La muerte de
Sissi acabó con ese primer culto o Sissimanía. En las décadas que siguieron a
su fallecimiento, la Gran Guerra, la muerte de Francisco José y el derrumbe del
Imperio Austrohúngaro borraron un poco su memoria. Nadie se interesó en biografías.
Poco después del asesinato, el maestro de griego de la Emperatriz, Constantin
Christomanos, escribía una semblanza de su alumna. A pesar de lo respetuoso e
inocente de la crónica, la escandalizada corte vienesa repudió la obra. Mas se
hubiesen escandalizado si supieran que la Emperatriz iba a convertirse en icono
cultural y que a cien años de su asesinato hasta cintas animadas se harían de
su real persona.
La Emperatriz va al
cine
Una década tras
el asesinato de la Emperatriz, su compañera y testigo de los hechos, la Condesa
Irma Staray publicaba Las ultimas lágrimas de la emperatriz. Este libro
inspiraría a la Condesa Maria Larisch, sobrina de Sissi, en 1921, a actuar y
asesorar a la producción de un corto silente sobre su tía. Interpretada por la sueca
Carla Nelsen, Sissi se veía tan real que poco después circulaban fotografías de
la actriz en el féretro como si fueran verdaderas fotos de la emperatriz.
Karla Nelsen |
El primer
largometraje sobre la trágica Reina de Hungría fue en 1931 y se llamó” Elizabeth,
Konig von Osterreich” Fue protagonizada por Lil Dagover quien, tras su debut en
“El Gabinete del Dr. Caligari”, se había convertido en un rostro famoso del
cine alemán. Curiosamente, un cuarto de siglo más tarde la bien conservada
Fraulein Dagover repitió su interpretación de Sissi en “Maria Vetsera” (1956).
Lil Dagover |
En 1931, Lil
Dagover tenía más de 40 años así que la historia describe sus últimos años,
desde la tragedia de Mayerling hasta su asesinato. Sin embargo, ese filme
permanecerá en la oscuridad, puesto que en la vecina Austria se estaba
fraguando una reinvención de Isabel de Baviera. Se trataba de una ópera que
narraba los sucesos que llevaron a la princesa adolescente a convertirse en
soberana del imperio más grande de Europa.
La opereta de
Ernst Vecsey y Robert Weil hacia gran uso del humor y del romance, factores que
sabemos estuvieron ausentes de los hechos reales, pero en la Viena de Dolfuss existía
un fuerte sentimiento pro-Habsburgo. Les encantó este relato que hacía hincapié
en los simpáticos y guapos que eran Francisco José y su consorte.
Tan famosa fue la
opereta que la compró Hollywood y en 1932 la filmó bajo el título de “The King
Steps Out”. La soprano Grace Moore fue una Sissi encantadora y Franchot Tone se
vio guapetón y digno como su primo y futuro marido. Una de las licencias
históricas que luego seguirán reapareciendo en las ficciones que promueven el
mito de Sissi, es que ella y su primo se encuentran accidentalmente en Bad
Ischl, ambos ignorando la identidad del otro. El filme acaba con la boda real y
no hay tiempo para describir las desventuras que esperan a los protagonistas.
Grace Moore y Franchot Tone |
En los 30, Sissi
y su corte servirán de trasfondo de otros romances como en la cinta francesa
“Valse Royale” (1936) y en “Mayerling” donde la Emperatriz
(Gabrielle Dorziat) se ve opacada por Charles Boyer Y Danielle Darrieux. En
Austria y en la Hungría que tanto amó, Sissi es retratada en el escenario y en
la pantalla. La pequeña Traudl Stark se revela como una Shirley Temple
austriaca encarnando a Sissi niña en “Prinzessin Sissi” (1939). Pero este
renovado interés en el personaje desaparece con el auge del Nazismo. Hitler
desprecia a los Habsburgo y a los Wittelsbach considerándolos locos corruptos y
tiene la certeza de que sus descendientes son antinazis.
Romy Schneider
y la Trilogía de Sissi
Austria emerge de
la Segunda Guerra Mundial maltratada y bombardeada. Tras una década de
Ocupación Aliada, necesita resurgir y quitarse de encima el estigma de haber
sido cómplice del Tercer Reich. Serán Sissi y el cine los que lo consigan. En 1952,
Marie Blank-Eisman escribe una crónica novelada del compromiso y matrimonio de Isabel
de Baviera. Esta será la base para un filme en 1955 llamado “Sissi”. Dirigido
por Ernst Marischka, esta cinta será no solo el inicio de la más fuerte ola de
Sissimania, también sentará ideas (difíciles de erradicar) de como representar
a la Emperatriz.
