jueves, 17 de enero de 2019

Voces Latinas del Ayer: Carlos Gardel



¡Qué difícil es escribir sobre El Zorzal Criollo! Es un ser tan legendario que los mitos, las ficciones y las inseguridades cronológicas y geográficas abundan en su biografía. ¿Nació en Francia o en Uruguay? ¿Fue Berthe Garde su madre biológica o solo adoptiva? ¿Comenzó sus amores con Isabelita Martínez del Valle cuando ella contaba 13 o 14 años?   Todo es incierto, menos una realidad del porte del continente. Fue Carlos Gardel quien convirtió el tango en canción y al hacerlo lo volvió y se volvió inmortal.

La vida de Gardel se divide en cuatro etapas, sus orígenes, nacimiento e infancia, épocas brumosas y debatibles; su juventud aventurera, un poco delincuente, que presagia al héroe; su triunfo en America y Europa, triunfo que acaba en muerte temprana y abrupta: y los mitos postmortem que se vuelven verdades, los rumores que se truecan en leyendas urbanas. Toda America (y España) sabe quién es Carlos Gardel, pero no se puede apreciar su música sin conocer la fábula de la que nace. Por eso voy a seguir esas etapas para que nos encontremos con El Morocho del Abasto.

                                            Volver  (Gardel-LePera, 1934)

¿Toulouse o Tacuarembó?
Los historiadores del tangoy la mayoría de los biógrafos de Carlos Gardel aceptan que nació en Toulouse, un 11 de diciembre de 1890, hijo de una planchadora llamada Berthe Garde quien lo registra como hijo desconocido y lo bautiza como Charles Romualde Garde. Luego, Berthe dirá que el padre es un tal Paul Laresse, casado, que se ha desentendido de ella. Años después, Laresse se aparecerá en Buenos Aires. Carlos ya va camino a la fama. Su padre, un poco tarde, ofrece darle su nombre. El Zorzal Criollo lo rechaza. No lo ha necesitado hasta ahora, no lo necesitará.

Berthe, incomoda con su situación de madre soltera, decide emigrar a la Argentina, donde nadie la conoce y se hará pasar por viuda. Es a raíz de esa emigración que surge la hipótesis uruguaya. Supuestamente, Carlos Gardel nace en Tacuarembó, en la Ribera Oriental. Su madre es la pequeña Maria Lelia Oliva de solo trece años y lo tuvo de su cuñado Carlos Escayola, conocido estanciero y jefe político de la región. Berthe pasa por ahí con una troupe de bailarines franceses de la que ella es parte. Como su hijo ha muerto, acepta criar al ‘guachito”. Hay quien dice que incluso vivieron en Montevideo donde el ídolo cursó estudios en la Escuela de Varones del Barrio Sur.
Mar'ia Lelia Oliva y Gardel

Ese cuento tiene muchos agujeros. Hay una versión de que Gardel nació el 1887 y otra que nació en 1883. Se dice que Maria Lelia no tenía trece sino diecisiete años. Que el niño fue concebido en vida de Blanca, la hermana de la madre. Otra dice que ya había fallecido. Lo cierto es que María Lelia se casó con el viudo Escayola, ¿entonces para que ocultar a su primogénito? Se dice que Gardel conoció a sus hermanos producto de ese matrimonio. Se dice que el verdadero Charles Romualde Garde murió en batalla durante la Gran Guerra. Ese Charles ha sido identificado como hermano de Berthe.
Coronel Carlos Escayola

Sin embargo, se han escrito volúmenes sobre la teoría uruguayista. Se dice que Berthe viaja primero a Uruguay y que vivirá en la estancia del Coronel Escayola, donde funge como planchadora. Que se le encarga el hijo de Maria Lelia. Los disparates prosiguen, Bethe embarazada carga con Carlitos y vuelve a Francia donde da a luz al verdadero Charles Romuald. Regresa con los críos a America y se instala en Buenos Aires. Claro, como los viajes entonces eran tan cortos y batatos. Que en algún momento Charles Romuald y El Gauchito Carlos, hijo de Escayola, trastocaron personalidades… No sigo, porque es una delicia este caos.

Un caos provocado por el mismo Gardel y su madre que en cada entrevista contaban cosas diferentes. Pero esta aparente mitomanía obedece a una razón. Cuando Gardel quiere llevar su arte a Europa es cuando comienzan a circular los rumores del origen uruguayo. El mismo los provoca e incluso busca la posibilidad de adquirir la nacionalidad uruguaya. La razón es prosaica, pero urgente.

