Hace un par de
meses les conté de como el éxito de los filmes de Marisol y Rocío Dúrcal había
llevado a convertir los libretos en novelas que se vendían en España y America Latina.
Tan populares eran las chicas que el afán de lucro de quienes las manejaban
llevó a crearles sus propias series literarias. Así tanto Marisol como Rocío,
en una ristra de novelas, prestaron sus rostros para representar a la niña y a
la jovencita de clase media acomodada de la España del tardofranquismo.
Ver ahora como Variety— aprovechando la trend mitutera— ha sacado al mercado nuevamente las fotos
desnudas de Marisol (tomadas en 1979) me hace pensar que la pobre Pepa Flores
fue abusada por sus padres, por los Goyanes, y ahora por medios que se
aprovechan de su vida de ermitaña para seguir lucrando con fotos y revistas
sobre las cuales ella nunca dio autorización para ser publicadas. Me pregunto
si seguirá recibiendo dividendos por el cine que hizo de niña, y por todo el
negociazo que se montó alrededor de su menuda figura. Eso abarcaría estas
series literarias.
Yo conocí estas series
tras recibir Las navidades de Marisol
apropiadamente en una navidad, la de 1965. Me tuve que esperar un año antes que
en el próximo diciembre me llegaran de manos del Viejo Pascuero otros libros de
la serie amarrados con un listón verde bosque.
La serie era
manufacturada por la Editorial Felicidad y se vendía como parte de la Franja
Amarilla. Aun hoy pueden encontrarse en Mercado Libre, Todo Colección, incluso
en Iberlibro. Consiste en 13 volúmenes que giran en torno a una niña prepuberal
(como de once y doce años), huérfana de padres, que vive con un abuelo
millonario y que asiste a una exclusiva escuela de monjas de Madrid.
A pesar de que
cada volumen traía en portada una foto de Marisol adolescente, aparte del
alcance de nombres, y que ambas eran rubias y españolas, Pepa Flores y su
tocaya ficticia no tenían nada en común. Aunque el abuelo estaba un poco
ausente, Marisol gozaba del cariño de los criados, la generosa cocinera Brígida
y el mayordomo German que, aunque sordo, siempre se convertía en cómplice en
las empresas de su señorita fuera para rescatar mascotas maltratadas (La pandilla de Marisol) hasta esconder
en la cochera a una embarazada (Las
navidades de Marisol)
Los libros
publicados entre 1962 y 1964, eran de tapas duras, de menos de 150 paginas en
las cuales se narraba alguna aventura de Marisol con sus amigas. El estilo era
novedoso ya que imitaba un subgénero de novela infantil femenina muy en boga en
Inglaterra en la primera mitad del Siglo 20. El modelo fue creado por autoras
clásicas como Enid Blyton y Angela Brazil y describían los quehaceres de un
grupo de colegialas en un internado, un tema tan común que decantó en la
parodia de St. Trinians.
La Pandilla de Marisol
En su serie Marisol
no está interna, pero se conserva la importancia de la camaradería y complicidad
entre Marisol y su banda de amigas de la cual ella es líder, siendo sus atributos
su sagacidad, su don de mando y su simpatía (lo que los españoles llamaban
“salero”). Las historias son muy blancas y aunque las chicas se involucran en
asuntos adultos, y a pesar de que las ilustraciones van evolucionando hasta
dotar a Marisol de incipientes curvas, las chicas en este cuento están todavía
en la etapa “odia-chicos” y el amor es visto un poco con desprecio.
Las compañeras de
Marisol solo tienen en común la edad y el ser condiscípulas. Cada una
representa un personaje tipo. Pepi es la intelectual, la científica la mejor
alumna de la clase y la que usa lentes. Anabel es la gordita ingenua y siempre
con hambre. Es simultáneamente gourmet y gourmand. Victoria, aunque de la misma clase de Marisol,
es más refinada, mundana y viajada. Es mitad inglesa. Marta y Maria son gemelas,
totalmente opuestas. Marta es la poetisa, obsesionada con la lírica de Bécquer,
soñadora y un poco remilgada. Su hermana es la tomboy, la que desprecia los melindres femeninos, si no está de
uniforme, vive en vaqueros (blue jeans) y es loca por los filmes del Oeste.
El último miembro
del grupo es Menchu, la estrella de la aguja, experta costurera, tejedora y bordadora.
Menchu es la outsider del grupo, la
niña pobre que está en esa escuela gracias a una beca. Aunque nadie hace
distingos con ella, muchas veces Menchu no puede colaborar en los planes de sus
amigas por carecer de los medios económicos necesarios. A mi me causaba
molestia que nadie la ayudara, pero creo que la idea era que, para aceptarla,
había que tratarla como una igual.
