Para las niñas de
los 60, que recién estaban acostumbrándose a la televisión, el cine continuaba siendo un evento fascinante. Conscientes de eso, las editoriales decidieron
convertir en novelas algunos filmes dirigidos a ese público. Las pequeñas
cinéfilas, aun las no lectoras, gozaban con estas lecturas. Por eso en España
se creó toda una literatura que giraba en torno a dos ídolos juveniles del
momento: Marisol y Rocío Dúrcal.
Una de las muchas
cosas que aprendí en mi servicio de bibliotecaria de referencia fue a respetar
la cultura—y por ende la literatura—popular. En mis años de universitaria, y
luego como bibliotecaria profesional, mi mayor deseo fue servir a la comunidad
latina, sobre todo a los más jóvenes. Conciente de que un servicio de biblioteca
circulante como el estadounidense no existía en nuestros países, más ansiaba
atraer clientes latinos (entonces el mayor grupo de inmigrantes) a la
biblioteca, aunque fuese para que se acercaran a material de esparcimiento que no
abarcase los libros.
Con los pequeños
no había problema. Yo hice varios programas de narraciones de cuentos en los
que informé a las mamás sobre nuestra amplia colección de cuentos en español,
con letras grandes, muchas ilustraciones y mucho color, pero muchas de mis
clientas me decían que el problema mayor eran las hijas en la preadolescencia.
“Se la pasa
viendo telenovelas”, se quejaban “no lee ni un libro de cocina”. “Señora, pásele
fotonovelas” era mi consejo. Lo decía porque sabía que la Queensborough Public
Library tenía una amplia colección de fotonovelas, muchas de ellas con actores
de telenovelas de protagonistas.
Para mi era
perfectamente comprensible querer “leer” lo que había visto en la pantalla. Según
yo, cine, televisión, teatro y o libro eran cuentos, algunos más visuales que
los otros. Me era perfectamente legítimo ver literatura en forma de comic. Y no soy la única que acabo de
encontrar un tebeo de Harry Potter.
Em mi infancia no
existía Internet, ni juegos de videos, ni Kindle. Vine a tener televisión (y
sumamente restringida) en mayo del 68, unos meses antes de cumplir los 9 años. Aun
así, nunca me aburria, además de mis lecturas, estaba el cine que me encantaba
y también las revistas de caricatura.
Yo leía Ivanhoe
con el mismo placer conque leía el Monje
Loco o El Siniestro Dr. Mortis.
Todavía no había llegado gente a mi vida a imponerme un elitismo literario. La
lectura para mí no tenía el propósito culturizante-didactico que adquiriría en
mis años de universidad. Yo leía como debe hacerlo todo niño, para
entretenerme
Nunca fui de
fotonovelas, las encontraba cursis. Una excepción era una revista muy grande
que nunca supe el nombre y que traía historias elaboradas, incluyendo filmes en
formato de fotonovela. Tengo la impresión de que se trataba de la traducción de
una publicación italiana porque ahí leí una versión de “Las Dos Huerfanitas”
con Alida Valli. También existia la Revista Picnic que serializaba filmes de Audrey Hepburn como "Historia de una monja", "La Guerra y la Paz", "Dos para el camino" y creo que "My Fair Lady".
Otras publicaciones en combinar cine y fomato gr'afico eran esas fenomenales publicaciones argentinas (hoy piezas de colección carísimas) El Tony, Fantasía, D’Artagnan e Intervalo.
Alida Valli como Henriqueta Gerard en "Las Dos Huerfanitas" |
Otras publicaciones en combinar cine y fomato gr'afico eran esas fenomenales publicaciones argentinas (hoy piezas de colección carísimas) El Tony, Fantasía, D’Artagnan e Intervalo.