Gardel no quiere pisar Francia como ciudadano galo. Durante la Primera Guerra Mundial ni intentó unirse al ejército francés. Se la pasó muy cómodo en Buenos Aires. Esa ausencia de carrera militar es penada en Francia. Mejor decir que es uruguayo.
                                            Lejana Tierra M'ia (Gardel-LePera, 1935)
Los Traverso del Abasto
Dicen que un héroe trae conflictos y mitos desde el momento de nacer. En eso es heroico El Zorzal Criollo porque los tuvo a granel, pero también es cierto que pasa una infancia dura. Viven con Berthe (ahora Doña Bertha) en un conventillo, ella se gana la vida como “alisadora”. Hay trabajo, pero la paga no es buena. Aun así, Berthe tiene buena reputación y la llaman del Teatro Colon para planchar ropa de actores y cantantes de ópera. Ahí, Carlitos a los doce años consigue empleo primero como “claque” (encargado de aplaudir lo que ocurre en el escenario) y luego como tramoyista. Un famoso tenor, admirado de su voz, le da lecciones de canto.
Carlos Gardel en su infancia

Gardel o “el Pibe Carlitos” ya adolescente, comienza a merodear por el barrio del Abasto, en las cercanías del mercado. A sus dieciséis años ha dejado la secundaria.  Su barra de amigos lo lleva al Bar O’Rondeman, propiedad de una familia genovesa, i Fratelli Traversi. El O’Rondeman, que también es fonda, provee acompañamiento musical al menú. Sus viejos fonógrafos tocan grabaciones de Enrico Caruso (ídolo de Gardel) y canzonettas napolitanas. Para variar, ponen a cantar a Gardel.

Los Traverso no son solo comerciantes, son los patrones políticos del Abasto, representantes del Partido Nacional Autónomo. Responden al diputado Pedro Cernadas y el bar es donde se compran votos y gente. Esa será la primera audiencia de Gardel. La protección de los Traverso llevará a Gardel a amenizar veladas y mítines políticos conservadores. Así conocerá a hombres fuertes como Alberto Barceló, el que no le negaba un favor a nadie, y su sicario Alberto Ruggiero “Ruggierito”. También al payador José Betinotti que lo apodará “El Zorzal Criollo”.

Curiosamente, Gardel nunca fue payador. No se le daba improvisar verson. Cantaba lo que se ofreciera, opera, canciones napolitanas, mucha música criolla, genero folclórico como zambas, chacareras, milongas, hasta cuecas chilenas. Su voz perfecta de barítono servía para todo. Con los Traverso tenía trabajo (e importante), buena comida gratis que, como diría Edmundo Guiburg, futuro cronista de La Nación, lo convertiría en “un gordito infame”.
Carlos Gardel en 1917

Ahora que estamos hablando de esta etapa aventurera, vale decirse que los Traverso se las traían. “Cielito”, el hermano de Don Giggio, el dueño del O’Rondeman y protector de Gardel, había matado a un hombre ahí mismo en el bar. Solo el amparo político lo libró de una larga condena. Tras dos años “en cana” salió libre. Su sobrino, Constancio, una vez que arrestaron a su madre, se fue a la comisaria y a puñetazo limpio, la liberó.
Funeral de Giggio Traverso. A la derecha, Gardel ayuda a cargar el feretro

Al Zorzal eso no le importaba. Prontuarios de la época nos muestran que Gardel no era muy amigo de la ley. Se le conocía por ser campeón del “cuento del tío” ósea era, como  en letra de uno de sus tangos,  ”malandrín y estafador”. La ironía es que a Gardel no le molestaba estafar, pero era orgulloso para pedir. Al finalizar sus canciones no gustaba pasar el platillo como hacían otros cantantes. Giggio Traverso tuvo que inventarse unas rifas para poder recolectarle la tarifa a su cantor.

Se entiende la actitud del “Pibe Carlitos” a la luz del código de machos que imperaba en el Abasto, un código que se reflejará en la letra de los tangos. Al mendigo sin dignidad se le negaba el respeto que merecía el que “labura” a espaldas de la ley. Si un hombre era valiente, generoso y leal con sus amigos, su conducta delictiva era lo de menos.


 Garufa (Collazo-Fontaina, 1927)

Otro de los admirados de Gardel, fue Andrés Cepeda, cuyas letras cantará El Zorzal y quien ejemplariza este código. Cepeda, musico, poeta, anarquista, homosexual y también delincuente, había muerto asesinado y se había pasado gran parte de su vida en la cárcel. En su intento por demostrar la homosexualidad de Carlos Gardel, la Dra. Magali Saikin, aludirá a la amistad Gardel -Cepeda. ¡Otros dirán que hasta compartieron celda! Se sabe por ejemplo que, en 1913, cuando Gardel ya era musico profesional fue arrestado por ‘malas juntas”. Su madre se presentó en la comisara a denunciar la desaparición de su hijo. ¡Todo para descubrir que estaba preso!


 Ladrillo (Rivero-Corsini, 1926)

“¡Ya no cantarás más El Moro!”
Aunque Gardel dejará el timo cuando se dedique totalmente a su música, no abandonará nunca estas amistades que tanto lo ayudaron en su momento. Todavía falta una última anécdota que pudo tener un trágico final. En 1915, Gardel y sus amigos fueron al restaurante Palais de Glace a celebrar el cumpleaños del “estilista” (que así se llamaba entonces a quienes cantaban el género folclórico). A la salida notaron que otro auto los seguía.

