaban ahí cuando nacieron tanto The New Look y Miss Dior.
La leyenda cuenta
que estaban Dior y Mitzah Bricard discutiendo qué nombre iba a llevar el
perfume cuando entró Catherine: “ ¡Voila, Mademoiselle Dior!” exclamó Mitzah
y al modisto le gustó el nombre. No pudo ser “Mademoiselle Dior”, eso sería conectarlo con Chanel. Mejor
quedaba en inglés como homenaje a los Aliados de Francia.
Miss Dior, tal
como el New Look, era un homenaje a las mujeres de las familia del diseñador.
El jardín de su madre, la ropa vaporosa , estampada y etérea usada por Madeleine,
y era un modo de retratar las flores que
Catherine seguiría cultivando de por vida.
Catherine y Hervé
pusieron un puesto en el mercado donde venderían las flores de su granja.
Entretanto, Catherine estaba siendo objeto de reconocimientos por su valor
durante la guerra. Tal como muestra la serie, recibió la Croix de Guerre y La Cruz de
Combatientes Voluntarios de la Resistencia. Los polacos la honraron con La Cruz
de Valor y los británicos con la King’s Medal for Courage in the Cause of Freedom.
En 1994 sería inducida a la Legión de Honor.
Hervé y Catherine en París
Solo que las
medallas no dan de comer y Catherine necesitaba ampliar su campo laboral. Decidió
importar flores exóticas de las colonias francesas. Ese trabajo ya existía,
pero nunca lo había hecho una mujer. A fines de Los 40, Catherine recibía el permiso gubernamental
para ser una Mandateire en Fleurs Coupées, labor que desempeñaría por
casi una década.
El Juicio de
La Rue de La Pompe
En medio de
reconocimientos y desafíos laborales, llegó la hora de la retribución de
quienes hablan torturado a Catherine y a otros. En 1952 se les abrió juicio a
los hombres y mujeres que operaron el centro de torturas de la Rue de la Pompe.
Desgraciadamente, Los 50, debido a la Guerra
Fría, fue una época en que Occidente vio
a los alemanes como aliados y le bajaron el tono a la idea de rechazo y castigo
de sus antiguos enemigos. A nadie pareció interesarle este juicio donde la mayoría
de los acusados fueron juzgados y condenados in absentia.
Catherine hizo
varias deposiciones de las cuales se han extraído detalle de su cautiverio. Su
aparición en la sala casi pasó desapercibida. Solo se sabe que el abogado de
uno de los acusados demostró que se había equivocado al identificarlo. Esta fue
una estrategia de leguleyo muy común en esos juicios. Qué triste que se deba
desacreditar a la víctima para defender al criminal.
Aunque muchos
periódicos importantes cubrieron este juicio, solo Le Monde mencionó a Catherine
sin decir que era hermana del más famoso modisto del mundo. Tal vez porque en
esa época, Christian Dior comenzó a viajar a Alemania con sus desfiles de moda
y mensajes de reconciliación y olvido, que chocaban con estos juicios que
molestaban a la burguesía francesa en su afán de guardar secretos incomodos en arcones.
El juicio acabó
en una nota agridulce. Siete de los cabecillas de a Rue de la Pompe fueron
condenados a muerte (la secretaria-torturadora Denisse Dulfau fue condenada a
20 años de trabajos forzados). Solo tres serían fusilados, los otros lograron
huir. El líder de La Rue de la Pompe, Friedrich Berger se había refugiado en
diferentes países, ofreció trabajo a diferentes agencias de inteligencia, fue
rechazado por todas ya que notaban que no era más que un torturador. Moriría tranquilo
y libre en su cama de Múnich en 1960.
Auge y Final
de Christian Dior
Los 50 tienen a
Dior en la cúspide de la moda. Nadie lo aventaja. Balenciaga modestamente acepta
un decoroso segundo lugar. Cuando Chanel reaparece en París, habla pestes del New
Look y amenaza con derrocar a Dior. Nada de eso sucederá. Dior viste a la
realeza, a las estrellas de cine, a
esposas de jefes de estado, hasta esa ex nazi la Duquesa de Windsor se rinde
ante el altar de Dior y se vuelve su clienta.
En 1951, Christian
Dior publica su autobiografía Je suis coutourier (soy modisto). Se vende como pan caliente, ni el retorno de Chanel
ha hecho tambalear su corona. Jean
Cocteau dirá indignado en su diario que su sociedad ha desproporcionado sus
prioridades cuando más se habla en los periódicos de como Dior ha acortado las
faldas en Los 50, que del desarrollo de
la bomba de hidrogeno.
Dior se ha hecho millonario.