Más dirigidos a
un público infantil eran lo que hoy se conocerían como novelas gráficas de la
colección Los Tesoros de Walt Disney
que traía no solo películas que yo acababa de ver como “Las hilanderas de la
luna” con mi ídolo Hailey Mills, más también algunas que todavía no llegaban a
Chile como “El Espantajo” con Peter Cushing, que, antes de Daphne Du Maurier, ya
me relataba sobre los piratas de Cornualles.
Más de algún
purista dirá que este tipo de lectura no fomenta buenos hábitos literarios que
requieren de concentración y retención no de la distracción que provocan los
gráficos. Pero les aseguro que un gusto no es dispar con el otro. Por eso en
España se creó toda una literatura en los 60 que novelaba la trama de películas
del momento sin proveer más que un mínimo de ilustraciones.
Fue la Editorial
Felicidad la que noveló libretos del cine épico de la época. En el índice vemos
títulos como “Rey de Reyes” junto a clásicos de Charlton Heston como “55 días
en Pekín” y “El Cid”. De esa colección solo tengo buenos recuerdos de su
versión de “La Caída del Imperio Romano” con Stephen Boyd y Sophia Loren que me
regalaron para mi octavo cumpleaños. La gracia de estos filmes es que muchos,
en Chile, recibían calificación de “para mayores de 14 años” por lo que era un placer
ser leídos por los que todavía ni nos acercábamos a esa edad.
Una mirada al
índice de esta colección conocida como Cinefa indica que, junto con blockbuster
gringos, también había películas taquilleras españolas, pero películas muy
particulares puesto que iban dirigidas a un publico adolescente que por primera
vez el mercado hispanoparlante reconocía y que eran protagonizadas por dos Teen Idols femeninas del mundo ibero:
Marisol y Rocío Dúrcal.
En mis años
universitarios, mis profesores—exiliados y furibundos antifranquistas— me
hicieron ver a Marisol y Rocío como productos del gobierno de Franco, como un
ultimo coletazo cultural de la Corte del Caudillo, pero en mi infancia eran mis
paradigmas idolatradas.
Efectivamente, la
pobre Pepa Flores fue usada y abusada tanto por la propaganda cultural
franquista como por la Familia Goyanes que se enriqueció a costa de la cría (si
hasta la casaron con uno de sus miembros). Se entiende que ya mujer Marisol se
haya rebelado contra esa herencia, siendo madre soltera, adúltera, miembro del
Partido Comunista, y culminando su rebelde madurez en su segunda boda en Cuba
con Fidel Castro de padrino.
Sin embargo, la
niña que yo conocí ni soñaba con ese futuro. Sus primeros filmes “Ha llegado un
ángel”, “Un Rayo de Luz” y “Tómbola” que aparecen en Cinefa, era de una
cursilería abismante. Me los tuve que calar todos porque en 1966, el Teatro Rex
de Viña del Mar estableció un programa en que todos los lunes, por el precio de una se
pasaban dos películas en español. La segunda película era invariablemente un
dramón mexicano que veíamos por insistencias de las nanas (“si total es gratis”).
Dé esas solo recuerdo “Guitarras lloren, guitarras” con Cuco Sánchez, “Feliz Año
Amor Mío” con Silvia Pinal y Ricardo Montalbán y una donde Joaquín Cordero hacía
de cura.
Lo que realmente
interesaba era el primer filme, a ese se le hacia propaganda y era invariablemente
un producto ibero al que aprendí a asociar con cine de calidad. No todas las
cintas eran igual de fascinantes. Me aburrí como ostra oyendo a Raphael cantar
en “Cuando tú no estás”, y me dormía en las pelis de Joselito, que tendría voz
de ruiseñor, pero hacia historias muy penosas, y algunas en blanco y negro.
Otro cuento era
cuando se trataba de un filme con protagonistas con las que me podía
identificar a pesar de ser más pequeña que ellas. Me refiero a Marisol, Rocío Dúrcal
y las gemelas Pili y Mili.