Gardel hizo detener el vehículo y fue a hablar con los perseguidores. Se oyeron disparos. Una versión dice que fue porque Gardel hizo un gesto como que iba desenfundar un arma (¿Iba armado?). Lo cierto es que un tal Roberto Guevara (que la leyenda emparienta con El Che) le disparó al Zorzal tras el grito “¡Ya no vas a cantar más El Moro!”  aludiendo a una canción que Gardel había hecho famosa.
                                          El Moro (Juan Mar'ia Gutierrez, 1914)

Este atentado fue motivado por líos de faldas. Por entonces Gardel andaba en amores con Giovanna Ritana, ex cantante de ópera, quien ahora regentaba un salón de baile y una discreta casa de citas. El problema es que Madame Jeanette, o la Ritana, era la mujer de Juan Garesio, un inmigrante corso, dueño del famoso Bar Chantecler y conocido hampón porteño. Obvio que los cuernos le molestaban al corso y decidió silenciar al Morocho del Abasto.
La Ritana

En el Hospital Ramos Mejía, los médicos dictaminaron que la bala estaba instalada en el pulmón derecho de Gardel: las opciones eran simples: o se la dejaba ahí o se la extraía. Esto último pondría en riesgo la vida del Morocho del Abasto. Se decidió no removerla. Gardel viviría veinte años más con una bala en el cuerpo que, por suerte, nunca le molestó. Tras la tragedia de Medellín, en la autopsia se encontró esa bala en los restos calcinados del ídolo y de ahí surgió otra quimera, la de la balacera en el interior de la cabina que hubiese provocado el accidente fatal.

Tras salir del hospital, Gardel necesitó de un tiempo para recuperarse. Lo hizo en la Ribera Oriental donde se reencontró con “Cielito” Traverso que vivía semi exiliado, y en amasiato con Amanda Escayola, supuesta “prima” del Zorzal.

Antes de partir a Uruguay, Gardel, temiendo otro posible atentado, solicitó la ayuda de Ruggierito. Fue el pistolero quien zanjó este asunto. Habló con Garesio, prometiéndole que lo de Gardel y La Ritana era cosa del pasado, pero a los matones se las cantó claras “¡tocan a Gardel y habrá guerra!”

 Se dice que fue Alberto Barceló, preocupado por la suerte de su cantante favorito, quien envió a Ruggero. También corre el rumor de que fue Barceló quien ayudó a Gardel a conseguirse un certificado de nacimiento que atestiguara que era de Avellaneda.

Incluyo esta historia por todos los que han dicho que Gardel nunca tuvo una aventura en serio con una mujer. De hecho, la novia-amante oficial del ídolo, Isabel del Valle diría que, conociendo la anécdota, se fue a ver a la Ritana a ver cuánto de cierto había en los rumores. La Madame le respondió “Vos serás la noviecita, pero yo soy su mujer”.

Isabel añadía en entrevistas, que Gardel tuvo el descaro de regalarles sendas perritas pequinesas a la novia y a la amante. Esto debe haber ocurrido por 1921, dado lo reciente del romance de Gardel e Isabel. Es creíble que cuando ella le devolvió la perrita y exigió que rompiera con “esa mujer”, el ídolo aceptase. Lo curioso es que, si le creemos a la Del Valle, Gardel siguió (y las promesas de Ruggerito se fueron al caray) en amores con Madame Jeanette hasta seis años después del atentado.
                                          La Cumparsita (Contutsi-Rodriguez, 1917

Primeras giras y nace el tango-canción
Dejemos atrás por un momento esta etapa tan pintoresca y veamos cómo va la carrera de Carlos Gardel. Para 1915, se ha convertido en parte de la cultura nocturna porteña. Ha comenzado un dúo con Francisco Martino al que se le suma José Razzano en 1911. En 1912, Gardel graba sus primeros discos, la, mayoría poemas musicalizados de Andrés Cepeda. En 1914, el ídolo es contratado por el cabaret Armenoville con un sueldo extraordinario para la época, 70 mil pesos por noche.
Razzano y Gardel

Ahora convertidos en el Dúo Gardel-Razzano dejan atrás el mundo de los cabarés y pasan al teatro siendo contratados por el Nacional por dos semas. A eso le sigue el primer tur. Primera parada, Montevideo, éxito total. Ni tanto en Brasil por problemas de idioma y más encima a Gardel lo arrestan por andar parrandeando con antiguos amigos del hampa porteña, ahora exiliados en Rio. Para compensar, en el barco, El Zorzal es presentado a su ídolo Enrico Caruso quien le felicita la voz.

De regreso a Buenos Aires, sigue la buena racha. Se incorporan al espectáculo teatral, cantando la cueca “Corazones Partidos” en la pieza Juan Moreira. Esto en 1915 un poco antes del atentado. Pero inclusive, al regreso de Uruguay, Gardel se presenta en teatros elegantes como el Esmeralda y el Empire.

A lo largo de esta semblanza he ido incluyendo clips de los tangos mas reconocidos (y mis favoritos) de Gardel. Una sorpresa fue descubrir que la mayoría datan de su colaboración con Alfredo LePera. Ósea son casi cercanos a la muerte de ambos. Gardel tiene una carrera artística que dura un cuarto de siglo, pero su obra más recordada será cantada en la última etapa.
                                              Golondrinas (Gardel-LePera, 1934)

 Su primer tango “Mi Noche Triste” lo grabaría en 1917. Reitero, la fama ya lo rondaba cuando cantaba de todo: poemas adaptados a música, milongas, cuecas chilenas, baladas rusas, canzonettas. Su rango de voz (que se ha comparado al de Caruso y de María Callas) le permitía probar todo tipo de música. Incluso hasta el final, él podía grabar tanto un bambuco colombiano como un foxtrot.