La serie se
enfoca en el tipo de actividades comunes a niñas de esa época. Marisol
participa en un grupo de niñas exploradoras, estudia inglés en Inglaterra, toma
clases de ballet, pero los mayores lances son en el área de la investigación
policial lo que la hermana a clásicos infantiles como Emilio y los Detectives de Erich Kastner. En España también
escritoras icónicas, hoy desconocidas, habían tratado el tema en Maite Detective de Florencia de Arquer y
Feíta de Ilse Gur.
En sus andanzas
detectivescas, Marisol y su pandilla deben probar la inocencia de un chofer
calumniado, detener una bomba en un avión en pleno vuelo; y enfrentarse hasta con
un fantasma en un castillo inglés. Para lograr estas hazañas, tienen que
desobedecer a sus mayores, saltarse las reglas de buena conducta, y convertirse
en transgresoras. A pesar de que este tipo de conducta es habitual en el género
detectivesco infantil, es interesante ver como lo trataban en esa sociedad
franquista que exigía sumisión y obediencia de sus mujeres, de cualquier edad.
Niñas Transgresoras
El caso de Las Navidades de Marisol la convierte en
una campeona de los verdaderos valores cristianos. Unos minutos antes de
despedir a las alumnas que se marchan de vacaciones escolares, las monjas les
recuerdan que Navidad no es solo fiesta y regalos “Navidad es caridad” les dicen.
Camino a su casa, Marisol medita sobre
estas palabras cuando de entre los arbustos, le cae su exchofer, Lorenzo, al
que su abuelo despidiera por ladrón. Marisol, cuyo primer instinto es pedir
auxilio, le da una oportunidad de explicarse. Lorenzo jura ser inocente. Ha
vivido oculto en su pueblo, donde se ha casado, pero ahora él y Eulogia, que está
embarazada, han regresado a Madrid donde no hay trabajo para quien no tenga
referencias.
Marisol le cree y
decide que esa es la manera en que El Cielo le facilita la oportunidad de
ejercer su caridad. Oculta a la pareja en el garaje. Primero los auxilia con la
ayuda de la pandilla, para luego, y aprovechando la ausencia del abuelo, reclutar
los servicios de sus criados. Sin embargo, cuando el abuelo regresa, Lorenzo,
su mujer y su hijo recién nacido deben buscar otro refugio. Marisol enfrenta la
realidad. La única manera de reinstalar a Lorenzo en su antiguo empleo es
probar su inocencia y eso solo se logra encontrando a los verdaderos culpables.
La pandilla
encuentra y secuestra a los maleantes. Estos, aunque maniatados, se ríen de las
niñas hasta que ven las agujas de tejer de Menchu calentadas al rojo vivo. Este
es el momento mas chocante del libro. Solo Victoria y Marta (que está al borde
del vomito) se excusan de participar, las otras colegialas están mas que
dispuestas a torturar a los bandidos quienes se ven obligados a confesar su
robo.
Esta escena es
fascinante y repugnante a la vez. Que niñas que todavía crean que a los bebés
los trae un ángel, se muestren más que contentas con la idea de usar el dolor
físico para extraer la verdad de unos delincuentes solo tiene (en el libro) la
excusa de que lo hacen en aras de la justicia y para salvar un inocente.
En Marisol Azafata ocurre algo parecido. Marisol
y sus amigas deben disfrazarse de aeromozas para impedir que una bomba estalle
en un avión. Nuevamente la idea de delinquir e impersonar a un adulto y usurpar
identidades va subordinada a la importancia del bien común el cual está en
manos infantiles.
Diferente es el
caso de Marisol en la TV. De regreso
de la escuela, la pandilla es atacada por un grupo de colegiales que pasan de
palabras a una agresión física (uno le avienta una corcholata a la frente a
Marisol). Humilladas, las niñas deben huir. Esa tarde viendo televisión, la
pandilla se lleva la sorpresa de ver a sus atacantes compitiendo en un programa
de concursos.
A Marisol se le
ocurre que la mejor revancha es entrar al concurso y vencerlos. Esto es algo que me encanta porque es una
lección de empoderamiento para las niñas. El mensaje es que ellas valen tanto o
más que los chicos y que para ganarles no se necesita de la fuerza bruta sino
de la inteligencia.