Siempre me ha
apenado que las ultimas no hayan alcanzado el renombre de sus colegas. Tal vez
el ser gemelas las limitaba. Incluso, aunque yo vi en ese año cuatro filmes de
Pili y Mili, Cinefa solo se molestó en publicar la versión novelada de “Como
Dos Gotas de Agua” que me trajo Santa Claus junto a otros éxitos de la colección,
atados con un gran listón verde bosque.
“Como Dos Gotas
de Agua” aprovecha el parecido físico de las hermanas sin caer en el lugar
común de la ficción infantil y juvenil de todos los tiempos, las gemelas que se
intercambian. En este caso, la novedad es que Pili y Mili no son parientas. La
ultima es la refinada y estudiosa alumna de las monjas quien se v atrapada en una
batalla legal entre su padre y su tía.
Pili, en cambio,
es la zaparrastrosa sobrina del organillero, rebelde, independiente y mal
hablada, pero que la abogada de la tía de Mili decide hacer pasar por esta y
mandársela al padre para que deje de fastidiar. Es casi igual a la trama de “The
Parent Trap”de mi ídolo Hayley Mills y que ustedes conocerán en la versión Lindsay
Lohan.
En el Rex ese año
vi “Como dos gotas de agua”, “Dos chicas, locas, locas” y “Whisky y Vodka”,
pero la mayor parte del programa del Rex estaba dedicada a Marisol. Ya les
conté que me tuve que tragar todas esas películas cursis, hasta la del burro
Bienvenido. A mi comenzó a gustarme Marisol en “Marisol rumbo a Rio”.
Coincidiendo con la película, me regalaron la edición de Cinefa con Marisol en
la portada con vestido amarillo y un tocado a lo Carmen Miranda.
Esta es otra
historia—para variar—de gemelas, solo que hay misterio y una de las
hermanas hasta tiene novio, un gandul que pronto desaparece de la pantalla,
pero a mi entonces me pirraban (como hoy) las historias románticas. Isabel Garcés,
que no se perdía filme de Marisol, interpretaba a Isabel una viuda pobre
incapaz de mantener un empleo debido a sus despistes. Casi no puede sacar
adelante a su hija Marisol. Aun así, se negó a entregársela a su cuñado que ha
hecho fortuna en Brasil y que siempre quiso criar a las hijas de su hermano.
Isabel aceptó separarse de Mariluz , gemela de Marisol, pero no ha parado de arrepentirse,
sobre todo porque su hija nunca ha respondido a sus cartas.
Isabel y Marisol
venden todas sus pertenencias para costearse el viaje a Rio a ver a
Mariluz. El Tío Fernando está
encantado de recibirlas, no así Mariluz que es una presumida pedante y
consentida. Mariluz nunca ha perdonado a su madre el regalarla y tampoco le
hace gracia tener una hermana.
Con una cachetada, Isabel castiga la insolencia de Mariluz
Con una cachetada, Isabel castiga la insolencia de Mariluz
Marisol comienza
a investigar y descubre que Sandra, la amada institutriz de Mariluz, y Arturo
el secretario de Fernando, están tramando envenenar al patrón para quedarse con
su fortuna. También descubre que Mariluz le ha escrito a su familia española,
pero que Sandra ha interceptado las cartas al igual que la correspondencia de
Isabel a su hija
Pues se enteran los malos, las niñas atraviesan muchos peligros y llegamos al clímax que todavía me da escalofríos acordarme de Mariluz colgando del Corcovado y su gemela tratando de rescatarla.
Sandra y Arturo complotando |
Pues se enteran los malos, las niñas atraviesan muchos peligros y llegamos al clímax que todavía me da escalofríos acordarme de Mariluz colgando del Corcovado y su gemela tratando de rescatarla.
La etapa adolescente de Marisol nunca superó a
“Rumbo a Rio’ puesto que se abocó a formulas. La rubita hizo el mismo personaje
en “La nueva Cenicienta” y “Búsqueme a esa chica” Y en “Carola de Dia, Carola
de Noche” de 1969 que vi en el Cine Rialto hacia como una imitación de Audrey
Hepburn en “La princesa que quería vivir”.
