miércoles, 30 de enero de 2019

Latinos en Hollywood: Ricardo Montalbán



Hay actores que pueden llegar a ser reconocidos por varias generaciones de espectadores. Ricardo Montalbán fue galán del Cine de Oro Mexicano; reabrió en Hollywood el arquetipo de Latin Lover; en los 70 inició una nueva carrera en televisión como el anfitrión de “La isla de la fantasía”; ha sido el mejor villano de “Star Trek” y hasta fue el abuelo de los “Spy Kids”. Mas importante aún, fue el primero en militar por un trato mejor para los actores latinos en Hollywood.

Ricardo Gonzalo Pedro Montalbán y Merino nació en el DF, un 25 de noviembre de 1920. Fue el menor de cuatro hermanos, bastante mayores que él. Sus padres habían emigrado de España a México, siguiendo al Tío Pedro, un sacerdote hermano de Ricarda, la madre del futuro actor. Pero en los Años 20, ser católico no era una buena noticia en México, se había cerrado el culto y el conflicto religioso había escalado en guerra.

Los Montalbán, católicos fervientes, emigraron al Norte, a Torreón, en Coahuila donde abrieron una tienda. El primer sueño de Ricardo fue ser torero, pero dijo que le faltó valor. Su padre deseaba que fuese contador y para eso lo enroló en la Escuela Comercial Treviño. Ricardo odiaba esos estudios y aprovechó que su hermano Carlos vivía en California para irse a vivir con él.

La idea era que siguiera estudiando. Fue mientras cursaba la secundaria en la Fairfax High School de Los Ángeles, que su maestra de Arte Dramático le vio posibilidades y lo animó a probar suerte en el teatro. Acompañado de Carlos, Ricardo viajó a Nueva York a buscar empleo en Broadway. Lo consiguió en Her Cardboard Lover, una producción de la mítica Tallulah Bankhead. Tras una entrevista muy Tallulah, en el que el cachorro de león de la diva le mordía los zapatos, Ricardo consiguió un pequeño rol.
Ricardo Montalbán a los 21 años

Hubiese seguido en Broadway, pero le llegaron malas noticias de Torreón. Su madre estaba grave. Viajó a México y ya tranquilo viendo a su madre recuperada, Ricardo decidió que la suerte podría estar en su tierra, en el DF.

Eran los 40, cuando México vivía su edad de oro de cine. En 1942, Ricardo tuvo apariciones breves en tres filmes, pero al año siguiente era el galán de Esther Fernández en la segunda versión del clásico de Federico Gamboa, Santa.  Como el torero, El Jarameño, Ricardo tuvo buenas críticas e impresionó al director, el estadounidense Norman Foster quien tendría otro rol en la vida del actor.

Como todos los jóvenes, Ricardo Montalbán había sufrido de amor platónico por una estrella de Hollywood, la suya era Loretta Young. Pero en 1939, al verla en “La Historia de Alexander Graham Bell”, Ricardo traicionó a Loretta enamorándose de Georgiana Blaine quien interpretaba a la hermana de la protagonista Comenzó a buscar datos de ella en revistas y hasta recortó una fotografía que traía en su cartera.
Georgiana

Sucede que Georgiana Blaine era hermana, en la vida real, de Loretta Young y también de Sally Blaine, la esposa de Norman Foster. A Ricardo se le iba cumplir un sueño. Aunque no muy segura, Georgiana aceptó una cita con un total desconocido. Tras un cortejo de un par de semanas, la pareja se casó. Este sería un matrimonio que duraría una vida.
Sally Blaine y Norman Foster

Ricardo Montalbán continuó su carrera protagónica. Interpretó a Don Luis, el seminarista enamorado de su futura madrastra, en la adaptación del clásico de Juan Valera, Pepita Jiménez e hizo las dos versiones de “Cinco que regresaron”, una historia sobre los intentos de partisanos yugoeslavos de rescatar a unos rehenes de manos de los Nazis. Existía entonces una costumbre hollywoodense de filmar dos versiones, una para el público estadounidense y otra para el mexicano con un elenco de México. Ricardo actuó en ambas lo que por primera vez lo puso en contacto con el público gringo.

En 1945, nació Laura, la primera de cuatro hijos. Fue entonces que el actor tomó una decisión. Su gran sueño era ser un actor famoso, ahora esto había cambiado. Su única ambición era darle lo mejor a su familia. Por mucho que le doliera dejar el cine mexicano, la mejor paga estaba en Hollywood. Para allá se trasladó la Familia Montalbán, después de que Ricardo firmara un contrato de tres películas con la Metro Goldwyn Mayer.
Los Montalbán y Laura.

Ricardo sabía cómo funcionaba Hollywood en lo que respecta a los actores extranjeros, o se les encasillaba o se les americanizaba. Desde el principio, él dejó en claro que había dos cosas que no alteraría: su acento y su nombre. (¡Querían ponerle Ricky Martin!) Una curiosidad, y que demuestra cómo era este país en el Siglo XX, Ricardo Montalbán vivió y trabajó en USA por más de 60 años. Murió en California, pero nunca dejó de ser ciudadano mexicano. Su nacionalidad, como su religión, le eran sagradas.

Hollywood, a fines de los 40, estaba todavía en la etapa del Buen Vecino, jugando con esa idea de que más allá del Rio Grande había un gran país llamado South America donde todos hablaban, lucían y pensaban igual. Lo bueno era que estos latinos tan homogéneos eran siempre excelentes personas, lindos y muy simpáticos, al menos en la imaginación de los guionistas.  (¡Ay que tiempos Señor Don Simón!). A Ricardo se decidió emparejarlo con la nueva adquisición de la Metro, la campeona de natación, Esther Williams.

La primera de la trilogía Williams-Montalbán fue “Fiesta”, la historia de una familia de toreros. Ricardo era el protagonista, el hijo mayor que prefiere ser compositor antes que matador. A la que si le gustaba el ruedo era a María (Williams) su hermana. A pesar de que la filmación pasó por todo tipo de contratiempos, desde unos toros levantiscos hasta que Esther no cabía (tenía espaldas de nadadora) en el traje de luces, “Fiesta” estrenó en 1947 con muy buenas reseñas. En la próxima cinta “In an Island with You” al pobre Ricardo lo lanzaron al rol del” Otro” mientras Esther se besaba con Peter Lawford.

Finalmente pudo besar a su coestrella en “Neptune’s Daughter”, en 1949. Es en este último filme donde, para seducir a Williams, quien interpreta a una puritana diseñadora de modas, Ricardoen su mejor estilo de “latín Lover” le canta la (hoy) controversial balada “Baby it’s Cold Outside”. La Metro aprovechaba todos los talentos de su nueva estrella. Ricardo no solo cantaba, también bailaba. Incluso aceptó una aparición especial en la fantasía mexicana de Frank Sinatra “The Kissing Bandit” donde lo único que hizo fue bailar una pieza con Anne Miller.

Por suerte la renovación de su contrato lo alejaría de la comedia musical colocándolo en roles más exigentes, aunque siempre de latino. En “Border Incident”, un filme sobre un tema muy contemporáneo era un agente de inmigración que intentaba detener la labor de los coyotes:  en la épica de La Batalla de Bastogne “Battleground” interpretaba a un soldado chicano; en el Noir “Mistery Street” fue un policía latino de Massachussets; y en “Right Cross” hizo de boxeador mexicano enamorado de June Allyson.

En 1951, vuelve a los musicales con la encantadora comedia para adolescentes “Two Weeks with Love” donde estará de romance con Jane Powell, en las Catskills de la Belle Epoque y donde junto a ella bailará el tango “A media luz”. Es posiblemente la última secuencia bailable de Ricardo Montalbán.

Ese mismo año, Ricardo filmó dos westerns. Protagonizó “La marca del renegado” y encarnó al villano en “Across the Wild Missouri” donde por primera vez dará vida un nativo-americano. Es ahí donde sufrió una caída de caballo que le afectó la columna. Pocos sabían que la estrella había nacido con un problema lumbar que se agravó por la caída.
Como el jefe Camisa de hierro en Äcross the Wild Missouri"

Al golpearse la espalda con una roca, Ricardo quedó inmovilizado por varios minutos. La parálisis había desaparecido para cuando le llegó auxilio médico. La ausencia de tecnologías médicas modernas les impidió ver que había ocurrido una hemorragia en la zona lumbar.  Se partió de la base que no había lesión, por lo tanto, no era caso serio.