“Mi noche triste” que Gardel graba en 1917 es un hecho histórico. Aunque el tango se bailaba en Paris (el tango apache) desde el 1900, y Hollywood y Valentino lo pusieron de moda en Estados Unidos en 1921, nadie había combinado canción y música.
                                          Mi Noche Triste (Contursi-Castriota, 1917)
 La reacción original es de rechazo. Se acusa al Zorzal de parodiar al tango, de caricaturizarlo con el uso del lunfardo, el argot del mundo del hampa; a la vez que se le reprocha gastar su excelente voz en tareas tan ingratas. Pero al año siguiente, en el sainete Los Dientes del Perro, una actriz canta “Mi noche triste” y pronto todo Buenos Aires la corea. Así es como entran las modas.

1917 será también la entrada de Carlos Gardel al cine. Protagoniza su primer largometraje (mudo lamentablemente), una adaptación de la Flor de Durazno de Hugo Wast. Aunque sigue siendo parte del Dúo Razzano-Gardel, ya El Zorzal es reconocido como figura individual y se está creando un culto alrededor del cantante. Culto promovido por el mismo Carlos quien baja de peso, contrata un fotógrafo para que le saque retratos favorecedores y cultiva una imagen que atraiga al público femenino.

En ese año de 1917, Gardel y Razzano hacen su única gira por Chile. Desembarcan en Valparaíso donde se presentan en el Teatro Colon, para luego ir a Viña del Mar donde cantan en el Olimpo, mi viejo cine de barrio, para acabar en el Royal de Santiago. La gira es todo un éxito. En la Revista Zigzag se les alaba su temperamento y originalidad.

Vuelven a Buenos Aires. Razzano está teniendo problemas con las cuerdas vocales, ya le es difícil cantar, a mitad de los 20, se retirará y dedicará a ser el manager de su socio de antaño. Entretanto siguen grabando tangos. De Celedonio Flores grabarán “Margot” y luego el incomparable “Mano a Mano” en 1923, previo al viaje europeo que Gardel ha soñado.
                                          Mano a Mano (Gardel-Razzano-Flores, 1923)

Ese viaje será posible gracias a varias artimañas de documentación. En 1920, Gardel con su certificado de nacimiento de Avellaneda obtiene la nacionalidad uruguaya. Tres años más tarde en Buenos Aires solicita la nacionalidad argentina. Con esa faramalla tendrá papeles que lo alejen de su nacimiento francés.

La “Papusa” Isabel
Otras cosas estaban ocurriendo en la vida de Gardel, A comienzos de 1920, El Morocho del Abasto conoce a la que va a ser su eterna “novia”, Isabel Martínez del Valle. Los detalles de cómo se conocen varían, el consenso es que es hija de un empleado ferroviario, sus padres son inmigrantes gallegos, Gardel ya conoce a sus hermanos. Se dice que en cuanto la ve El Zorzal queda prendado “¿Quién es esa papusa?” Pregunta.  Ambos inician una relación que durará más de una década.
Carlos e Isabel

 Aunque Gardel no la presente a la prensa como su novia, la relación es conocida y aceptada por todo su entorno, incluyendo su madre. Con Isabel, Carlos asiste asus espectáculos favoritos, el boxeo y las carreras de caballos, van al cine, (ella recordará más tarde que el ídolo era tan sensible que lloraba con ciertas películas) y comparten picnics en Palermo. Leo que era un “affaire clandestino”. ¿Cuán clandestino si Gardel la exhibía en el teatro, en restaurantes y cabarets?

Se dice que quien conquista a Gardel es la suegra y por el estómago que El Zorzal siempre fue de buen diente. La Señora Martínez es buena cocinera, su especialidad el arroz a la valenciana. Acabado el plato Gardel pregunta si puede quedarse a vivir en esa casa. Poco se imagina que terminará hasta poniéndoles carnicería a los hermanos de la novia.  Antes de acabar su relación con Isabel, trece años más tarde, Gardel le habrá comprado una casa en Montevideo donde planean vivir después de casados.
Con Isabel en Mar del Plata en 1923

Los biógrafos de Gardel, los historiadores del tango y muchos fans no saben qué hacer con esta relación que ofende las sensibilidades de este siglo. ¿Que ve un hombre de 30 años en una chicuela de trece? Tras la muerte de Gardel, Isabel que todavía no cumple los treinta, se casa y tiene un hijo. Termina poniendo un hotel-restaurante en Montevideo. Hasta allá gravitan periodistas, devotos del tango, biógrafos y curiosos.
Isabelita en su madurez

Se sabe (lo dicen todos sus documentos y su obituario) que Isabelita nace en marzo de 1907, por lo que tendría 17 años menor que su amante. Sin embargo, en entrevistas, Isabel dirá que ella tenia catorce años y Gardel veinte mas que ella. Como que ahí la suma no funciona. Se entiende, es una entrevista con una señora de casi ochenta años. La memoria le falla.

Pero lo divertido es que gente más joven argumenta que Gardel e Isabel se conocen en 1920, entonces Isabel tenía 13 años (así lo informa la Wikipedia) Hay quien dice que se conocieron en febrero del 20. ¡Uy entonces tendría doce años la chica!  Al final se contentan diciendo que el encuentro fue en los primeros meses de 1921, igual antes del catorceavo cumpleaños de Isabel.