Su ropa se vende desde Sídney hasta Santiago de Chile. Incluso compra un
castillo en los Alpes Marítimos cercano a Les Naysses. En 1955, Dior encuentra nuevamente el amor. Se llama
Jacques Benita, es un sefardita argelino, que canta profesionalmente bajo el
nombre de Tony Sandro. Tiene casi 30 años menos que el modisto, pero serán muy
felices.
El amor hace que Dior
se aleje de su ritmo trabajólico. Ya ha sufrido dos infartos de tanto trabajar.
Su amistad con la buena mesa lo ha hecho subir de peso, pero su nuevo romance
le recuerda que debe descansar y adelgazar. Visita las Termas de Montecatini en
Toscana. Lo acompaña la fiel Madame Zehnacker, pero durante un juego de cartas
se desploma víctima de un fatal paro cardiaco. Solo tiene 52 años.
Francia le da un
funeral de honor. Catherine cubrirá de flores las calles de Paris por donde
pasa el cortejo fúnebre. Las clientas llegan en masa lideradas por la Duquesa
de Windsor. Los grandes de la moda presentan sus últimos respetos al gran Dior.
Chanel no va, pero envía una enorme corona de rosas rojas.
La Duquesa de Windsor en el sepelio de Dior
En su testamento, Dior nombra herederas a Raymonde Zehnaker y a Catherine, pero lo que heredarán son deudas. En vida, Christian Dior vivió como un gran señor, a su muerte le debía a cada santo una vela. Hay que vender su catillo provenzal (hoy pertenece a la perfumería Dior).La Casa Dior queda en las aptas manos de Yves St. Laurent, el joven protegido que Christian veía como su sucesor, pero Catherine será nombrada custodia de la memoria y nombre de su hermano. Una labor que cumplirá hasta su muerte, aun cuando la lleve a repudiar a miembros de su familia.
Una Sobrina
Inconveniente
Uno de esos
miembros sería Françoise, Condesa de Caumont La Force, sobrina de los Dior.
Hija del hermano mayor, Raymond, Françoise era lo opuesto al padre. Si Raymond
era un periodista de tendencias comunistas, su hija era conservadora,
monarquista y finalmente desvergonzadamente nazi, llegando a casarse con Colin
Jordan, el líder de los nazis ingleses.
Quienes vieron Ridley Road (ahora disponible gratis en Tubi) recordarán que
el gran villano de la serie es Colin Jordan (Rory Kinnear) en cuyas filas debe
infiltrarse una joven espía judía. En un episodio aparece la esposa francesa de
Jordan que nota el interés romántico de su marido por la nueva acolita.
En la vida real, Françoise
se había divorciado del Conde de Caumont La Force para unirse a Jordan y al
resurgimiento del nazismo en la política británica de Los 60. Françoise incluso
había expandido la ideología neonazi, trayéndola a Francia. Como lo hacía
abiertamente, su nombre estaba ligado a estas políticas fascistas que horrorizaron
a su tía reviviendo todo el horror vivido durante La Ocupación.
A pesar de llevar
una vida retirada, Caro estaba indignada, tanto por las posturas de su sobrina como del
modo en que la prensa quería vincular el nombre de Dior con este auge del
neonazismo. Mademoiselle Dior fue a los medios e hizo declaraciones
desligándose de Françoise y de sus ideas. Además, remachó que el apellido Dior,
siempre reconocido por representar “honor
y patriotismo”, no podía enlodarse por las opiniones de un miembro de esa
familia.
Hervé fallecería
en 1997, su mujer seguiría en Provenza dedicada al cultivo de flores. En 1999,
la propiedad normanda donde Los Dior habían nacido se convirtió en el Museo Christian
Dior y Caro pasó a ser su presidenta honoraria hasta su muerte en el 2008.
Ha sido en los últimos
años que los historiadores se han interesado en vincular la vida de esta gran
mujer con su famoso hermano. En ese proceso se ha descubierto la influencia que
tuvieron Catherine y su madre en el nacimiento del New Look. Sin haber sido una
mujer preocupada por la moda, Catherine siempre usó Miss Dior como su perfume
personal y sus flores jugaron partido en los diseños de su hermano como lo
demuestra el vestido “Miss Dior”.
Consciente de eso,
María Grazia Chiuri, directora creativa
de la actual Casa Dior dedicó la colección del 2019 a la primera Miss Dior,
pero incluso antes ha habido renacimientos del New Look en muchas eras porque es
un estilo tan bello que pocas se le pueden resistir.
En 1981, Lady Diana ecandaliza con un strapless negro digno de Dior
Fines de los 80, la Princesa de Gales en una copia del New Look
El New Look en el Siglo XXI. Elle Fanning desfila por la Alfombra Roja en un diseño de la Casa Dior.
BIBLIOGRAFÏA CONSULTADA
Jenkins Alan: The Forties, 1977
Picardie, Justine: Mademoiselle Dior, 2021
Pochna, Marie-France: Christian Dior, 2021