Lo cierto es que tras la caída Ricardo Montalbán nunca más será el mismo. Le quedará una leve cojera (no volverá a bailar profesionalmente) y un dolor fulminante que lo acompañará toda su vida. Hervé Villachaize, su compañero en “la Isla de la Fantasía” dirá que era impresionante ver a Ricardo adolorido actuar normalmente y sin ayuda de medicamentos fuertes. Ricardo se negará siempre a tomar nada que pueda volverse adicción.

Según sus propias palabras la mejor medicina eran las palabras “¡Cámara!  ¡Y “Acción!”. La tremenda voluntad y el estoicismo de Ricardo Montalbán emergían de su fe. En su autobiografía de 1980, Between Two World, hablaría largamente sobre la importancia de la religión en su vida. Su mujer y él fueron siempre devotos católicos miembros de la Parroquia del Buen Pastor de Beverly Hills y él fue miembro de la Catholic Motion Picture Guild.  Cuando en 1986, el Papa San Juan Pablo II le otorgó la Orden de los Caballeros de San Gregorio no solo lo premiaba por su apoyo a causas como el Sida, o a su trabajo entre los pobres, también por una vida impecable y disciplinada.

La disciplina y la fe ayudaron a Ricardo a sobreponerse al dolor físico, pero también trazaron su modo de vida desde su método anticonceptivo (el ritmo, el único autorizado por la Iglesia católica) hasta el modo de criar a sus hijos. Como él decía: “soy su padre no su compinche. Esto no es una democracia ni ellos me eligieron”. A pesar de la aparente severidad tras esas palabras, aun después de su muerte el actor ha sido recordado con amor y veneración por sus hijos y hasta por sus nietos.
Los Montalbán y sus hijos

Hollywood no tendría esa admiración. La Era del Latín Lover estaba pasando y no tenían mucho uso para Mr. Montalbán. El lograría los últimos roles de esa era en la encantadora “Sombrero”, la historia de tres romances donde lo verían emparejado con la italiana Pier Angeli, y en “Latin Lovers”.
 En mi semblanza de Fernando Lamas conté como, tras darle una paliza a Lana Turner, El Macho de las Pampas fue reemplazado en “Latín Lovers” por Ricardo Montalbán. En esta historia de una millonaria paranoica que creen que los hombres se le aceran solo por su dinero, Ricardo enterraría el estereotipo a la vez que la Metro lo enterraba a él.

En 1953 había varios caminos abiertos ante Ricardo Montalbán. Él los tomó todos. Aceptó el protagónico de un romance medieval para la Columbia, “La espada sarracena” basado en una novela de Frank Yerby. Regresó a México donde protagonizó “Sombra verde” junto a Ariadne Welter, y viajó a Italia a protagonizar el peplo “Semiramis” junto a Rhonda Fleming.

Después de este agitado 1954, regresó a Broadway como Chico, el héroe parisino de Seventh Heaven con Gloria de Haven. En 1955 tuvo su último protagónico angloparlante en “Life on the Balance” con Anne Bancroft. En esta coproducción mexico-americana interpretó a un musico cuyo hijo es el único que puede identificar a un asesino serial.

En 1957 aceptó un rol secundario en “Sayonara” haciendo de japonés. Era lo que Hollywood le ofrecía, pero en otros países seguía siendo protagonista. Viajó a Egipto a filmar la coproducción ibero-italiana “Los amantes del desierto” junto a Carmen Sevilla y regresó a Broadway con Calipso junto a Lena Horne. Su rol de Koli, el único no afroamericano en el elenco, le ameritó una nominación para un Tony.
Con Carmen Sevilla

Con Lena Horne

Ricardo también había probado suerte en la televisión, sobre todo en el programa de su cuñada Loretta Young. Fueron las constantes apariciones en programas tan diferentes como “Letter to Loretta”, “Ben Casey” y “Bonanza” que lo harían reconocible para nuevas generaciones. En 1961 viajó a Italia para su ultimo protagónico en “El Pirata Negro”.

En los 60 continuó en la televisión, alternando de vez en cuando con algún rol en filmes hollywoodenses. El más conocido fue el del italiano adinerado que tenía un romance de una noche con Shirley McClaine en “Sweet Charity” También regresó a México para filmar junto a Silvia Pinal un segmento del filme “Buenas Noches Año Nuevo” (ji, ese fue el primer filme de Ricardo Montalbán que vi yo. Lo vi en el Rex de Viña el 65).

Siguió haciendo apariciones especiales en la televisión, a veces apareciendo en el mismo programa con personajes diferentes como en el “Gran Chaparral” donde interpretó a un bandido en una temporada y a un sacerdote en otra. En 1967, Gene Rodenberry lo llamó para que diera vida un villano interplanetario en “Viaje a las Estrellas” Este episodio, hoy de culto, presentó a la primera generación de trekkies con el malévolo Khan.

En medio de tanta actividad, Ricardo Montalbán se tomó tiempo para ir a Vietnam a entretener a las tropas. Su hijo Mark servía allá en una época en que los hijos de los ricos y famosos ni asomaba la nariz en el conflicto, Mark sirvió dos tours y pasó de camillero a arsenalero (después de la guerra estudió para anestesista, labor que sigue desempeñando en Miami).
Con su hijo Mark en Vietnam

Ricardo Montalbán crio a sus hijos orgullosos de su herencia hispana, pero también respetuosos del país que los vio nacer. Él se había vuelto parte de la comunidad de Hollywood, dentro de su hermosa casa de Beverly Hills, diseñada por el arquitecto mexicano Ricardo Legorreta. Había hecho amistades con familias hollywoodenses como las de Anthony Quinn, Bob Newhart y Don Rickles que acostumbraban a compartir las famosas “Pizza Parties” que los Montalbán daban impromptu a altas horas de la madrugada, pero Ricardo era consciente del racismo que imperaba en la industria.

El no olvidaba los carteles ‘No se permiten ni perros ni mexicanos” que lo habían recibido a su llegada a los Estados Unidos. O que una vez, en la secundaria, lo habían corrido de un salón de baile angelino por ser mexicano. Y luego estaban los encasillamientos y roles estereotipados a los que había sido sometido en su etapa de protagonista.

“Mexicano es una mala palabra en Hollywood” declararía a la prensa. Bajo esa impresión, junto al boricua Henry Darrow, Ricardo Montalbán fundaría, en 1970,  ”Nosotros” una organización sin afán de lucro, que buscaba acabar con estereotipos negativos y mejorar las posibilidades laborales del actor latino.

Aunque en 1988, por desavenencias personales con ejecutivos, Ricardo Montalbán se alejaría de “Nosotros”, su presencia fue clave para la creación de esa institución, la primera en preocuparse de un problema que hasta hoy afecta al actor hispano parlante, la falta de roles dignos, la discriminación, y el encasillamiento. Gracias a Nosotros existen hoy el Teatro Ricardo Montalbán en Los Ángeles y el premio Ricardo Montalbán Lifetime Award.
El Montalbán ofrece un programa de teatro, conciertos, películas, shows de comedias, festivales de cine y entregas de premios conectados con la comunidad artística latina. El Premio Ricardo Montalbán es parte de los premios Alma y se otorga anualmente a un artista latino con una carrera destacada en la industria del cine, teatro o de la música.
El Teatro Ricardo Montalbán

Sin embargo, toda militancia tiene un precio, y la creación de Nosotros le iba costar a Ricardo Montalbán su carrera fílmica. A Hollywood no le parecieron las declaraciones que el actor había hecho en contra de sus procedimientos discriminatorios.

Aunque en 1971, Ricardo interpretó al bondadoso Armando, dueño de circo y protector de simios, en la franquicia de “El Planeta de los Simios” (“Escape del Planeta de los Simios”), y repetiría su rol en 1972 en “A la Conquista del Planeta de los Simios”, las ofertas de cine comenzaron a escasear. No le preocupó mucho, siguió haciendo televisión y en 1973 regresó a Broadway en el Don Juan en el infierno de Bernard Shaw. Aun así, para 1975, la ausencia de trabajo comenzó a sentirse y Ricardo Montalbán salió a buscar otras vías de empleo y a reinventarse.
Como Don Armando

Si de algo podían ufanarse Los Hermanos Montalbán era de su excelente dicción, en ambos idiomas, y de sus voces poderosas. Mientras Ricardo seguía una carrera actoral, su hermano Carlos había optado por el mundo del spot publicitario haciéndose famoso primero como “El Exigente” en los comerciales de café Savarín, y luego siendo la voz característica detrás de la publicidad de los cigarrillos Marlboro. Ahora le tocaba el turno a Ricardo de entrar en ese mundo.