Y es que Sissi y
la Sissimania son fenómenos de la cultura juvenil. A sus diecisiete años, Romy
Schneider se ve como una quinceañera, pero también debido a que el año anterior
había retratado a una jovencísima reina Vicky en “Victoria en Dover”, puede
imitar el porte y elegancia de una joven soberana. Romy se convertirá en una
estrella internacional, a la par de ser un modelo para jovencitas y niñas
austriacas que han crecido en un mundo de guerras y privaciones.
Romy Schneider (que
nació el año del Anschluss) logra con su personaje recordar a su generación que
Austria una vez fue cabeza de un gran y poderoso imperio donde reinó una
adolescente que era un compendio de belleza y el modelo de la Princesa Disney.
El filme fue tan exitoso que ameritó dos secuelas ‘Sissi Emperatriz” (1956) y
“El Destino de una Reina” (1957). Estas tres películas fueron dobladas al inglés
y condensadas en un solo filme (“Forever my Love”, 1962). Para entonces la
trilogía era un éxito desde Francia hasta el Japón. Era considerada un “Lo que
el viento se llevó” optimista y lleno de humor.
Sissi era el
paradigma de la adolescente rebelde, la que se escapa por las ventanas y comete
travesuras. Eso la hacía identificable con su fandom. Pero también la trama
sigue el esquema de cuentos de hadas. Sissi es Cenicienta a la que encierran en
su cuarto de hotel para que no avergüence a la hermana mayor que ha venido a
casarse con el Príncipe Azul. Ah, pero se escapa y en una hora consigue novio y
este resulta ser el Emperador Francisco José.
Es cierto que los
filmes siguientes tocaban el tema de los problemas de la joven reina con la
suegra y el protocolo, las enfermedades de Sissi y sus viajes para curarse de
una incipiente tisis. También la mostraban amiga de los sueños de libertad húngaros,
su choque con su marido debido a su parcialidad por Hungría y por el gallardo
Conde Andrassy, pero no se hablaba de sospechas de adulterio, ni de desórdenes
alimenticios, ni de problemas mentales.
Sissi tenía una sola hija Sofia Dorotea que nunca se moría y el pueblo
la amaba por buena, no por guapa, así que no habia necesidad de mostrar su
obsesión por cuidar su aspecto físico.
Yo, Sissi y el
Vals
Esa sería la
imagen que yo conocería de Sissi a los cinco años. En marzo de 1965, un terremoto derrumbó
nuestra casa en Quilpué. Aunque al comienzo intentamos acampar en tiendas de campaña,
las lluvias otoñales nos ahuyentaron y acabamos en Valparaíso en una suite
doble en el Hotel Prats. Durante ese mes, me la pasé en el cine. Yo estaba convaleciente
de hepatitis, anemia y por primera y única vez en mi vida, sufría de bajo peso.
De ahí que se me considerara de nervios frágiles y se buscase distraerme ya que
supuestamente el trauma del sismo me afectaba más que a mi hermano de tres años.
La mayor
distracción consistía en ir con mi Nana Yolita a un cine muy cercano (creo que
era el Velarde) que en las matinées ofrecía filmes infantiles. Así vi un par de
pelis de Hailey Mills, mi ídolo; “Emilio y los detectives”, y “El Padrecito” de
Cantinflas. Pero lo mejor fue poder ver la trilogía de Sissi. La imagen de Romy
Schneider en crinolinas era más poderosa que la de Hailey Mills.
A comienzos de
mayo, mis padres rentaron un departamento amueblado, en Viña del Mar, enfrente
del Palacio Rioja. Ya no tuve tantas oportunidades de ir al cine, pero Sissi
seguía en mi mente. Por eso me regalaron un disco de valses de Strauss, que
para mejor efecto traía en la portada un húsar invitando a bailar a una rubia
con miriñaque. Ahora tenía la certeza. En Viena, las damas iban de largo, los
hombres eran todos oficiales de la guardia y se la pasaban el día bailando el
vals. Yo quería vivir en Viena. Mi pasión por el vals se manifestó en pasarme
el día haciendo piruetas por los pasillos hasta que un piso encerado acabo
conmigo sacándole el brillo al parqué con los labios.
Se me pasó la
fiebre del vals, pero vino otro factor a confirmar mi Sissimania: los libros.
Un día mi mamá me trajo un libro con un título extraordinario Sissi y el
paje negro. En el departamento amoblado vivíamos con mi abuela que ya
sufría de Alzheimer (en ese entonces no se usaba ese nombre, se le llamaba “pérdida
de memoria”) por lo que actuaba como si tuviera mi edad. Algo magnifico, porque
mi “Belita” (como yo la llamaba) era como una hermana. De hecho, creía que yo era
una de sus hermanas y le daba por hablarme en francés.