Diferente fue el
caso de Rocío Dúrcal quien, aunque se apegaba a esquemas arquetípicos de la
ficción juvenil, variaba de personajes. Sus heroínas eran un poquito
transgresoras aun dentro de ese contexto moralista y patriarcal de los 60
franquistas.
Para mi sexto cumpleaños,
mis primos me regalaron “Canción de juventud”, mi primer encuentro con Rocío
-actriz. Esta no era de Cinefa sino de su predecesora, Cinexito.Anteriormente ya la había visto gracias a un regalo de mi madre “Rocío
en la Torre de Babel’ parte de la serie Franja Esmeralda que convertía a la
actriz-cantante en un personaje literario. Pero de esa serie, al igual que la
de Marisol, hablaré en otra ocasión.
Lo que hizo “Canción
de juventud” fue proporcionarme otra idola, una que desterraría de mi corazón a
Hayley Mills, Leslie Caron y Romy Schneider alias “Sissi”, qué eran mis prototipos
ideales, a las que quería parecerme cuando fuera adulta.
Hailey Mills en "Los Hijos del Capitan Grant" |
Un año más tarde,
en esas matines del lunes pude ver en pantalla “Canción de Juventud “qué no me
defraudó en absoluto. Este es uno de esos cuentos de internados de señoritas. Rocío es una combinación de Deanna Durbin y
Sandra Dee, ósea se la pasa cantando y es la lider de un internado de monjas. Muy
cerca hay un colegio de varones, parecía una escuela técnica porque se
preparaban para la carrera de arquitectura. A pesar de los esfuerzos del
director, Don César, que es chapado a la antigua, los chicos y las chicas hacen
amistad.
Compartiendo un
paseo escolar por la Costa Dorada se encuentran con el espectáculo desolador de
una ermita bombardeada durante la Guerra Civil. Los futuros arquitectos deciden
reconstruirla y para costear el material, las colegialas, con Rocío a la cabeza,
deciden montar un espectáculo musical.
Eso era lo que en
mi infancia se conocía como “una película sana”. Todos cantaban, nadie se
besaba y sin embargo recuerdo algo muy curioso: las monjitas eran muy
liberales, eran ellas las que convencían a Don César de hacer una excursión
mixta; Rocío y sus amigas andaban en Vespas (de ahí me vino la pasión por las
Vespas y en el ’88 casi me compro una) y a diferencia de otra literatura infantil que yo leía, los padres no eran perfectos.
Al comienzo de la
“Canción” llega Maria, una nueva estudiante, al convento. Esa noche, Maria y su
llanto despiertan a Rocío. Maria le cuenta que sus padres quieren separarse,
que ya no la quieren, que la ven como un estorbo y por eso la han puesto
interna. Rocío les señala a compañeras dormidas y le dice que todas tienen problemas
con los padres. Ella misma, desde que su madre murió, vive encerrada.
Su padre, un famoso pianista, rara vez la visita. La trama nos está presentando la destrucción del mito de la unida familia española, de los padres como guías de moral superior y se insinúa que el matrimonio en la era franquista no era tan solido como la iglesia y el régimen pretendían hacer creer.
Su padre, un famoso pianista, rara vez la visita. La trama nos está presentando la destrucción del mito de la unida familia española, de los padres como guías de moral superior y se insinúa que el matrimonio en la era franquista no era tan solido como la iglesia y el régimen pretendían hacer creer.
Las películas que
siguieron a “Canción” exploraron más el rol de Rocío como transgresora. Las infracciones
sin ser graves (nada que no hayamos visto en telenovela) daban una imagen de
independencia casi feminista, de libertad impensada en la adolescente sesentera atada
por “el que dirán”. También esbozaba una idea de que las jóvenes españolas eran
capaces de tomar decisiones propias, aunque no fuesen muy legales.
