Para la Janucá pasada,
mi hermana me regaló una miniatura de Fath de Fath. Siempre había querido
conocer ese perfume, pero un olfateo y ya lo reconocía como algo de décadas
pasadas solo que no puedo localizarlo. ¿Fue parte de la colección de mi madre
en los 60? ¿Tal vez lo usó mi abuela o alguna de sus hermanas? Lo único confirmado
es que este pomito no corresponde a la reformula oriental del ’93, sino que es la
fragancia que Jacques Fath lanzase al mercado en 1953.
Para cuando Fath
ordena la fabricación de un perfume que tendrá su nombre, ya lleva ocho años en
la industria del buen olor, y casi 20 en el mundo de la moda. Le queda un año
de vida, pero está en la cúspide de su carrera y es parte de la historia de la
moda al ser un integrante de esa etapa de posguerra en la que Francia revolucionó
la industria del vestido.
Fath retratadfo por Serge Ivanoff. |
Jaques Fath nace
en París en 1904. Hijo de una familia de origen flamenco-alsaciano que se movía
en el mundo bohemio, el joven Jacques es nieto del famoso dramaturgo Georges Fath
y tiene tíos pintores y diseñadores. De su abuela, se dice que ha sido modista
de la Emperatriz Eugenia.
Inicialmente, Jacques
se prepara para una vida burguesa estudiando contaduría en el Instituto Comercial
de Vincennes para luego trabajar dos años en La Bolsa de Paris. Es su amistad
(o más que eso. Jacques Fath siempre tuvo reputación de homosexual) con el
director de cine Leonid Moguy lo que lo empuja a estudiar drama.
En una clase de drama,
Fath encuentra otro romance, pero esta vez heterosexual. Genevieve Boucher de
La Bruyere pertenece la nobleza francesa, pero ya se ha hecho su propio nombre
en las pasarelas y como secretaria de Coco Chanel. Es ella quien impulsa a su
novio a entrar en el mundo del diseño.
De libros,
visitas a museos y hasta de los vestidos de su madre y hermanas, Fath adquiere
un conocimiento básico de la costura. Apoyado por el dinero de una acaudalada armenia
Madame Gulbenkian, Fath abre, en sociedad con ella, su primer atelier. Le tomará
dos años amasar algún dinero y la confianza para pedirle a Genevieve que sea su
esposa.
La nueva Madame Fath modela los diseños de su
marido en las carreras de caballos de Longchamps. Por primera vez, Vogue
reconoce el talento del joven diseñador. Pero es 1939, la Segunda Guerra
Mundial irrumpe en la carrera de Fath. Parte al campo de batalla donde se cubre
de gloria ameritándose una Croix de Guerre y la Legion d’honneur. Es tomado
prisionero, pero liberado tras la capitulación.
Genevieve en un sombrero diseñado por su marido |
Retorna a Paris
el verano de 1940 y lo primero que hace es usar lo ahorrado para comprarle su
parte a su socia. Ahora la Casa Fath es una entidad independiente. Durante la Ocupación,
Jacques Fath permanece activo tanto en el frente laboral como en el familiar y
en 1943, Genevieve y él reciben a su único hijo, Philippe.
Philippe Fath el día de su boda |
En el frente
laboral, Fath sigue creando vestidos a pesar de que las autoridades alemanas lo
privan de materiales. En Francia se ha racionado la gasolina hasta el punto de
que hasta las mujeres se movilizan en bicicletas. En el mercado negro, y en abierta
rebeldía a las dictaduras del régimen ocupante, Fath adquiere tela para diseñar
unas faldas campesinas muy amplias que permitirán a sus clientas desplazarse
decorosamente en sus bicicletas.
La Edad de Oro de
Maison Fath llega con la posguerra. Genevieve y su marido coinciden que no se
vale ser modisto si no se puede vestir a la elite. Para hacerlo deben vivir
como aristócratas. Adquieren el Castillo de Gorbeville, y comienzan a vivir con
todo lujo dando espectaculares y fastuosos bailes como el legendario Blanco y Rojo donde todo el Haute Monde parisino viene disfrazado.
En 1948, Jacques
y Genevieve viajan a Nueva York para internacionalizar los diseños del modisto.
Ese mismo año, Fath diseña el vestuario del filme policial “Quai d’Orfevres”. y
se cubre de gloria en 1950 cuando confecciona el icónico vestuario del filme inglés
“Las Zapatillas Rojas”. En total se encargará del vestuario de seis películas
hechas en Francia e Inglaterra.