 Hasta su muerte, Isabel mantuvo que ella fue la única novia formal del Zorzal Criollo. Cuando le preguntaban sobre su juventud al iniciar el romance ella respondía que a sus trece primaveras ella “ya tenía cuerpo de mujer”. Lo cierto es que Gardel e Isabel pasaron poco tiempo juntos. A partir de 1923, Carlos estará casi siempre de gira y ella no lo acompañará.

El viaje a España
Es en 1923 que Gardel emprende su añorado tour europeo. Llegan a Madrid, con Razzano y su entourage musical y tienen un éxito increíble. Se convierten en una sensación y los famosos vienen a conocerlos desde Jacinto Benavente hasta el torero, loado por García Lorca, Ignacio Sánchez Mejía. Don Ramon del Valle Inclán escribe un artículo elogioso sobre el dúo y llegan al teatro a aplaudirlos nada menos que la Reina Ena y las Infantas Cristina y Beatriz.

Después de este éxito, Gardel toma un tren y va a Toulouse, su ciudad nativa donde se encuentra con su madre que ha venido a visitar a la familia. Es la primera vez que vuelven. Muy diferente este regreso triunfal que la salida de ambos casi huyendo del que dirán.
Con los Garde en Toulouse
Después de esta reunión familiar, Gardel retorna a Buenos Aires donde lo espera un publico que lo idolatra. Gardel seguirá cantando para la realeza, da una función especial para agasajar al Príncipe del Piamonte, el futuro rey Umberto II. En 1925, hará lo mismo para celebrar la llegada del Príncipe de Gales.

 En septiembre de 1924, y todavía acompañada de Razzano, la voz de Carlos Gardel puede escucharse por primera vez vía ondas radiales. El Zorzal debuta en la Radio Grand Splendid. Una novedad es que Gardel no estará acompañado solo por sus “escobas” (apodo cariñoso con el que llamaba a sus guitarristas) sino por toda una orquesta, la de Francisco Canaro. Ese año ha grabado más tangos “Milonga Fina”,” Cascabelito” y el famoso “A media luz”.
                                          A Media Luz (Donato-Lenzi, 1925)

En 1925, Gardel, ya en su etapa de solista, parte nuevamente de gira a España en el SS Principessa Mafalda.  Esta vez va a Barcelona donde se presenta el 5 de noviembre en el Teatro Goya. También aprovecha de grabar algunos discos para el sello Odeón, la novedad es que por primera vez canta ante un micrófono. El éxito que abarca también a su gira madrileña es tal que los diez días iniciales se convierten en un mes. Tras presentaciones en el País Vasco, Gardel regresa a America en el Reina Victoria Eugenia.

De vuelta en Buenos Aires se aboca más a la grabación de discos que a presentaciones públicas. Es por este entonces que Gardel entabla una relación laboral con el gran Santos Discépolo que escribirá muchos de sus tangos como “Chorra” y “Yira, Yira”. En su primera etapa, Gardel había escrito algunas letras, pero prefirió dejar de hacerlo, aunque seguirá componiendo la música de muchos de sus tangos famosos.
                                          Yira, Yira (Santos Discepolo, 1931)

En 1927, Gardel se muda por última vez. Deja de vivir (siempre con Doña Bertha) en departamentos alquilados y se compra una casa en la Calle Jean Jaures en su amado barrio del Abasto. No la utiliza mucho tiempo, porque ya en noviembre vuelve a embarcarse a España en el Conte Rosso. Esta vez va acompañado de Edmundo Guibourg, su amigo de la infancia, ahora convertido en reconocido periodista.

Nuevos triunfos y grabaciones de discos en Barcelona entre ellos “Caminito”. Lo mismo en Madrid y el País Vasco. Tras una breve estadía en Paris, Gardel regresa Buenos Aires acompañado de un automóvil (un Graham Paige 1928) que sus fans catalanes le han obsequiado. En un reportaje en Critica lo encuentran a Gardel más gordo, pero también “europeizado”.
                                            Caminito (Filiberto-Peñaloza, 1928)

En septiembre de 1928, Carlos Gardel vuelve a Europa. Ahora a va Francia, pero ya no como turista, tiene una misión, conquistar Paris y la cumple.  Les dice a los lectores de Crítica que enfila rumbo a la ciudad donde reina Maurice Chevalier “pero como buen criollo, voy a conquistar esa tierra con nuestro tango”.
                                          Por una Cabeza (Gardel-LePera, 1935)

Parece tarea fácil. Paris está lleno de argentinos de todas las clases, los mas reconocidos los famosos “rastacueros” que motivan el dicho francés “rico como un argentino”. Paris bailaba tango cuando Gardel gateaba y no es ajena a la nueva generación de músicos argentinos. Recientemente la Orquesta de Francisco Canaro se ha presentado con éxito en Ciudad Luz. Pero Gardel es único en su estilo y clase de cantante de tango.

Un domingo de septiembre, Gardel hará su debut en el Fermina, en una función de caridad para los damnificados del huracán de Guadalupe. La ovación será tan fuerte, que el chofer de Gardel que la escuchaba afuera del Fermina se preguntó si estaban en Paris o en Buenos Aires.