Por supuesto que
ni las monjas ni el abuelo de Marisol aprueban que las niñas sean espectáculo público,
pero Marisol y su pandilla, siempre transgresoras, continúan a espaldas de sus
mayores. Muy humorísticos son los esfuerzos de las niñas para prepararse para
el concurso que van desde aprenderse de memoria el diccionario hasta (debido a
que FlinFlan es el auspiciador del programa) recolectar como mil etiquetas de Flin
Flan lo que las obliga a beberse refrescos en polvo, sopas, comer flanes y
hasta mascar chicles de esa marca.
El punto máximo
de transgresión llega cuando la hora del concurso choca con las clases. ¡Ahí se
les ocurre una idea que hasta hoy amerita un “brilliant!”de Ron Weasley:
adelantar todos los relojes de la escuela para apurar la hora de salida. Lo
logran, se presentan en el programa y lo hacen tan bien que quedan de
finalistas para competir con los chicos odiosos.
Aun así, son
descubiertas, el escandalo es mayúsculo, hay todo tipo de amenazas de castigo,
pero es ahí cuando el sentido práctico de las monjitas prevalece. El prestigio
de la escuela está en juego. La pandilla debe presentarse a las finales y
ganar. Marisol y sus amigas llegan al concurso acompañadas de una monjita, que
como todas las religiosas en estas series es muy aguda y liberal.
Cuando las chicas
ganan, ante la ira de sus rivales, el maestro que las acompaña intenta rebatir
el dictamen de los jueces. Ahí se enfrenta con la monjita a la que le endilga
un displicente discurso que suena a mansplaining:
“Yo tengo la razón y usted tiene los hábitos, Madre” A lo que ella responde, ni
corta ni perezosa “pues deme usted la razón y yo le proporcionaré los hábitos.
Que ha de verse muy guapo con ellos”.
Este es un
momento cargado del feminismo del bueno. Vemos un grupo de niñas, apoyadas por
una figura de autoridad femenina, enfrentándose a un grupo de machos que se niega
a aceptarlas como iguales. Incluso los chicos profieren amenazas violentas que
Marisol responde serena y con entereza. Es un ejemplo de como la razón, la inteligencia
y hasta el humor pueden hacer a la mujer superior. Aquí se destruye todo el
mito de la mujer sumisa, sin voz ni ideas que ha impuesto el franquismo.
Rocío la de los Mil Empleos
Igual de transgresora,
pero me temo menos profunda y benévola es la imagen que Rocío Dúrcal encarna en
su serie de la Franja Esmeralda. Sin embargo, es igual de entretenida porque de
nuevo muestra una mujer en un mundo que la limita, debiendo echar mano de su inteligencia
para salirse con la suya.
Rocío es una
chica madrileña de unos veinte años, hija única de una familia de clase media
acomodada cuyo único interés en la vida es pasarlo bien. Esto desespera a su
madre que no la ve colocada (léase buscando marido). Rocío se las arregla para
calmarla tomando varias ocupaciones que revelan el tipo de empleo al que podía
aspirar una “niña bien” sin estudios.
En el primero, y
menos interesante volumen de la serie Rocío
en primavera, ella, todavía adolescente, acaba de graduarse de un internado
de monjas en Irlanda, donde al parecer solo ha aprendido idiomas. En los
próximos volúmenes veremos a Rocío probar suerte sucesivamente como secretaria,
locutora y enfermera. En uno de los mejores de la serie Rocío en la Torre de Babel, se va a Paris a servir de interprete en
una conferencia de la ONU.
Con esta excepción,
Rocío nunca se ve muy entusiasmada con sus empleos que son solo un vehículo
para vivir experiencias interesantes. No hay ella ni un germen de mujer de
carrera y muchas vece llega a esos puestos sin preparación profesional. En Rocío Locutora, consigue el puesto tras
ganar un concurso para el que el único merito parece ser guapa. En Rocío secretaria, los padres se
asombran de que vaya a ser secretaria de un tío si este ya tiene una muy profesional,
y Rocío ni sabe escribir a máquina. Rocío los tranquiliza. La profesional (que
es una señora madura) que escriba a máquina, ella está ahí para atraer clientes
con su belleza y simpatía
Incluso en Rocío, enfermera diplomada, cuando toma
cursos de enfermería no tiene muy claro su futuro. Le da nauseas el quirófano,
la hartan los niños de un jardín infantil, está a punto de irse a trabajar a un
laboratorio cuando encuentra un empleo en el periódico que acaba con ella en un
caserón en la playa cuidando de una anciana condesa.