En “Rocío de la
Mancha”, aparte de estafar turistas (todo sea para dar de comer a los hermanitos
huérfanos), Rocío adopta la identidad de una muerta, Isabel Casanueva, para
nuevamente darle una lección al padre ausente, y para ayudarlo a reconciliarse
con su esposa.
En “Tengo diecisiete
años’, Rocío es una universitaria bastante inmadura que se siente perseguida por
su bondadosa madrastra quien solo pretende guiarla. Para costear una obra que están
poniendo en su clase, Rocío hurta y vende una costosa pitillera de su padre. Un
criado es acusado. Sintiéndose culpable, pero incapaz de enfrentar su verdad, Rocío
huye de casa. Acaba en un pueblito viviendo con siete alfareros y por fin
madurando.
En “Más bonita que ninguna”
Luisa, una vendedora de cigarros en un club nocturno, decide castigar a su
playboy novio cuando descubre que va a casarse con una ricachona. Se disfraza
de su propio hermano “Luisito” para darle una lección al díscolo.
En todos estos
filmes, que a diferencia de los de Marisol, no encasillaban a la protagonista, Rocío
encarnaba a jovencitas que el feminismo moderno definiría como “dotadas de agencia”.
Mujeres creativas, transgresoras, audaces,
que para conseguir lo que desean cometen delitos, usurpan identidades, saltan
barreras, hasta son transgénero.
Es una lástima
que hoy se recuerden estos filmes solo por las canciones y no por el modo en
que creaban conciencia en las espectadoras y lectoras (porque Cinefa trascribía
los diálogos y los argumentos tal como aparecían en pantalla) de que una mujer podía
actuar de manera independiente e incluso transgredir las reglas si eso convenia
a sus intereses.
He dejado para el
final mi filme favorito, tal vez porque es el único donde parece que entró la
mentalidad clasista del tardofranquismo. En “La Chica del Trébol”, Rocío (que
siempre se llamaba igual) es una repartidora de una chic casa de modas
madrileña. Rocío, con solo dieciséis años, vive en un barrio humilde junto a su
padre, taxista, y un hermano mecánico. Juan, un amigo del hermano, la pretende, pero,
aunque Rocío no lo diga, es feo y ordi, ella merece más.
El “mas” ocurre
un día en que una modelo se enferma y se pone a Rocío a modelar. Se descubre
que es una profesional de la pasarela y pronto sube de estatus en el trabajo e
incluso en el barrio donde se asombran de verla tan bien vestida.
Parte de su nuevo
empleo es asistir a fiestas elegantes, mezclarse con la concurrencia y de esa
manera promover el vestuario. En una de esas reuniones, Rocío conoce a Rafael,
(Fabrizio Moroni) un joven rico que
queda impactado con ella tras oírla cantar “Trebolé”.
Creyendo haberla
visto antes, Rafael le cree que se conocieron esquiando en la Sierra, que es hija
del dueño de una fabrica de autos, con hermano ingeniero, y que vive en un gran
edificio céntrico. Este último embuste sirve para varios gags en los que Rocío finge ser maestra de idiomas para explicar su
presencia al confundido conserje interpretado por un José Luis López Vásquez
desconocido en ese entonces.
Pronto Rocío y
Rafael son inseparables, lo que sorprende a Alicia (Amparo Barro) su hermana, y
a Elena, que pasa por la novia oficial del chico. Lo entretenido es ver como se
divierten estos ociosos, ya que pronto Rocío es integradaa los eventos de los
ricos como reuniones en un club, guateques y hasta una gymkana.
El clímax del
filme es una elegantísima fiesta a la que Rocío asiste con galas prestadas por su
casa de modas. El portero del edificio que ha comprendido al final las razones
de la chica para fingir vivir ahí, escolta a “la Señorita Rocío” hasta el auto
de Rafael.