La palabra “triunfo total” resume la temporada de Gardel en Francia. Tiene al público en el bolsillo. Se venden más de 30.000 discos suyos en un mes (hay quien cita que fueron 70.000). pero Gardel no estará satisfecho sino hasta que consiga un triunfo similar en la Costa Azul donde se presenta en Cannes y en Montecarlo. El Morocho del Abasto tiene a su patria nativa a sus pies.


El Tango como Poesía
Antes de entrar en la etapa más fructífera y famosa de la obra gardeliana, detengámonos a ver el legado de Carlos Gardel como creador del tango-canción y del valor de este género. Aun antes de Gardel llegar a Europa su influencia se sintió en otros autores del tango- canción como el catalán Félix Garzo que escribió “Fumando Espero”. 
                                             Sarita Montiel canta Fumando Espero
Para la Segunda Guerra Mundial, el tango se bailaba y cantaba desde Londres a Varsovia. Hubo tangos cantados en la Rusia estalinista, la Italia fascista y la Alemania nazi donde los tangos tenían nombre de mujer (Tango Marina, Dona Clara, Micaela). Algún día me gustaría escribir algo sobre la influencia del tango y la música latina en la Europa de los 30s.
                                           Micaela-Barnabas von Gezy

Pero el poder del tango está en la letra que, aun en traducción es un gancho imperdible. Las letras de los tangos son una muestra de literatura popular, poesía pura y representan el espíritu del baile. Hoy en día pueden resultar ofensivas a sensibilidades feministas y diversas, con su exaltación al male bonding, la camaradería masculina, con sus códigos de honor machistas y anticuados y, sobre todo, con su manera de retratar a la mujer con una dicotomía madonna-prostituta que es casi freudiana.

Aunque Gardel ya no escribía letras, encarna a las canciones en tres aspectos a) Siempre tendrá alguna influencia sobre la composición de las letras. B) El modo en que compone la música para que engarce perfectamente con el tema es una manera de hacer suyas las palabras c) Gardel se convierte en la encarnación del espíritu del tango-canción porque ese código es el suyo. Él ha vivido las experiencias que describe, conoce ese mundo y lo ama. La amistad para Carlos fue siempre un elemento crucial en su existencia. La barra del bar, la gente del turf, los músicos, ellos fueron su familia y siempre más importantes que ninguna mujer.
                                          Adios Muchachos (Vedani-Sanders, 1927)

Por casi un siglo, feministas e historiadores se han quejado del retrato de la mujer en el tango, un retrato normal en la percepción masculina mediterránea-latinoamericana de entonces. Primero tenemos la alabanza a la madre, a la viejita sufrida (“Madre”, “Pobre Madrecita”, “Viejecita Mia”); luego viene el panegírico de la noviecita santa una mujer tan inocente que es casi una niña (“Mi novia ausente”, “Nena”, “Mi Mocosita”) para culminar en la temible femme fatale, la vampiresa, la traidora, la estafadora, la “Chorra” del tango favorito de mi padre.
                                          Chorra (Santos Discepolo, 1928)

Sin embargo, el tango gardeliano también se muestra compasivo con la mujer y su condición inferior en una sociedad patriarcal. Recordemos el tristísimo tango “Fea”. En él se cuenta del suicidio de una chica abrumada y marginada por “las burlas inhumanas” debido a que no cae dentro de los cánones de belleza imperantes.


Fea (Petorozzi-Navarrine, 1925)

También el tango gardeliano muestra compasión por la mujer forzada a prostituirse (“Carne de cabaret”, “Callejera”) por la que se suicida por culpa de las drogas (“Griseta”) por la migrante (“Galleguita”,” La Provinciana”) expuesta a los peligros de la gran ciudad.
                                          Griseta (delfino-Castillo, 1924)

Deudas y Sadie Wakefield
1930 será un año difícil para Carlos Gardel. Las deudas se habían acumulado y eso lo apesadumbraba. Gardel ganó mucho dinero, pero la previsión no era parte de su vocabulario. Gastaba tanto como regalaba. Nunca invirtió, apenas la casa que le compró a la madre y algunos caballos de carrera. Lamentablemente, Razzano, a cargo de las finanzas del Zorzal, no lo hacía bien. Los pedigüeños Martínez del Valle eran un pozo sin fondo, y el mismo Gardel era jugador, vivía apostando a los caballos.

Es por eso por lo que Gardel se aboca a un ritmo de trabajo intenso. En diciembre vuelve a marcharse a Paris y de ahí se pasará el invierno en la Riviera. Alojado en el Hotel Negresco en Niza, tiene el gusto de encontrarse con compatriotas como su íntimo amigo del turf, el jockey Irineo Leguisamo, y Julio Le Caro, el director de la orquesta de tango más famosa de Argentina en ese entonces. Pero no solo hay argentinos en el circulo social europeo del Zorzal.