Como la serie de
Marisol, las aventuras de Rocío la llevan a la investigación detectivesca. En
sus labores de enfermera descubre que alguien esta envenenando a la Condesa
Etelvina. En Rocío locutora sus
esfuerzos van dirigidos a evitar que una disquera rival mate al cantante de
moda; y en Rocío en la Torre de Babel,
intenta detener el secuestro de un príncipe árabe.
Como Marisol, Rocío
también tiene una pandilla de amigos, cada uno correspondiente a un
estereotipo, Marta es la rubia despampanante, Amparito es la aspirante a
actriz, Bea es la “salada” que de todo se ríe y Clara es “la patosa”, la despistada,
la que siempre anda tropezándose y cayéndose. De los chicos no recuerdo a
muchos con la excepción de Chucho, el tartamudo, y Jaime el fornido fisicoculturista.
En el amor como en la guerra…
Rocío es muy
coqueta y tiene romances en cada libro, romances que acaban mal. En Rocío en primavera tiene algo con una
especie de guardabosques que la rescata de un bosque en llamas. En Rocío secretaria, aparece Carlos, el
formal estudiante de medicina. Aunque se siente atraído por Rocío, desprecia la
vida frívola que llevan ella y sus amigos. La tozuda Rocío entonces acepta las
atenciones de un cliente de su tío, pero éste solo la utiliza para poder robar
la caja fuerte de la oficina.
En Rocío en la Torre de Babel, la heroína
atrae el interés de dos colegas en la conferencia, el italiano Cavalcanti y el alemán
Mueller, pero a ella le atrae el Príncipe Nuriddin hasta que al final del libro
descubre que él ya tiene cuatro esposas. En Rocío
locutora, aunque ella es pretendida por Roberto Lamadrid, su jefe y mentor,
se enamora del cantante quien la traiciona yéndose con una americana
millonaria.
A pesar de que a la
enamoradiza Rocío siempre le va en feria en los romances, la serie ilustra un
par de puntos que podríamos catalogar como subversivos. Rocío es una mujer
emocionalmente independiente que prueba constantemente suerte en el amor y no
se deja amilanar por malas experiencias. Además, es lo contrario de la imagen
de la sumisa en la torre esperando que un hombre la escoja. Por el contrario, Rocío
lucha con todas las armas que tiene y eso es más aparente en Rocío y los cadetes del mar.
Rocío y sus
padres pasan el verano en el balneario de Villa del Mar. La pandilla también ha
venido de vacaciones. Las chicas se alocan cuando se enteran de que ha recalado
en el puerto un barco cargado de jóvenes y guapos guardiamarinas. Cuando uno de
ellos, Santiago Imaz, rescata a Rocío que, nadando está a punto de ser arrollada
por una lancha, ella se enamora locamente de él y poco le importa que Santiago
ya esté comprometido con Matilde, alias “Chichi”.
Santiago le explica
a Rocío que le han impuesto a Chichi como novia puesto que ella es hija del
almirante. Rocío decide luchar con todas sus fuerzas para separar a Santiago de
Chichi. Esto va desde pedirle joyas y vestidos a su madre, para lucir mas guapa
que su rival hasta conseguir que sus amigos (con trampas) la elijan a ella
reina de belleza de la villa, por supuesto venciendo a “salchichi” como la
llama despectivamente.
Sin embargo, el
gran clímax llega cuando Rocío, al borde de la desesperación, convence a Jaime,
que ya le ha dicho que esta enamorado de ella, que seduzca a Chichi y así
arruine su reputación. Yo estaba fascinada cuando leía este cuento porque por
primera vez veía a una heroína portarse como una villana, pero me gustaba por
lo de “en el amor como en la guerra, todo se vale”.
Santiago descubre
a Chichi en una situación comprometedora y rompe con ella. Feliz, Rocío se prepara
para vivir su sueño de amor, cuando justo al guardiamarina se le cae su
cartera. ¡Rocío la recoge y ve que está llena de fotografías de las otras
novias del cadete del mar!
Al final, los
marinos se embarcan. Rocío va al muelle a despedirse agitando un pañuelo y se
encuentra con Chichi. Ha vuelto con Santiago, van a casarse. “Lo siento por ti”
dice Rocío y la abraza.
A mediados de los 60, la popularidad de Rocío Dúrcal
iba en auge, pero la serie se paralizó tras solo cinco libros. Hoy pueden
comprarse por Internet, pero son estrictamente para fans de Rocío Dúrcal y
Marisol, son un objeto de nostalgia. Para mí son un documento histórico del
mundo femenino a nivel infantil y juvenil de la España sesentera. Obvio que se
trata de una España apolítica, o al servicio del régimen, de clase acomodada,
precisamente la que los historiadores no documentan, y por eso tiene mas valor.
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