En 1975, la Chrysler lo contrató para una serie de ads televisivos promocionando su nuevo automóvil, el Cordoba. Pronto, todo Estados Unidos tenía a Ricardo Montalbán en su living gracias a esos anuncios donde alababa el “suave cuero corintio” de los asientos del carro. Gente que nunca había visto a Ricardo actuar ahora compraba Cordobas hipnotizados por la voz majestuosa del actor. Todos querían sentarse en el “Rich Corinthian Leather”, que, a propósito, no existe, no hay tal material.

Ricardo compaginaba sus comerciales con la actuación. En 1977 filmó para la ABC una adaptación de Captains Courageous de Rydyard Kipling, en el rol de Manuel, el marinero portugués, papel que Spencer Tracy hiciera famoso en el cine. Luego la ABC lo contrató para su épica miniserie “La Conquista del Oeste”. Por su interpretación del jefe indio Satangkai, Ricardo ganaría un Emmy como Mejor Actor Secundario. Mas importante aún, aparte de estas buenas noticias, el productor Aaron Spelling estaba dando una batalla que al ganarla cambiaria la historia de Ricardo Montalbán.
Con James Arness en "La Conquista del Oeste"

En la ABC se había dado la luz verde a un proyecto muy original llamado “La Isla de la fantasía”, pero en la cadena querían que Orson Wells fuera el anfitrión de este original parque temático donde por la módica suma de 50.000 dólares, los clientes podían, a lo largo de un fin de semana, vivir sus fantasías más recónditas. Aaron Spelling, productor ejecutivo, luchó hasta convencerlos que el distinguido y enigmático Mr. Roarke solo podía ser interpretado por Ricardo Montalbán.

Fue en 1977 cuando el piloto estrenó en un filme de dos horas de duración. Inolvidable Tatoo (Hervé Villachaize) tocando la campana y dando su alerta icónica “Ze plane! Ze plane!” Inolvidable Ricardo en su traje blanco recibiendo a los invitados y brindando con ellos por una feliz fantasía (que, en ese momento, era el único que sabía que más que fantasía era una prueba moral). Inolvidable Bill Bixby, de uniforme, bailando con Sandra Dee al son de “Moonlight Serenade” bajo las bombas del Blitz, o Hugh O’Brien como un cazador que se convierte en la presa, y más encima despierta esposado a Victoria Principal.

La buena acogida del filme motivó un segundo intento, “Return to Fantasy Island”, unos meses más adelante. Todavía me acuerdo de los gauchos blancos con los que llegaba Adrienne Barbeau a la isla. El éxito era innegable y la cadena la instaló los viernes por la noche. En su primera temporada se convirtió en un encuentro familiar, en mi casa, con los cuatro sentados ante el televisor.

La serie combinaba la coralidad del “Crucero del amor” con elencos de lujo aunada a esa necesidad humana de vivir lo impensable. Sin embargo, “Fantasy Island” era mucho más. Estaba llena de incógnitas. ¿Dónde quedaba esa isla que no aparecía en ningún mapa?  ¿Quién era Roarke? ¿Para quien trabajaba? ¿Cuál era el propósito de ese universo? ¿Quién le planchaba los trajes?

A medida que las fantasías se volvían cada vez más metafísicas con sueños de retroceder en el pasado para reparar errores, y de reencuentros con personas que debían estar ya en sus tumbas, la atmosfera sobrenatural se hizo más patente. Roarke estaba a cargo de todo y su propósito parecía ser dar lecciones con moraleja a sus incautos invitados.

Ricardo Montalbán supo darle un aura especial al hombre del traje blanco, con cierta crueldad que al final revelaba compasión, con un desprecio por gente que malgasta su vida y luego cree poder comprar absolución. ¿Pero quién era él?  ¿Un demonio, un ángel?  El Diablo no era puesto que hasta el Coludo (interpretado por Roddy McDowell) se dio una vuelta por la fatídica isla. En una ocasión hasta se jugó con la posibilidad de que El Señor Roarke fuese El Todopoderoso.

Años después de cancelada la serie, en una entrevista, Ricardo confesó que Roarke era un ángel caído y que la isla fantástica era El Purgatorio. Aunque esto daba una dimensión diferente a la historia, no se necesitó saberlo para que la serie tuviera un seguimiento y rating espectacular.

Pudo haber continuado por más de siete temporadas, pero el sufrimiento físico y mental que el enanismo impuso a Hervé Villachaize comenzó a afectar su comportamiento hasta que tuvieron que despedirlo. Ninguno de los reemplazos de Tatoo llenó sus zapatos y la serie fue cancelada.

Era 1984, y aunque le doliese quitarse el traje blanco, Ricardo Montalbán estaba en el pináculo de su fama. Además, en 1982, en medio del ajetreo de filmar “Fantasy Island” le había llegado una poco común invitación de volver al cine.

En los 80 una nueva generación de trekkies había convertido a “Viaje a las Estallas” en serie de culto. Aprovechando esta corriente, Gene Rodenberry había creado un filme sobre las aventuras del Capitán Kirk y su tripulación. Este filme de 1979 no tuvo mucho éxito, aun así, la Paramount quería arriesgarse con otra secuela. Reemplazaron a Rodenberry por Nicholas Meyer y se buscó un ángulo que vinculase el filme con la serie. Ese ángulo era el que todos los fans consideraban el mejor villano de la serie Khan Noonien Singh. ¿Estaba Ricardo Montalbán dispuesto a repetir su rol para la pantalla grande?

Tan dispuesto estaba Ricardo que aceptó un bajo salario ($100.000), lo recuperaría con creces. “Viaje a las Estrellas: La Ira de Khan” tuvo un éxito inusitado, rompiendo récords de taquilla ya en su primer día, recaudando excelentes dividendos y recibiendo excelentes reseñas. Pauline Kael, una de las críticas de cine más exigentes del gremio, diría que por primera vez Hollywood le daba la oportunidad a Ricardo Montalbán de mostrar su talento histriónico. Era consenso entre críticos y fans que la figura de Khan encarnaba el poder de una cinta que sigue siendo considerada la mejor de la franquicia.

En 1984, Ricardo Montalbán volvía a quedar cesante, aunque ya no lo apremiaban miedos económicos. Mas encima, la Maxwell House lo había contratado para una serie de comerciales promocionando su café. Pero no solo los comerciales lo reclamaban. Aaron Spelling lo contrató para “The Colbys”,  el spinoff de “Dynasty” Por dos temporadas, Ricardo dio vida al vengativo Zach Powers, el gran villano de la serie, e incluso hizo un crossover a “Dinastía”.

Aunque la década de Los Ochenta tendría a Ricardo Montalbán alcanzando su apogeo como actor, había una batalla que estaba perdiendo: la del dolor. Los problemas de la espalda no podían ser ignorados. Nuevas tecnologías descubrieron la hemorragia original, producto del golpe. Peor aún, se descubrió que el intérprete de M. Roarke había sufrido una segunda hemorragia recientemente lo que explicaba su dolor continuo.

Aconsejado por sus médicos, en 1993, Ricardo Montalbán se sometió a nueve horas de cirugía. Emergió del quirófano más maltrecho que antes. Parte de su cuerpo estaba paralizado y el dolor se había agudizado. Aun así, siempre responsable, cumplió su contrato que lo llevaba a protagonizar una nueva serie de televisión para la CBS. Pero al final de la primera temporada de ‘Heaven Help Us” era obvio que Ricardo ya no se podía tener en pie y la serie fue cancelada.

A pesar de que lo veríamos al fin de siglo, erguido en los comerciales de Taco Bell, Ricardo Montalbán no volvería a caminar. Fue su voz la que lo salvó de quedar sin empleo. Comenzó a prestarla para dibujos animados como “Dora, La Exploradora” y “Freakazoid”.

Sin embargo, todavía Hollywood le tenía un último desafío. Tras el éxito de “Spy Kids”, Robert Rodríguez preparaba una secuela “Spy Kids: The Island of Lost Dreams” y quería que Montalbán, a quien él había siempre admirado (no sé si Robert fue trekkie o fan de la “Isla de la Fantasía, era de esa generación), interpretase al abuelo de sus pequeños protagonistas.

Ricardo le recordó que era viejo, enfermo, invalido:” Tres strikes en tu contra”.  Pero Robert Rodríguez era terco, hizo manufacturar una silla de ruedas especial para que pasease Don Valentín no solo por ”Spy Kids 2” sino también por la tercera en la franquicia “Spy Kids: Game Over”.

Esa fue la última gran aparición de Ricardo Montalbán en cuerpo y espíritu. Su voz continúo deleitando en el filme “The Ant Bully” y en series animadas como “Kim Possible” y “Family Guy” Su última actuación vocal fue en “American Dad” en el 2009. Para entonces luchaba contra un cáncer linfático y la tristeza de haber perdido (en el 2008) a la compañera de su vida.