Otra manía era
que leyéramos juntas. Le encantaban mis libros infantiles y este no sería una
excepción. Fue ella quien me confirmó que Sissi era un personaje real. L' imperatrice
d ‘Áutriche et Reine de Hongrie. Mi padre me tradujo y me explicó que en un
tiempo Austria y Hungría habían sido un solo imperio. Así caí que Sissi era un
personaje histórico como Guillermo Tell y Arturo Prats.
El libro era
fascinante porque ahí me enteré de que Sofia había muerto y que Sissi tenía
tres hijos, los pequeños Rodolfo, Valeria y Gisela que acababa de casarse.
Obviamente el libro era parte de la mitología de Isabel de Baviera. Ella está
muy enamorada aun de su marido, es una madre ejemplar, muy unida a Gisela y
llena de compasión por el prójimo.
En un episodio
ficticio, pero posiblemente basado en la ahijadita africana de la Reina
Victoria, Sissi recibe en su corte a un pequeño africano al que convierte en
paje. No recuerdo como había llegado a Europa, pero él le cuenta a la
Emperatriz que su familia ha conocido al Dr. Livingstone, el famoso misionero y
explorador. Sissi le toma cariño al pequeño le permite jugar con sus hijos y se
lo lleva en sus viajes. Esto provoca habladurías. La estirada corte vienesa no
ve con buenos ojos que un negrito esté en contacto con su soberana y con los
archiduques.
Cuando Sissi se
entera llega a llorar de indignación y vergüenza ante la crueldad de gente que
ve solo el color de la piel. Creo que fue mi primera lección sobre lo negativo
del racismo y de ahí surgió uno de mis lemas “los niños no tienen raza ni clase
social”.
Los Años de
Bruguera
Pronto este libro
de Sissi tuvo compañeros en mi biblioteca. Sissi, Sissi Emperatriz,
y (qué apropiado) Sissi y el Vals de Strauss. Todos eran de la colección
Bruguera y todos seguían el formato de la editorial que publicaba los
principales tebeos d España. Las páginas de texto venían acompañadas de una de viñetas.
Otra característica es que en el lomo traían un índice de personajes.
Los primeros dos
títulos correspondían a los guiones de las películas que el mismo director Marischka
había hecho circular como libros para una audiencia juvenil. La tarea de
traducirlos había caído en el guionista y escritor José Maria Carbonell que,
bajo el seudónimo de “Marcel D’Isard”, escribiría la mayoría de los títulos de
la serie de Bruguera.
Otras series
habían surgido en Europa en torno a la Emperatriz, o mejor dicho al personaje
interpretado por Romy Schneider, puesto que las ilustraciones no presentaban a
Sissi según sus retratos sino parecida a la estrella austriaca. Marieluise von
Hegenheim publicó varios tomos a partir de 1958. Su serie es la que más se
desliga del mito del cine, e incluso llega a escribir sobre Mayerling.
En Francia es Odette
Ferry la encargada de escribir una versión gala muy edulcorada y ficticia de
la saga de Sissi que comienza incluso antes de conocer a su futuro marido.
Estos libros fueron traducidos al castellano, pero no gozarían de la fama de la
serie de Bruguera que se expandía por el mundo hispano parlante e incluso era
traducida al francés y al italiano.
Toda una generación
de niñas en ambos lados del Atlántico (y las como yo en las costas del Pacifico)
nos ilusionamos con la idea de una princesita que lo tenía todo, pero que también
lloraba por culpa de la bruja de la suegra, por mala salud, por intrigas
palaciegas y por supuesto por su lucha por lograr su independencia y lo de
otros. Bruguera tenía tal conciencia del poder de su obra sobre esta audiencia
cautiva que en 1958 comenzó a publicar una revista dedicada nada más que a
jovencitas. Naturalmente se llamó Sissi.
La imagen de
Sissi interesada en promover la autonomía de Hungría del filme reaparece en la
serie donde la emperatriz no solo apoya la causa húngara en Sissi, Reina de Hungría
y La princesita húngara también reacciona contra males como el racismo en
Sissi y el paje negro y rehabilita la imagen del rey del Vals en Sissi
y El Vals de Strauss.
Antes de la excelente “la Familia Strauss” de la BBC yo ya sabía que Johann Strauss había caído en desgracia con los Habsburgo por haber apoyado la revolución de 1848. Recae sobre Sissi el convencer a su marido de perdonar al musico y darle el reconocimiento que se merece.