Lo que Rocío no
sabe es que Alicia ha descubierto quien es. Alicia, Elena y otras envidiosas
acorralan a Rocío en el tocador de señoras y la desenmascaran. Todavía recuerdo
esa escena que me hizo berrear de ira. ¿Cómo podían las chicas ser tan malas
con una de ellas? Ingenua de mí.
Para no hacer escándalo,
obligan a Rocío a marcharse y a no ver más a Rafael. El la sigue e insiste en llevarla en su coche. Para sorpresa de Rocío, Rafael la lleva su
casa de verdad no al edificio. El
caso es que él siempre ha sabido que ella es pobre y no le importa como tampoco le importan sus mentiras. Sin embargo, la humillación ha obligado a Rocío a poner los pies
en la tierra.
Poco después,
Rafael vuelve a buscarla a la casa de modas. Rocío lo lleva a su "mundo", la tasca del barrio. Está empeñada en mostrarle cuan diferentes son. Incluso canta un tema de
zarzuela en el que dice preferir los “Piropos de mi barrio”. Le vamos a creer. Finalmente
es el padre de Rocío quien debe hacer entender a Rafa que su hija no es para él.
La peli termina con una insinuación de que Rocío le dará la oportunidad a Juan,
tan honrado, pero tan feíto.
Me fui a la casa
dando patadas mentalmente. Yo estaba acostumbrada al happy ending y me sentía estafada. ¿Como una chica enamorada iba a
permitir que orgullo y clase la separarán del amor? Mas encima la cinta se llamó en Chile “La
Cenicienta del Barrio” (La chica del trébol
quedó para el libro) y todos sabemos que Cenicienta se queda con el príncipe.
Años más tarde
cuando comencé a analizar los cuentos de hadas desde una perspectiva
sociocultural caí en cuenta que, aunque Cenicienta anda descalza y duerma acurrucada al lado de fogón en una cocina con ratones, en el fondo es Daenerys
Targaryen, una reina mendiga y que en los cuentos el príncipe se queda siempre
con una igual, princesa, aunque venida a menos.
“La chica del trébol”
expone la manera de pensar de una sociedad burguesa bajo un régimen
autoritario, donde cada uno debe saber cual es su sitio y cada oveja con su
pareja. Meterles en la cabeza a las dependientas, modistillas, etc. que pueden
casarse con un millonario es engañarlas, empujarlas a caer en la mala vida o peor,
crear una raza de descontentas, rebeldes y revolucionarias. Comparándola con las
telenovelas, tengo que aplaudir que en nuestra clasista America, el culebrón si
permitía la movilidad social o a través del matrimonio (Maria Isabel) o del
esfuerzo propio (Simplemente María).
Volviendo a Rocío
Dúrcal, “La chica del trébol” fue la última película que vi en el Rex y de la cual leí
su libro. Cinefa dejo de publicar versiones noveladas y no hay de las que la diva
hizo con los galanes latinoamericanos Palito Ortega (“Amor en el aire”) y
Enrique Guzmán (“Acompáñame” que vi en el Rialto en 1967). La carrera de Rocío Dúrcal estaba virando
hacia otro estilo, uno más maduro.
A fines de los 60,
Rocío había iniciado un romance con el cantante Junior con quien se casaría en
1969, El nacimiento de su hija, once meses después, la alejaba totalmente de la
imagen juvenil que la había hecho famosa. Ahora Rocío optaba por un cine más
serio, más literario. Comenzó con una adaptación de la novela rosa española por
antonomasia, Cristina Guzmán de
Carmen de Icaza. La siguió en 1969 “La novicia rebelde”, una versión musical de
La Hermana San Sulpicio de Armando
Palacios Valdés.
El buen desempeño
artístico de Rocío Dúrcal llamó la atención de nada menos que de Luis Buñuel
quien la solicitó para su adaptación de la Tristana
de Pérez Galdós. Una lástima que no llego a darse y que al final fue Catherine
Deneuve quien diera vida a Tristana. Rocío se consoló interpretando a otra
heroína galdosiana. Afeada y sin cantar, en 1972, Rocío Dúrcal encarnaba a Marianela.