El 4 de enero del 2009, Gilbert Smith anunciaba a la prensa que su suegro, Ricardo Montalbán, había fallecido. Un infarto lo venció. Está enterrado junto a su esposa en el Cementerio de la Santa Cruz (Holy Cross en Los Ángeles).

Al acabar esta reseña veo interrogantes por todos lados. ¿Pudo Ricardo Montalbán haberse convertido en una estrella del cine mexicano en vez de ir a perpetuar estereotipos ridículos en Hollywood? ¿Qué hubiera sucedido si Hollywood le hubiese dado roles con más enjundia como ocurriera con Anthony Quinn? ¿Qué hubiese sido de la carrera de Ricardo si no se hubiese interpuesto esa lesión tan dañina en su espalda? Pero no dejemos que las interrogantes borren su magnífico legado.

Un legado que abarca reconocidas e inolvidables interpretaciones en cine y televisión, la creación de Nosotros, y una serie de filmes hoy solamente recordados por TCM donde se atrevió a trascender estereotipos con caracterizaciones tales como el latino empeñado, a pesar de los obstáculos, en ser ciudadano americano en “The Man I Love” o el policía hispano que debe enfrentar al racismo WASP de Massachussets para cumplir su trabajo en “Mystery Street”.

Por sobre, todo debemos recordar a Ricardo Montalbán en la grandeza de la humildad. A él no le importaba, aun siendo galán de Hollywood volver a México, a filmar en su tierra o hacer a un lado una carrera actoral para hacer comerciales porque todo lo sabía hacer con la misma finura y elegancia de un caballero latino, algo que él nunca dejó de ser.






jueves, 17 de enero de 2019

Voces Latinas del Ayer: Carlos Gardel



¡Qué difícil es escribir sobre El Zorzal Criollo! Es un ser tan legendario que los mitos, las ficciones y las inseguridades cronológicas y geográficas abundan en su biografía. ¿Nació en Francia o en Uruguay? ¿Fue Berthe Garde su madre biológica o solo adoptiva? ¿Comenzó sus amores con Isabelita Martínez del Valle cuando ella contaba 13 o 14 años?   Todo es incierto, menos una realidad del porte del continente. Fue Carlos Gardel quien convirtió el tango en canción y al hacerlo lo volvió y se volvió inmortal.

La vida de Gardel se divide en cuatro etapas, sus orígenes, nacimiento e infancia, épocas brumosas y debatibles; su juventud aventurera, un poco delincuente, que presagia al héroe; su triunfo en America y Europa, triunfo que acaba en muerte temprana y abrupta: y los mitos postmortem que se vuelven verdades, los rumores que se truecan en leyendas urbanas. Toda America (y España) sabe quién es Carlos Gardel, pero no se puede apreciar su música sin conocer la fábula de la que nace. Por eso voy a seguir esas etapas para que nos encontremos con El Morocho del Abasto.

                                            Volver  (Gardel-LePera, 1934)

¿Toulouse o Tacuarembó?
Los historiadores del tangoy la mayoría de los biógrafos de Carlos Gardel aceptan que nació en Toulouse, un 11 de diciembre de 1890, hijo de una planchadora llamada Berthe Garde quien lo registra como hijo desconocido y lo bautiza como Charles Romualde Garde. Luego, Berthe dirá que el padre es un tal Paul Laresse, casado, que se ha desentendido de ella. Años después, Laresse se aparecerá en Buenos Aires. Carlos ya va camino a la fama. Su padre, un poco tarde, ofrece darle su nombre. El Zorzal Criollo lo rechaza. No lo ha necesitado hasta ahora, no lo necesitará.

Berthe, incomoda con su situación de madre soltera, decide emigrar a la Argentina, donde nadie la conoce y se hará pasar por viuda. Es a raíz de esa emigración que surge la hipótesis uruguaya. Supuestamente, Carlos Gardel nace en Tacuarembó, en la Ribera Oriental. Su madre es la pequeña Maria Lelia Oliva de solo trece años y lo tuvo de su cuñado Carlos Escayola, conocido estanciero y jefe político de la región. Berthe pasa por ahí con una troupe de bailarines franceses de la que ella es parte. Como su hijo ha muerto, acepta criar al ‘guachito”. Hay quien dice que incluso vivieron en Montevideo donde el ídolo cursó estudios en la Escuela de Varones del Barrio Sur.
Mar'ia Lelia Oliva y Gardel

Ese cuento tiene muchos agujeros. Hay una versión de que Gardel nació el 1887 y otra que nació en 1883. Se dice que Maria Lelia no tenía trece sino diecisiete años. Que el niño fue concebido en vida de Blanca, la hermana de la madre. Otra dice que ya había fallecido. Lo cierto es que María Lelia se casó con el viudo Escayola, ¿entonces para que ocultar a su primogénito? Se dice que Gardel conoció a sus hermanos producto de ese matrimonio. Se dice que el verdadero Charles Romualde Garde murió en batalla durante la Gran Guerra. Ese Charles ha sido identificado como hermano de Berthe.
Coronel Carlos Escayola

Sin embargo, se han escrito volúmenes sobre la teoría uruguayista. Se dice que Berthe viaja primero a Uruguay y que vivirá en la estancia del Coronel Escayola, donde funge como planchadora. Que se le encarga el hijo de Maria Lelia. Los disparates prosiguen, Bethe embarazada carga con Carlitos y vuelve a Francia donde da a luz al verdadero Charles Romuald. Regresa con los críos a America y se instala en Buenos Aires. Claro, como los viajes entonces eran tan cortos y batatos. Que en algún momento Charles Romuald y El Gauchito Carlos, hijo de Escayola, trastocaron personalidades… No sigo, porque es una delicia este caos.

Un caos provocado por el mismo Gardel y su madre que en cada entrevista contaban cosas diferentes. Pero esta aparente mitomanía obedece a una razón. Cuando Gardel quiere llevar su arte a Europa es cuando comienzan a circular los rumores del origen uruguayo. El mismo los provoca e incluso busca la posibilidad de adquirir la nacionalidad uruguaya. La razón es prosaica, pero urgente.

Gardel no quiere pisar Francia como ciudadano galo. Durante la Primera Guerra Mundial ni intentó unirse al ejército francés. Se la pasó muy cómodo en Buenos Aires. Esa ausencia de carrera militar es penada en Francia. Mejor decir que es uruguayo.
                                            Lejana Tierra M'ia (Gardel-LePera, 1935)
Los Traverso del Abasto
Dicen que un héroe trae conflictos y mitos desde el momento de nacer. En eso es heroico El Zorzal Criollo porque los tuvo a granel, pero también es cierto que pasa una infancia dura. Viven con Berthe (ahora Doña Bertha) en un conventillo, ella se gana la vida como “alisadora”. Hay trabajo, pero la paga no es buena. Aun así, Berthe tiene buena reputación y la llaman del Teatro Colon para planchar ropa de actores y cantantes de ópera. Ahí, Carlitos a los doce años consigue empleo primero como “claque” (encargado de aplaudir lo que ocurre en el escenario) y luego como tramoyista. Un famoso tenor, admirado de su voz, le da lecciones de canto.
Carlos Gardel en su infancia

Gardel o “el Pibe Carlitos” ya adolescente, comienza a merodear por el barrio del Abasto, en las cercanías del mercado. A sus dieciséis años ha dejado la secundaria.  Su barra de amigos lo lleva al Bar O’Rondeman, propiedad de una familia genovesa, i Fratelli Traversi. El O’Rondeman, que también es fonda, provee acompañamiento musical al menú. Sus viejos fonógrafos tocan grabaciones de Enrico Caruso (ídolo de Gardel) y canzonettas napolitanas. Para variar, ponen a cantar a Gardel.

Los Traverso no son solo comerciantes, son los patrones políticos del Abasto, representantes del Partido Nacional Autónomo. Responden al diputado Pedro Cernadas y el bar es donde se compran votos y gente. Esa será la primera audiencia de Gardel. La protección de los Traverso llevará a Gardel a amenizar veladas y mítines políticos conservadores. Así conocerá a hombres fuertes como Alberto Barceló, el que no le negaba un favor a nadie, y su sicario Alberto Ruggiero “Ruggierito”. También al payador José Betinotti que lo apodará “El Zorzal Criollo”.