Es en ese invierno del 31 que Gardel inicia una estrecha amistad con Sadie Baron Wakefield. Cincuentona, rolliza, multimillonaria, Mrs. Wakefield es hija del magnate anglo-judío Bernard Baron y heredera de la fortuna de los cigarrillos Craven. Junto a su marido se ha trasplantado a Francia donde cultiva las mejores amistades. De hecho, Gardel cantará en una soirée de Mrs. Wakefield en honor de Charles Chaplin. Gracias a ella, se verá al Zorzal en Longchamps en compañía del Agá Khan y del Baron de Rothschild. Ha recorrido un largo trecho desde El Abasto.
Sadie Wakefield

Muchas lenguas se han hecho sobre esta amistad muy peculiar. Los malhablados han acusado a Gardel de jugar al gigolo. Si bien es cierto que Sadie lo adora, invierte en sus proyectos fílmicos y hasta le regala un automóvil, casi siempre anda con Gardel, pero en compañía de su marido, George Wakefield. Aun así, hay quienes ven con malos ojos esta amistad, que tiene tintes románticos. Molesta sobre todo a a quienes conocen a Isabelita y creen que ella es la novia oficial del Zorzal.
Los Wakefield con Gardel

Gardel se defiende tratando a Sadie de manera desenfadada, casi insolente. En su cara (aprovechándose que ella no conoce el argot porteño) la llama “Bagayo” que en lunfardo significa fardo de ropa y también mujer sin garbo. Como Gardel siempre fue respetuoso con las mujeres, esta ordinariez puede adjudicarse al deseo de demostrar que Sadie no era su amante.
En 1932, Carlos Gardel se toma unas extensas vacaciones por Europa. En Milán se reencuentra con Isabel quien está estudiando canto, lecciones pagadas por el novio. Será la última vez que se vean. los apremios de la familia de la novia (se ha hablado incluso de extorsión) tienen harto al ídolo. Gardel quiere ordenar su vida. Ha hecho un viaje a Buenos Aires y ha nombrado su administrador y albacea a Armando Delfino. Siempre tan buen amigo, Gardel deja Razzano como su manager. Sera a Delfino a quien Gardel encargue zanjar “el asunto Isabel”.
Uktimas fotos de Isabel y Gardel

El Morocho en New York
Gardel se la pasa en Europa. En 1931 hace su última presentación teatral en París. Ahora ha enfilado el rumbo hacia otro aspecto de su carrera, el cine. En 1931 filma para la Paramount, “Luces de Buenos Aires “su primer largometraje hablado (y cantado). En 1933, filma para el mismo estudio “Melodía de Arrabal” junto a la estrella de cine español, Imperio Argentina. Para este segundo filme, Gardel contrata los servicios de un libretista de la Paramount, un hombre que comparte sus orígenes abigarrados.

Alfredo Le Pera es hijo de italianos, nacido en Brasil, criado en Buenos Aires y trasplantado a Paris. Su relación con el Zorzal será laboral aunada a una amistad estrecha que los acompañará hasta la muerte. Por ahora. Le Pera acompañará a Gardel a su nuevo desafío, Nueva York.

Llegan a Ellis Island un Dia de Inocentes en el vapor Champlain. Hace un frio terrible, Gardel se instala en el Waldorf-Astoria e inicia una serie de programas radiofónicos para la cadena NBC. Pero Nueva York no es Paris. Se le intenta hacer cantar en inglés y él se molesta argumentando que no puede con “palabras que no entiendo, frases que no siento”.  El solo puede cantar en criollo. Eso para quien diga que las letras de los tangos no eran escritas por Gardel. Cierto, pero el sentimiento era solo suyo.
                                           Cuesta Abajo (Gardel-Lepera, 1934)
Aunque la situación no mejoraba con la radio, el cine lo salva. La Fox intenta contratarlo, pero la Paramount les gana. Gardel comienza a filmar “Cuesta Abajo” en los estudios de la Paramount, aquí en Queens. Para interpretar a la femme fatale protagonista El Zorzal quería traerse a Tita Merello. La Paramount le impone a Mona Maris (¡me acabo de enterar que era argentina!) Le Pera, además del guion, escribe un par de tangos. ¡Pero que tangos! “Cuesta Abajo” y “Mi Buenos Aires Querido”.
                                          Mi Buenos Aires Querido (Gardel-Lepera, 1935)
Se ha hablado mucho sobre Moina Maris y su posible relación sentimental con Gardel. Tras la muerte del Zorzal, la actriz tuvo cálidas palabras para recordar al astro, pero nuca confirmó su romance. En cambio, para Isabel del Valle, Mona Maris fue amante de facto de Carlos Gardel. “Ella se le ofreció”.
Mona Maris con Gardel

Sigue casi inmediatamente a este filme “El Tango en Broadway” para la que LePera escribe el famoso Fox Trot “Rubias de New York”. Los filmes son tremendamente exitosos. La Paramount mercadea al Zorzal como “Astro de los astros” Para entonces Gardel ha tomado un departamento en La 44 y la Segunda Avenida.
                                          Rubias de New York (Gardel-Lepera, 1934)
Ya se ha aclimatado y construido su barra con sus escobas, Le Pera, y un jovencito, hijo de un barbero de Manhattan, llamado Astor Piazzola que será su guía bilingüe por las tiendas. En 1934, Gardel, tras un sketch en la producción de Hollywood “The Big Broadcast of 1936”, filma dos películas más: “Tango Bar” y “El día que me quieras” en la cual debuta Astor Piazzolla como actor.
                                           El D'ia que me Quieras (Gardel-Lepera, 1935)
Un Vuelo de Junio
Es el momento más triunfal de El Morocho del Abasto. Su fama cubre dos continentes. Tiene planes grandiosos para el futuro. Quedarse en Estados Unidos, dedicarse al cine, conquistar Hollywood como lo ha hecho Maurice Chevalier, pero antes un último tour por el Caribe y un retorno a la Argentina.