Antes de la excelente “la Familia Strauss” de la BBC yo ya sabía que Johann Strauss había caído en desgracia con los Habsburgo por haber apoyado la revolución de 1848. Recae sobre Sissi el convencer a su marido de perdonar al musico y darle el reconocimiento que se merece.
La serie de
Bruguera alcanzó un éxito apoteósico con sus trece volúmenes la mayoría obra de
Carbonell, a pesar de que algunos títulos tuvieron otras autorías como la de Philippe
Yeral o Anne Saint Varent (a pesar de los seudónimos galos, todos eran
españoles). Sin embargo, serán los libros de Marcel D’Isard los más aplaudidos.
Consciente del
gancho de esta serie, Bruguera lanza una redición en 1980, en plena Transición
y restauración de la monarquía. Se la revivió también en el 2008 aprovechando
la nueva ola de la Sissimania. Pero volviendo a los 60, mis años de Sissi fan.
Mientras las niñas soñábamos con esta Princesa Disney y coleccionábamos muñequitas,
las adultas recibían una fuerte dosis de anti-sisismo.
La
Anti-Sissimanía
La primera en
tratar de dar un retrato más fidedigno de Isabel fue, irónicamente la reina de
la novela rosa Barbara Cartland. Su libro publicado en 1958 se titulaba La vida
privada de Isabel de Austria y fue tan popular que tuvo rediciones en 1974
y en 1978. Aunque intentaba retratar una realidad que destruyera mitos,
Cartland era superada por su estilo de novelista romántica y no llegó muy
lejos. Diferente fue el caso de La Emperatriz Solitaria de Joan Haslip
publicado por primera vez en 1965.
En este libro,
Haslip arranca a Sissi de su contexto legendario y la presenta como fue:
narcisista, madre negligente, esposa frígida. Fue una suerte que el libro no
circulase como lo haría hoy en día, promovido por redes sociales y sitios webs
y blogs, porque fue un tremendo golpe a esa imagen del “y vivieron felices,
para siempre” que rodeaba a la pareja imperial.
Ilustraciones deThe Lonely Empress |
Sin embargo, la
anti-Sissimania se estaba esbozando. Mi desilusión llegaría a fines de los 60 y
hay que culpar a la coproducción anglo-francesa “Mayerling”. A pesar de que la
tragedia de Mayerling ya había aparecido en el cine alemán y hasta en la
televisión estadounidense en una producción para televisión donde Audrey
Hepburn y Mel Ferrer (entonces su marido) daban vida a los trágicos amantes,
este episodio de la historia familiar de Isabel de Baviera era conocido solo
por los historiadores.
Audrey Hepburn como Maria Vetsera y Diana Wynyard como Sissi |
Por mi edad (la
censura la ofreció en Chile solo para mayores de 14 años) no pude verla, pero la
revista Ecran a la que yo era adicta me ofreció toda la trama acompañada
de fotografías. Para mí fue un shock ver una Sissi madura (aunque fuese
interpretada por otra belleza legendaria, Ava Gardner) pero más impactante fue
saberla una madre desaprensiva, una mujer más preocupada que no se la vea como
abuela que de la felicidad de su hijo. Y saber que el pequeño Rodolfo no solo había
sido un niño desdichado pero que además había muerto de manera tan sórdida me
hizo entender que todo lo que me había contado Romy Schneider y la colección Bruguera
era mentira.
Para más remate,
el éxito del filme hizo que revistas femeninas a las que yo tenía acceso me revelaran
otro secreto de Sissi: había sido asesinada ¡por un plebeyo y en plena calle! Este
fin indigno me hizo comprender como la historia puede ser manipulada y como yo
y muchas niñas habíamos sido unas crédulas al tragarnos toda la imagen amerengada
que Romy Schneider nos había vendido. Pero sería la misma Romy quien sellase el
ataúd de Sissi-Disney.
En 1974, en “Ludwig”
de Visconti, la actriz austriaca daba vida una Sissi muy diferente a la de sus
crinolinas. Una mujer que como su primo (Helmuth Berger) odiaba la idea de la realeza,
del protocolo y del deber. En ese mismo año, la BBC estrenaba su fantástica
“Fall of Eagles” (“la caída de las águilas”), una combinación de documental y de
dramatizados encaminados a contarnos como se llegó a la Primera Guerra Mundial.