Curiosamente, Gardel nunca fue payador. No se le daba improvisar verson. Cantaba lo que se ofreciera, opera, canciones napolitanas, mucha música criolla, genero folclórico como zambas, chacareras, milongas, hasta cuecas chilenas. Su voz perfecta de barítono servía para todo. Con los Traverso tenía trabajo (e importante), buena comida gratis que, como diría Edmundo Guiburg, futuro cronista de La Nación, lo convertiría en “un gordito infame”.
Carlos Gardel en 1917

Ahora que estamos hablando de esta etapa aventurera, vale decirse que los Traverso se las traían. “Cielito”, el hermano de Don Giggio, el dueño del O’Rondeman y protector de Gardel, había matado a un hombre ahí mismo en el bar. Solo el amparo político lo libró de una larga condena. Tras dos años “en cana” salió libre. Su sobrino, Constancio, una vez que arrestaron a su madre, se fue a la comisaria y a puñetazo limpio, la liberó.
Funeral de Giggio Traverso. A la derecha, Gardel ayuda a cargar el feretro

Al Zorzal eso no le importaba. Prontuarios de la época nos muestran que Gardel no era muy amigo de la ley. Se le conocía por ser campeón del “cuento del tío” ósea era, como  en letra de uno de sus tangos,  ”malandrín y estafador”. La ironía es que a Gardel no le molestaba estafar, pero era orgulloso para pedir. Al finalizar sus canciones no gustaba pasar el platillo como hacían otros cantantes. Giggio Traverso tuvo que inventarse unas rifas para poder recolectarle la tarifa a su cantor.

Se entiende la actitud del “Pibe Carlitos” a la luz del código de machos que imperaba en el Abasto, un código que se reflejará en la letra de los tangos. Al mendigo sin dignidad se le negaba el respeto que merecía el que “labura” a espaldas de la ley. Si un hombre era valiente, generoso y leal con sus amigos, su conducta delictiva era lo de menos.


 Garufa (Collazo-Fontaina, 1927)

Otro de los admirados de Gardel, fue Andrés Cepeda, cuyas letras cantará El Zorzal y quien ejemplariza este código. Cepeda, musico, poeta, anarquista, homosexual y también delincuente, había muerto asesinado y se había pasado gran parte de su vida en la cárcel. En su intento por demostrar la homosexualidad de Carlos Gardel, la Dra. Magali Saikin, aludirá a la amistad Gardel -Cepeda. ¡Otros dirán que hasta compartieron celda! Se sabe por ejemplo que, en 1913, cuando Gardel ya era musico profesional fue arrestado por ‘malas juntas”. Su madre se presentó en la comisara a denunciar la desaparición de su hijo. ¡Todo para descubrir que estaba preso!


 Ladrillo (Rivero-Corsini, 1926)

“¡Ya no cantarás más El Moro!”
Aunque Gardel dejará el timo cuando se dedique totalmente a su música, no abandonará nunca estas amistades que tanto lo ayudaron en su momento. Todavía falta una última anécdota que pudo tener un trágico final. En 1915, Gardel y sus amigos fueron al restaurante Palais de Glace a celebrar el cumpleaños del “estilista” (que así se llamaba entonces a quienes cantaban el género folclórico). A la salida notaron que otro auto los seguía.

Gardel hizo detener el vehículo y fue a hablar con los perseguidores. Se oyeron disparos. Una versión dice que fue porque Gardel hizo un gesto como que iba desenfundar un arma (¿Iba armado?). Lo cierto es que un tal Roberto Guevara (que la leyenda emparienta con El Che) le disparó al Zorzal tras el grito “¡Ya no vas a cantar más El Moro!”  aludiendo a una canción que Gardel había hecho famosa.
                                          El Moro (Juan Mar'ia Gutierrez, 1914)

Este atentado fue motivado por líos de faldas. Por entonces Gardel andaba en amores con Giovanna Ritana, ex cantante de ópera, quien ahora regentaba un salón de baile y una discreta casa de citas. El problema es que Madame Jeanette, o la Ritana, era la mujer de Juan Garesio, un inmigrante corso, dueño del famoso Bar Chantecler y conocido hampón porteño. Obvio que los cuernos le molestaban al corso y decidió silenciar al Morocho del Abasto.
La Ritana

En el Hospital Ramos Mejía, los médicos dictaminaron que la bala estaba instalada en el pulmón derecho de Gardel: las opciones eran simples: o se la dejaba ahí o se la extraía. Esto último pondría en riesgo la vida del Morocho del Abasto. Se decidió no removerla. Gardel viviría veinte años más con una bala en el cuerpo que, por suerte, nunca le molestó. Tras la tragedia de Medellín, en la autopsia se encontró esa bala en los restos calcinados del ídolo y de ahí surgió otra quimera, la de la balacera en el interior de la cabina que hubiese provocado el accidente fatal.

Tras salir del hospital, Gardel necesitó de un tiempo para recuperarse. Lo hizo en la Ribera Oriental donde se reencontró con “Cielito” Traverso que vivía semi exiliado, y en amasiato con Amanda Escayola, supuesta “prima” del Zorzal.

Antes de partir a Uruguay, Gardel, temiendo otro posible atentado, solicitó la ayuda de Ruggierito. Fue el pistolero quien zanjó este asunto. Habló con Garesio, prometiéndole que lo de Gardel y La Ritana era cosa del pasado, pero a los matones se las cantó claras “¡tocan a Gardel y habrá guerra!”

 Se dice que fue Alberto Barceló, preocupado por la suerte de su cantante favorito, quien envió a Ruggero. También corre el rumor de que fue Barceló quien ayudó a Gardel a conseguirse un certificado de nacimiento que atestiguara que era de Avellaneda.

Incluyo esta historia por todos los que han dicho que Gardel nunca tuvo una aventura en serio con una mujer. De hecho, la novia-amante oficial del ídolo, Isabel del Valle diría que, conociendo la anécdota, se fue a ver a la Ritana a ver cuánto de cierto había en los rumores. La Madame le respondió “Vos serás la noviecita, pero yo soy su mujer”.

Isabel añadía en entrevistas, que Gardel tuvo el descaro de regalarles sendas perritas pequinesas a la novia y a la amante. Esto debe haber ocurrido por 1921, dado lo reciente del romance de Gardel e Isabel. Es creíble que cuando ella le devolvió la perrita y exigió que rompiera con “esa mujer”, el ídolo aceptase. Lo curioso es que, si le creemos a la Del Valle, Gardel siguió (y las promesas de Ruggerito se fueron al caray) en amores con Madame Jeanette hasta seis años después del atentado.
                                          La Cumparsita (Contutsi-Rodriguez, 1917

Primeras giras y nace el tango-canción
Dejemos atrás por un momento esta etapa tan pintoresca y veamos cómo va la carrera de Carlos Gardel. Para 1915, se ha convertido en parte de la cultura nocturna porteña. Ha comenzado un dúo con Francisco Martino al que se le suma José Razzano en 1911. En 1912, Gardel graba sus primeros discos, la, mayoría poemas musicalizados de Andrés Cepeda. En 1914, el ídolo es contratado por el cabaret Armenoville con un sueldo extraordinario para la época, 70 mil pesos por noche.
Razzano y Gardel

Ahora convertidos en el Dúo Gardel-Razzano dejan atrás el mundo de los cabarés y pasan al teatro siendo contratados por el Nacional por dos semas. A eso le sigue el primer tur. Primera parada, Montevideo, éxito total. Ni tanto en Brasil por problemas de idioma y más encima a Gardel lo arrestan por andar parrandeando con antiguos amigos del hampa porteña, ahora exiliados en Rio. Para compensar, en el barco, El Zorzal es presentado a su ídolo Enrico Caruso quien le felicita la voz.

De regreso a Buenos Aires, sigue la buena racha. Se incorporan al espectáculo teatral, cantando la cueca “Corazones Partidos” en la pieza Juan Moreira. Esto en 1915 un poco antes del atentado. Pero inclusive, al regreso de Uruguay, Gardel se presenta en teatros elegantes como el Esmeralda y el Empire.

A lo largo de esta semblanza he ido incluyendo clips de los tangos mas reconocidos (y mis favoritos) de Gardel. Una sorpresa fue descubrir que la mayoría datan de su colaboración con Alfredo LePera. Ósea son casi cercanos a la muerte de ambos. Gardel tiene una carrera artística que dura un cuarto de siglo, pero su obra más recordada será cantada en la última etapa.
                                              Golondrinas (Gardel-LePera, 1934)

 Su primer tango “Mi Noche Triste” lo grabaría en 1917. Reitero, la fama ya lo rondaba cuando cantaba de todo: poemas adaptados a música, milongas, cuecas chilenas, baladas rusas, canzonettas. Su rango de voz (que se ha comparado al de Caruso y de María Callas) le permitía probar todo tipo de música. Incluso hasta el final, él podía grabar tanto un bambuco colombiano como un foxtrot.