Se embarca junto con sus “escobas” y Le Pera rumbo a Puerto Rico. De ahí bajan a Venezuela donde además de las presentaciones normales, tiene que dar una función privada para el longevo y temible dictador Juan Vicente Gómez en su palacio de Maracay. Más tarde volarán en avión hacia las Antillas Holandesas.

Esto incomoda a Gardel a quien no le gusta volar, pero no hay más remedio. De Aruba bajan a Cartagena. Recibimientos apoteósicos en tierra colombiana, principalmente en Bogotá. La gira acaba en Medellín. Un Gardel agotado, junto a su entourage, tomará un último vuelo para Buenos Aires el 24 de junio de 1935. El avión no llega despegar, corre por la pista y choca con otro avión de una línea alemana. 

El choque provoca una explosión.  De las 20 personas a bordo, solo se salvan cinco. Gardel y LePera no están entre los sobrevivientes. El cuerpo calcinado, pero curiosamente intacto, del ídolo es recuperado y enterrado primero en el cementerio de Medellín (junto a la tumba de Jorge Isaac) para ser repatriado tiempo después a la Argentina. Hoy descansa en el cementerio La Chacarita de Buenos Aires.

Hablar de las manifestaciones de duelo provocadas por la muerte de El Zorzal ameritarían un blog separado. En la Argentina se declaró Día de Duelo Nacional. Hubo suicidios e intentos de suicidio en Cuba, Puerto Rico y Nueva York. El duelo es un preludio a la inmortalidad.  Hoy en día hay monumentos a Gardel en casi todos los países latinoamericanos.  Hay premios que llevan su nombre y todo amante del tango sabe quien fue el Zorzal Criollo.

Una década después de fallecido Gardel, Hugo del Carril que muchos veían como su sucesor, protagoniza “la Historia de Carlos Gardel”, una melodramática crónica llena de caprichosas falsedades. En 1949, Roberto Escalada, que ni cantaba, interpreta al ídolo en “Se Llamaba Gardel”, película hoy olvidada.

Desde entonces no se ha vuelto a hacer una biopia, aunque Gardel ha sido el eje de obras de teatro como El Dia que me quieras del venezolano José Ignacio Cabrujas y su espíritu acompaña a exiliados de la dictadura militar en el filme “Tangos: El Exilio de Gardel”. Él productor Martin De Luca anda ocupado en la creación de una bioserie llamada “Gardel, King of Tango” que contaría con las actuaciones de Juan Carlo Di Pace como el Zorzal, Angelica Maria como Bertha, y Barbara Mori como Mona Maris, pero no se sabe ni donde ni cuando se estrenará.

El Legado Gardeliano
Lo cierto es que para recordar a Gardel basta oírlo. Como dijera Libertad Lamarque, él es “el tango hecho carne”. Sin restarle méritos a Le Pera, Santos Discépolo, Celedonio Flores y otros autores de los tangos que asociamos con Gardel, es el modo de interpretarlos lo que los hace únicos. No olvidemos que Gardel también contribuyó con su preciosa música. Cuando Al Pacino baila el tango al son de “Por una cabeza” en “Perfume de mujer” se trata de una versión instrumental, creación totalmente gardeliana.

Por último, está la influencia que tuvo. Sin Gardel no existirían Hugo del Cartil, Aníbal Troilo, el Dr. Alberto Castillo y otros. El ascendente de Gardel como musico y persona ha sido ampliamente reconocido por Astor Piazzola. Y hay una anécdota que no recogen ni Simón Collier en su The Life, Music and Song of Carlos Gardel ni Jorge Rufinelli en La Sonrisa de Gardel: biografía, mito y ficción, los libros que he usado para esta nota, pero que si aparece en varios sitios de Internet incluyendo en esta nota de La Razón.

En 1934, cuando Gardel hacía programas para una audiencia en vivo en New York, una noche se le presenta en la NBC un chico de origen italiano que viene de Hoboken, en la vecina New Jersey. Es Nancy Barbato, la novia que lo acompaña, quien le cuenta a Gardel que Francis Albert tiene una hermosa voz, pero que prefiere andar de truhan por la calle y con mala compañías.

Años más tarde, Sinatra recordará que el Zorzal le habló de sus propias experiencias en el Abasto. “Mirá ragazzino” le dijo “aprovecha tu voz y le aconsejó inscribirse en el famoso programa de la NBC, “La Hora amateur del Mayor Bowes”. Frankie lo hizo y ganó el primer premio. Aunque todavía faltaban cuatro años para que Harry James lo descubriera, así comenzó su carrera musical.

En 1981, Frank Sinatra hizo su única presentación en la Argentina, llenando el Luna Park. Antes, visitó el Abasto y la tumba de Gardel para darle las gracias por haberle salvado la vida. No se sabe si es leyenda, ¿pero ¿qué ganaba Sinatra inventándola?  Un dato curioso, los expertos dicen que ambos compartían el mismo timbre perfecto de voz.”

Si pudiéramos escoger un solo tango de Gardel ¿Cuál elegirías? Este es el mío
                                          Sus Ojos se Cerraron (Gardel-LePera, 1934)

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