Cada unitario
estaba enfocado en una familia real. Sissi aparecería en dos. De joven la
interpretó Diane Keen en un rol que enfatizaba su repudio a su papel de
emperatriz y de esposa. Rachel Guerney, famosísima entonces por su papel de Lady
Marjorie Bellamy en la exitosa serie “Upstairs, Downstairs”, dio vida la
Emperatriz en el episodio dedicado a la Tragedia de Mayerling.
Ya con esto se acababa para siempre el cuento de hadas de Sissi. La guinda del pastel la puso el Royal Ballet con la pieza “Mayerling” en 1978. Ahí hay un pas de deux entre Rodolfo y su madre que refleja su compleja relación.
Ya con esto se acababa para siempre el cuento de hadas de Sissi. La guinda del pastel la puso el Royal Ballet con la pieza “Mayerling” en 1978. Ahí hay un pas de deux entre Rodolfo y su madre que refleja su compleja relación.
De Sissi a la
Princesa Diana
Los Ochenta
pasaron por Sissi remitiéndola al espacio de personajes históricos y
olvidándola como yo la olvidé. Una excepción fue una estudiante de historia
austriaca que en 1978 defendería su tesis doctoral sobre el tema del Archiduque
Rodolfo. En sus investigaciones, Brigitte Hartmann, encontró tanto material
sobre Sissi que en 1981 publicaba Elizabeth, Kaiserin Wider Willen y que
cuatro años más tarde sería traducida al inglés como The Reluctant Empress.
En esa biografía
Hartmann va más allá que Haslip. Ahí nos habla de los desórdenes alimenticios
de la Emperatriz. Basándose en memorias y el diario de Isabel de Baviera, la
historiadora explica como Francisco José (y eso que estaba enamorado) fue impedido
de hacer los honores a su joven esposa sino hasta la tercera noche y que la
experiencia marcaria Sissi de por vida y que de ahí vendría su repugnancia en
contra del sexo.
En 1992, cuando
yo estaba en la Facultad de Bibliotecología de Queens College tuve que hacerle
un índice a un artículo precisamente para mi clase de Índices y Abstractos. En
mi búsqueda tropecé con uno en el que comparaban a Sissi con Diana. En esos
días, el libro sobre el desastroso matrimonio de La Princesa de Gales, Diana,
Her True Story, había salido a la venta.
Yo que había sido Diana friki por toda una década, me encontraba un poco confundida al enterarme que su matrimonio no era el cuento de hadas que nos vendieron los medios. El articulo no solo me ayudó con mi clase, sino que me sirvió para comparar y examinar a dos mujeres que cometieron el error de casarse con un hombre sin darse cuenta de que se casaban con una corona que las aplastaría con su peso.
Yo que había sido Diana friki por toda una década, me encontraba un poco confundida al enterarme que su matrimonio no era el cuento de hadas que nos vendieron los medios. El articulo no solo me ayudó con mi clase, sino que me sirvió para comparar y examinar a dos mujeres que cometieron el error de casarse con un hombre sin darse cuenta de que se casaban con una corona que las aplastaría con su peso.
Esto me llevó a
la biblioteca a buscar información sobre la verdadera Sissi. Ahí me encontré
con Cartland-Haslip-Hartmann, una trinidad que me ayudaría a conocer a Sissi no
ya como un ídolo sino como una mujer muy infeliz que arrastró a toda su familia
en su lucha por vivir bajo sus propios términos.
Curioso es que se
haya renovado mi interés en la Emperatriz en un año en que las artes también la
tenían en la mira. En Paris, Maurice Bejart crea un ballet titulado “Sissi, l’
imperatrice anarchiste”. En Viena se
estrena el musical Sissi con música de Silvester Levay y letras de
Michael Kunze. Tanto esta pieza como el ballet buscan mostrar como Sissi y su
obsesión (en el musical es un coqueteo constante con La Muerte) destruyeron el
Imperio de los Habsburgos.
En Francia, Jean
des Cars emprende una tarea similar a la de Brigitte Hartmann (quien en 1997
escribe otra crónica sobre la malhadada emperatriz) la de desmitificar a Sissi
con títulos como Tras los pasos de Sissi, Sissi y la fatalidad, y
Francisco José y Sissi: El deber y la rebelión.
La novela
histórica también quiere desvincular a Sissi de la imagen almibarada de la
trilogía de Romy Schneider. En los Noventa, en Francia Nicole Avril y Agnes Michaux
publicaban versiones sobre las desdichas románticas de Sissi y su posible affaire
con El Conde Andrassy. Temas que aparecen también en las ficciones históricas
iberas de Ángeles Caso y Ana María Moix.