“Mi noche triste” que Gardel graba en 1917 es un hecho histórico. Aunque el tango se bailaba en Paris (el tango apache) desde el 1900, y Hollywood y Valentino lo pusieron de moda en Estados Unidos en 1921, nadie había combinado canción y música.
                                          Mi Noche Triste (Contursi-Castriota, 1917)
 La reacción original es de rechazo. Se acusa al Zorzal de parodiar al tango, de caricaturizarlo con el uso del lunfardo, el argot del mundo del hampa; a la vez que se le reprocha gastar su excelente voz en tareas tan ingratas. Pero al año siguiente, en el sainete Los Dientes del Perro, una actriz canta “Mi noche triste” y pronto todo Buenos Aires la corea. Así es como entran las modas.

1917 será también la entrada de Carlos Gardel al cine. Protagoniza su primer largometraje (mudo lamentablemente), una adaptación de la Flor de Durazno de Hugo Wast. Aunque sigue siendo parte del Dúo Razzano-Gardel, ya El Zorzal es reconocido como figura individual y se está creando un culto alrededor del cantante. Culto promovido por el mismo Carlos quien baja de peso, contrata un fotógrafo para que le saque retratos favorecedores y cultiva una imagen que atraiga al público femenino.

En ese año de 1917, Gardel y Razzano hacen su única gira por Chile. Desembarcan en Valparaíso donde se presentan en el Teatro Colon, para luego ir a Viña del Mar donde cantan en el Olimpo, mi viejo cine de barrio, para acabar en el Royal de Santiago. La gira es todo un éxito. En la Revista Zigzag se les alaba su temperamento y originalidad.

Vuelven a Buenos Aires. Razzano está teniendo problemas con las cuerdas vocales, ya le es difícil cantar, a mitad de los 20, se retirará y dedicará a ser el manager de su socio de antaño. Entretanto siguen grabando tangos. De Celedonio Flores grabarán “Margot” y luego el incomparable “Mano a Mano” en 1923, previo al viaje europeo que Gardel ha soñado.
                                          Mano a Mano (Gardel-Razzano-Flores, 1923)

Ese viaje será posible gracias a varias artimañas de documentación. En 1920, Gardel con su certificado de nacimiento de Avellaneda obtiene la nacionalidad uruguaya. Tres años más tarde en Buenos Aires solicita la nacionalidad argentina. Con esa faramalla tendrá papeles que lo alejen de su nacimiento francés.

La “Papusa” Isabel
Otras cosas estaban ocurriendo en la vida de Gardel, A comienzos de 1920, El Morocho del Abasto conoce a la que va a ser su eterna “novia”, Isabel Martínez del Valle. Los detalles de cómo se conocen varían, el consenso es que es hija de un empleado ferroviario, sus padres son inmigrantes gallegos, Gardel ya conoce a sus hermanos. Se dice que en cuanto la ve El Zorzal queda prendado “¿Quién es esa papusa?” Pregunta.  Ambos inician una relación que durará más de una década.
Carlos e Isabel

 Aunque Gardel no la presente a la prensa como su novia, la relación es conocida y aceptada por todo su entorno, incluyendo su madre. Con Isabel, Carlos asiste asus espectáculos favoritos, el boxeo y las carreras de caballos, van al cine, (ella recordará más tarde que el ídolo era tan sensible que lloraba con ciertas películas) y comparten picnics en Palermo. Leo que era un “affaire clandestino”. ¿Cuán clandestino si Gardel la exhibía en el teatro, en restaurantes y cabarets?

Se dice que quien conquista a Gardel es la suegra y por el estómago que El Zorzal siempre fue de buen diente. La Señora Martínez es buena cocinera, su especialidad el arroz a la valenciana. Acabado el plato Gardel pregunta si puede quedarse a vivir en esa casa. Poco se imagina que terminará hasta poniéndoles carnicería a los hermanos de la novia.  Antes de acabar su relación con Isabel, trece años más tarde, Gardel le habrá comprado una casa en Montevideo donde planean vivir después de casados.
Con Isabel en Mar del Plata en 1923

Los biógrafos de Gardel, los historiadores del tango y muchos fans no saben qué hacer con esta relación que ofende las sensibilidades de este siglo. ¿Que ve un hombre de 30 años en una chicuela de trece? Tras la muerte de Gardel, Isabel que todavía no cumple los treinta, se casa y tiene un hijo. Termina poniendo un hotel-restaurante en Montevideo. Hasta allá gravitan periodistas, devotos del tango, biógrafos y curiosos.
Isabelita en su madurez

Se sabe (lo dicen todos sus documentos y su obituario) que Isabelita nace en marzo de 1907, por lo que tendría 17 años menor que su amante. Sin embargo, en entrevistas, Isabel dirá que ella tenia catorce años y Gardel veinte mas que ella. Como que ahí la suma no funciona. Se entiende, es una entrevista con una señora de casi ochenta años. La memoria le falla.

Pero lo divertido es que gente más joven argumenta que Gardel e Isabel se conocen en 1920, entonces Isabel tenía 13 años (así lo informa la Wikipedia) Hay quien dice que se conocieron en febrero del 20. ¡Uy entonces tendría doce años la chica!  Al final se contentan diciendo que el encuentro fue en los primeros meses de 1921, igual antes del catorceavo cumpleaños de Isabel.

 Hasta su muerte, Isabel mantuvo que ella fue la única novia formal del Zorzal Criollo. Cuando le preguntaban sobre su juventud al iniciar el romance ella respondía que a sus trece primaveras ella “ya tenía cuerpo de mujer”. Lo cierto es que Gardel e Isabel pasaron poco tiempo juntos. A partir de 1923, Carlos estará casi siempre de gira y ella no lo acompañará.

El viaje a España
Es en 1923 que Gardel emprende su añorado tour europeo. Llegan a Madrid, con Razzano y su entourage musical y tienen un éxito increíble. Se convierten en una sensación y los famosos vienen a conocerlos desde Jacinto Benavente hasta el torero, loado por García Lorca, Ignacio Sánchez Mejía. Don Ramon del Valle Inclán escribe un artículo elogioso sobre el dúo y llegan al teatro a aplaudirlos nada menos que la Reina Ena y las Infantas Cristina y Beatriz.

Después de este éxito, Gardel toma un tren y va a Toulouse, su ciudad nativa donde se encuentra con su madre que ha venido a visitar a la familia. Es la primera vez que vuelven. Muy diferente este regreso triunfal que la salida de ambos casi huyendo del que dirán.
Con los Garde en Toulouse
Después de esta reunión familiar, Gardel retorna a Buenos Aires donde lo espera un publico que lo idolatra. Gardel seguirá cantando para la realeza, da una función especial para agasajar al Príncipe del Piamonte, el futuro rey Umberto II. En 1925, hará lo mismo para celebrar la llegada del Príncipe de Gales.

 En septiembre de 1924, y todavía acompañada de Razzano, la voz de Carlos Gardel puede escucharse por primera vez vía ondas radiales. El Zorzal debuta en la Radio Grand Splendid. Una novedad es que Gardel no estará acompañado solo por sus “escobas” (apodo cariñoso con el que llamaba a sus guitarristas) sino por toda una orquesta, la de Francisco Canaro. Ese año ha grabado más tangos “Milonga Fina”,” Cascabelito” y el famoso “A media luz”.
                                          A Media Luz (Donato-Lenzi, 1925)

En 1925, Gardel, ya en su etapa de solista, parte nuevamente de gira a España en el SS Principessa Mafalda.  Esta vez va a Barcelona donde se presenta el 5 de noviembre en el Teatro Goya. También aprovecha de grabar algunos discos para el sello Odeón, la novedad es que por primera vez canta ante un micrófono. El éxito que abarca también a su gira madrileña es tal que los diez días iniciales se convierten en un mes. Tras presentaciones en el País Vasco, Gardel regresa a America en el Reina Victoria Eugenia.

De vuelta en Buenos Aires se aboca más a la grabación de discos que a presentaciones públicas. Es por este entonces que Gardel entabla una relación laboral con el gran Santos Discépolo que escribirá muchos de sus tangos como “Chorra” y “Yira, Yira”. En su primera etapa, Gardel había escrito algunas letras, pero prefirió dejar de hacerlo, aunque seguirá componiendo la música de muchos de sus tangos famosos.
                                          Yira, Yira (Santos Discepolo, 1931)

En 1927, Gardel se muda por última vez. Deja de vivir (siempre con Doña Bertha) en departamentos alquilados y se compra una casa en la Calle Jean Jaures en su amado barrio del Abasto. No la utiliza mucho tiempo, porque ya en noviembre vuelve a embarcarse a España en el Conte Rosso. Esta vez va acompañado de Edmundo Guibourg, su amigo de la infancia, ahora convertido en reconocido periodista.