Para los 50, Jacques
Fath tiene aprendices de renombre como Hubert de Givenchy y Guy Laroche. La
Maison Fath se enorgullece de su clientela exclusiva. Jacques viste luminarias
de Hollywood como Ava Gardner y diseña el vestido de novia de Rita Hayworth
cuando ella se casa con el Príncipe Aly Khan.
No solo actrices
son sus clientas. Cuando Evita Perón hace que la retraten lo hará envuelta en
una creación de Fath.
Aunque Genevieve
sigue siendo su musa, Fath descubre modelos como la célebre Bettina que más
tarde será famosa no solo por sus trabajos en la pasarela sino también por sus
amantes entre los que se cuenta el Agá Khan.
Bettina modela un ajustafo vestido de calle de Fath |
El estilo de Fath
es muy sexy, vestidos ajustados como guantes, grandes escotes. Para el día
prefiere telas de jersey, para la noche terciopelos y satenes ribeteados de
piel. Pero también es un precursor del uso textiles naturales como el cáñamo y
de botones hechos con cascaras de nuez y de almendras.
Bettina en satén rojo de Fath |
Desde 1945, Fath
se ha integrado a la industria del perfume primero con Chasuble (1945) y en
1947 lanza al mercado Green Water, una colonia para después de afeitarse, e
Iris Gris, un compendio de flores
“azules” (violeta, lila, heliotropo) con toques de cedro y durazno. Pero el
perfume más reconocido de su firma será Fath de Fath, creado por Vincent Roubert,
un año antes de la muerte de su diseñador.
En 1954, Jacques
Fath sucumbe a la leucemia. Solo tiene 42 años. Su última travesura consiste en
una colección pret-a-porter que escandaliza a sus colegas. No se sabe hasta donde hubiese llegado el
legado de La Maison Fath si su creador hubiese vivido más tiempo. Genevieve
intenta mantener el negocio a flote por cuatro años, pero acaba cerrando la
casa de moda en 1957.
La marca Fath sigue
en existencia fabricando medias, guantes, accesorios y aromas. En 1992, la
firma— ahora bajo el nombre de France Luxury Group—reformula Fath de Fath.
Yo creí que compraba esta refórmula, pero entre olfatearlo y leer reseñas, me
encuentro confundida.
El consenso es
que la refórmula es un oriental cuyas bases son frutales-florales. Mi relación
con los orientales me lleva a pensar en especias exóticas que aquí no
afloran. A pesar de que sus ingredientes
incluyen flores blancas, heliotropo y rosa, tampoco es floral. Hay algo ahí de
azahar, un poco ajado, como el bouquet que atrapa una dama afortunada en una
boda.
Aunque las notas
altas son cítricos, grosella, melocotón y ciruela, tampoco las percibo. Hay un vago recuerdo a los capullos de
ciruelo que vi florecer en mi única primavera en Peñablanca, pero es muy vago, más
fuerte es el olor a ciruela asada. A esas ciruelas gordas y rojas que mi madre perforaba
con un tenedor para luego bañarlas en margarina derretida para con ellas
rellenar el pavo de Thanksgiving.
Fath de Fath,
todavía encapsulado en ese precioso pomito de cristal cortado, es un perfume de
interiores, no de jardines ni huertas. Me dicen que el original tenía un pasoso
olor a cuero. Este es más sutil, pero si huele a sofás enfrente de una
chimenea, a resabios de Hennesey en los copones de brandy, a la fragancia de
vainilla del tabaco de pipa que mi padre usó para quitarse el hábito de fumar.
Hay algo de
masculino en el perfume. Pero también me recuerda el aroma del forro del visón
de mi madre. Ese que se trajo de Buenos Aires en el invierno de 1965 y con el
que me envolvió la noche del terremoto del 71.
Es un perfume
evocador y por eso no lo recomiendo para las muy jóvenes. Es un perfume para
mujeres que vivimos pendientes de memorias, que todavía, avergonzadas,
recordamos haber usado pieles de animales para abrigarnos en invierno. En mejor
tono es un perfume a citas pasadas frente a chimeneas encendidas, después de
una boda, que dicen es cuando uno encuentra romances prohibidos pero sabrosos
como el perfume de Fath de Fath.
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