En 1998, un año después
de que el fatal accidente parisino acabase con la vida de La Princesa Diana,
Renate Daimler publica en alemán Sissi und Diana, aun no traducido, que
vincula inexorablemente a dos mujeres que fueron mártires pero que sin quererlo
también fueron verdugos.
El Regreso de
Sissi como Icono Juvenil
Uno pensaría que,
con todo este material, la Sissimania quedaría enterrada y estigmatizada. Por
el contrario, en 1997 la televisión canadiense atrae a un nuevo fandom con su
serie de dibujos animados que persiste en hacernos ver a Isabel de Baviera como
una princesita -ergo rebelde-pero muy feliz.
El nuevo siglo comienza
en esa onda. Anaya edita Sissi no quiere fotos de Paco Climent. Este
libro dirigido a un público juvenil narra una ficticia escapada de Sissi a Barcelona
donde entabla amistad con una joven periodista.
El Siglo XXI ha
demostrado un tremendo interés por Isabel de Baviera, sea para narrar “su
verdadera historia” o para perpetuar la fábula de su bonachona existencia de
Princesa Disney. Así en el 2003, Barry Dennenberg incluye a Sissi en su serie The
Royal Diaries, una visión sacarina de la vida de famosas reinas desde
Leonor de Aquitania hasta Victoria. Por supuesto que se trata de un libro
dirigido a adolescentes románticas y se titula The Princess Bride, (“La
novia princesa”), ósea los dos roles por los que Sissi es un icono: su sangre
real y su condición de objeto de adoración del emperador.
Las Miniseries
a la Carga
Sera la
televisión del Tercer Milenio la que se encargará de destruir mitos. En el 2004,
Arielle Dombasel da vida a Sissi en vísperas de su asesinato en la miniserie
francesa “Sissi, l’imperatrice rebelle”. Aquí vemos a una Sissi guapa, pero
madura; que hace gimnasia, pero viste de luto por su hijo.
Dos años más
tarde, la televisión austriaca ofrecerá un retrato descarnado de la tragedia de
Mayerling con “El Príncipe Heredero”. La italiana Sandra Cecarelli se encarga
de hacer una interpretación genial y bastante cercana a la realidad de la Emperatriz.
Pero es en Italia
donde se pretende sacar a Sissi—y por sus largas crenchas— del
armario. Con mucho bombo, en el 2009, parte “Sisi” una miniserie de dos
capítulos protagonizada por Cristiana Capotondi que era entonces el rostro del period
piece de la RAI de Berlusconi. Como la vi, puedo criticarla con propiedad.
Es totalmente
apegada a la fórmula impuesta por Romy Schneider. Si, esta Sissi es un poquito más
rebelde y política. Si, hay un romance (estrictamente platónico) con el Conde
Andrassy, pero Sissi ama locamente a su marido, tienen una noche de bodas
espectacular (WTF) y hasta nos los muestran a ella y a Pancho Pepe en la cama. Eso
sí muy tapados y nada de sexo grafico porque ya se sabe a qué público se dirige
esta entretenida, hermosa, pero falsa pantomima.
Sissi y su Pancho Pepe (Fritz Roth) |
Como la obra
acaba con Sissi y sus hijos yendo a Budapest para la coronación, no tenemos
oportunidad de ver las grandes tragedias de la vida de la Emperatriz ni su mala
salud, ni sus batallas con la comida y el espejo. ¿Cuál es la gran crisis en la
vida de Isabel? Su marido la engaña. Anda, pero si la misma Sissi le buscaba
mujeres a Francisco José para que la dejara en paz.
El mito de
Sissi se Niega a Morir
Es que es difícil
luchar contra el mito de Sissi. Tanto así que la novelista italiana Vanna
Cercena, experta en novela histórica juvenil, saca rápido al mercado su visión de
la polémica emperatriz. Bajo el título de Sissi es traducida al
castellano en el 2011. Basta mirar la portada para saber a qué publico va
dirigido.
Pero la batalla
sigue. Catalina de Habsburgo, una archiduquesa que se dedica a la biografía de reinas,
publica en el 2010 La Maldición de Sissi y en “Ludwig II”, la alemana
Hannah Herzprung (la Helga de “Babylon Berlin”) se atreve a ser una Sissi fuera
de canon y hasta aparece deformada por el embarazo.
Pero ese mismo año
en Francia, Arsene Lutin publica un álbum de ilustraciones dirigido a lectores
infantiles cuyo título y tema son el mismo: Sissi.
En esta década
que ya acaba, solo en inglés se han escrito casi anualmente, novelas sobre
Sissi. Hablaré solo de las más trascendentales. En el 2015, Daisy Goodwin, que
hoy conocemos como productora de la serie “Victoria” publicó The Fortune
Hunter, una novela sobre el supuesto romance entre la Emperatriz de Austria
y el playboy inglés George “Bay” Middleton. Era una manera de perpetuar el
mito, enfocándolo desde otro ángulo.