Nuevos triunfos y grabaciones de discos en Barcelona entre ellos “Caminito”. Lo mismo en Madrid y el País Vasco. Tras una breve estadía en Paris, Gardel regresa Buenos Aires acompañado de un automóvil (un Graham Paige 1928) que sus fans catalanes le han obsequiado. En un reportaje en Critica lo encuentran a Gardel más gordo, pero también “europeizado”.
                                            Caminito (Filiberto-Peñaloza, 1928)

En septiembre de 1928, Carlos Gardel vuelve a Europa. Ahora a va Francia, pero ya no como turista, tiene una misión, conquistar Paris y la cumple.  Les dice a los lectores de Crítica que enfila rumbo a la ciudad donde reina Maurice Chevalier “pero como buen criollo, voy a conquistar esa tierra con nuestro tango”.
                                          Por una Cabeza (Gardel-LePera, 1935)

Parece tarea fácil. Paris está lleno de argentinos de todas las clases, los mas reconocidos los famosos “rastacueros” que motivan el dicho francés “rico como un argentino”. Paris bailaba tango cuando Gardel gateaba y no es ajena a la nueva generación de músicos argentinos. Recientemente la Orquesta de Francisco Canaro se ha presentado con éxito en Ciudad Luz. Pero Gardel es único en su estilo y clase de cantante de tango.

Un domingo de septiembre, Gardel hará su debut en el Fermina, en una función de caridad para los damnificados del huracán de Guadalupe. La ovación será tan fuerte, que el chofer de Gardel que la escuchaba afuera del Fermina se preguntó si estaban en Paris o en Buenos Aires.

La palabra “triunfo total” resume la temporada de Gardel en Francia. Tiene al público en el bolsillo. Se venden más de 30.000 discos suyos en un mes (hay quien cita que fueron 70.000). pero Gardel no estará satisfecho sino hasta que consiga un triunfo similar en la Costa Azul donde se presenta en Cannes y en Montecarlo. El Morocho del Abasto tiene a su patria nativa a sus pies.


El Tango como Poesía
Antes de entrar en la etapa más fructífera y famosa de la obra gardeliana, detengámonos a ver el legado de Carlos Gardel como creador del tango-canción y del valor de este género. Aun antes de Gardel llegar a Europa su influencia se sintió en otros autores del tango- canción como el catalán Félix Garzo que escribió “Fumando Espero”. 
                                             Sarita Montiel canta Fumando Espero
Para la Segunda Guerra Mundial, el tango se bailaba y cantaba desde Londres a Varsovia. Hubo tangos cantados en la Rusia estalinista, la Italia fascista y la Alemania nazi donde los tangos tenían nombre de mujer (Tango Marina, Dona Clara, Micaela). Algún día me gustaría escribir algo sobre la influencia del tango y la música latina en la Europa de los 30s.
                                           Micaela-Barnabas von Gezy

Pero el poder del tango está en la letra que, aun en traducción es un gancho imperdible. Las letras de los tangos son una muestra de literatura popular, poesía pura y representan el espíritu del baile. Hoy en día pueden resultar ofensivas a sensibilidades feministas y diversas, con su exaltación al male bonding, la camaradería masculina, con sus códigos de honor machistas y anticuados y, sobre todo, con su manera de retratar a la mujer con una dicotomía madonna-prostituta que es casi freudiana.

Aunque Gardel ya no escribía letras, encarna a las canciones en tres aspectos a) Siempre tendrá alguna influencia sobre la composición de las letras. B) El modo en que compone la música para que engarce perfectamente con el tema es una manera de hacer suyas las palabras c) Gardel se convierte en la encarnación del espíritu del tango-canción porque ese código es el suyo. Él ha vivido las experiencias que describe, conoce ese mundo y lo ama. La amistad para Carlos fue siempre un elemento crucial en su existencia. La barra del bar, la gente del turf, los músicos, ellos fueron su familia y siempre más importantes que ninguna mujer.
                                          Adios Muchachos (Vedani-Sanders, 1927)

Por casi un siglo, feministas e historiadores se han quejado del retrato de la mujer en el tango, un retrato normal en la percepción masculina mediterránea-latinoamericana de entonces. Primero tenemos la alabanza a la madre, a la viejita sufrida (“Madre”, “Pobre Madrecita”, “Viejecita Mia”); luego viene el panegírico de la noviecita santa una mujer tan inocente que es casi una niña (“Mi novia ausente”, “Nena”, “Mi Mocosita”) para culminar en la temible femme fatale, la vampiresa, la traidora, la estafadora, la “Chorra” del tango favorito de mi padre.
                                          Chorra (Santos Discepolo, 1928)

Sin embargo, el tango gardeliano también se muestra compasivo con la mujer y su condición inferior en una sociedad patriarcal. Recordemos el tristísimo tango “Fea”. En él se cuenta del suicidio de una chica abrumada y marginada por “las burlas inhumanas” debido a que no cae dentro de los cánones de belleza imperantes.


Fea (Petorozzi-Navarrine, 1925)

También el tango gardeliano muestra compasión por la mujer forzada a prostituirse (“Carne de cabaret”, “Callejera”) por la que se suicida por culpa de las drogas (“Griseta”) por la migrante (“Galleguita”,” La Provinciana”) expuesta a los peligros de la gran ciudad.
                                          Griseta (delfino-Castillo, 1924)

Deudas y Sadie Wakefield
1930 será un año difícil para Carlos Gardel. Las deudas se habían acumulado y eso lo apesadumbraba. Gardel ganó mucho dinero, pero la previsión no era parte de su vocabulario. Gastaba tanto como regalaba. Nunca invirtió, apenas la casa que le compró a la madre y algunos caballos de carrera. Lamentablemente, Razzano, a cargo de las finanzas del Zorzal, no lo hacía bien. Los pedigüeños Martínez del Valle eran un pozo sin fondo, y el mismo Gardel era jugador, vivía apostando a los caballos.

Es por eso por lo que Gardel se aboca a un ritmo de trabajo intenso. En diciembre vuelve a marcharse a Paris y de ahí se pasará el invierno en la Riviera. Alojado en el Hotel Negresco en Niza, tiene el gusto de encontrarse con compatriotas como su íntimo amigo del turf, el jockey Irineo Leguisamo, y Julio Le Caro, el director de la orquesta de tango más famosa de Argentina en ese entonces. Pero no solo hay argentinos en el circulo social europeo del Zorzal.

Es en ese invierno del 31 que Gardel inicia una estrecha amistad con Sadie Baron Wakefield. Cincuentona, rolliza, multimillonaria, Mrs. Wakefield es hija del magnate anglo-judío Bernard Baron y heredera de la fortuna de los cigarrillos Craven. Junto a su marido se ha trasplantado a Francia donde cultiva las mejores amistades. De hecho, Gardel cantará en una soirée de Mrs. Wakefield en honor de Charles Chaplin. Gracias a ella, se verá al Zorzal en Longchamps en compañía del Agá Khan y del Baron de Rothschild. Ha recorrido un largo trecho desde El Abasto.
Sadie Wakefield

Muchas lenguas se han hecho sobre esta amistad muy peculiar. Los malhablados han acusado a Gardel de jugar al gigolo. Si bien es cierto que Sadie lo adora, invierte en sus proyectos fílmicos y hasta le regala un automóvil, casi siempre anda con Gardel, pero en compañía de su marido, George Wakefield. Aun así, hay quienes ven con malos ojos esta amistad, que tiene tintes románticos. Molesta sobre todo a a quienes conocen a Isabelita y creen que ella es la novia oficial del Zorzal.
Los Wakefield con Gardel

Gardel se defiende tratando a Sadie de manera desenfadada, casi insolente. En su cara (aprovechándose que ella no conoce el argot porteño) la llama “Bagayo” que en lunfardo significa fardo de ropa y también mujer sin garbo. Como Gardel siempre fue respetuoso con las mujeres, esta ordinariez puede adjudicarse al deseo de demostrar que Sadie no era su amante.
En 1932, Carlos Gardel se toma unas extensas vacaciones por Europa. En Milán se reencuentra con Isabel quien está estudiando canto, lecciones pagadas por el novio. Será la última vez que se vean. los apremios de la familia de la novia (se ha hablado incluso de extorsión) tienen harto al ídolo. Gardel quiere ordenar su vida. Ha hecho un viaje a Buenos Aires y ha nombrado su administrador y albacea a Armando Delfino. Siempre tan buen amigo, Gardel deja Razzano como su manager. Sera a Delfino a quien Gardel encargue zanjar “el asunto Isabel”.
Uktimas fotos de Isabel y Gardel

El Morocho en New York
Gardel se la pasa en Europa. En 1931 hace su última presentación teatral en París. Ahora ha enfilado el rumbo hacia otro aspecto de su carrera, el cine. En 1931 filma para la Paramount, “Luces de Buenos Aires “su primer largometraje hablado (y cantado). En 1933, filma para el mismo estudio “Melodía de Arrabal” junto a la estrella de cine español, Imperio Argentina. Para este segundo filme, Gardel contrata los servicios de un libretista de la Paramount, un hombre que comparte sus orígenes abigarrados.