Para entonces yo casi no iba al cine, a pesar de que era adicta total a la obra
de Galdós.
Rocío pasó unos años
sin filmar. El cine post franquista había entrado en su etapa de destape y las
niñas prodigio no iban a ser una excepción. Si Marisol posaba desnuda para una
portada de Interviú, Rocío también
entraba a la polémica con “Me siento extraña” donde daba vida a una mujer que
exploraba sus tendencias lésbicas. A pesar de que para los estandartes modernos
es un filme con pocas escenas gráficas, Rocío Dúrcal se arrepintió públicamente
de haber hecho una película que no correspondía con su imagen.
Así, Rocío Dúrcal
cerraba su carrera cinematográfica, justo cuando iba reinventarse para
convertirse en una estrella inmortal, la Reina de las Rancheras. En los
próximos treinta años, y antes de su muerte en el 2006, la voz de Rocío Dúrcal
conmovería al mundo, pero para muchos ella nunca dejó de ser la Rocío de la
Mancha o La Chica del Trébol.
Volviendo al
impacto literario que tuvieron las niñas prodigio del cine ibero, falta
comentar otro aspecto del fenómeno Rocío Dúrcal-Marisol. Los rostros de ambas
fueron usados para una serie de libros en los que Marisol representaba a la
colegiala de clase media acomodada del tardofranquismo, y Rocío hacia lo suyo
como una hija de familia, veinteañera, coqueta y con ansias de vivir aventuras.
De eso hablaremos en otra ocasión.
¿Existe hoy en dia un equivalente a esrta literatura inspirada por el cine? ¡Se siguen haciendo adaptaciones graficas de filmes taquilleros
¿Existe hoy en dia un equivalente a esrta literatura inspirada por el cine? ¡Se siguen haciendo adaptaciones graficas de filmes taquilleros
Que linda Victoria Ruffo en esa portada! Eso debe haber sido por la misma epoca de La Fiera. Sabes que a mi no me toco ver estos libros de Marisol y Rocio Durcal. Ellas eran mas de la generacion de mi hermana. Yo solo vi una pelicula de Marisol, Tombola (que me encantaba, la tenia grabada y la vi miles de veces.) Creo que vi una de Rocio Durcal, me acuerdo una escena donde esta cantando en una construccion (puede ser?) Yo tenia comics pero la unica fotonovela que me acuerdo era una de Menudo (creo que se llamaba Una aventura llamada Menudo) pero eso ya era en los 80s. Nunca habia visto a Pili y Mili. Yo tenia fascinacion por las historias de gemelas. Viste la ochentera Double Trouble? Ellas como que tenian esa imagen muy inocentona de estas historias que mencionas. Ya lei el articulo que me mencionaste de Marisol. Que triste. A Rocio parece haberle ido mejor, no?
ResponderEliminarYo creo que es pre-Fiera por lo joven que se ve Goyri.
EliminarAhora que estoy trabajando en las series de novelas que usaron la imagen de estas actrices, veo el negociazo que significó para muchos. Se sacó partido de todas las formas. De Marisol había muñequitas, de esas de cartón que podías vestir, cuentos que ella narraba, incluso “la vida de Marisol “que en nada se parecía a la real. Eran franquicias totales
Hoy estas series son artículos de colección, dejaron de venderse en librerías antes de 1970, por eso nunca las viste,
Rocío Dúrcal, como comenzó ya mayorcita, tuvo mas control sobre su carrera y (espero) no sufrió los abusos traumáticos que sufrió Marisol, pero tuvo un matrimonio muy triste. Esto dicho por sus hijos, por Enrique Guzmán y por el mismo Junior en su autobiografía. Pero nunca quizo/pudo divorciarse
Sabes que recién me entero de “Dpuble Trouble”Yo a las únicas gemelas de TV que conocí fue a las Olsen.