Ese mismo año,
Allison Pataki, publicaba la que hasta ahora ha sido la más popular versión
novelada de la vida de Sissi. Me refiero a una novela adulta. Todavía no se ha
eclipsado el poder de las novelitas graficas de Bruguera. The Accidental
Empress describe el noviazgo de la pareja real de Austria y cae en el viejo
convencionalismo de mostrarnos una Sissi enamorada.
Pataki, hija del
ex gobernador de Nueva York George Pataki, se interesó en Isabel de Baviera
como una manera de recrear la Hungría de sus ancestros, pero terminó decantandose por el mito Sissi porque, reconozcámoslo, es muy hechicero. A pesar de eso,
Pataki si se atreve a mostrarnos una Sissi obsesionada con su figura, pero,
hey, también lo estaba Scarlett O’Hara y sigue siendo el epitome de heroína de
novela rosa.
Ha habido quejas
de que Sissi es retratada como una adolescente cobarde, débil y llorona, pero
es que probablemente lo fue. Para aliñar un poquito su cuento, Pataki la hace
enamorarse de Andrassy, lo que tampoco es mucha novedad
En el 2016,
Pataki nos trajo la secuela Sissi, Empress of her Own, un libro que ha
sido considerado por sus lectores como muy triste. Obvio, debe cubrir todas las
tragedias que aquejaron a Sissi en sus últimos anos. Pataki describe la vida
nómada de la Emperatriz, su vida en Inglaterra y su romance con Bay Middleton,
la muerte de Ludwig, y el pacto suicida de Mayerling.
Debido a que todo
es enfocado desde el punto de vida de Sissi hay poco autoanálisis o
recriminaciones. Francisco José es el culpable del alejamiento de su esposa ya
que está inmerso en su trabajo, Sissi y Rudolf son muy unidos, etc. Aun así, La
Emperatriz no interfiere en el matrimonio obligado de su hijo y Estefanía de Bélgica
aun a sabiendas que nunca serán felices.
Bueno esta es la
obra que pronto veremos en la pantalla chica. Y no me sorprendería que, aunque
dirigida un público adulto, vuelva a caerse en el patrón que tanto ha influido
en el auge de la Sissimania. Recalco “público adulto” porque la Sissimania siempre
será un fenómeno que atraiga a niñas y jovencitas románticas.
Eso lo vemos aun
ahora. En el 2008, Bruguera sacó nuevamente al mercado su serie de Sissi. La
trilogía de Romy Schneider goza de buena salud y todas las vísperas de Navidad
(fecha del nacimiento de la Emperatriz) la televisión, tanto de Austria como
Alemania, la pasan con altos ratings.
Siguiendo con la
Sissimania europea, en el 2018, en Francia, Sophie de Mullenheim una escritora
católica (¡hailas, hailas!) publica Sissi dirigida a un público
infantil.
Y en España, la Editorial Molino que por casi un siglo ha presentado ofertas literarias para niñas hispanoparlantes ha publicado Sissi: La princesa rebelde, escrita e ilustrada por Cinta Villalobos. Parte de una serie, el libro pretende contarnos la infancia de la Emperatriz.
Y en España, la Editorial Molino que por casi un siglo ha presentado ofertas literarias para niñas hispanoparlantes ha publicado Sissi: La princesa rebelde, escrita e ilustrada por Cinta Villalobos. Parte de una serie, el libro pretende contarnos la infancia de la Emperatriz.
La Sissimania
nunca morirá, siempre habrá niñas y mujeres impresionables a las que se les
puede pasar el mito disfrazado en helado dietético. Porque una realidad es que
esa Sissi Disney está dirigida al sexo femenino y la razón por la cual es un cebo inmortal es la misma por la cual las ideologías totalitarias resultan tan atractivas, ambas conllevan la
ilusoria promesa de una felicidad eterna.
¿Antes de leer este blog sabías quién era Isabel de Baviera? ¿Cómo supiste
de ella? ¿Fue en un filme, una miniserie o los dibujos animados? ¿O acaso
leíste algún libro? ¿Has leído alguno de los libros de historia que la desmitifican?
¿Cuál prefieres: la Sissi real o la de
la Sissimania? ¿Y por qué crees que se convirtió en un ídolo que trasciende
tiempo, idioma y espacio geográfico?