Alfredo Le Pera es hijo de italianos, nacido en Brasil, criado en Buenos Aires y trasplantado a Paris. Su relación con el Zorzal será laboral aunada a una amistad estrecha que los acompañará hasta la muerte. Por ahora. Le Pera acompañará a Gardel a su nuevo desafío, Nueva York.

Llegan a Ellis Island un Dia de Inocentes en el vapor Champlain. Hace un frio terrible, Gardel se instala en el Waldorf-Astoria e inicia una serie de programas radiofónicos para la cadena NBC. Pero Nueva York no es Paris. Se le intenta hacer cantar en inglés y él se molesta argumentando que no puede con “palabras que no entiendo, frases que no siento”.  El solo puede cantar en criollo. Eso para quien diga que las letras de los tangos no eran escritas por Gardel. Cierto, pero el sentimiento era solo suyo.
                                           Cuesta Abajo (Gardel-Lepera, 1934)
Aunque la situación no mejoraba con la radio, el cine lo salva. La Fox intenta contratarlo, pero la Paramount les gana. Gardel comienza a filmar “Cuesta Abajo” en los estudios de la Paramount, aquí en Queens. Para interpretar a la femme fatale protagonista El Zorzal quería traerse a Tita Merello. La Paramount le impone a Mona Maris (¡me acabo de enterar que era argentina!) Le Pera, además del guion, escribe un par de tangos. ¡Pero que tangos! “Cuesta Abajo” y “Mi Buenos Aires Querido”.
                                          Mi Buenos Aires Querido (Gardel-Lepera, 1935)
Se ha hablado mucho sobre Moina Maris y su posible relación sentimental con Gardel. Tras la muerte del Zorzal, la actriz tuvo cálidas palabras para recordar al astro, pero nuca confirmó su romance. En cambio, para Isabel del Valle, Mona Maris fue amante de facto de Carlos Gardel. “Ella se le ofreció”.
Mona Maris con Gardel

Sigue casi inmediatamente a este filme “El Tango en Broadway” para la que LePera escribe el famoso Fox Trot “Rubias de New York”. Los filmes son tremendamente exitosos. La Paramount mercadea al Zorzal como “Astro de los astros” Para entonces Gardel ha tomado un departamento en La 44 y la Segunda Avenida.
                                          Rubias de New York (Gardel-Lepera, 1934)
Ya se ha aclimatado y construido su barra con sus escobas, Le Pera, y un jovencito, hijo de un barbero de Manhattan, llamado Astor Piazzola que será su guía bilingüe por las tiendas. En 1934, Gardel, tras un sketch en la producción de Hollywood “The Big Broadcast of 1936”, filma dos películas más: “Tango Bar” y “El día que me quieras” en la cual debuta Astor Piazzolla como actor.
                                           El D'ia que me Quieras (Gardel-Lepera, 1935)
Un Vuelo de Junio
Es el momento más triunfal de El Morocho del Abasto. Su fama cubre dos continentes. Tiene planes grandiosos para el futuro. Quedarse en Estados Unidos, dedicarse al cine, conquistar Hollywood como lo ha hecho Maurice Chevalier, pero antes un último tour por el Caribe y un retorno a la Argentina.

Se embarca junto con sus “escobas” y Le Pera rumbo a Puerto Rico. De ahí bajan a Venezuela donde además de las presentaciones normales, tiene que dar una función privada para el longevo y temible dictador Juan Vicente Gómez en su palacio de Maracay. Más tarde volarán en avión hacia las Antillas Holandesas.

Esto incomoda a Gardel a quien no le gusta volar, pero no hay más remedio. De Aruba bajan a Cartagena. Recibimientos apoteósicos en tierra colombiana, principalmente en Bogotá. La gira acaba en Medellín. Un Gardel agotado, junto a su entourage, tomará un último vuelo para Buenos Aires el 24 de junio de 1935. El avión no llega despegar, corre por la pista y choca con otro avión de una línea alemana. 

El choque provoca una explosión.  De las 20 personas a bordo, solo se salvan cinco. Gardel y LePera no están entre los sobrevivientes. El cuerpo calcinado, pero curiosamente intacto, del ídolo es recuperado y enterrado primero en el cementerio de Medellín (junto a la tumba de Jorge Isaac) para ser repatriado tiempo después a la Argentina. Hoy descansa en el cementerio La Chacarita de Buenos Aires.

Hablar de las manifestaciones de duelo provocadas por la muerte de El Zorzal ameritarían un blog separado. En la Argentina se declaró Día de Duelo Nacional. Hubo suicidios e intentos de suicidio en Cuba, Puerto Rico y Nueva York. El duelo es un preludio a la inmortalidad.  Hoy en día hay monumentos a Gardel en casi todos los países latinoamericanos.  Hay premios que llevan su nombre y todo amante del tango sabe quien fue el Zorzal Criollo.

Una década después de fallecido Gardel, Hugo del Carril que muchos veían como su sucesor, protagoniza “la Historia de Carlos Gardel”, una melodramática crónica llena de caprichosas falsedades. En 1949, Roberto Escalada, que ni cantaba, interpreta al ídolo en “Se Llamaba Gardel”, película hoy olvidada.

Desde entonces no se ha vuelto a hacer una biopia, aunque Gardel ha sido el eje de obras de teatro como El Dia que me quieras del venezolano José Ignacio Cabrujas y su espíritu acompaña a exiliados de la dictadura militar en el filme “Tangos: El Exilio de Gardel”. Él productor Martin De Luca anda ocupado en la creación de una bioserie llamada “Gardel, King of Tango” que contaría con las actuaciones de Juan Carlo Di Pace como el Zorzal, Angelica Maria como Bertha, y Barbara Mori como Mona Maris, pero no se sabe ni donde ni cuando se estrenará.

El Legado Gardeliano
Lo cierto es que para recordar a Gardel basta oírlo. Como dijera Libertad Lamarque, él es “el tango hecho carne”. Sin restarle méritos a Le Pera, Santos Discépolo, Celedonio Flores y otros autores de los tangos que asociamos con Gardel, es el modo de interpretarlos lo que los hace únicos. No olvidemos que Gardel también contribuyó con su preciosa música. Cuando Al Pacino baila el tango al son de “Por una cabeza” en “Perfume de mujer” se trata de una versión instrumental, creación totalmente gardeliana.

Por último, está la influencia que tuvo. Sin Gardel no existirían Hugo del Cartil, Aníbal Troilo, el Dr. Alberto Castillo y otros. El ascendente de Gardel como musico y persona ha sido ampliamente reconocido por Astor Piazzola. Y hay una anécdota que no recogen ni Simón Collier en su The Life, Music and Song of Carlos Gardel ni Jorge Rufinelli en La Sonrisa de Gardel: biografía, mito y ficción, los libros que he usado para esta nota, pero que si aparece en varios sitios de Internet incluyendo en esta nota de La Razón.

En 1934, cuando Gardel hacía programas para una audiencia en vivo en New York, una noche se le presenta en la NBC un chico de origen italiano que viene de Hoboken, en la vecina New Jersey. Es Nancy Barbato, la novia que lo acompaña, quien le cuenta a Gardel que Francis Albert tiene una hermosa voz, pero que prefiere andar de truhan por la calle y con mala compañías.

Años más tarde, Sinatra recordará que el Zorzal le habló de sus propias experiencias en el Abasto. “Mirá ragazzino” le dijo “aprovecha tu voz y le aconsejó inscribirse en el famoso programa de la NBC, “La Hora amateur del Mayor Bowes”. Frankie lo hizo y ganó el primer premio. Aunque todavía faltaban cuatro años para que Harry James lo descubriera, así comenzó su carrera musical.

En 1981, Frank Sinatra hizo su única presentación en la Argentina, llenando el Luna Park. Antes, visitó el Abasto y la tumba de Gardel para darle las gracias por haberle salvado la vida. No se sabe si es leyenda, ¿pero ¿qué ganaba Sinatra inventándola?  Un dato curioso, los expertos dicen que ambos compartían el mismo timbre perfecto de voz.”

Si pudiéramos escoger un solo tango de Gardel ¿Cuál elegirías? Este es el mío
                                          Sus Ojos se Cerraron (Gardel-LePera, 1934)