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ResponderEliminarGeorge Eduardo Llerena Torrico Respondiendo a la pregunta: la peli de 2009. Me documenté antes de verla como hago con todo proyecto histórico y me decepcionó un poco que no cubriera todos los hechos. Curiosamente no vi la serie animada y jamás leí una novela histórica aunque me hubiese gustado. ¿Crees que seguirán la versión Disney en la nueva, mi lady?
María Elena Venant Yo la vi porque me encanta Cristiana C. desde que la vi en Orgoglio, pero era como una imitacion de la trilogia de Sissi. No he leido a la Pataki, pero al parecer si cree que Sissi y Andrassy fueron amantes, asi que tenemos escenas de cama, porque hoy se ha vuelto a la imagen sesentera y setentera de que la mujer ädelantada a su epoca"es la "sexualmente liberada". Algo que la pobre Sissi no era. Asi que en eso puede diferir de la vision de Princesa Disney.
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ResponderEliminarAna Estelwen Pues curiosamente la primera vez que oí hablar de Sissi fue por motivo de mi Primera Comunión. Andábamos mi madre y yo de tienda en tienda buscando un vestido, y me fijé en uno muy amplio, lleno de volantes y de lazos, pero mi madre, que quería un estilo más sencillo, me dijo "¡Ese no, mujer, que parecerás Sissí Emperatriz!". Yo no sabía quién era Sissí, pero el nombre me pareció tan gracioso que me eché a reír y me olvidé del vestido (afortunadamente, porque ahora desde mis años lo recuerdo y me parece una horterada).
La segunda que me habló de Sissí fue mi abuela, una romántica empedernida que adoraba las novelas rosas y las películas de Romy Schnider sobre la Emperatriz. No fue hasta que conocí a Juanjo, apasionado de la Historia como yo, que un día surgió el tema y él me recomendó un libro que tenemos aún en nuestra estantería: "Sisí, Emperatriz contra su voluntad" de Brigitte Hamman, uno de los que tú mencionas en el post.
Aún así, me parece bien que las niñas y las jovencitas se acerquen a Sissí desde el mito de la princesita romántica. Soñar primero, y conocer la realidad después, me parece un excelente modo de hacerlas interesarse por la Historia y por la búsqueda de la verdad histórica más allá de los mitos. Y, en fin, cuando eres pequeña está bien soñar. Ya llegará el momento al hacerse mayor de enfrentar la realidad. Y son precisamente esos sueños infantiles los que nos dan esperanza y recursos emocionales para enfrentarnos a las verdades adultas :-)
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María Elena Venant ¡Ya sabía yo! Doña Teresa es de mi generación. Tiene que haber sido sissimaniaca como tu abuelita. A lo mejor hasta leyeron la Revista Sissi. Yo entiendo el impacto que debe haber tenido Sissi en la imaginación popular tardofranquista, y les agradezco su difusión por Latinoamérica, pero me sorprende que en estos tiempos revueltos siga teniendo relevancia.
EliminarYo ni desprecio ni rechazo la imagen de Princesa Disney (la generación mía y la posterior lo vivimos primero con Carolina de Mónaco, luego con Diana) porque aparte de lo que dices, también muestra el lado glamoroso de la monarquía. No es mito que Sissi tuviera vestidos y joyas increíbles, y que sentó tendencias en la moda. Entre ella y Meghan, me quedo con Sissi.
Yo sufro de discalculia, y a la par de guerra con los números, los discalcúlicos no tenemos sentido de ritmo. Aunque tuve clases de ballet y baile hasta los diez años, solo hay dos piezas que por mi tiesura puedo manejar, el fox y el vals. Y este último fue gracias a Sissi. Sin ella no sabría quien es Strauss, tampoco sabría de las revoluciones de 1848, ni de como la Viena de Sissi evolucionó hasta ser la cuna de Freud y de Hitler.
Yo creo que, aunque conozcamos la realidad de Sissi, no dejamos de soñar. Su historia es trágica, pero llena de aportaciones y también habría que ver que princesas o reinas si fueron felices. Por ejemplo, a mí siempre me conmueve que la Zarina Alexandra haya tenido una historia de amor real hasta su ejecución y su suegra Dagmar de Dinamarca, también fue muy feliz. Así que el mito de la princesa enamorada y amada por su pueblo no es tan falso.
¿Le comprarías los libros de Sissi a La Princesa Ratoncita?
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ResponderEliminarAna Estelwen ¡Claro! Y me parece que con lo princesa-rosa-purpurina-arcoiris que es, le encantarían :-D
La complicación será encontrarlos.
María Elena Venant Ana Estelwen Iberlibros, TodoMercado, TodoColeccion, AbeBooks
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